domingo, 29 de mayo de 2011

A la búsqueda del socialismo del siglo XXI


EN el debate sobre “los desafíos actuales de una democracia radical” participaron: Elizabeth Duré (Paraguay); Alejandra Ciriza (argentina); Vito Gianotti (Brasil); la senadora uruguaya Constanza Moreira; y el director de “Punto Final”, Manuel Cabieses
En momentos en que en casi toda América Latina se buscan formas eficaces de organización político-social para avanzar rumbo al socialismo del siglo XXI, es importante conocer las propuestas que pensadores marxistas como Lenin, Rosa Luxemburgo, Antonio Gramsci, León Trostky, José Carlos Mariátegui, Mao Tse Tung, Ernesto Guevara y otros hicieron en distintas épocas, incluyendo el aporte que sigue entregando con sus Reflexiones el líder cubano Fidel Castro. Se trata de una rica y matizada experiencia que los revolucionarios de este tiempo deben incorporar a sus elaboraciones y proyectos.
Algunos idearios, en especial los que profundizaron sobre un socialismo democrático y pluralista -como en el caso de Rosa Luxemburgo-, fueron ignorados, sepultados e incluso condenados por la propia Izquierda, en particular por los partidos comunistas de corte stalinista que dominaron la escena hasta el derrumbe del “socialismo real”. Hoy, esas vertientes del pensamiento transformador de la sociedad recuperan vigor cuando en América Latina se intenta levantar una alternativa al capitalismo neoliberal. El contenido de esa alternativa necesariamente tendrá que ser un socialismo -“socialismo o barbarie” proclamaba Rosa Luxemburgo- que recupere las banderas de la democracia, las libertades públicas y el respeto a las derechos humanos que legítimamente pertenecen al ideario socialista.
En lo que a Rosa Luxemburgo se refiere, en Asunción, Paraguay, se efectuó el seminario “La actualidad del pensamiento de Rosa Luxemburgo en América Latina”. Lo organizaron la Coordinadora Nacional de Organizaciones de Mujeres Trabajadoras, Rurales e Indígenas (Conamuri), el Servicio Paz y Justicia de Paraguay y Base-Investigaciones Sociales, con apoyo de la Fundación Rosa Luxemburgo de Alemania. Asistieron alrededor de cien personas procedentes de Argentina, Uruguay, Chile, Brasil, Paraguay y Alemania. En los debates intervinieron los chilenos Alicia Muñoz Toledo, presidenta de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri); Claudia Pascual, concejala comunista de la Municipalidad de Santiago y el director de Punto Final, Manuel Cabieses. También de Chile participaron la actriz Ana María López y el actor Marcos Morales, del Teatro El Riel, con una representación escénica de las cartas de Rosa Luxemburgo.
El seminario debatió no sólo el pensamiento de Rosa Luxemburgo (la revolucionaria nacida en Polonia en 1871 y asesinada en Alemania el 15 de enero de 1919 junto a Karl Liebknecht, ambos fundadores del Partido Comunista Alemán, KPD). El debate sobre sus ideas acerca de un socialismo democrático sirvió también para examinar la realidad latinoamericana, en particular la de los países representados en la reunión. Sobre todo, por supuesto, se conoció la realidad paraguaya a través de las exposiciones de numerosos delegados, en especial jóvenes, mujeres y dirigentes campesinos. Paraguay vive la declinación del gobierno del presidente Fernando Lugo, un ex obispo que ha decepcionado a muchos de sus seguidores hasta el punto que se considera un hecho que el derechista Partido Colorado -vinculado a mafias del narcotráfico y del contrabando- recuperará la Presidencia en las próximas elecciones.
El seminario -que se efectuó en la Quinta Ykva Sati, en las afueras de la capital paraguaya- escuchó interesantes conferencias del historiador alemán Jörn Schütrumpf (“Rosa Luxemburgo o el precio de la libertad”); del traductor polaco de la obra de Luxemburgo, Holger Politt (“Democracia, revolución y organización de la clase trabajadora”), y de la encargada de la Fundación Rosa Luxemburgo-Cono Sur en Sao Paulo, Kathrin Buhl (“Rosa y la participación de la mujer en política y el papel de Rosa en el debate feminista”).
El director de Punto Final participó en el debate sobre “Desafíos actuales en la búsqueda de una democracia radical y un proyecto popular” junto con la senadora del Frente Amplio de Uruguay, Constanza Moreira, Vito Giannotti, del Núcleo Piratininga (Brasil) y Elizabeth Duré, del grupo feminista Frida, de Paraguay.
Señaló Manuel Cabieses que el ideario de Rosa Luxemburgo constituye la utopía más pura y admirable del socialismo. No obstante, la realidad histórica demuestra que el imperialismo y la burguesía no vacilan en usar la fuerza y el crimen para derrocar a los gobiernos que persiguen objetivos socialistas. No es solo el caso de la desaparecida Unión Soviética, sobre el cual polemizaron Rosa Luxemburgo y Lenin. También lo demuestran ejemplos más cercanos: Chile de Salvador Allende -cuyo modelo socialista fue bastante próximo a la propuesta de Rosa Luxemburgo-; Venezuela de Chávez, donde la refundación de un proyecto socialista latinoamericano otorga todo tipo de garantías a la oposición. Sin embargo ésta, asociada con EE.UU., insiste en el camino golpista. Lo mismo ha ocurrido al gobierno de Evo Morales en Bolivia, donde incluso se ha intentado dividir al país. Otro tanto puede decirse de Ecuador cuyo presidente, Rafael Correa, ha superado con éxito un intento de golpe de Estado. Por lo tanto -añadió el director de Punto Final-, si bien la utopía luxemburguista debe ser el paradigma que nos permite reivindicar los valores más nobles y humanistas del socialismo y construir una nueva propuesta de masas, hay que hacer conciencia de las agresiones y amenazas que se levantan contra los pueblos cuando éstos deciden liberarse de la explotación del capitalismo. Los pueblos y gobiernos que inician el camino del socialismo deben estar preparados para enfrentar a quienes intenten romper las normas de la democracia.
En general los debates destacaron las luchas liberadoras de la mujer e indígenas en América Latina. Asimismo, apuntaron a los requerimientos orgánicos e ideológicos que plantean las organizaciones políticas y sociales que abren nuevos caminos hacia el socialismo democrático  que propugnaba Rosa Luxemburgo. En ese sentido se hicieron numerosas referencias a las experiencias de Venezuela, Ecuador y Bolivia, que se orientan en esa dirección.
PEDRO FERNANDEZ
En Asunción
Lenin y Rosa Luxemburgo
Debate sobre
el partido
Desde 1903, Lenin y Rosa Luxemburgo se enfrentaron a menudo en los debates de la Internacional, cuando Rosa se opuso a la escisión entre bolcheviques y mencheviques aunque, más tarde, ella misma encontró indispensable la división de la Social Democracia alemana. Pero su diferendo fundamental se produjo en torno a la naturaleza misma del partido.
Para Lenin, los cuadros deciden todo. Para él, el partido, formado por revolucionarios profesionales, es decir por militantes para los cuales el partido era el oficio y la vida, era la palanca para levantar el mundo. El partido de tipo leninista forma un estado mayor, que decide la hora de la insurrección planificada que transmite a las organizaciones, jerarquizadas como un ejército. El partido comanda, entonces, al ejército del proletariado en el sentido más literal del término. No puede esperar que la educación revolucionaria haya penetrado en las masas.
Para Rosa, el verdadero partido era la Internacional, que decidía las diversas tácticas, en tiempos de paz y de guerra, que las organizaciones tienen que aplicar como obligación prioritaria. Rosa escribió: “La fraternidad universal de los trabajadores es para mí lo más alto y sagrado que existe sobre la Tierra, es mi estrella, mi ideal, mi patria. Preferiría renunciar a la vida antes que ser infiel a ese ideal”.
Como Lenin, ella cree en la necesidad de la dictadura del proletariado. Que, sin embargo, entiende como “una manera de aplicar la democracia”. Esa dictadura debe ser “la de una clase y no de un partido ni de una pandilla”. Imagina “la participación más activa y sin trabas de las masas en una democracia sin límites”. Para Rosa Luxemburgo si en la democracia burguesa “el áspero meollo de la desigualdad y servidumbre social” se oculta “bajo la dulce envoltura de las formas de la igualdad y la libertad”, la “misión histórica del proletariado será crear una democracia socialista”.
Se cita mucho un texto en el que ella parece oponerse a la ilustre frase de Saint Just, que fue también de los jacobinos y, además, de los marxistas-leninistas: “No hay libertad para los enemigos de la libertad”. Ese texto es el siguiente: “La libertad reservada sólo a los partidarios del gobierno, sólo a los miembros del partido -por numerosos que ellos sean- no es la libertad. La libertad es siempre la libertad del que piensa de otra manera”.
En los comienzos de la república soviética, critica la falta de libertad: “...al ahogar la vida política en todo el país, es fatal que la parálisis se apodere de los propios soviets... Poco a poco la vida pública cae en el sueño. Algunas decenas de dirigentes del partido, con energía inagotable, con idealismo sin límites dirigen y gobiernan..., una elite de la clase obrera es convocada de tiempo en tiempo para aplaudir los discursos de los jefes, votar por unanimidad las resoluciones que se les proponen... en el fondo se trata del gobierno de una camarilla, de una dictadura, y por cierto, no de la dictadura del proletariado sino de un puñado de políticos, es decir una dictadura en el sentido burgués, en el sentido de la dominación jacobina...”.
Sin embargo su sentido de las realidades la obliga a constatar: “Sería exigir a Lenin y a los suyos una actitud sobrehumana, pedirles, además, en esas circunstancias, que mediante una operación mágica produjeran la más hermosa de las democracias, una dictadura del proletariado modelo y una floreciente sociedad socialista. Por su ejemplar actitud revolucionaria y su inviolable fidelidad al socialismo internacional, verdaderamente han hecho todo lo que podían en condiciones espantosamente difíciles”.
Tenemos el testimonio de Karl Rádek (en su Diario) sobre la posición de Rosa durante las últimas semanas de su vida. Cuando volvió a ver a su antiguo camarada del partido polaco, Rádek -al que ella no quería especialmente pero que Lenin había enviado a Alemania-, le preguntó sobre otro de sus camaradas que le había sido muy cercano, Félix Dzerjinski, el violinista que había fundado la Cheka, y suspiró: “¿Pero cómo Félix puede estar haciendo esas cosas?” Rádek recuerda que Leo Jogiches, compañero de Rosa, le había dicho entonces riendo: “Si se tratara de salvar el socialismo, tú habrías hecho lo mismo y más”. Rosa no contestó.
La oposición entre Lenin y Rosa Luxemburgo en cuanto a la naturaleza del partido se remonta a 1903. Cuando se produjo la división entre bolcheviques y mencheviques -que ella rechazaba-, escribió: “El solo sujeto al cual incumbe hoy día el rol dirigente, no es el comité central, como ‘Su Majestad soberana’, sino el yo colectivo de la clase obrera que reclama resueltamente su derecho a cometer errores por sí misma y aprender por sí misma la dialéctica de la historia. Y por último, digámoslo sin rodeos: los errores cometidos por un movimiento verdaderamente revolucionario son históricamente más fecundos y más valiosos que la infalibilidad del mejor comité central”.
MONIQUE DESANTI
(Del libro Cartas a Karl y Luisa Kautsky de Rosa Luxemburgo, en francés, publicado por Presses Universitaires de France, 1970).

(Publicado en “Punto Final” edición Nº 733, 13 de mayo, 2011)
punto@tutopia.com
www.puntofinal.cl
www.pf-memoriahistorica.org

Foto: EN el debate sobre “los desafíos actuales de una democracia radical” participaron: Elizabeth Duré (Paraguay); Alejandra Ciriza (argentina); Vito Gianotti (Brasil); la senadora uruguaya Constanza Moreira; y el director de “Punto Final”, Manuel Cabieses

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