lunes, 21 de julio de 2014

Ambos ministros PPD mantienen tensión por divergencias de agendas y estilos

La soterrada pugna entre Peñailillo y Eyzaguirre

En las últimas semanas el titular de Educación ha enfrentado fuego oficialista. En La Moneda aseguran que Nicolás Eyzaguirre “no encuentra el tono” para defender su reforma, y en los pasillos del Mineduc asesores y funcionarios apuntan a la cartera de Interior como la fuente de una campaña de desgaste contra el secretario de Estado. En el fondo, dos apuestas distintas: mientras Peñailillo aparece rodeado de dirigentes de los partidos, en Educación aún pesan actores más ligados al movimiento social y a una mirada transformadora que no hay en el sistema político tradicional.
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El sábado, durante la junta de la directiva nacional del PPD, tanto Rodrigo Peñailillo como Nicolás Eyzaguirre recibieron sendas ovaciones cuando arribaron hasta los salones del ex Congreso Nacional en Santiago. La señal política del encuentro fue lanzar un espaldarazo a la gestión de dos de sus ministros más importantes, uno de los cuales –Peñailillo– aparece como aspirante a suceder a Michelle Bachelet en un próximo periodo presidencial.
El primero en arribar a la cita fue el titular de Educación. Minutos después llegó su par de Interior, quien lo saludó de abrazo y sonrisa, aludiendo a él además durante su discurso, al señalar que “no me imagino la reforma educacional sin Nicolás Eyzaguirre”. A pesar de los guiños y las palabras de buena crianza, en la trastienda de la escena existe una tensión latente, comentada por altoparlante en los pasillos de las carteras de Educación e Interior, y que enfrenta los liderazgos de ambos frente al posicionamiento de la futura candidatura presidencial del oficialismo. La carrera está tan instalada, que en el PPD buscaron empatar los gestos hacia ambos.
Cuando Peñailillo finalizaba su discurso en el encuentro, el ex ministro Francisco Vidal pidió a grito vivo desde su asiento “¡que hable altiro Eyzaguirre!”, lo que fue aceptado mediante aplausos por los cerca de 100 dirigentes que participaban de la reunión. La solicitud de Vidal obligó a modificar el cronograma original, que contemplaba que el ministro de Educación se dirigiera a los presentes en horas de la tarde.
A través de filtraciones a la prensa y comentarios fuera de micrófono, los equipos de ambos secretarios de Estado han instalado una desconfianza mutua, la que comenzó a gestarse cuando se armaron sus equipos de trabajo. Mientras Peñailillo apostó por rodearse de dirigentes partidarios de la Nueva Mayoría, Eyzaguirre lo hizo con nombres venidos del movimiento social, lo que enrabió al establishment de la coalición oficialista.
En la coalición oficialista algunos también comparten las críticas. Aseguran que la formación política de Peñailillo es distinta de la que tiene Eyzaguirre. Que nació de un “nido de operadores” y que continúa actuando así hasta el día de hoy. Algunos cuestionan que “la falta de mirada estadista” de la mano derecha de Bachelet perjudique la labor de los otros ministros. Suman, además, que Peñailillo “no sea capaz de ordenar a la coalición”, y que se culpe a Educación por las críticas públicas de los partidos, siendo que esa labor política es su responsabilidad como jefe político del gabinete.

TENSIÓN TRAS BAMBALINAS

Hay varias explicaciones. Todos coinciden en que se mantiene la irritación de parte de la coalición oficialista por la relativa autonomía que ha mostrado el ministro Eyzaguirre para designar a su equipo. Saben que a varios les molesta la “soberbia” con que encara las discusiones y que, además, todo está cruzado por la futura carrera presidencial.
En el Ministerio de calle Valentín Letelier no ven con buenos ojos a Peñailillo. Comentan que tiene una estrategia para “ganarse a la prensa”, que eso lo logra filtrando supuestas malas evaluaciones de sus colegas. Les extraña que “nadie más brille en el gabinete” y que sólo su gestión sea destacada. Es comentario obligado que en el horizonte de sus jugadas está la elección del 2017, y que sabe que si Eyzaguirre “brilla en demasía” triunfando con la reforma, sería un obstáculo a sus pretensiones. Por ello, afirman, busca magullarlo cada vez que puede.
En la coalición oficialista algunos también comparten las críticas. Aseguran que la formación política de Peñailillo es distinta de la que tiene Eyzaguirre. Que nació de un “nido de operadores” y que continúa actuando así hasta el día de hoy. Algunos cuestionan que “la falta de mirada estadista” de la mano derecha de Bachelet perjudique la labor de los otros ministros. Suman, además, que Peñailillo “no sea capaz de ordenar a la coalición”, y que se culpe a Educación por las críticas públicas de los partidos, siendo que esa labor política es su responsabilidad como jefe político del gabinete.
En La Moneda plantean que la tensión entre Eyzaguirre y Peñailillo está instalada desde que se hizo “una abierta intervención al Mineduc”, que “la explicación de la pugna está en la forma en que se hizo dicha intervención, con una ‘excesiva demostración de poder’ desde Interior”.
Asimismo, comentan que “es importante sopesar el nivel de la tensión y que esta no va a escalar más allá”. Cuentan que Peñailillo e Eyzaguirre almuerzan juntos “bien seguido” y que, más que pugna en sí, lo que se reconoce es un “resentimiento” del entorno del ministro de Educación, que su equipo inicial “no era fuerte ni tampoco bueno” y que de esa “herida” salen las versiones que hablan de hostigamiento desde Interior.
Eso sí, en el gobierno recalcan que un dato no menor es que Eyzaguirre “compartía plenamente el mal diagnóstico” y que fue él quien “vino a La Moneda pidiendo más apoyo político”. Es más, agregan que a pesar del dejo de soberbia que caracteriza al estilo del ministro de Educación, este se diferencia de otros por “no ser celoso” y no considerar que la reforma sea “su parcela donde nadie se puede meter”.
Dos artículos de prensa fueron comentario obligado en los círculos que rodean a los secretarios de Estado. Ambos de La Segunda. El primero, del 17 de junio, titulaba “Cómo se gestó la entrada de Peñailillo en Educación”, acompañado por una foto decidora: Peñailillo y Michelle Bachelet sentados juntos y riéndose, mientras Eyzaguirre aparecía serio y solo en un rincón. Demoledor.
Por esos días, se comentaba por todas partes la “intervención” de Interior al Mineduc, con la llegada del amigo íntimo de Peñailillo, Harold Correa, como jefe de gabinete de Eyzaguirre, y con la ayuda que –se anunció– prestaría el secretario general del PC, Juan Andrés Lagos, a la relación entre Educación y la calle. Lagos es uno de los asesores clave del “Peña” –como se conoce dentro de la Nueva Mayoría al Ministro del Interior–.
En el Mineduc lo sintieron como un balazo a quemarropa. Decían que las únicas fuentes de ese artículo estaban en Interior y aseguraban que a La Moneda se le había “pasado la mano”, que “era ponerles la pata encima”. Según indican, el ministro no entendió la jugada y le pidió explicaciones a la Presidenta Bachelet.
Se creó un clima, evidenciando la soledad política de Eyzaguirre y subrayando un supuesto desorden en su manera de afrontar la reforma. En cualquier caso, no todo se ha quedado en el clima creado por lo informado a la prensa. Harold Correa informa periódicamente a Peñailillo sobre lo que ocurre en el Mineduc, se sabe que “es hombre de Interior”, y para nadie pasa inadvertida su pertenencia a la G90 y su amistad de años con el jefe del gabinete.
En La Moneda agregan que el tema escaló hasta el gabinete presidencial. “Ella (la Presidenta) conversó tanto con Eyzaguirre como con Peñailillo, a quienes les habría pedido bajar los decibeles de la pugna, que es necesario que se coordinen, que ambos tienen que sacar la reforma educacional adelante, que no es un tema personal ni sectorial, sino que es la prioridad de esta administración, que es una reforma estructural”, aseguran.
No se ha hablado públicamente. Sólo ha existido en los pasillos de ambos Ministerios y en las versiones filtradas a la prensa. Ha sido una disputa soterrada, a punta de conversaciones con los periodistas y comentarios en los almuerzos y cafés de los funcionarios. Fuera de micrófono.
La tensión bajó de nivel en las últimas semanas. El nombramiento de Andrés Palma acalló por un rato las críticas políticas a Eyzaguirre y desde La Moneda no se insistió en la tesis de la “intervención”. Eso hasta el viernes, cuando otra portada del vespertino de Agustín Edwards hizo saltar las alarmas de Educación por segunda vez.
“Qué piensa La Moneda de Eyzaguirre”, fue el titular esta vez, dando paso a un artículo que atacaba con dureza a la gestión del ministro de Educación. Se dijo que el ex titular de Hacienda se descuadraba en las intervenciones frente a la prensa, que no decía lo que se acordaba previamente, y que seguía “fuera de foco” en su performance comunicacional. Se incluyeron pasajes en que se relataban reuniones de Peñailillo con Eyzaguirre, donde el primero lo llamaba a “terminar con deficiencias políticas y comunicacionales”, y se aseguró que La Moneda tenía un “crítico diagnóstico” sobre el desempeño de la carta de Educación.

DISEÑOS DISPARES

En Educación reconocen que en un principio los partidos e Interior se irritaron cuando Eyzaguirre designó a su equipo. Aseguran que en esa labor fue clave la subsecretaria Valentina Quiroga –fundadora de Educación 2020 y cercana a algunos ex dirigentes estudiantiles–, que ella fue la que propuso los nombres de Revolución Democrática y otros venidos del mundo social que actualmente están en el Ministerio, y que el que no se incluyera a nombres influyentes de los partidos tradicionales generó una herida en los círculos de la política tradicional.
“Hay una preocupación de los partidos, y esto es otra jugada para profundizar la preocupación y avanzar en la política real”, señalan en Educación para referirse al clima generado a través de publicaciones de la prensa que ellos atribuyen, sin dudarlo, a fuentes del Ministerio del Interior.
En la Nueva Mayoría comentan que nada es casual. Cuentan que desde un principio “el Peña” salió a hacer frente a las expectativas o, más bien, a la falta de ellas. Ante quienes lo cuestionaban por su falta de experiencia en cargos de esa envergadura, optó por rodearse de duchos hombres de la política. Armó un cordón protector y puso a su lado a los secretarios generales de los partidos que se ubican en las dos fronteras de la Nueva Mayoría: Víctor Maldonado por la DC, y Lagos por el PC. Ese equipo de asesores, donde también hay representantes de las otras tiendas de la Nueva Mayoría, es conducido por Robinson Pérez. Así, instaló a los partidos en su gabinete. Por el contrario, Eyzaguirre los rehuyó.
En vez de nombres venidos de la política tradicional, aparecieron Miguel Crispi (RD) y Rodrigo Roco (ex FECH), además de otros jóvenes asesores, como José Manuel Morales (JJ.CC.). A ellos se sumó Gonzalo Muñoz (RD) como jefe de la División de Educación General del Mineduc, una de las más importantes. Con el paso del tiempo, y mientras se acumulaban críticas a su gestión, el ministro debió incorporar a otros asesores, como el ex diputado DC Exequiel Silva, el PC Óscar Aroca, la ex ministra Mariana Aylwin y, hace unas semanas, al también falangista Andrés Palma, como secretario ejecutivo de la reforma.
En todo caso, todos saben que la tensión latente entre las dos figuras no tiene una solución fácil. Ambos son cercanos a la mandataria y entienden que se necesitan mutuamente para sacar adelante la principal reforma prometida por el Ejecutivo.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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