2 de Octubre de 2013
Qué poco entusiasmo, Michelle
¿Por qué tan poco entusiasmo? ¿Será cansancio? ¿Será poca fe? No lo sé. Quizás tenga que ver con que los tecnócratas que tanto escucha, la han convencido que los buenos gobernantes no están para grandes transformaciones, que sólo traen problemas y tienen resultados muchas veces difíciles de prever en toda su magnitud. Mejor confiarse a políticas específicas, autofinanciadas, con efectos precisos y medibles, ojalá en un par de años. Lo otro es tomar mucho riesgo.
Y eso que las tareas que nos ofrece son mayores y hermosas: reformar la Constitución de Pinochet es un bonito desafío, pero la veo más complicada que entusiasmada con eso, llena de aprensiones, pero no de ganas. Hacer más justo el sistema educacional clama al cielo, y vaya si es labor enorme; pero cuando Michelle nos habla de eso nos llena de precisiones técnicas, de detalles, de advertencias, sin mencionar las contradicciones en que ha incurrido sobre lo que cree que es una educación justa y buena para todos. No me gusta como le sale.
¿Por qué tan poco entusiasmo? ¿Será cansancio? ¿Será poca fe? No lo sé. Quizás tenga que ver con que los tecnócratas que tanto escucha, la han convencido que los buenos gobernantes no están para grandes transformaciones, que sólo traen problemas y tienen resultados muchas veces difíciles de prever en toda su magnitud. Mejor confiarse a políticas específicas, autofinanciadas, con efectos precisos y medibles, ojalá en un par de años. Lo otro es tomar mucho riesgo.
El problema es que al próximo gobierno, sea cual sea, no le quedará otra opción que tomar muchos riesgos. La agotada política de los “grandes acuerdos”, se esmeró mucho en lograr bien poco. Las cosas, por así decirlo, están ocurriendo de otra forma y en otra parte: ahora que las trampas institucionales han quedado tan en evidencia, todos sabemos que no se pueden hacer los cambios que reclama la mayoría bajo este sistema institucional. En realidad, quien salga Presidente es cada vez menos relevante. Lo que realmente importa es qué va a hacer el próximo gobierno para enfrentar el creciente descontento de los estudiantes, los trabajadores, los consumidores, los habitantes de regiones, los funcionarios públicos. Como las reglas institucionales están concebidas para que los intereses de una pequeña pero muy poderosa minoría siga impidiendo los cambios, gobernar ha sido, hasta ahora, muy predecible, y la diferencia entre los últimos gobiernos en realidad es difícil de encontrar.
Lo que el próximo gobierno deberá enfrentar es una institucionalidad conservadora con un creciente reclamo por cambios políticos y económicos de verdad. Todo lo aprendido y puesto en práctica desde 1990 —resumible en la frase “si no se puede no se puede no más”— no servirá para enfrentar este desafío. Y la disposición de Michelle —reservada, cautelosa, distante— parece anunciar que va a hacer exactamente eso: si no se pudo, no se pudo ‘nomás’.
El entusiasmo hay que buscarlo en otra parte. En las candidaturas de ME-O y de Parisi, que están llenos de ganas, de fervor, pese a que se saben mucho menos competitivos que Bachelet, pero competitivos al fin. Ellos le ponen nervio y un creciente suspenso a una campaña donde la probable ganadora pareciera no querer estar donde está ni tener que hacer lo que dice que va a hacer.
FUENTE: EL MOSTRDOR
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