Tras la CEP y el paupérrimo desempeño de Matthei:
La suma de todos los miedos: el desfonde de la derecha y su riesgo sistémico
No sólo en la derecha reina el pesimismo. La preocupación por la debacle en el oficialismo también alcanza a sectores de la Nueva Mayoría, precisamente por los efectos que tendría. Es más, ha sido tema de conversación de más de un café entre dirigentes de la derecha y la oposición. Al día siguiente de entregado el resultado CEP los temores están a la vuelta de la esquina.
La encuesta CEP de ayer sólo vino a confirmar los peores temores que rondan en la derecha sobre la mala performance que tendrían en las urnas en la elección presidencial y parlamentaria del 17 de noviembre. Ya muchos hablan de un “desfonde”, que no lo provocaría sólo el hecho de que su candidata presidencial Evelyn Matthei (UDI) vaya a perder, sino que lo haga con una de las más bajas votaciones del sector en términos históricos.
Explican en el bacheletismo que una derecha que no puede pararse como un verdadero adversario político es un riesgo, porque pone en entredicho la “unidad y la disciplina” de la futura coalición gobernante: “Siempre se necesita un adversario al frente, eso ayuda a mantener la disciplina de un conglomerado y, cuando no existe, no está definido o está muy debilitado, ese adversario comienza a surgir a nivel interno, entre los partidos”, confiesan desde las directivas de la Nueva Mayoría.
Quien no está dispuesto a quedarse callado, porque la encuesta CEP dada a conocer ayer no hace más que constatar que sus advertencias tenían asidero, es el timonel de Renovación Nacional Carlos Larraín. Se le ve preocupado. Y cómo no, si “desde la elección municipal y la primaria vengo anunciando que puede haber de 10 a 12 doblajes, por parte de la Concertación corregida y empeorada, con lo que se reunirían las mayorías necesarias para echar abajo todas las nociones elementales de la Constitución. Lo que significa, sin duda, una catástrofe institucional ad portas, que le va a caer como bomba al riquerío y, entonces, me voy a reír un poquito, porque se sienten muy protegidos donde están”.
En este contexto, Larraín tiene la convicción de que la mala performance de Matthei no sólo arriesga la parlamentaria de la derecha, sino que con ello “se podría modificar la Constitución, como lo plantea la Concertación, echando abajo el modelo, que es mucho más que el mecanismo económico de mercado: tendríamos una amplificación de la influencia estatal, crecimiento económico más bajo y una postergación en el cumplimiento de las aspiraciones de los que han quedado postergados del reparto, entre otras muchas cosas. En suma, la acentuación de los conflictos para mayor gloria de la izquierda”. Pero de paso e irónicamente advierte que todo “será un castigo merecido”, lo que da cuenta de la molestia que provoca en el dirigente el haber sido desoído.
Incluso es él mismo quien aborda derechamente el tema. Ello, porque nadie lo va a sacar de la idea –menos después del último sondeo publicado por el Centro de Estudios Públicos ayer– de que en esta campaña presidencial “hemos seguido el manual de la tontera. Siendo la principal, haber desperdiciado el tremendo esfuerzo que se hizo con la primaria. (Andrés) Allamand perdió por 21 mil 700 votos sobre 800 mil, pero ciertos espíritus iluminados insistieron en que no podía ser el candidato de nuestro sector. Cosa que no he podido comprender jamás”.
Lo cierto es que mientras Larraín no duda en dar a conocer su crítica posición abiertamente, en el marco de un escenario complejo para su sector, que la CEP prácticamente estaría ratificando a la baja, otros de sus pares prefieren hacer sus análisis en privado. Y es allí donde no sólo se le encuentra la razón al timonel RN en cuanto a que “esto se veía venir”, sino que también miran hacia La Moneda porque, particularmente desde la UDI, se sigue responsabilizando al Presidente Sebastián Piñera de la situación en que habría puesto él mismo a la abanderada oficialista, al sacar a colación los temas relacionales con los Derechos Humanos, a raíz de los 40 años del Golpe de Estado, y el aniversario del plebiscito del ’88. Pues con ello, plantea un diputado gremialista, “enjuició públicamente a la Matthei y si con eso ganó algunos puntitos para no bajar más en esta última CEP, también contribuyó a la caída de la candidatura presidencial, al nivel que todos estamos más preocupados de la parlamentaria. Es lo único que nos queda por salvar”.
Pero la lectura que se hace en la Alianza es que si ahora Piñera se está esforzando tanto, no es para salvar la presidencial, sino por la parlamentaria. Los cálculos que se cruzan entre el oficialismo y oposición apuntan a que la UDI y RN también tendrían un mal resultado en su aspiración de llegar al Congreso. Temor que queda de manifiesto con el intenso despliegue territorial que ha encabezado el Presidente Sebastián Piñera, quien ha privilegiado, para sus giras, las zonas donde la derecha tiene riesgo de ser doblada por la oposición: II Región de Antofagasta, Coquimbo, VIII Costa, Valdivia-Chiloé y Magallanes. Una acción que también tiene otro fin: “No tener que cargar con que después de su gobierno, en vez de crecer, las bancadas oficialistas bajen a tal punto que le entreguemos en bandeja la mayoría a la Concertación”, comentan en el oficialismo.
LA CONCERTACIÓN INQUIETA
Pero no sólo en la derecha reina el pesimismo. La preocupación por la debacle en el oficialismo también alcanza a sectores de la Nueva Mayoría, precisamente por los efectos que tendría. Es más, ha sido tema de conversación de más de un café entre dirigentes de la derecha y la oposición. No han sido gestiones aisladas –agregan– las que se han realizado para sondear en el propio seno de la Alianza cómo ven realmente, más allá de las declaraciones públicas, su propio escenario interno a partir del próximo año.
Hay quienes sacan cuentas alegres, como el senador PPD Ricardo Lagos Weber, que cree que los resultados de la encuesta CEP no sólo dan cuenta de que su sector está preparado para “administrar el poder en forma responsable”, sino que, si se logra la mayoría que refleja el sondeo y “un buen resultado en la parlamentaria con doblajes, sería muy bueno para hacer los cambios que el país requiere y está pidiendo”.
Pero desde la Nueva Mayoría también se analiza que una derecha muy debilitada hará complejo para el gobierno de Michelle Bachelet tener interlocutores válidos con quienes dialogar y negociar. Un factor, acotan, que puede incidir en las expectativas, credibilidad y legitimidad del próximo gobierno, pues, sí o sí, la mayor parte de la oferta programática deberá pasar por el Congreso.
Ello, porque se dice que, en términos de cifras a nivel parlamentario, la derecha registrará una baja de su apoyo en las urnas, no tendrá cifras buenas, pero que en todo caso no alcanzará –reconocen en la Nueva Mayoría– para torcer la mano al sistema electoral y poner realmente en jaque la lógica binominal de repartición del poder en el Congreso.
La derecha salvaría unos cuantos escaños gracias al binominal, que le permitiría seguir ejerciendo poder de veto en el Congreso. Por lo mismo, un aspecto más que relevante para la Nueva Mayoría es saber si deberán conversar con “la derecha más dura que representa la UDI o esa nueva derecha que ha tratado de instalar Piñera”.
Cómo quede la relación de fuerzas entre la UDI y RN es determinante, precisamente porque hay riesgo cierto de que el gremialismo se imponga sobre sus socios.
Explican que si un par de figuras de la UDI logran impedir algunos doblajes y RN sufre un daño muy serio a nivel senatorial con la derrota de varias de sus figuras clave, la hegemonía de la derecha se quedará nueva e indiscutidamente en el gremialismo.
Aquí entra en juego otro factor de preocupación en sectores de la Nueva Mayoría y es el eterno fantasma de los tres tercios políticos, que se abre con un escenario de esta índole en la Alianza.
Hasta ahora, la derecha y lo que era la Concertación han mantenido y se han distribuido el poder. La Nueva Mayoría logró llevar al redil a varias fuerzas satélites que se habían marginado del bloque del arcoiris los últimos años. Una fórmula que a todas luces y con algunas variantes mantiene la lógica de los dos grandes bloques.
Pero el escenario de una derecha debilitada, con la UDI dominando sin contrapeso real en la Alianza y un ala liberal de RN “huérfana” en todos los sentidos, hace tentador –advierten algunos– que coqueteen con otros liberales de la DC, del Partido Radical, del mundo de Andrés Velasco.
Reconocen que ese mundo representa un sector no menor, del cual además tomaron nota después de las primarias presidenciales de junio, porque fue ese grupo el que se expresó realmente en la candidatura de Velasco y el que lo instaló en segundo lugar en dichos comicios.
Un último elemento a considerar, es el que apunta al frente interno. Explican en el bacheletismo que una derecha que no puede pararse como un verdadero adversario político es un riesgo, porque pone en entredicho la “unidad y la disciplina” de la futura coalición gobernante: “Siempre se necesita un adversario al frente, eso ayuda a mantener la disciplina de un conglomerado y, cuando no existe, no está definido o está muy debilitado, ese adversario comienza a surgir a nivel interno, entre los partidos”, confiesan desde las directivas de la Nueva Mayoría.
Agregan que ese escenario es tierra fecunda para “gustitos personales” y hacer nata con las diferencias internas, cuando la orden del día –dicen– deberá ser la unidad interna para sacar adelante el programa de gobierno.
Mientras tanto, en la Alianza comentan que “lo único que queda es la operación salvataje de las parlamentarias”, particularmente para la UDI, que es la bancada de diputados más grande y, por lo tanto, la que más arriesga. Pero no son muchos los que parecen dispuestos a ir al sacrificio por la presidencial. Y su candidata está quedando cada día más sola.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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