viernes, 17 de enero de 2014

Análisis

Doña Lily se fue de RN y comenzó el desangramiento "en serio" de los liberales del partido. ¿Quiénes son los siguientes?

17/01/2014 |
Por Equipo Cambio21
Piñera y Larraín son los máximos generales de esta guerra civil que sigue cobrando víctimas, sobre todo en el bando del ex concejal. Para evitar que los siguientes episodios sean todavía más cruentos, la mesa exige que los que se quieren ir lo hagan de una vez y no a cuentagotas. Dicen que son la minoría. Veremos si es verdad cuando la "nueva forma de gobernar" llegue a su fin y la travesía por el desierto que emprenderán los liberales encuentre un oasis en el seno piñerista. ¿Arriba los corazones?
La renuncia de Lily Pérez a Renovación Nacional dio inicio al proceso más serio de renuncias en el partido que vio nacer políticamente al presidente Sebastián Piñera: el de los históricos.
 
Karla Rubilar, Joaquín Godoy y Pedro Browne pertenecían al ala disidente más joven de la tienda domiciliada en Antonio Varas 454, el empresario Daniel Platovsky sólo tiene cierto ascendiente en algunos sectores afines al piñerismo de RN, al igual que Carmen Ibáñez (madre de Godoy), el senador Antonio Horvath nunca fue militante de tomo y lomo, cosa que se repite con Hernán Larraín Matthei, ex asesor de Palacio.
 
Para muchos, Pérez fue el rostro más emblemático de los liberales, incluso superando a Piñera, cualidad que le fue reconocida por los más conservadores y "duros" de la colectividad desde su ingreso en 1993.
 
Es más, gracias a su frescura y estilo franco y directo pasó de ser concejala de La Florida a diputada del mismo distrito. Tuvo el coraje de enfrentar -sin resultado- al líder de la UDI Pablo Longueira en las senatoriales de 2005, para luego asumir la secretaría general en la directiva de Carlos Larraín al año siguiente.
 
Fue desde ese sitial de privilegio donde logró volver a la primera escena pública. El diputado por Constitución Pedro Álvarez-Salamanca falleció inesperadamente en Viña del Mar (2008) y luego de un tenso momento de negociaciones, que incluyó el rechazo de Larraín a la nominación de la viuda como su reemplazante (Luz María Ramírez), la dirigenta terminó apoderándose del escaño.
 
Con este nuevo poder, Pérez pasó a ser el delfín de don Carlos. De hecho, aún se recuerda cuando en la campaña parlamentaria de 2009 le habló a los medios como la "nueva senadora del Maule". Todo porque en esa zona se presentaba a la reelección el entonces timonel del gremialismo Juan Antonio Coloma. Fue una "mostrada de dientes" que agitó aún más las siempre agitadas aguas aliancistas.
 
La molestia de Coloma redundó en que doña Lily prosiguiera su carrera en la Quinta Región Cordillera, circunscripción que dejaba Sergio Romero (hoy embajador en España). La competencia fue tan dura que incluyó batallas a muerte entre sus brigadistas y los del candidato de la UDI Marcelo Forni.
 
Como senadora (marzo de 2011) padeció una neuralgia que la tuvo a un paso de retirarse de la actividad. De eso consta una parálisis facial que con su cabellera rubia y una buena dosis de maquillaje logra camuflar.
 
Lejos de quejarse, la legisladora mantuvo en pie su agenda, aunque el alejamiento de la mesa "larrainista" una vez que logró ganar el cupo en las urnas fue la primera señal de incomodidad al interior del partido. A eso se sumó que en diversos proyectos de corte valórico, como la ley antidiscriminación (o ley Zamudio), en vez de sumar adeptos liberales, sólo consiguó que la visión conservadora le pasara la aplanadora una y otra vez.
 
Por eso fue protagonista de la famosa declaración de Huechuaba "Aquí estamos", donde participaron casi todos los que rechazan la gestión de la mesa, incluidos ministros sin militancia política. Para su decepción, el grito de desesperación no tuvo eco en las huestes, por lo que Larraín mantuvo el control y sólo como premio de consuelo integró al diputado Cristián Monckeberg, que había salido de la cúpula por problemas con el abogado y que ahora corre con ventajas para transformarse en el nuevo mandamás de RN.
 
Para quienes le hicieron el seguimiento antes de su dimisión de este jueves, Pérez llevaba cerca de ocho meses sin almorzar con sus colegas del Senado y solamente tenía relación con Horvath, con el que estuvo cerca de fundar "Renovación Liberal", además de la diputada Karla Rubilar.
 
Como ferviente piñerista dijo que si el mandatario vuelve a presentarse, será la primera en darle su voto, lo que claramente iba en detrimento de la línea crítica hacia el saliente gobierno que lideran -por separado- los senadores electos por Santiago y posibles candidatos presidenciales Andrés Allamand y Manuel José Ossandón.
 
Con la ida Lily Pérez partió el segundo proceso del desangramiento de RN. Los ministros Rodrigo Hinzpeter (hombre de confianza de Piñera), Bruno Baranda (que fuera protegido de Carlos Larraín) y Cecilia Pérez, los diputados Marcela Sabat y Nicolás Monckeberg, el subsecretario del Interior Rodrigo Ubilla y varios otros dirigentes podrían engrosar el listado.
 
En respuesta, diversos alcaldes, congresistas e inclusive directivos le pidieron a Larraín que bajara el tono de sus acciones legales y declaraciones por los medios, para que así en el tenso Consejo Nacional de este sábado 18 la nómina de ex militantes siga creciendo aún más.
 
Piñera y Larraín son los máximos generales de esta guerra civil que sigue cobrando víctimas, sobre todo en el bando del ex concejal. Para evitar que los siguientes episodios sean todavía más cruentos, la mesa exige que los que se quieren ir lo hagan de una vez y no a cuentagotas. Dicen que son la minoría. Veremos si es verdad cuando la "nueva forma de gobernar" llegue a su fin y la travesía por el desierto que emprenderán los liberales encuentre un oasis en el seno piñerista. ¿Arriba los corazones?
 
FUENTE: CAMBIO 21

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