INFORME DE MAYNE-NICHOLLS ADVIRTIÓ DE LOS RIESGOS DE LA CANDIDATURA ÁRABE
Qatar 2022: La corrupción que corroe a la FIFA
Publicado: 17.06.2014
Millonarios casos de corrupción han explotado en el seno de la FIFA en el transcurso de la última década, pero sobre todos ellos ha caído un manto de impunidad. El último foco de graves irregularidades fue descubierto por The Sunday Times y apunta al pago de al menos US$ 7 millones en coimas para asegurar a Qatar la organización de la Copa del Mundo 2022. Esta vez el escándalo salpicó a dos ídolos del fútbol mundial: Michel Platini y Franz Beckenbauer. Aunque uno de sus lemas es el fair play, la FIFA ha prescindido hace rato de ese espíritu en su propia administración.
En seis de los 12 meses del año, las temperaturas en Qatar promedian los 37°C. Después del mediodía pueden rozar los 50°C. Pero lo que más hace de Qatar en verano algo parecido a un horno es la humedad que a veces llega al 90%. Es entre mayo y septiembre cuando una sofocante masa de aire caliente cae sin piedad sobre esta pequeña península del Golfo Pérsico.
Por esa razón había algo que no encajaba. Porque jugar al fútbol allí es como hacerlo al interior de un enorme sauna. Si a ello se suma que Qatar tiene una tradición futbolística más o menos equiparable a la que tiene Chile en el rugby –aunque con muchísimos más recursos–, muy pocos creían en el éxito de la candidatura que en marzo de 2009 presentó el país árabe para organizar el Campeonato Mundial de Fútbol de 2022.
Contra todo pronóstico, el 2 de diciembre de 2010 el Comité Ejecutivo de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado) encabezado por Joseph Blatter (78 años, suizo) le adjudicó el mundial a los cataríes. Y fue como en esos partidos en los que el resultado se da vuelta en los descuentos. Pero aquí no hubo épica ni evidencia de los méritos que inclinaron la balanza a su favor. Sí hay evidencia, en cambio, de que semanas antes de la votación del comité que determinó al ganador, las aspiraciones de Qatar parecían sepultadas bajo tierra.
Un reporte comparativo de las siete candidaturas en disputa preparado por un equipo evaluador de la FIFA a cargo de Harold Mayne-Nicholls, así lo sugería. “Alto riesgo” operacional, indicaba el diagnóstico del ex presidente de la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP) entregado al Comité Ejecutivo de la FIFA antes de la crucial votación. De todas las propuestas, la de Qatar era por lejos la que presentaba mayores obstáculos operacionales. Sin embargo, Qatar obtuvo 14 de los 22 votos que se emitieron. Los restantes fueron para Estados Unidos.
Tras anunciar la noticia en la sede de la FIFA en Zürich (Suiza), Blatter señaló con orgullo: “Llevaremos el Mundial a nuevas tierras”. Por primera vez desde que se iniciara este campeonato en 1930 (Uruguay), el codiciado mundial aterrizaría en Medio Oriente.
Había razones suficientes para el optimismo. Porque Qatar es mucho más que una nueva tierra. Es un verdadero paraíso para inversionistas y grandes firmas. Un preciado botín tanto o más jugoso que el de Brasil que acaba de estrenar un nuevo récord: haber organizado el mundial más caro de la historia. Más de US$ 11 mil millones (algunos cifran los gastos en US$ 14 mil millones) han sido desembolsados para hospedar el certamen. Ello, en medio de la revuelta de cientos de miles de ciudadanos brasileños que han visto impacientes cómo esta danza de millones ha pasado frente a sus ojos, mientras esperan por mejoras en el sistema público de educación, salud y transporte.
La FIFA, en tanto, cosechará con el torneo disputado en Brasil ganancias por sobre los US$ 5 mil millones por concepto de licencias, derechos televisivos y contratos de marketing. También cifra récord de ingresos y sobre los que no debe pagar un solo dólar en impuestos.
Qatar era la candidatura que comprometía los mayores costos y todo indica que terminará por quitarle a Brasil su último logro. Sólo en estadios deberá desenfundar al menos US$ 3 mil millones y se estima que la inversión global para satisfacer los estándares en infraestructura deportiva, vial y de transporte que exige la FIFA ascenderá a US$ 200 mil millones.
Tras la elección de Qatar, el repudio generalizado contra la elección de la FIFA no se hizo esperar. El pitazo inicial del escándalo lo dio el semanario galo France Football en enero de 2013, tras destapar una reunión secreta entre el ex presidente de Francia Nicolás Sarkozy, el príncipe catarí Tamin Bin Hamad y el ex seleccionado e ídolo del balompié galo Michel Platini, actual presidente de la federación de fútbol europea (UEFA) y uno de los vicepresidentes de la FIFA. En esa reunión, según la versión de France Football, se habría conseguido el voto de Platini a cambio de suculentos favores políticos y económicos.
Pero los cuestionamientos sobre Qatar alcanzaron su punto más álgido en semanas recientes, tras la desclasificación del medio británico The Sunday Times de centenares de correos electrónicos en los que aparece la figura del operador catarí Mohammed Bin Hammam realizando pagos por al menos US$ 7 millones. Ese dinero fue a parar a los bolsillos de dirigentes de las federaciones de Asia, África y Centroamérica para asegurarle el precioso botín a Qatar. El periódico señaló que en la nómina de favorecidos con este dinero se cuentan 30 dirigentes africanos con influencia directa sobre cuatro de los representantes de ese continente que votaron en la elección de la sede para el Mundial de Fútbol 2022.
Pero eso no es todo, también se vincula a Bin Hammam con la articulación de una serie de misteriosas reuniones entre miembros de la elite política y empresarial de Qatar y representantes de la FIFA con derecho a voto, entre ellos el mismo Platini, Blatter y el ex astro alemán de fútbol Franz Beckenbauer.
El inicio del Mundial de Brasil le puso pausa al escándalo. Blatter –que lleva 16 años en el poder– ha manifestado su intención de ser reelecto en los comicios de mayo de 2015. Algunos piensan que su fiesta está cerca de acabarse. Otros, y de acuerdo a lo que ha sido la tónica de las últimas décadas, que la impunidad será la que impere tal como lo hizo bajo el largo reinado –y aún después– del brasileño Joao Havelange (antecesor de Blatter) y de su corte de colaboradores, encabezada por dos de los máximos dirigentes del fútbol sudamericano: Ricardo Teixeira y Nicolás Leoz.
En las últimas décadas, y a punta de coimas, favores y regalías, la FIFA se ha ido transformando en la antítesis de su propio principio rector: el fair play.
EL DRIBLING DE BIN HAMMAM
Cuando The Sunday Times hizo explotar el último caso de corrupción que remece a la FIFA, Mohamed Bin Hammam ya era una persona conocida. No era la primera vez que se le relacionaba con operaciones ilícitas.
Si hay algo que distingue a este catarí de 65 años es su nutrida agenda de contactos y –tal como se desprende de su historial de sombrías intervenciones– un dribling mortal, como el de Neymar. Pero Bin Hammam lo utiliza fuera de las canchas para seducir, convencer, torcer voluntades. La elección de Qatar –el jugador más débil– como sede del Mundial 2002, es sin duda la anotación más importante de su carrera. Pero como todo buen jugador, también conoce de derrotas.
Bin Hammam se desempeñó como miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA y como presidente de la Confederación Asiática de Fútbol (AFC) hasta el 15 de diciembre de 2012. Ese día, y tras presentar su renuncia, el organismo rector del fútbol mundial le prohibió ejercer cualquier tipo de cargo o actividad relacionada con este deporte. Ello, por una lluvia de acusaciones de pago de coimas y sobornos para conseguir un triunfo aún más ambicioso que el de Qatar: destronar a Blatter y ponerse él mismo al frente de la FIFA en las elecciones de junio de 2011. Fue un dribling fallido. Bin Hammam se metió con un duro. Terminó en el suelo y con tarjeta roja.
El 9 de mayo de 2011, Bin Hammam aterrizó en el aeropuerto de Port of Spain, en Trinidad y Tobago, decidido a presentar su propia candidatura frente a los representantes de la CFU (Unión Caribeña de Fútbol), instancia en la que además estuvo presente un ex vicepresidente de la FIFA (también presidente de la CFU y de la Confederación de Fútbol de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, CONCACAF), Jack Warner. Bin Hammam iba por su segunda victoria tras haber logrado que Qatar se adjudicara el mundial.
Una vez que Bin Hammam terminó su conferencia en el Hotel Hyatt frente a los representantes caribeños, Warner habría anunciado regalos para todos los asistentes. Se trataba de sobres con US$ 40 mil, los que habrían sido repartidos entre los miembros más influyentes de la concurrencia. Días antes, Bin Hammam, había proveído de fondos a la CFU liderada por Warner por más de US$ 400 mil.
La compra de votos fue destapada, antes de las elecciones, por Chuck Blazer, miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA. Bin Hammam tuvo que bajarse de la carrera. Meses más tarde el catarí llevó el caso al Tribunal Arbitral del Deporte (TAS, por sus siglas en francés) el cual concluyó que la evidencia no era suficiente, aunque no se cerró a que nuevos antecedentes pudieran reabrir el caso (ver fallo). Su último dribling no sirvió de nada. A fines de 2012 Bin Hammam fue desvinculado de la FIFA.
QATAR: ALTO RIESGO
Según el ranking de enero de 2014 de la IFFHS (Federación Internacional de Historia y Estadísticas del Fútbol) que mide, entre otros indicadores, la competitividad de las ligas a nivel mundial, la Qatar Stars League se encuentra en el puesto N° 66 (escaló 15 puestos desde la última medición). Lo preceden las ligas de Angola (64), Tailandia (63), Letonia (57), Kuwait (56) e Irán (37). En ese mismo ranking Chile se ubica en el N° 19 (ver ranking).
La inexistente tradición futbolística de Qatar no era el único obstáculo que se anteponía a sus pretensiones de transformarse en la sede del Mundial 2022. Harold Mayne-Nicholls presidió –desde fines de 2009 hasta diciembre de 2010–el grupo de evaluación que la FIFA designó con el fin de calificar las candidaturas para los mundiales de 2018 y 2022. En un reporte comparativo entregado por este grupo al Comité Ejecutivo de la FIFA semanas antes de la votación, Qatar aparecía como la opción menos deseable de entre todas las candidaturas en competencia (Australia; Holanda & Bélgica; Japón; Corea; España & Portugal, y Estados Unidos). De hecho, fue la única calificada como de “alto riesgo” operacional. Las seis restantes fueron evaluadas de “bajo riesgo” (ver reporte).
“Qatar podría presentar condiciones climáticas muy calurosas durante el campeonato, con temperaturas rara vez por bajo los 37 °C”, dice un segundo informe centrado únicamente en el país árabe firmado por Mayne-Nicholls. Y en él se agrega: “El hecho de que el campeonato esté planeado para junio-julio, los dos meses más calurosos del año en toda la región, debe ser considerado como un riesgo potencial para la salud de los jugadores, árbitros, funcionarios de la FIFA y espectadores” (ver reporte).
Por recomendación médica y para proteger la salud de los futbolistas, en diversas ligas ya se han adoptado normas para evitar partidos en horarios que expongan a los deportistas a más de 30°C o, si resulta inevitable jugar en esas condiciones, que se detengan los encuentros para permitir la rehidratación de los jugadores. La FIFA tomó en cuenta esta consideración para el Mundial que se disputa en Brasil. Por esto mismo, resulta inexplicable que se haya elegido a Qatar para el certamen de 2022.
El calor no es el único riesgo que presentaba la propuesta de Qatar. Además, nueve de los 12 estadios comprometidos para el certamen debían ser levantados desde cero. Lo mismo con prácticamente toda la infraestructura deportiva necesaria para hospedar un campeonato mundial: centros de entrenamiento, de concentración y de alojamiento para las selecciones participantes.
Para contrarrestar el factor climático, Qatar ofreció controlar la temperatura a través de una tecnología de enfriamiento que permitiría refrigerar los estadios. Pero en el informe preparado por Mayne-Nicholls se deja constancia de que el éxito de la propuesta depende de la efectividad y aceptación (de los participantes) de esta innovación tecnológica que hoy no existe: “Aún no ha sido implementada en estadios de estándares FIFA”, se señala en el informe.
Así y todo, la elección de Qatar no sorprendió a Mayne-Nicholls. Así lo señaló a CIPER desde Brasil: “Una cosa es el informe, otra la votación de los miembros del Comité Ejecutivo. Ellos consiguieron los votos y ganaron”.
-Pero en sus informes aparecía como la candidatura menos recomendable, con mayor riesgo…
Con la información de nuestro trabajo, la FIFA ya tiene muy claro dónde debe poner atención para no tener problemas logísticos y operacionales.
-Entonces, ¿qué peso tuvieron en el Comité Ejecutivo los informes del grupo de evaluación que usted lideró?
No puedo contestar esa pregunta, habría que preguntarle a los que votaron.
-¿Recibió algún ofrecimiento o insinuaciones fuera de norma durante el proceso de evaluación de alguna de las candidaturas?
Nunca. Nadie me hizo ofrecimiento alguno.
El gasto previsto por Qatar para levantar las obras de infraestructura para la Copa del Mundo 2022 asciende nada menos que a US$ 200 mil millones. De ellos US$ 25 mil millones están destinados a la construcción de carreteras y US$ 36 mil millones a un nuevo metro, según cifras recogidas por Financial Times. A ello se agregan US$ 13 mil millones para la edificación del New Doha International Airport (NDIA), con capacidad para 50 millones de pasajeros por año. Y por lo menos US$ 3 mil millones para levantar nueve estadios y remodelar tres.
EL MILAGRO DE LOS PETRODÓLARES
Los correos desclasificados por The Sunday Times vuelven a involucrar a Bin Hammam en actos ilícitos, esta vez para asegurar el triunfo de Qatar en su postulación para ser sede del Mundial de Fútbol 2022. En ellos se revelan millonarios pagos –más de US$ 7 millones– efectuados principalmente desde una cuenta bancaria asociada a la empresa inmobiliaria Kemco, propiedad del catarí, a miembros de federaciones de fútbol de África, Asia y Centroamérica.
En esta repartija, más de 30 presidentes de asociaciones de fútbol africanas habrían sido “beneficiados” con montos que en total suman al menos US$ 5 millones. Otros US$ 1,7 millones habrían ido a parar a los bolsillos de directivos de Mongolia, Filipinas, Tailandia, Japón y Corea del Sur, entre otros.
Por su parte, el ex vicepresidente de la FIFA Jack Warner habría recibido US$ 450 mil en dos giros realizados en marzo de 2008 y mayo de 2010 justo antes de la votación que terminó con Qatar como sede del Mundial de Fútbol 2022. Esto, antes de participar junto a Bin Hammam en la presunta operación de compra de votos para sostener su candidatura a la presidencia de la FIFA en el Hyatt de Port of Spain frente a miembros de la CFU y la CONCACAF.
Además de las transferencias de dinero, los archivos de The Sunday Times destapan fastuosas invitaciones extendidas por el mismo Bin Hammam a lujosos hoteles en Doha (capital de Qatar), regalos y otros “lucrativos beneficios”. Allí aparece la figura del ex presidente del fútbol de Costa de Marfil y miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA, Jacques Anouma, quien a cambio de US$ 800 mil se habría comprometido, según la versión del periódico inglés, “a empujar con fuerza la candidatura de Qatar”.
BLATTER, PLATINI Y BECKENBAUER EN LA MIRA
Otra de las aristas abiertas por The Sunday Times se relaciona con una serie de reuniones secretas en las que Bin Hammam habría conectado a al menos siete miembros del Comité Ejecutivo de la FIFA con la familia real catarí y otros conspicuos miembros de la elite económica de ese país. En esa lista aparece Joseph Blatter, Michel Platini y el “Káiser” Franz Beckenbauer.
Un mes antes de la votación, Blatter recibió un correo electrónico de Bin Hammam: “Hola presidente, estoy buscando amigos. ¿Es usted todavía uno de ellos?”. Durante la campaña por obtener el Mundial de 2022, el catarí invitó al suizo a Doha para conocer al emir Tamim bin Hamad Al Thani y hospedarse con la familia real. Según el periódico británico, Blatter habría realizado el viaje y antes de dejar la capital de Qatar, le habría dicho a algunos reporteros: “El mundo árabe merece (organizar) una Copa del Mundo”.
La reunión que sostuvo Michel Platini con el emir de Qatar en el Elíseo (palacio de gobierno francés) junto a Sarkozy –y en la que según France Football se intercambiaron suculentos favores– no fue la única. Apenas estalló el escándalo, el mismo ex jugador de la selección francesa –y también candidato al timón de la FIFA en las elecciones de 2015– reconoció que Bin Hammam le arregló una nueva cita, esta vez en Suiza, con el emir y otros miembros de la comitiva que impulsaba la candidatura de Qatar.
Pero quien resulta mayormente comprometido con la desclasificación de los e-mails es el ex campeón mundial (como jugador y también como entrenador de Alemania) Franz Beckenbauer. En abril de 2011 el “Káiser” –que hoy se desempeña como presidente honorario del club Bayer Munich– dejó su cargo como miembro del Comité Ejecutivo de la FIFA y fue contratado como consultor por una importante firma naviera alemana, especializada en el transporte de petróleo y gas natural (ER Capital Holding). Días más tarde Beckenbauer viajó a Doha acompañado del dueño de la naviera, Erck Rickmers, para evaluar junto a importantes ejecutivos cataríes del sector millonarias inversiones en el país.
EN LAS NARICES DE BLATTER
El “Qatargate” trae al ruedo otro de los bullados casos de corrupción que han manchado el historial de la FIFA y que aún permanece fresco en la memoria de miles de fanáticos del fútbol: las coimas entregadas por el consorcio International Sport and Leisure (ISL) –representante de la FIFA en derechos de transmisión y comercialización– a Joao Havelange (ex presidente de la FIFA) Ricardo Teixeira (ex presidente de la Confederación Brasileña de Fútbol) y Nicolás Leoz (ex presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol).
Las coimas se pagaron desde 1992, cuando Havelange era rector del organismo, hasta dos años después de la llegada de Blatter a la presidencia en 1998.
El caso se destapó definitivamente en 2010 y dejó al desnudo la obtención por parte de altos personeros de la FIFA de millones de dólares a cambio del otorgamiento de las concesiones televisivas y de patrocinio para los mundiales organizados en la década de los ’90.
Una investigación llevada a cabo por la justicia suiza consideró finalmente que la aceptación de coimas por parte de Havelange, Teixeira y Leoz, no constituía “delito punible”. Otra, realizada por la Comisión de Ética de la FIFA y dada a conocer en abril de 2013, llegó a la misma conclusión, aunque sí reconoció la existencia de coimas las que consideró reprochables desde un punto de vista “moral y ético”:
“Existe la evidencia de que se desviaron cantidades considerables de dinero hacia el ex presidente de la FIFA Havelange, su yerno Ricardo Teixeira, así como al Dr. Nicolás Leoz, sin que pueda demostrarse que se haya prestado servicio alguno por ello”, dice el informe del comité (ver informe).
Ricardo Teixeira dimitió a su cargo en marzo de 2012. Lo propio hicieron Havelange (como presidente honorario de la FIFA) y Leoz en abril de 2013, días antes de que el Comité de Ética diera a conocer este informe. La FIFA no consideró que fuese exigible el que los destinatarios de las coimas devolvieran el dinero y el caso se cerró sin condenas para los responsables.
De Blatter se dijo que no había evidencia de que éste estuviese involucrado en los desvíos de dinero, ni de que hubiera recibido pagos de parte del consorcio ISL. Pero el mismo informe estableció que sí estuvo al tanto del dinero que pasó por la FIFA y que estaba destinado a Havelange. Entonces (1997), Blatter era secretario general de la FIFA y supo del 1,5 millón de francos suizos que ISL depositó en cuentas de ese organismo con la indicación de que debían ser pagados al brasileño. Según el informe de la comisión que investigó este caso, Blatter señaló que “no comprendía por qué alguien enviaba dinero a la FIFA destinado a otra persona”.
A Joseph Blatter no se le ha podido probar nada. Tanto en este caso como en el reciente protagonizado por Mohammed Bin Hammam, el desentendimiento es uno de sus más firmes aliados. Tras 16 años al mando de la FIFA, el suizo se ha manifestado una vez más sorprendido con lo que sucede a su alrededor.
Apenas estalló el escándalo del dinero pagado por el empresario catarí, la FIFA instruyó una investigación a su Comité de Ética liderado por el ex fiscal estadounidense Michael García. Blatter cosechó su primera victoria tras lograr que García aplazara la entrega del informe hasta el término del Mundial de Brasil. No quiere empañar la fiesta ni los enormes réditos que ésta traerá a las arcas de la organización.
Pero todos saben que se acerca el plazo fatal. Aunque no se ha determinado la fecha exacta para la entrega del informe de García, está previsto que esto suceda una vez terminada la Copa Mundial de Brasil. La tarde del 13 de julio, cuando se escuche el pitazo final que consagrará al nuevo campeón mundial, se iniciará la cuenta regresiva para que el informe de Harold Mayne-Nicholls vuelva al centro de la mesa, junto con las investigaciones paralelas que en estos minutos se desarrollan para esclarecer cuánto y quiénes recibieron dinero a cambio de votos.
FUENTE: CIPERCHILE
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