sábado, 26 de septiembre de 2015

Para el historiador asegura que "se habla más de complots que los que se descubren"

Jocelyn-Holt apunta a clima de "complots" y dice que el “enterarse por la prensa” es la estrategia de ingeniosos abogados y planes comunicacionales

por  26 septiembre 2015
Jocelyn-Holt apunta a clima de
" No existen los vacíos de poder. Se pierde el sentido de autoridad, ésta no se hace respetar, y todo vale, prima el poder. ¿El complot perfecto?", se pregunta el académico que agrega que es la viabilidad de los complots "lo que lleva a estados de excitación colectiva a menudo paranoicos en que viéndose conspiraciones por todas partes".
El historiador y académico de la Universidad de Chile Alfredo Jocelyn-Holt, analiza los denominados complots y cómo "su viabilidad es lo que lleva a estados de excitación colectiva a menudo paranoicos en que viéndose conspiraciones por todas partes".
En una columna publicada en La Tercera, el historiador señala que "algo anda mal en el aire y apesta. Se ha estado hablando de vacío de poder, de rumores, de campañas maliciosas encaminadas a desestabilizar la presidencia, de un “golpe blanco”, incluso de “fuego amigo”, es decir, de quienes uno ingenuamente no se lo espera, gente próxima, de aliados traidores.
Bachelet ha debido salir a negar su supuesta intención de renuncia, esta semana otra vez; vamos ya en dos desmentidos, al menos públicos, este año. Ella no sería el único blanco de maquinaciones e insidias. Curiosamente, Le Monde Diplomatique le dedicó su número de julio a las conspiraciones, a los “falsos y verdaderos complots”. Yo mismo, en un libro que está por salir la próxima semana, me pregunto sobre el trasfondo conspirativo de las movilizaciones estudiantiles (de espontáneas no tendrían nada), no sólo el 2011, también ya antes, desde el 2006. “Algo huele podrido en Dinamarca” le dice Marcellus a Horatio en Hamlet. Valga el contexto palaciego a que hace referencia su exhortación. Bien podría haberse estado refiriendo a nuestro desgraciado Chile actual", señala.
Para el académico "no hay que ser delirante para saber que las conspiraciones han existido siempre, son posibles. Karl Popper, cuando las emprende en contra de la lógica detrás de las teorías conspirativas (siempre falsas), se ve obligado a admitir que no por ello los complots dejan de ocurrir aunque “los conspiradores raramente consuman su conspiración”. Se habla más de complots que los que se descubren. Justamente su viabilidad es lo que lleva a estados de excitación colectiva a menudo paranoicos en que viéndose conspiraciones por todas partes, sean o no reales, no falta quien se aprovecha de la situación y complota en contra de enemigos a quienes se les atribuye ese mismo ánimo intrigante, sea o no real. Al igual que lo del ladrón que roba a ladrón tiene cien años de perdón, quien conspira contra quien complota cree autopurgarse de todo pecado. Ha habido momentos terribles en que se apodera este delirio comunitario: la Francia revolucionaria, la Alemania nazi (“la puñalada por la espalda”), Rusia bajo Stalin, la Guerra Fría".
"Lo peligroso puede llegar a ser no tanto los complots en sí como que se adueñe de la sociedad cierta mentalidad complotista. Ahí nadie entiende nada, como en thrillers de espionaje, de agentes de inteligencia y contrainteligencia, en que no habiendo buenos, siendo todos malos, la brújula moral que debiera servirnos se vuelve loca. Similar a hoy, en que desde bambalinas se instruye a todo acusado “enterarse por la prensa” de todo lo que pasa en este país, incluyendo la propia casa. Qué ingeniosos son los abogados asistidos por estrategas comunicacionales.
Vista así las cosas, el artículo 133 (vaya número) del Código Penal que castiga las sediciones, no es más que cuco. Dicha norma no sirvió de nada cuando los militares complotaron en contra del complot de la UP. No existen los vacíos de poder. Se pierde el sentido de autoridad, ésta no se hace respetar, y todo vale, prima el poder. ¿El complot perfecto?", finaliza.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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