viernes, 25 de noviembre de 2016

Tiempo libre: la cara invisible de la violencia contra la mujer

Paula Campos |Viernes 25 de noviembre 2016 14:10 hrs.
machismo
En lo que va de 2016, 50 femicidas han asesinado a mujeres y niñas. Ese es el signo más dramático de la violencia de género. Sin embargo, el problema empieza mucho antes: el uso del tiempo libre es otro rasgo que confirma la desigualdad. Es ingenuo pensar en un mejor trato entre géneros si no se trabaja en una política estructural que aborde el problema desde todas sus dimensiones. Mientras, miles de mujeres exigen el cambio cultural: ¡Ni una menos! vuelve a tomarse las calles del país.
Este viernes se conmemora el Día internacional para la eliminación de la violencia contra la mujer, iniciativa que se enmarca en la campaña mundial para poner fin a todo tipo de acciones que incurran daño físico o psicológico en contra de las mujeres.
En Chile, la Red contra la Violencia hacia las Mujeres organizó una masiva convocatoria nacional para salir a la calle a manifestarse contra la violencia machista. Más de treinta ciudades se sumaron a la iniciativa para exigir el fin de las muertes por violencia de género y todas las otras violencias que profundizan la desigualdad.
La gravedad del problema se expresa en las cifras: En 2015 58 mujeres fueron asesinadas por hombres que eran sus parejas, ex parejas, hermanos, padres, padrastros, conocidos y desconocidos, que a fin de imponer su poder masculino, las mataron. En lo que va del 2016, ya 50 femicidas han asesinado a mujeres y niñas.
En esa misma línea en 2015 se registraron en Chile 2.754 violaciones. Según SENAME, el 84,7% de las víctimas de violación son niñas; el 85% de los abusos sexuales a niñas, niños y adolescentes son cometidos por familiares y el 96% de los familiares agresores son hombres. Durante ese mismo año, 130.634 mujeres denunciaron agresiones por parte de su pareja. Del total de denuncias, sólo el 9,57% obtuvo condena. Para Silvana del Valle esto es impunidad.
La abogada y coordinadora de la Red reconoce que uno de los grandes dolores es no haber logrado disminuir las cifras de violencia, pese al cambio cultural impulsado por las organizaciones sociales: “Creemos que una de las grandes razones es la falta de respuesta estatal hacia el problema. Porque la ley chilena lo circunscribe solo al ámbito doméstico y no es capaz de comprender que también se produce en otros espacios y que afecta no solo al ámbito familiar”.
Una de las consecuencias de delimitarlo solo a la agresión de parejas y ex parejas es que las cifras oficiales de muertes no coinciden con las reales: para el Estado solo han fallecido 37 mujeres, excluyendo de la lista a las que han sido asesinadas a manos de desconocidos, familiares no pareja o amigos. Un caso emblemático es el de Florencia Aguirre, la niña de 9 años que fue descuartizada por su padrastro y hoy no está incluida en el conteo de víctimas del Ejecutivo.
Desde la red explican que “la violencia hacia las mujeres es multiforme. Las cifras de femicidios y agresiones sexuales muestran sólo algunas de sus manifestaciones, las más extremas. No obstante, la violencia hacia nosotras es transversal a todos los espacios y radica en la estructura misma de la sociedad. Está en la esfera pública y privada, y afecta a todas las clases sociales, edades, culturas y etnias, es decir, afecta a todas las mujeres y mantiene un orden social injusto. Se trata de un continuo de violencia arraigado en la cultura que atraviesa todo nuestro ciclo vital”.
Pobreza de tiempo
Las dimensiones de la violencia son tres: directa, simbólica y estructural. Así lo explica María José Rodríguez, académica de la Universidad de Santiago.
Un ejemplo de la estructural es cómo están configuradas las distribuciones, por ejemplo, en la medida que existe mayor educación, las brechas salariales aumentan: una mujer gana entre un 30 y 40% menos que un hombre por las mismas funciones a nivel de posgrado. Esta diferencia es explicada por Silvana del Valle como una expresión de violencia práctica “porque no podemos depender de nuestra vida de la misma manera que lo hacen los hombres ya que no tenemos recursos para hacerlo y tampoco tiempo para nosotras mismas”.
Para la psicóloga María José Rodríguez “todo esto se vuelca y afecta en las relaciones personales, en cómo se relacionan hombres con mujeres, en qué hacen con su tiempo libre. Las mujeres, por ejemplo, tienen un rol histórico del cuidado de los otros. Por lo tanto, mucho del tiempo libre está destinado a cuidar de otras personas”.
Un dato de ello es que un 96 por ciento de los trabajadores domésticos son mujeres. En tanto, en el trabajo familiar, el no remunerado, es un 66 por ciento de universo femenino. Además, en Chile, hay casi un millón y medio de mujeres que no pueden trabajar por razones familiares.
Por todas estas razones, María José Rodríguez asegura que en América Latina la pobreza es más femenina que masculina. “Esto no solo es una cuestión de ingresos, hay pobreza de tiempo: las mujeres son más pobres de tiempo que los varones. Al tener menos tiempo y, además, una sobrecarga de responsabilidades, hay una postergación personal y se limita el desarrollo más integral de la persona, y además se vive con culpa”.
Esa falta de tiempo quedó demostrada en la Encuesta del Uso del Tiempo elaborada por el INE. En la medición se evidenció que las mujeres, en promedio, dedican tres más horas que los hombres al trabajo doméstico.  Esto incluye labores domésticas, cuidados a integrantes del hogar y trabajo no remunerado para otras casas.
Para la psicóloga experta en temas de violencia “es ingenuo, pensar en un buen trato entre géneros si no nos dedicamos tanto a la violencia simbólica como a lo estructural”. Así, “el uso del tiempo libre de las mujeres no va a mejorar porque le digamos que se preocupe más del tiempo libre. Eso es pensarlo como un problema individual y no como sistémico. Por lo tanto, la solución es estructural y profunda. No solo el Estado se debe hacer cargo de la equidad, sino también la ciudadanía y el mundo privado”.
Desde la Red Chilena, Silvana del Valle agrega que “si no hay un trabajo estructural y transversal todo lo que hagamos serán medidas de parche. El trabajo debe ser desde el jardín infantil, desde ahí en adelante”.
En tanto, producto de los casi 30 femicidios registrados este año, la Presidenta Michelle Bachelet anunció esta mañana el envío de un proyecto contra la violencia hacia la mujer, no obstante, desde las organizaciones sociales han insistido en la idea de que se requiere más que un cambio legal, un proceso de transformación cultural, lo que puede llevar años.
FUENTE: RADIO U, DE CHILE

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