domingo, 15 de junio de 2014

La Iglesia Católica vuelve a la política amparada por temas valóricos. "Tenemos el mismo discurso que usamos en la dictadura", señalan

15/06/2014 |
Por Mario López Moya.
La Presidenta Bachelet el pasado 21 de mayo puso en el tapete temas considerados “valóricos”, como el aborto. Ello hizo salir a la Iglesia Católica al escenario político, reclamando el respeto del derecho a la vida del que está por nacer. Desde La Moneda, al percatarse que tal tema generaba ruido incluso al interior de la coalición de gobierno, optó por postergar su discusión hasta el segundo semestre del presente año. Tal situación puso de manifiesto, una vez más, el rol como poder político que detenta la Iglesia.
Más allá de discusión sobre el aborto mismo, personeros de la Nueva Mayoría reclamaron la indebida injerencia de autoridades eclesiásticas en materias que reclaman como propias de la civilidad. Desde la otra vereda, la Iglesia aduce que sólo ha actuado en consecuencia, como lo hiciera durante la dictadura, defendiendo un valor intransable, indican.

Tienen conciencia que podrán pagar un "costo" político, sobre todo en momentos en que la sociedad cuestiona el actuar de algunas de sus autoridades que, con abuso de poder, han mancillado no solo los votos que profesan, sino que además mancillaron inocentes niños mediante actos inaceptables de pedofilia.

La Iglesia como poder político

Pero, si de política se trata, nadie duda que la Iglesia sea un poder. Nadie, salvo la propia Iglesia, como señalara el Director de Revista Mensaje a Cambio21, el sacerdote jesuita padre Antonio Delfau, "La Iglesia fuera de opinar y de hablar, ¿qué puede hacer? -se pregunta y responde de inmediato-, no puede hacer nada más. No tenemos diarios, no estamos comprando espacios publicitarios, nada, es la misma gente la que se expresa y cuando la Iglesia puede a través de sus voceros, expresa su opinión, como lo ha hecho desde siempre".

Niega el poder político que como Iglesia se les atribuye: "La Iglesia no tiene ese poder político que se suele señalar. La Iglesia se expresa a través de los fieles, de organizaciones, de personas en definitiva, que han levantado la voz y ahí si hay presión, entre comillas", señala. "Nuestra labor es convencer, disuadir a través de las palabras y nuestros argumentos, fuera de eso no hay nada más. Y hay que reconocer que la opinión pública ha recogido bien, al menos una parte de lo que la Iglesia piensa, porque es lo que la gente también piensa".

No piensa lo mismo el sociólogo Pablo Huneeus: "La Iglesia ejerce de distintas maneras el poder político que posee. Lo ejerce, por ejemplo, al no pagar el impuesto territorial que le corresponde, o sea, al no pagar contribuciones por sus mansiones, sus colegios, sus lugares de culto, etc., que son un negocio finalmente. Luego, si estamos en Reforma Tributaria, la pregunta es, porqué el negocio religioso no paga impuesto, pues la parte negocio de la religión, debiera pagarlo. Eso es poder político", señaló a Cambio21.
 
El poder de la influencia contra el poder de la democracia.

En país como Chile, en que los católicos son la mayoría de la población, según todas las encuestas, la palabra de un dignatario de la Iglesia llama la atención, aunque ellas no obliguen sino en conciencia. Resulta difícil imaginar que la Iglesia renunciara a propender al bien común, renunciando a imponer en la sociedad los valores que propugna. Y desde luego lo hace o al menos lo intenta.

Pero es también claro que lo que no puede hacer, es imponer su parecer en términos teocráticos. Chile, su civilidad, de la cual también forma parte la curia religiosa, decidió en las urnas apoyar un proceso de profundas reformas en todo su sistema. Para nadie pueden constituir sorpresa las reformas tributarias, educacional, previsional, al binominal e incluso materias como el aborto terapéutico. Sin embargo, aduciendo la consecuencia, la Iglesia Católica enarboló valores para oponerlos a algunos de los cambios.

Pablo Huneeus, es categórico sobre el tema: "La iglesia como institución no está llamada en la república, a decidir el bien común.
 
Eso le corresponde y lo decide el ciudadano. Yo no le he pedido a la iglesia que decida por mí", asegura convencido. "Somos nosotros, los ciudadanos, los que decidimos el bien común, democráticamente y, ni la iglesia ni ninguna otra organización de esa naturaleza, pueden hacer lobby por su creencia acerca de las cosas, sino estaríamos frente a una teocracia", concluye.

Iglesia reclama: "Somos consecuentes"

"Que hoy los mismos que durante la dictadura pedían la intervención de la Iglesia para defender sus derechos humanos, reclamen por su intervención en temas valóricos, los lleva a no entender que el rol de la Iglesia es ser consecuente con su visión de la vida, con independencia de cualquiera que sea el régimen. Defensa de la vida desde su concepción hasta su ocaso natural", alega el padre Delfau.

"Ese ha sido el mismo discurso que se aplicó durante el régimen militar de la dictadura, por eso me extraña que aquellos que ahora reclaman por que interviene en defensa de la vida, en su minuto la aplaudieron. Entonces -se pregunta el jesuita Delfau- ¿dónde está la consecuencia de ello? Mientras que la Iglesia ha sido consecuente con su postura, la que no ha cambiado un ápice, y lo va a seguir haciendo", asegura.

Al menos en ese punto coincide Pablo Huneeus: "Encuentro absurdo que hoy día los mismos que se beneficiaron cuando una parte de la Iglesia intervino por defender sus Derechos Humanos durante la dictadura, (pues hubo otros que convivían a diario junto al dictador y los regimientos -aclara-), sean los que reclaman porque ahora interviene en temas valóricos. Son las paradojas de la vida", comenta.

Huneeus: No existe tal separación de la Iglesia y el Estado

De inmediato Huneeus asume la ofensiva: "En la historia patria han existido dos instituciones que han estado continuamente amenazando a la república, que son el orden castrense, pues basta recordar a Portales, la revolución de 1981, los constitucionalistas y la Armada, el golpe de 1924, el golpe de 1973 y sus 17 años de poder absoluto y por otro lado, el orden religioso de la Iglesia, que desde el inicio de Chile tuvo un rol anti república, pues incluso no quiso reconocer al gobierno independiente nacional hasta bastante avanzada la independencia".

Y agrega el sociólogo: "Desde aquella época hasta hoy, a pesar de lo señalado en la constitución de 1925, no ha existido una verdadera separación de la Iglesia y el Estado. Hay que recordar la oposición de la iglesia a los cementerios laicos, al matrimonio civil. Ese mismo rol conservador es que sigue ejerciendo y no lo ha abandonado nunca, hasta ahora, aunque se apliquen nuevas fórmulas, sigue el poder eclesiástico omnímodo", señala.

Y termina disparando: "¿Cómo pueden entenderse los Legionarios de Cristo en Chile, a pesar de las aberraciones que cometieron su fundador y su máximo representante en nuestro país y sin embargo siguen campantes con sus colegios, sin que el Estado los intervenga?. Ello además que su calidad es bastante discutible para lo cara que es", termina afirmando.

"La industria religiosa no paga impuestos"

Para el sociólogo Pablo Huneeus, las Iglesias en general y muy en particular la católica, se ha beneficiado a costa del Estado. Y señala para demostrar sus dichos: "Toda transacción de dinero se paga en la vida civil y desde el momento en que existen donaciones, compraventas, servicios que se prestan a través de las instituciones religiosas, debiera naturalmente también generarse un impuesto, asegura.

Y añade: "Incluido el Canal13 que hasta hace un tiempo no pagaba el IVA de sus transacciones afectas. Entonces no se entiende porqué se favorece a la industria religiosa, cuál sea ella, eximiéndola de impuestos", alega Huneeus.

Reconoce el Director de Revista Mensaje padre Delfau a Cambio21, que la exención del pago de ciertos impuestos beneficia a la Iglesia, "pero es lo que sucede además con los centros deportivos, los centros sociales y toda institución, todo inmueble y todo lugar que cumple una función social, tiene exención de impuestos, ello no es un asunto sólo de la Iglesia -afirma-. Es más, la iglesia Católica, en proporción a la cantidad de fieles, tiene muchísimos menos bienes que no pagan impuestos en relación a otras religiones, aunque las comparaciones son odiosas".

"No se crea que todos los bienes de la Iglesia están eximidos de pagar impuestos, pues existen casos en que al lado de una parroquia existe un centro comunitario y a su vez al lado otra casa que se usa con fines sociales y resulta que la ley no permite liberar de impuestos a todos esos inmuebles y ello es un desincentivo para la labor social, pues es legítimo preguntarse, entonces, para qué tengo esa casa si se me está aplicando impuestos por ayudar, mejor no tenerla", se lamenta el padre Delfau.

Un poder con historia

La Constitución Pastoral Sobre el Mundo Actual Gaudium et Spes 76, de la Iglesia Católica, señala: "Nadie puede impedir que las autoridades eclesiásticas, como representantes de una organización social entre otras, se ocupen del bien común. La Iglesia no tiene por qué inhibirse de participar en política, replegándose a la sacristía y limitándose a orientar a sus fieles en privado. Si las autoridades de la Iglesia se atienen a la legalidad, ellas, en privado y en público, actúan con pleno derecho toda vez que se interesan
no sólo por el bien de los suyos sino también por el de toda la sociedad".

Es más, el mismo Concilio Vaticano II afirma: "La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre". Así que no debe llamar tampoco a extrañeza al mundo político, el constante intervenir de la Iglesia en materias terrenales.

Eso no significa tener que someterse a los designios religiosos, por cierto. Pero desconocer el poder político de la Iglesia Católica, ejercido en el mundo entero y que ha sometido (y no sólo convencido) a reyes, presidentes e incluso países, es no entender el real peso de esta institución.

Cómo se las arregla la Iglesia para influir en las elites

Los jerarcas católicos en Chile la han sabido hacer. Mire usted: A los hijos de la clase económicamente adinerada y generalmente asociada a la UDI y similares, las educan en colegios ligados a congregaciones como Schoenstatt, Legionarios y Opus Dei. A los sectores medios cercanos a la Democracia Cristiana y aledaños, los educan en instituciones de los jesuitas, Sagrados Corazones, entre otros. Y a los sectores más populares llegan a través del colegio San Juan Bosco, colegios parroquiales etc.

Como se aprecia, cuál sea el sector que domine la esfera política (y cual sea el sistema que para ello utilice), la Iglesia Católica siempre tendrá referentes de influencia respecto de los que detentan el poder. Mucho se ha discutido acerca del rol de la Iglesia en dictadura, por ejemplo. La inmensa e innegable labor del Cardenal Raúl Silva Enríquez, pasará a la historia como una defensa irrestricta de la vida e integridad de las personas.

La Iglesia Católica, eso sí, no fue unánime en esa condena. Se recordarán las actuaciones de curas como Raúl Hasbún, Obispos como Jorge Medina o Emilio Tagle, entre otros, que no sólo fueron obsecuentes con la dictadura, sino que además la apoyaron entusiastamente. Pero sería injusto reconocer que la gran mayoría del clero se la jugó por denunciar las violaciones a los derechos humanos y en proteger a los perseguidos.

Y también tuvo mártires de la violencia genocida del terrorismo de Estado impuesto por Pinochet y sus cómplices, pasivos y no tanto. Joan Alsina, Miguel Woodward, André Jarlan y Antonio Llidó, son una fiel muestra del sacrificio de la Iglesia en defensa de los perseguidos. Pero lo anterior no hace sino demostrar que, como institución humana, llega a todos los sectores y convive con ellos.

La cultura es el caballo de batalla

Buena parte de los mejores colegios son administrados por instituciones religiosas. En todos los niveles y estratos sociales. Recientemente la Pontificia Universidad Católica fue reconocida como la mejor universidad en nuestro país. Hasta el momento y tal como lo reconoce el padre Delfau, "el aporte histórico de la Iglesia en la formación de la sociedad chilena, ha sido en buena parte gracias a los emprendimientos de las órdenes católicas."
 
Por ello se entiende el ataque que el Cardenal Ricardo Ezzati, lanzó contra el tema de la gratuidad en la educación. Según justificó, lo hacía ente el peligro de "uniformarlo todo y que puede conducir, finalmente, a que el Estado se convierta en dueño de la educación". "Introducir el aborto, sea cual sea la causa, es un golpe al alma de Chile", dijeron los obispos en un reciente documento atacando la propuesta a debatir con altura de miras efectuado por la presidenta el 21 de mayo recién pasado.

"Sólo queremos restablecer lo que fue derogado por Pinochet" respondió el senador Guido Girardi (PPD). Fue el presidente demócrata cristiano, Eduardo Frei Montalva el que legisló, adelantándose a su época, acerca del aborto terapéutico. La dictadura antes de entregar el poder derogó la ley. Girardi llamó "a la Iglesia a no intentar imponer su punto de vista a toda la sociedad. Pueden entregar su mensaje, pero no pueden obligar a que todos lo acaten. Iglesia y Estado se separaron hace tiempo", terminó afirmando.
 
FUENTE: CAMBIO 21

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