Senadora PS:
Isabel Allende Bussi: "Lo que ocurre la noche del 11 no tiene nada que ver con el legítimo recuerdo de las víctimas"
Marginalidad y desigualdad social son, a juicio de la hija de Salvador Allende, la principal causa de la violencia en la emblemática fecha.
por David Muñoz
Apenas la senadora PS Isabel Allende llegó el pasado martes 11 al hemiciclo del Senado en Valparaíso, un grupo de senadores UDI se acercó uno a uno a su escaño para saludarla. Todos le transmitieron el mismo mensaje: no compartían los dichos de su compañero de partido, el diputado Ignacio Urrutia. Este último había protagonizado un polémico episodio en el homenaje que esa mañana la Cámara rindió a Salvador Allende. “¿A los cobardes que se suicidaron ese día también les vamos a rendir homenaje?”, fue la frase que recibió una transversal reprobación.
“Se acercaron para conversar conmigo y decirme que por ningún motivo los representaba y que se sentían muy mal”, comenta la hija del fallecido mandatario. En un nuevo aniversario del golpe militar de 1973, la senadora, además, condena la muerte del cabo de Carabineros Cristián Martínez -al recibir un disparo en medio de violentos desmanes la noche del martes en Quilicura- y comenta el cierre definitivo de la investigación por la muerte de su padre, confirmando la tesis de su suicidio.
¿Qué significa para usted el cierre del proceso por la muerte de su padre y la confirmación del suicidio como verdad judicial?
Es muy importante para la familia y el país que hubiera una certeza jurídica. El juez (Mario) Carroza hizo una investigación con equipos multidisciplinarios extraordinarios, con los mejores especialistas del mundo, para llegar a una conclusión indesmentible. La familia queda tranquila, se cierra el capítulo, si había dudas para algunos -no para nosotros- con esto debiera quedar absolutamente cerrado y, como lo dije el día 11 en el monumento (a Allende), no sólo cierra un ciclo desde el punto de vista de la certeza jurídica y de la tranquilidad para la familia, sino que en nada disminuye, al contrario, enaltece la figura de Salvador Allende. Está claro que fue llevado a una situación límite, que llegó cerca de las siete de la mañana a La Moneda, que resistió hasta las dos de la tarde, que no estaba dispuesto a aceptar ningún ofrecimiento a sacarlo fuera del país y comenzar un exilio.
A 39 años del golpe, cada 11 de septiembre se producen episodios de violencia que vuelven a instalar la imagen de un país dividido. ¿A qué atribuye esta situación?
Lo que ocurre la noche del 11 no tiene nada que ver con el legítimo recuerdo de las víctimas. Originalmente, en la Villa Francia siempre hay manifestaciones, porque se recuerda el asesinato de los hermanos Vergara Toledo, siempre hay hechos de violencia. Pero creo que va más lejos. Es difícil, pero al final uno tiene que decir que hay una dosis de marginalidad, de no integración al sistema, de injusticia social, de una desigualdad tan potente que genera un marco de violencia. No es el único factor.
¿Qué siente cuando ocurren estos hechos de violencia en una fecha tan emblemática para su familia?
En lo personal, me duele muchísimo. Cuando he estado en Chile, porque muchas veces lo he pasado afuera, íbamos al cementerio, al mausoleo, muchas veces me molestaba la violencia, porque queríamos un momento de tranquilidad. Son manifestaciones de violencia e intolerancia que no acepto. Cuando vi el asesinato del cabo de Carabineros, lo condené de inmediato. No tiene justificación, porque protestar es una cosa, pero esto es distinto. Son grupos reducidos que aparecían también para las protestas estudiantiles, donde salían 200 mil jóvenes a la calle y un grupo de 50 se dedicaba a hacer desórdenes.
¿Comparte la idea de que un cambio a la Constitución es la vía para abordar la baja confianza en las instituciones? La oposición enfrenta disputas internas por una asamblea constituyente…
Lo prioritario es hacer cambios a la Constitución. Ahora, abrir una discusión o dividirnos por el mecanismo es artificial. Si no abre esa compuerta de más participación, de terminar con el binominal, obviamente va a haber en la calle un movimiento que reflejará aún más el descrédito de nuestra institucionalidad, lo que resulta dañino para la democracia, pues funciona con partidos, con el Congreso, delegando a sus representantes, porque confía, en un acto de soberanía.
El presidente del Senado y referente de su partido, Camilo Escalona, dijo que promover una asamblea constituyente es fumar opio…
No me parece que haya que hacer un veto o descalificar, porque las reflexiones son bienvenidas, pero no es el momento de decir cuál es el camino. La expresión de Escalona no fue la más feliz, porque aparece como un veto, pero creo que el contenido es razonable: no estamos en una crisis terminal. Tenemos una crisis de representación pero nadie ha dicho que el andamiaje institucional se cayó. Son los partidos los que tienen que despertar, abrirse, ordenarse.
La asamblea constituyente es sólo uno de los puntos que divide a la oposición. ¿A qué atribuye que la oposición no sea capaz de abordar casi ningún tema de manera unitaria, incluyendo los emblemáticos, como la reforma tributaria?
En todos los partidos y en la política en general hay disensos por todos lados. La UDI y RN no se ponen de acuerdo si hay primarias, si 20 semanas antes o después, en fin. En el voto de los chilenos en el exterior la UDI dice no, RN parece abrirse; en el binominal, RN dice sí a un cambio, la UDI, no. Ahora, en la Concertación hubiese preferido que respecto de la reforma tributaria hubiésemos tenido una sola posición, no fue posible y fue lo que conocemos. La gente nos está castigando porque aparecemos en los medios por palabras disonantes, por altercados, disputas, a veces más allá de lo razonable o prudente, entonces la gente dice que lo único que hacen es pelear todo el día.
¿Cree que Michelle Bachelet va a ser capaz de articular a la oposición en torno a un programa que deje satisfechos a todos?
No tengo ninguna duda de que si eventualmente ella fuera candidata -porque ella sabe cuándo y cómo tomará la decisión que le corresponde-, encarnará un programa de profundas reformas políticas, sociales y económicas. Porque ella tiene que tener mucha conciencia de lo que nos faltó y lo que le falta a esta sociedad.
¿Es de las que creen que ella debe pronunciarse lo antes posible sobre su opción presidencial?
Lo considero lo más irrelevante. Ella tomará la decisión cuando lo estime adecuado. En ese contexto, los partidos tienen que construir su espacio, oxigenarse, volverse más transparentes, innovadores, más democráticos, cambiar sus rostros, sus dirigencias, si de verdad quieren que la ciudadanía les vuelva a creer.
¿Cree que el regreso de Bachelet terminará por aglutinar a la oposición, disipando el escenario de dispersión que enfrenta el bloque?
El escenario de dispersión tiene que ver con las elecciones y con el sistema binominal que nos termina matando. Nos obliga a competir con el compañero de lista y los partidos tienden a estar constreñidos. El día que no exista el binominal el panorama cambiará sustantivamente. Y por otro lado, terminado ese proceso va a haber más orden en la medida de que los planteamientos recojan los cambios profundos que la calle pide.
Hay quienes dicen que la expectativa de triunfo ha agudizado las diferencias en temas de fondo...
Es que estar ordenado no significa estar inmovilizado. Nunca pensaría que no tenemos que hacer nada porque ya está ganada la elección. Debe haber un programa, cambios profundos, un sacudón en un sentido político democrático y eso será fundamental. Estamos en uno de los pocos momentos más democráticos en la historia de Chile, donde todos pueden ser escuchados y sus planteamientos recogidos en un programa.
¿Comparte las críticas contra la dupla Escalona-Andrade por su estilo de conducción en el PS para, desde ahí, ordenar a la oposición?
La verdad es que los partidos están muy difíciles. La baja adhesión, la falta de representatividad, los desencuentros constantes, son factores independientes de la conducción de un partido. Pero sí me gustaría ver cambios, nos haría bien tener más rostros, caras nuevas. Nuestro partido lleva demasiados años con una dinámica Escalona-Núñez, Núñez-Escalona, Escalona-Núñez, Núñez-Escalona, o Arrate-Escalona, ahora es Andrade, pero sabemos que representa al sector mayoritario, que es la Nueva Izquierda. Yo no digo que sea contra la Nueva Izquierda, sino que sea con el conjunto del partido, gobernar con una amplia mayoría, se trata del partido que tiene que darle sustento y ser el articulador de la -esperamos- futura Presidenta de Chile. Evidentemente, tiene que generarse una dirección que genere amplio consenso.
En noviembre hay elecciones internas, ¿espera que se produzca un cambio en la correlación de fuerzas?
Sí, tras la elección municipal veremos lo que va a pasar. Es decir, que la dirección que asuma, cualquiera sea, debe ser muy integradora y ojalá con nuevos rostros.
Algunos la han promovido a usted como potencial carta de consenso. ¿Qué le parece esa idea?
Me lo han planteado, pero pienso que no es el momento de mi definición, eso sería después de las municipales. Lo importante es que el PS no puede seguir siendo dominado por un solo sector, no pueden existir cuatro o tres personas que se consideran cercanas a la ex Presidenta Bachelet y que son los que tienen que mandar. Las lealtades deben ser absolutas, 100%, pero no pueden impedir que en un momento dado la gente tenga derecho a disentir. A la hora de la verdad, hay que actuar con responsabilidad, porque hay un espacio de discusión, de crítica. Eso lo he planteado en las últimas dos campañas internas.
FUENTE: LA TERCERA
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