domingo, 27 de noviembre de 2016

Foto: Ricardo López Hevia
El pueblo cubano lamenta la noticia dolorosa de la muerte del Comandante en Jefe, y todos tienen algo que decir. Son muchos los recuerdos y agradecimientos que ha provo­cado en los cubanos, que no están listos —ni quieren— para decirle adiós. En todo caso un «Hasta siempre, Fidel».
Que un hombre como Fidel ya no esté entre nosotros no resulta nada fácil, aseguró al pe­riódico Granma el artemiseño Plácido Núñez, combatiente de Revolución Cubana.
Por su parte, Maritsa Leyva, trabajadora de la unidad de alimentos Nuevo Éxito, en Las Tunas, muy afectada admitió: «Desde lo más profundo de mi corazón te digo que no me cabe en el pecho tanto dolor. Decir Fidel es de­cir Cuba, decir hermano, decir el mundo».
A Lázaro Castro Aguilera, director del Sitio Histórico Birán, Monumento Nacional, la muer­te de Fidel le «causó un gran dolor. Me sentí el pecho muy apretado y me dirigí a la tumba de Lina, la madre. Imaginé una conversación con ella, para decirle que ya no estaría más entre nosotros ese hijo tan grande que dio para el mundo, aquel por el que ella tanto sufrió cuando lo vio padecer las vicisitudes de revolucionario».
Recordó, además, «las veces que Fidel visitó y narró con lujo de detalles su vida aquí. Me pareció verlo a caballo, loma arriba, con aires de cazador; lo sentí bañarse en el río cercano y haciendo cosas de niño y adolescente».
El colectivo que labora en la finca que viera nacer al Co­man­dante en Jefe, está conster­nado por el fallecimiento del compañero Fi­del, sin embargo, continuará atendiendo con es­mero a los visitantes que arriben por estos días.
«Sobre Fidel hay que seguir investigando, de manera que se revele toda su grandeza y sabiduría. Esa es una forma de mantenerlo vivo, de hacer que siempre nos acompañe», añadió López.
Quienes acuden a Birán, agregó el director, vienen con mu­cho respeto, y la mayoría refleja sincero dolor. Allí se ha abierto un libro de condolencias ya firmado por todos los que pasaron por aquí. Está colocado junto a una foto de Fidel, al lado de la cual muchos depositan las flores que traen.
«Espontáneamente se han acercado a quienes trabajamos en el Sitio Histórico de Birán para hablar de lo hecho por Fidel a favor del pueblo, de lo importante que es respetar su pen­samiento. La mayoría opina que la mejor forma de homena­jearlo es mantener la unidad», contó a Granma Lázaro Castro Aguilera.
Para cada cubano, el impacto de la noticia ha sido muy fuerte. Pedro Pascual Rodríguez, vecino de Birán, lamentó: «no me puedo sentir bien. ¡Ha muerto Fidel!, el revolucionario de ma­yor capacidad organizadora que he conocido. Fue capaz de unir a los patriotas cubanos y llevarlos a la victoria. Luego se pasó la vida haciendo lo mismo a nivel internacional».
Iraida Martínez Duardo, profesora jubilada de la provincia de Las Tunas, señaló que esta pérdida ha sido irreparable, «sobre todo porque a sus noventa años, conservaba la misma lucidez y espíritu que lo distinguieron siempre. Ahora nos corresponde seguir adelante con su obra, pero este día el pueblo de Cuba nunca lo va a olvidar. Yo, nunca lo voy a olvidar».
Quienes vivieron los años previos a ese glorioso enero del 59, saben cuánto ha significado tenerlo como guía, aclaró la jubilada artemiseña Vicenta Calderín, visiblemente conmovida. «El Comandante ofreció un mejor porvenir para los cubanos, lo que hizo por el pueblo no tuvo igual».
«Fue él quien llevó a cabo la Revolución, y dio pasos importantes contra el analfabetismo, a favor de la salud, la educación. Esa fecha se recordará con tristeza», vaticinó el guantanamero Manuel de Jesús Catalá Balón, Combatiente de la Columna 6, Juan M. Ameijeiras, del Ejército Rebelde.
Para Antonio Marrero Duvergel, corresponsal de Radio Re­belde en Guantánamo, Fidel ha sido el más grande estadista de la historia: estratega militar, político insuperable, conductor de multitudes, estudioso insaciable, conocedor de la ciencia, la eco­nomía, el deporte, la cultura, el medioambiente, excelente ora­dor… paradigma mundial del internacionalismo y con un corazón que siempre latió al lado de los pueblos, de los desposeídos. Por todo ello su obra ha trascendido a todo el orbe y perdurará eternamente entre los revolucionarios.
Leonardo Aguilar, un guantanamero de 70 años de edad recuerda a Fidel como la figura de la que más ha aprendido des­de que nació.
«Yo fui alfabetizador, y he participado en todo aquello que la Revolución ha necesitado. Así me he forjado hasta ahora. Lo vi una vez cuando vino a Guantánamo. Pero de lejos. Me hubiera gustado estrechar su mano», comentó Aguilar.
Por su parte, Marrero Duvergel, recordó: «Yo nací en el cam­po, y gracias a Fidel y la Revolución me hice periodista. Lo que soy se lo debo a él».
Joaquín González, profesor de la vocacional Ernesto Che Guevara, en Villa Clara, rememora emocionado que «la Re­volución guiada por Fidel fue la que operó a mi hija del cerebro en un afamado hospital capitalino, y la que hoy paga un salario a mi esposa Nilda por cuidarla. Eso no podré olvidarlo jamás».
Así, Cuba siente una eterna gratitud con el Comandante. Sus ideas, sus razones de lucha y su concepto de Revolución «seguirán adelante, en las manos del General de Ejército Raúl Castro, que contará con el apoyo y consagración de todo el pueblo cu­bano», aseveró Eberto Estrada Sao, director del Instituto Pro­vincial de Meteorología de Las Tunas.
«Será recordado —agregó Estrada— como un hombre de bien, de respeto, digno de estos tiempos, líder indiscutible de nuestra nación, de América y del mundo. Ahora se multiplicará en cada cubano que se sienta digno continuador de su obra».
Rigoberto Miralles, residente en Bayamo y jubilado, dijo que sus lecciones de lucha permanente, tenacidad, sacrificio, hu­manismo, solidaridad y patriotismo, «nos indicarán el camino a seguir para conquistar la sociedad más próspera a la que aspiramos los cubanos, sin renunciar a la soberanía tejida con la sangre de los héroes y mártires de la Patria».
«Tuve la suerte de conocerlo de niño, cuando fuimos alumnos de la Escuela Rural Mixta Número 15, en las cercanías de su casa natal. Por la forma en que trataba a quienes allí estudiamos, no parecía el hijo del principal hacendado de la zona», refirió Pascual Rodríguez, vecino de Birán.
Además, Rodríguez aseguró que «la inteligencia se le notaba enseguida, igual que era muy dispuesto para todo. Cuando me acuerdo de esas cosas, comprendo que ya en aquellos momentos dejaba ver el humanismo por el que se le reconoce».
Para Delia Rivero Tour, educadora del Círculo infantil Volodia en Las Tunas, a partir de ahora, corresponde mantenerlo vivo, recordarlo.
«Siempre pienso en su sensibilidad hacia los niños con una frase muy linda suya que dice que “un niño sano lo merece to­do, enfermo lo merece más”. Esas palabras dicen mucho del hombre que fue», comenta conmovida la educadora.
Lorena Infante García, alumna de la Es­cuela Secundaria Bá­sica Inés Luaces, de Camagüey, coincidió con ello, y comentó al diario: «lo queremos como nuestro máximo líder, por todo lo que ha hecho por la felicidad y el bienestar de los niños cubanos y del mundo».
Para los pioneros, dijo Infante, el Co­man­dante ha sido y será ejemplo a seguir, como es­tán presentes José Martí, Ignacio Agra­­monte, Antonio Maceo, Camilo Cienfuegos, Ernesto Che Guevara y tantos héroes y mártires de la Patria».
Ello significa, añadió la pionera, ser buenos estudiantes, disciplinados, aplicados, dar el paso al frente ante cada llamado para mejorar la Revolución, formarnos como profesionales de alta calificación y, sobre todo, como buenos seres humanos co­mo lo fue él, siempre sincero, honesto, preocupado por la suerte de los demás.
Hoy la juventud cubana pierde a su Comandante en el plano físico, «pero lo ganará minuto a minuto preservando su legado inmenso en todos los órdenes: ético, moral, patriótico. Observar su actitud será un espejo ante el cual mirarnos para ser mejores y más comprometidos», comentó la cienfueguera Lisandra Mar­tínez Acea, trabajadora bancaria de 23 años.
Este es un momento de ratificación de su pensamiento, de los principios de la Revolución. Sus ideas y acciones, convirtieron a nuestro país en un paradigma para el resto del mundo, y a él en un ícono, una inspiración, aseguró la joven de Artemisa Yamilia Almanza, trabajadora de la Escuela Latinoamericana de Medicina.
Eso es y seguirá siendo Fidel, el guía, el inspirador, el motor impulsor de cada proyecto, el hombre del Moncada, del Gran­ma, de la Sierra, el líder indiscutible… el eterno Comandante.
Que nadie piense que porque nuestro Comandante ha fallecido esta Revolución se va a caer, aseguró Armando Peña Gar­vey, elaborador de alimentos en la unidad La Primada, Guan­tánamo, «al contrario —comentó Peña—, ahora es que nos va­mos a fortalecer más, y estaremos más unidos. Hay que seguir pa’ alante, y demostrarle al mundo quiénes somos los cu­banos».
«Fidel no ha muerto na’», dijo desafiante Jesús Catalá Balón, combatiente de la Columna 6, Juan M. Ameijeiras, del Ejército Rebelde.
«Lo que murió fue su cuerpo, pero él sigue vivo, porque hay millones de personas aquí, sobre todo jóvenes, que siguen sus pa­sos. Aquí, y en el mundo entero», añadió.
A ello, Ángel González Rodríguez, teniente coronel de la reserva residente en Santa Clara, añadió que «cuando pequeño vi pasar la Caravana de la Libertad y en uno de esos lugares, ante las masas que lo aclamaban, Fidel señaló que esa multitud desearía verla cuando llegara la hora de su entierro, porque significaría que había cumplido el compromiso con el pueblo al que dedicó su vida. Y así será».
Su muerte es un hecho terrible, pero aquí no va a pasar na­da, coincidió el alfabetizador Leonardo Aguilar. «Aquí se queda Raúl, y con él los jóvenes, y todo el pueblo, para mantener viva la llama de la Revolución».

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