La baja en el precio del cobre y sus efectos en la economía chilena
Los impactos en la economía chilena son muy fuertes: acrecienta el déficit presupuestario, ya afectado por la desaceleración de los niveles de actividad; repercute negativamente en la balanza comercial; y llevaría de persistir los niveles registrados el mes pasado a un deterioro de los términos de intercambio, revirtiendo el efecto positivo producido a la vez por la caída en los precios del petróleo
En enero se produjo una brusca reducción de la cotización del cobre en los mercados internacionales, como consecuencia del debilitamiento en la demanda global, la mantención de la oferta, la apreciación del dólar y en ese momento por la liquidación de contratos a futuro en las bolsas de Londres y Shangai basados en el metal rojo. Los impactos en la economía chilena son muy fuertes: acrecienta el déficit presupuestario, ya afectado por la desaceleración de los niveles de actividad; repercute negativamente en la balanza comercial; y llevaría de persistir los niveles registrados el mes pasado a un deterioro de los términos de intercambio, revirtiendo el efecto positivo producido a la vez por la caída en los precios del petróleo. Todas las empresas del sector son golpeadas, pero se siente lógicamente con mayor fuerza en la pequeña y sectores de la mediana minería con costos de producción superiores a los niveles de cotización registrados. El hacer funcionar el mecanismo de sustentación existente, y utilizado exitosamente en caídas anteriores, como las originadas en la crisis del sudeste asiático y en la Gran Recesión de la década pasada, se fijó finalmente en US$2,73 por libra, apenas nueve centavos por encima de su promedio de enero.
El 14 de enero se produjo un brusco descenso en la cotización del cobre en los mercados internacionales a US$2,554 la libra, nivel que no se registraba desde fines de la década pasada, durante la recesión global, después se desplazó bajo los US$2,50, cerrando el mes en US$2,49 la libra. En 2014 su promedio fue de US$3,11 y en 2013 de US$3,32 la libra. Para 2015 Cochilco redujo su proyección promedio anual a US$2,85, en septiembre había previsto que llegaría a US$3, y en 2016 a US$2,80. En el descenso hay factores coyunturales y otros de más largo plazo. En ese momento se conoció la actualización del informe de Perspectivas Económicas que publica el Banco Mundial, previendo un crecimiento económico global débil para el trienio 2015-2017. Su economista jefe, Kaushik Basu, manifestó que en la perspectiva expuesta “lo más preocupante es que el estancamiento en algunos países de ingresos altos e incluso de ingresos medios pueden ser síntomas de males estructurales más profundos”. Señalando, además, que los países productores de petróleo, metales y carbón, entre los cuales mencionó explícitamente a Chile, “podrían eventualmente tener problemas para mantener altas tasas de crecimiento”, por el descenso vivido en los precios de las materias primas (14/01/15). Documento que repercutió en las expectativas en un momento del mercado, siendo un factor que incidió en el brusco descenso.
Una semana después la previsión de crecimiento económico global del Fondo Monetario Internacional, reducía también su proyección para los años 2015 y 2016 en relación a la efectuada en octubre. “Los nuevos factores que respaldan el crecimiento –puntualizó Olivier Blanchard, su economista jefe-, como el bajo precio del petróleo o la depreciación del euro y el yen, están más,, que compensados por otras fuerzas negativas persistentes, incluyendo el prolongado legado de las crisis y un crecimiento potencial más bajo en muchos países”. Haciendo referencia concreta a la caída en la cotización del petróleo, observó que “ese estímulo (para la economía mundial) se verá ampliamente superado por factores negativos” como “la debilidad de la inversión a medida que muchas economías avanzadas y de mercados emergentes continúan adaptándose a un crecimiento a mediano plazo que ejerce expectativas menos alentadoras” (20/01/15). Reiteraba así una preocupación cada vez más recurrente en las formulaciones del FMI que países o regiones entren a una etapa de “estancamiento secular”, caracterizado por niveles de crecimiento bajo y altas tasas de desempleo, en un contexto marcado por que en no pocas economías el crecimiento potencial se reduce, lo cual conlleva posibilidades de crecimiento menores a futuro. El Fondo estimó para 2015 un crecimiento global de 3,5% apenas una décima superior a lo registrado en 2013 y 2014.
En el mercado del cobre el cuadro descrito se entendió como demostración de debilidad en la evolución de la demanda. Más aún cuando se pronosticaba un crecimiento menor para China, el mayor adquirente del metal rojo a nivel global, que concentra un 44% del cobre comercializado en los mercados internacionales. El Fondo Monetario estimó para la potencia asiática incrementos anuales en 2015 y 2016, respectivamente, de 6,8% y 6,3%. Su Oficina Nacional de Estadísticas cifró el crecimiento de 2014 en 7,4%, una décima por debajo del objetivo oficial, que no se alcanzó por primera vez en 16 años. El director de la oficina, Ma Juantang, explicó la menor expansión por el “complicado y volátil entorno internacional y la intensa tarea de mantener el desarrollo doméstico (…)” (20/01/15). A su turno, el primer ministro Li Keqiang destacó que “el desarrollo chino ha entrado a una nueva normalidad” (20/11/15). Frente a este debilitamiento de la demanda la oferta de cobre no ha disminuido. Cochilco prevé que en 2015 alcanzará a 19,6 millones de toneladas, un 6,3% superior al año anterior, con incrementos principalmente en Zambia, Indonesia y México. En 2014 aumentó en 1,3% llegando a 18,5 millones de toneladas métricas, de las cuales 5,7 millones se obtuvieron en Chile, produciéndose una disminución de 1,3%.
El país no tiene política en materia de producción cuprífera, dejándose entregado por tanto su oferta en los mercados internacionales a lo que resuelvan las empresas más importantes. A ello se sumó, como consignó el Financial Times, una “agresiva venta” de los contratos a futuro de los fondos financieros chinos basados en la cotización del metal rojo, primero en la Bolsa de Metales de Londres y luego en la Bolsa de Futuros de Shangai, calificado por quienes las comercializan como una acción “perfectamente sincronizada” (19/01/15). Los inversionistas se movieron desde fondos basados en commodities, como el cobre, a otros más seguros.
Hasta el 14 de enero el descenso en la cotización había sido muy inferior a la experimentada por otras materias primas como el petróleo, que desde junio de 2014 hasta ese momento había caído aproximadamente en un 60%, mientras el hierro lo hacía en 32%, el carbón en 18% y el metal rojo en 17%. En este descenso incide la apreciación experimentada por el dólar estadounidense en que se cotizan estos commodities.
Las repercusiones en la economía chilena son muy amplias. De una parte, incide violentamente en los ingresos fiscales, ya afectados porque el crecimiento económico del año se estima será muy inferior al utilizado en la elaboración del presupuesto 2015, que se confeccionó estimando un crecimiento promedio anual de 3,6%. Las proyecciones revisadas ya citadas del FMI consideran que sería solo de 2,8%, reduciendo en medio punto porcentual la cifra consignada en octubre pasado, con motivo de su asamblea semestral. A este menor ingreso fiscal, dado que ellos mantienen una proporcionalidad con la evolución de la actividad económica, se suma la experimentada por la cotización del cobre, que en el presupuesto 2015 se estimó en US$3,12 la libra. Cada centavo de dólar inferior conlleva un menor ingreso fiscal de US$60 millones anuales. Si se considera que se mantienen ambos efectos se llega a la conclusión de que se produciría un déficit fiscal considerable, que obviamente plantea el tema de cómo debe financiarse, además de constituir un monto superior a los ingresos de la reforma tributaria considerados en el presupuesto del año.
Por otra parte, a los niveles registrados en enero se produciría un deterioro en los términos de intercambio del país, es decir en la relación de precios en los mercados internacionales entre los niveles promedio de las exportaciones y de las importaciones. Ello terminaría teniendo un efecto negativo superior al favorable para la economía chilena experimentado por el derrumbe de la cotización del petróleo. “(…) una baja en el precio del cobre –escribió el economista jefe del Grupo Security, Dalibor Eterovic- es un balde de agua fría para la economía chilena. Mientras Chile importa en torno a 5% de su PIB en petróleo y derivados –puntualizó-, las exportaciones de cobre alcanzan a 15% del PIB” (16/01/15). En el informe de política monetaria el Banco Central de diciembre, considerando el fuerte descenso experimentado por el petróleo y previendo una incidencia negativa en el precio del cobre inferior a la producida en enero, se estimó que en el año se produciría un efecto positivo en los términos de intercambio de 1,72%. Su estimación la efectuó proyectando como promedio anual una cotización del cobre de US$2,95 la libra y de US$64 el barril para el petróleo WTI, utilizado como referencia por el país. En un escenario como el de enero los términos de intercambio pasan a ser claramente negativos y ello incide en el ingreso nacional bruto disponible real, que constituye lo que en definitiva queda en la economía chilena, transformándose en otro factor que presionaría hacia un menor crecimiento. El economista jefe del grupo Security estimó que si se mantuviesen las cotizaciones de enero se registraría “una caída en los términos de intercambio cercana a 2%” (16/01/15). Desde luego, que el impacto negativo se produce también en la balanza comercial, dado que por cada centavo promedio anual menor el país deja de percibir US$128 millones.
Desde luego que el descenso en la cotización repercute en las empresas productoras. Baste solo con considerar que los costos de producción de Codelco en el primer semestre de 2014 fueron de US$2,40 la libra, para concluir en el cuadro muy difícil de las empresas medianas y pequeñas. Debe tenerse en cuenta que los costos de producción en cambio se ven favorecidos tanto por la devaluación experimentada por el peso, dado que un porcentaje significativo de ellos los tiene en moneda nacional, así como por la disminución en la cotización del petróleo. En el caso de Codelco, este menor precio del cobre se produce cuando busca llevar adelante un importante e imprescindible plan de inversiones. Su presidente ejecutivo, Nelson Pizarro, ha consignado que el promedio de costos directos de la empresa estatal, incluyendo a El Salvador “está por debajo del precio observado”
Al finalizar enero, Codelco considerando el descenso en la cotización acordó una reducción en sus costos totales en el año, llevándolos a US$2,154 la libra. Eso sí condicionando el cumplimiento de la decisión a que el promedio del tipo de cambio en el año no sea inferior a $630 por dólar y que el promedio del barril de petróleo WTI no supere los US$56.
La situación es particularmente grave en las medianas y pequeñas empresas cupríferas ya que sus costos de producción superan al precio promedio registrado en enero. Con el agravante que inexplicablemente se demora establecer el precio de sustentación del cobre para productores de menor dimensión, responsabilidad que recae en el ministerio de Hacienda. “(…) el problema -manifestó Iván Pavletic, presidente de la Asociación Minera de Taltal- está en Hacienda” (22/01/15). De acuerdo a las disposiciones vigentes cuando existe una diferencia entre la cotización del metal y su precio de referencia se genera un crédito para los pequeños productores de hasta US$0,30 centavos. La Sociedad Nacional de Minería estimó que el precio de referencia debería ser el utilizado como promedio para el año en el presupuesto fiscal. Esta disposición se aplicó exitosamente en 1998-2003, es decir cuando la cotización del cobre se desplomó con motivo de la crisis del sudeste asiático, y en noviembre 2008-abril de 2009 durante el lapso más duro de la última recesión global. Créditos que fueron reembolsados plenamente. Sin embargo, Hacienda estableció el precio de sustentación para 2015 en solo US$2,73 la libra. Monto absolutamente insuficiente, que debería conducir, de persistir los bajos niveles internacionales de cotización experimentados desde mediados de enero, a paralización de actividades.
En 2014, la pequeña minería comercializó a través de Enami cerca de 3,2 millones de toneladas de minerales y productos de cobre y 0,2 millones de toneladas de oro. La producción equivalió a 55.500 toneladas de cobre fino y 1,5 toneladas de oro. La pequeña minería se concentra prioritariamente en las regiones de Antofagasta, Atacama, Coquimbo y Valparaíso. Registrándose en Enami un total de 1.087 productores.
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