SACERDOTE JUAN ESTEBAN MORALES PUEDE SEGUIR DIRIGIENDO UNA PARROQUIA, DIJO EZZATI
Ezzati exculpa a brazo derecho de Karadima a pesar de las pruebas que lo acusan
Publicado: 18.03.2013
Una
corriente de estupor recorre a muchos sacerdotes y católicos. A sólo
horas de la elección del Papa Francisco, el anuncio de La Segunda sobre
la condena al sacerdote más estrechamente ligado a Karadima, desmentido a
la mañana siguiente por el arzobispo Ezzati, remeció a la Iglesia.
Nuevos antecedentes recogidos por CIPER indican que la publicación del
vespertino se ajusta al contenido del informe del vicario Jaime Ortíz,
quien investigó las denuncias contra Juan Esteban Morales, respecto del
“abuso de poder” en su dirección espiritual. El fallo exculpatorio de
Ezzatti no se condice con las pruebas en los juicios eclesiástico y
penal que condenaron a Karadima y que muestran a Morales como pieza
clave para perpetrar sus abusos y en la red que lo protegió.
El sábado 16 de
marzo, poco antes de viajar a Roma para participar de la entronización
del Papa Francisco, el arzobispo Ricardo Ezzati presidió la ceremonia de
inauguración del Año Pastoral de la Iglesia de Santiago. Un encuentro
que reunió este año a unas 3.000 personas entre laicos, agentes
pastorales y sacerdotes. En esa reunión, importante, en la que participa
todo el clero, sin distinciones, y que se puede asimilar a la
inauguración del año judicial, fue notoria una ausencia: el sacerdote
Juan Esteban Morales, ex párroco de El Bosque y el más estrecho hombre
de confianza de Fernando Karadima.
Cuatro días antes del encuentro, horas antes de la elección del Papa, y por un titular del diario La Segunda,
se conoció de la existencia de una resolución que ponía fin a la
investigación previa, iniciada en mayo de 2011, por denuncias de “abuso
de autoridad” en contra del sacerdote Morales. El titular de portada del
diario anunciaba sobre letras rojas: “Iglesia condena a brazo derecho
de Karadima”, y en su interior la crónica respectiva informaba que
Morales había quedado con prohibición de confesar y hacer dirección
espiritual.
Esa misma noche el propio Morales desmintió la información (ver comunicado de prensa)
enviando a algunos editores y periodistas el decreto firmado por el
arzobispo Ezzati y el canciller presbítero Oscar Muñoz, en el que se
estipula que se desecharon los cargos por abuso sexual y por “inadecuado
ejercicio de la profesión médica y emisión de recetas” en contra el ex
párroco de El Bosque, quien también es médico. El documento concluye que
se aplicarán “medidas pastorales para corregir y consolidar” el ejercicio del sacerdocio.
En la mañana del jueves, el propio arzobispo Ezzati dijo a Radio
Cooperativa que el presbítero Morales está facultado para dirigir una
parroquia y seguir administrando sacramentos.
La
decisión del arzobispo de Santiago cayó como “una bomba” y provocó gran
desazón entre los denunciantes. “Es muy grave lo que ha ocurrido. La
sensación que me queda es que el arzobispo Ezzati ha adoptado una línea
clara en este tipo de casos, que es totalmente contraria a la justicia
para las víctimas de sacerdotes, cuando se trata de sacerdotes
influyentes”, afirmó a CIPER Gabriel Moreno, quien acusó a Morales de
haber ejercido control sicológico sobre él, a través de la sobre
medicación de fármacos.
La investigación previa sobre el sacerdote Juan Esteban Morales es
una de las herramientas legales que usó la Iglesia para comprobar la
verosimilitud de las denuncias. La llevó adelante el vicario judicial
Jaime Ortiz de Lazcano, el mismo que investigó la denuncia por abusos
sexuales en contra del ex vicario de la Solidaridad, Cristián Precht,
quien resultó condenado por el Vaticano.
Aun cuando no se conoce el contenido del informe que emitió el
vicario Ortiz –por su carácter secreto, ya que involucra a personas que
declararon bajo estricta reserva-, se sabe que la investigación fue
larga y acuciosa e incluyó el testimonio extenso de a lo menos diez
personas que pertenecieron al círculo cercano de Morales y Karadima en
la Parroquia El Bosque. Oficialmente, el comunicado emitido por el
arzobispado en agosto del 2012 sostuvo que fueron “dos denuncias
presentadas ante el Arzobispado de Santiago por eventuales abusos de
autoridad en el ejercicio de su ministerio”.
Al interior de la Iglesia chilena hay desconcierto y estupor ante la
decisión del arzobispo. No sólo por los antecedentes que son de público
conocimiento contenidos en la condena de El Vaticano a Karadima y que
comprometen seriamente al sacerdote Juan Esteban Morales en la red de
protección a los abusos del ex líder de El Bosque. También por las
contundentes conclusiones, en el mismo sentido, del fallo de la jueza
Jessica González en el juicio contra Karadima. En ese contexto, la
sentencia exculpatoria de Ezzati aparece además como una señal muy
disonante con la declaración de la Conferencia Episcopal, emitida en
abril de 2011.
En esa oportunidad, los obispos declararon: “No hay lugar en el
sacerdocio para quienes abusan de menores, y no hay pretexto alguno que
pueda justificar este delito. A las personas directamente afectadas y a
las comunidades que en Chile han visto en algún sacerdote motivo de
escándalo, les pedimos perdón, y les exhortamos a comunicarnos estos
hechos. Es total nuestro compromiso de velar incesantemente porque estos gravísimos delitos no se repitan”.
También existe molestia con el pronunciamiento de Ezzati, porque
distrae y “empaña” de algún modo el clima de celebración que ha empapado
al mundo católico en torno a la elección del Papa Francisco.
EL SECRETO DE UN DICTAMEN
La sentencia de este caso era esperada con atención: daría una señal
importante sobre cómo actuaría la Iglesia Católica chilena frente al
entorno de Karadima y sobre los actos de encubrimiento de abusos de
sacerdotes. Era un fallo que afectaba a quien es y ejerció por décadas
como el hombre más cercano a Karadima. De allí la sorpresa y molestia
por la sentencia de Ezzati ya que Morales aparece mencionado en decenas
de testimonios judiciales como la persona que secundó a Fernando
Karadima, tanto en las acciones para ejercer control sicológico sobre el
actuar de los jóvenes de su círculo más cercano, como para evitar que
prosperaran las investigaciones por abusos en contra de Karadima, a
través de distintas vías. Y así mantener la impunidad de la que gozó
durante cuatro décadas.
Ya con anterioridad una decisión del propio Ezzati respecto de Juan
Esteban Morales había provocado molestia y polémica. El ex párroco de El
Bosque entre 2006 y 2011 fue el único autorizado por la autoridad
eclesiástica chilena para mantener contacto permanente con Karadima
después de que fuera condenado por El Vaticano, en febrero de 2011, por
abuso sicológico y sexual reiterado.
Un primer hecho que dejó claro el reciente episodio fue la demora
para dar a conocer el fallo del arzobispo de Santiago respecto de
Morales. Según consta en el mismo documento, éste se firmó el 25 de
enero de 2013. Sin embargo, hasta el jueves 14 de marzo su contenido
permaneció inexplicablemente bajo sigiloso secreto. Y se hizo público
no por iniciativa del arzobispado, sino a raíz de la mencionada
publicación del diario La Segunda.
En rigor, las normas que rigen este tipo de investigaciones sólo
obligan a notificar a la persona investigada –en este caso Morales- e
informar a los denunciantes sobre los resultados. Aquí, sólo se notificó
al padre Morales en enero. En cambio, a los denunciantes nada se les
informó según pudo corroborar CIPER. En principio, no hay obligación de
dar a conocer el fallo a la opinión pública, pero fue el propio
arzobispado el que se comprometió a “mantener informada oportunamente a
la opinión pública de las etapas y resultados de este procedimiento”,
dada la conmoción que provocó el conocimiento de los abusos de Karadima y
la importancia del asunto. Ese compromiso se hizo público en agosto de
2012, al momento de anunciar el Arzobispado de Santiago que estaba en
curso una investigación previa sobre Morales.
No obstante ese compromiso, el contenido del decreto llegó a los
medios por vía extraoficial. Fue el propio investigado, el sacerdote
Juan Esteban Morales, quien lo envió como reacción a la información de La Segunda
del miércoles 13 de marzo. Esa edición del diario fue rápidamente
reemplazada por otra especial dedicada al nuevo Papa Francisco. El fallo
fue relegado a la última página.
Esa misma noche, el ex párroco de El Bosque envió un correo
electrónico a algunos medios, mostrándose “sorprendido” por el artículo
del diario y subrayando que no había condena y que las medidas adoptadas
“no constituyen restricción alguna para mi ministerio”. Temprano al día
siguiente, el propio arzobispo Ricardo Ezzati ratificó los dichos de
Morales y realizó una encendida defensa en radio Cooperativa. Más aún,
ante la pregunta de si Juan Esteban Morales puede administrar el
sacramento de la confesión o ser nombrado párroco, monseñor Ezzati
respondió categórico: “Por supuesto que sí” (escuchar audio completo).
Con el dictamen en mano, el arzobispo Ezzati leyó en la emisora
textualmente: “Declárase sin sustancia y por tanto se rechazan las
acusaciones que tienen que ver con el delito en contra del sexto
mandamiento tanto en menores como en mayores de edad”. Y “declárase sin
sustancia y por tanto se rechazan las acusaciones que tienen que ver
con un adecuado ejercicio de la profesión médica, así como la emisión de
recetas médicas”. El decreto suscrito por el arzobispo Ezzati no hace
mención alguna al concepto específico “abuso de autoridad”, que según el
comunicado del arzobispado (en agosto de 2012) había motivado esta
investigación previa.
Sin mediar explicación y habiendo desestimado las acusaciones por
abuso sexual y mal ejercicio de la profesión médica, el dictamen oficial
concluye que se adoptarán “medidas pastorales aptas a corregir y
consolidar el ejercicio del ministerio sacerdotal, especialmente en lo
que concierne al acompañamiento espiritual y la conducción del pueblo de
Dios”. Luego, detalla que el sacerdote Morales establecerá con el
Vicario para el Clero un programa de acompañamiento espiritual y
pastoral; profundizará los temas de teología moral, espiritual y
pastoral y por último “confrontará su acción” con el Vicario Episcopal
de la Zona correspondiente y periódicamente dará cuenta de la misma al
arzobispado.
Hasta el jueves 14 de marzo el desmentido de Ezzati parecía zanjar
definitivamente un entredicho a propósito de una publicación de prensa.
Es decir, no había condena y Morales seguía habilitado para ejercer el
sacerdocio. Sin embargo, nuevos antecedentes conocidos por CIPER dan
cuenta de que efectivamente la publicación de La Segunda se
ajusta al contenido del informe del vicario Ortiz respecto del “abuso de
poder” en la dirección espiritual de Morales. Entonces, el error del
vespertino habría sido hablar de “condena” en el titular, cuando
finalmente no la hubo.
En este caso, por tratarse de una investigación previa que descartó
el abuso sexual de menores, no se requería enviar los antecedentes a
Roma. El arzobispo Ezzati ofició como juez con exclusiva responsabilidad
sobre su dictamen, secundado por el canciller Muñoz. El Código de
Derecho Canónico le concede potestad para ratificar o modificar las
conclusiones del informe que recibe del investigador de la causa. Es
decir, aun cuando el vicario Ortiz pueda haber argumentado en su informe
que sí hubo abuso de poder, Ezzati en su “discernimiento” pudo
considerar lo contrario. La pregunta es por qué y en virtud de qué
antecedentes. Nada de eso está explicitado en el documento oficial
firmado por Ezzati.
Los antecedentes que entrega el decreto –de dos páginas- son muy
escuetos. Sólo consigna que se realizó una investigación previa “para
verificar la verosimilitud” de las denuncias contra Morales (no
especifica cuáles ni cuántas); que debe investigarse tomando en cuenta
las normas vaticanas contenidas en “Sacramentorum Sanctitatis Tutela”,
las normas de la Congregación para la Santa Fe sobre el delito de abuso
sexual de menores (“Normae de Gravioribus Delictis”) y el “Protocolo
ante Denuncias contra Clérigos por abuso de menores” emitido por la
Conferencia Episcopal en 2003 y actualizado en abril de 2011. Por
último, se consigna que la investigación previa se realiza por “la
necesidad de hacer justicia y de buscar el bien de las almas que es la
ley Suprema de la Iglesia”. (Ver documento).
“ESPERABA QUE EZZATI ENCUBRIERA ESTO”
Gabriel Moreno (28 años) es uno de los denunciantes que acusó al
sacerdote y médico Juan Esteban Morales de haberle recetado en 2002
antidepresivos en dosis más altas de lo recomendado para su edad y
contextura. En la investigación declaró que las elevadas dosis le
provocaron pérdida de memoria y luego una crisis que lo obligaron a ser
hospitalizado. En su testimonio de 22 páginas, el ingeniero que formó
parte del círculo de confianza de la Acción Católica de El Bosque desde
fines de los 90 hasta 2002, acusó que fue objeto de fuertes presiones
para que continuara asistiendo a la parroquia, bajo la amenaza de que
podría condenar su alma si no lo hacía.
El relato detallado, dirigido al arzobispo Ezzati, lo entregó el 16
de marzo de 2011 al presbítero Oscar Muñoz, el mismo que firma el
decreto con la sentencia junto a Ezzati. Había transcurrido un mes desde
de que se conociera la condena a Karadima. Lo extraño es que –según
cuenta Gabriel Moreno- transcurriría más de un año antes de que lo
llamaran nuevamente del arzobispado. El 24 de agosto de 2012 lo contactó
por mail el vicario que investigaba la causa –Jaime Ortiz de Lazcano-
para que declarara en la investigación.
-El sólo había visto mi entrevista en La Segunda y por eso
me llamó, pero no sabía nada de mi declaración escrita. Así es que le
entregué copia de todo lo que había entregado un año antes, incluida una
receta que tenía guardada y que había emitido Juan Esteban Morales. Me
dijo que estaba muy sorprendido de no tener esa información a la vista
–afirmó Moreno a CIPER.
El 30 de agosto del 2012, el mismo día en que el arzobispado comunicó
oficialmente que existía una investigación en curso, Gabriel Moreno
ratificó su denuncia ante el vicario Ortiz. Cuenta que, en esa
oportunidad, el vicario abrió en su presencia un sobre que contenía
todos los antecedentes que él había entregado un año antes al presbítero
Oscar Muñoz. El investigador de la causa se enteraba recién ahí de su
existencia en forma oficial.
- ¿Cómo fue la actitud del vicario Ortiz frente a su testimonio?
-Tremendamente empático. Tuve la sensación de una persona seria, que hace profesionalmente su trabajo y que tiene la convicción de que se puede limpiar la Iglesia. Y sentí que su interés era genuino, que se estaba esforzando por hacer bien el trabajo, a pesar de que mi confianza en el tribunal era nula.
-Tremendamente empático. Tuve la sensación de una persona seria, que hace profesionalmente su trabajo y que tiene la convicción de que se puede limpiar la Iglesia. Y sentí que su interés era genuino, que se estaba esforzando por hacer bien el trabajo, a pesar de que mi confianza en el tribunal era nula.
Después de ese encuentro, Moreno no tuvo más noticias de la investigación, hasta que leyó el titular de La Segunda del pasado 13 de marzo y al día siguiente, se enteró del desmentido del arzobispo Ezzati.
-Cuando leí la información de que el obispo negaba todos los cargos
contra Morales y desestimaba mis acusaciones, fue muy fuerte para mí. La
verdad es que yo no esperaba nada cuando presenté los antecedentes en
el arzobispado. Lo que esperaba íntimamente era que Ezzati encubriera
todo esto. Y a la luz de lo que hemos visto, es lo que ocurrió.
-¿En qué se basa para afirmarlo?
-Yo presenté antecedentes importantes, un extenso relato detallado e incluso una receta médica como prueba. Les entregué toda mi historia, sé lo que sabe la Iglesia y resulta que finalmente salen diciendo que no hay mérito para creer que se ejerció control y que se abusó de autoridad en mi caso. Lo que veo es que me están diciendo que no es verdad todo lo que presenté y eso me parece inaceptable.
-Yo presenté antecedentes importantes, un extenso relato detallado e incluso una receta médica como prueba. Les entregué toda mi historia, sé lo que sabe la Iglesia y resulta que finalmente salen diciendo que no hay mérito para creer que se ejerció control y que se abusó de autoridad en mi caso. Lo que veo es que me están diciendo que no es verdad todo lo que presenté y eso me parece inaceptable.
Gabriel Moreno afirma que en dos oportunidades le escribió al vicario
Ortiz para preguntar si había novedades en la investigación. La
primera, el 5 de diciembre de 2012. Luego intentó contactarlo
nuevamente, el miércoles 13 de marzo, cuando leyó el titular de La Segunda
anunciando una condena a Morales. En ninguna de las dos oportunidades
recibió respuesta por parte del vicario. Tampoco fue informado
oficialmente del resultado de la investigación.
QUÉ SIGNIFICA LA SENTENCIA
Ezzati
aseguró que Juan Esteban Morales no tiene restricción alguna para
seguir ejerciendo el sacerdocio. No obstante, especialistas en derecho
canónico consultados por CIPER, sostienen que estas “medidas pastorales”
pueden leerse bajo dos interpretaciones: la primera es que no se haya
encontrado mérito suficiente para establecer un delito y, por lo tanto,
se considere que sólo hay que “alinear” la formación del sacerdote para
que no haya riesgo de prácticas reñidas con las directrices de la
Iglesia Católica a futuro.
Aun así, llama la atención que no se haga ninguna alusión al tema del
abuso de poder o de autoridad, aunque sea para descartarlo. O para
establecer que, atendidos los antecedentes, se resolvió liberarlo de
responsabilidad.
La segunda interpretación, es que la medida pastoral de
acompañamiento dé cuenta de una sanción leve, en el rango de lo que
estipula la normativa canónica para el abuso de poder. La pregunta
nuevamente es por qué el obispo Ezzati no hace mención alguna al “abuso
de poder” en su dictamen, así como lo hizo con las dos acusaciones sobre
abuso sexual y ejercicio de la medicina. ¿Cuál es entonces, el sustento
para estas medidas de acompañamiento, si se considera que no hay
“sustancia” para los dos cargos que se le imputaron?
Según subrayó el arzobispo Ezzati, el sacerdote Morales está
capacitado para dirigir una parroquia y realizar dirección espiritual.
Sin embargo, llama la atención que este año no se le haya asignado una
sede parroquial, como correspondería en su caso, habiendo dejado la
Parroquia de El Bosque en junio de 2011. El proceso de asignación
concluyó a fines de enero (cuando Ezzati ya había firmado el decreto) y a
él no se le entregó esa responsabilidad. Actualmente, Morales vive en
la Casa del Clero y no tiene “encargo pastoral”, según la información
entregada por el Arzobispado.
TESTIMONIOS QUE ACUSAN
Cuando Ezzati tuvo a la vista el informe del vicario Jaime Ortiz, ya
conocía los detalles de la sentencia de la magistrado Jessica González
en el juicio a Karadima -con directas alusiones a la responsabilidad de
Juan Esteban Morales- y también conocía el dictamen de El Vaticano que
condenó a Fernando Karadima por abuso “de su ministerio” y abuso sexual
contra un número indeterminado de menores, con la prohibición de ejercer
públicamente sacerdocio. Dos antecedentes que aportaban elementos
contundentes de juicio con respecto a la actuación de Morales en los
delitos perpetrados por Karadima.
El fallo de 84 páginas que emitió la magistrado González en diciembre
de 2011, concluyó que ocurrieron los delitos por abuso sexual en contra
de menores entre los años 1980 al 83 y 1990 al 95, pero no se asignó
responsabilidad penal a Karadima porque estaban prescritos. En ese
dictamen judicial, se incluyen numerosos testimonios de sacerdotes y ex
miembros de la Acción Católica de la Parroquia El Bosque, que apuntan
con precisión a Morales como pieza esencial en el control sicológico, la
manipulación de conciencia y las presiones que ejerció Karadima durante
años sobre los jóvenes de su círculo más íntimo. En algunos casos,
describen que esta fue la vía que utilizó para los abusos sexuales
posteriores, incluyendo menores de edad.
Uno de los testimonios más elocuentes lo aportó el sacerdote Andrés
Ferrada, miembro activo de la Unión Sacerdotal que dirigía Karadima e
integrante de su círculo de confianza. Ferrada declaró que llegó a la
parroquia siendo seminarista para hacer una práctica pastoral entre 1995
y 1996.
En su relato consigna que fue testigo de cómo ejercía la autoridad
espiritual Fernando Karadima y “el grado de violencia moral” que
aplicaba para obtener lo que él quería. En su opinión, el sacerdote
Morales “llegó a ser colaborador estrecho de Karadima en la creación de
este misticismo” y sostuvo que le “es muy difícil creer que no supiera
de los abusos”. Explica que esta suerte de “misticismo” consistía en
aplicar castigos a quienes contrariaban las órdenes o deseos de
Karadima, los que iban desde “perder la relación espiritual con él, lo
que amenazaba la salvación, hasta el aislamiento total de la comunidad”.
Ferrada agrega que generaba conflictos entre quienes se oponían a sus
designios y el resto de la comunidad de El Bosque “mediante ardiles como
intrigas, mentiras y calumnias” para provocar división y acusaciones
cruzadas; que fue testigo de “manipulaciones abiertas” de Karadima
respecto de sus dirigidos y que creó un sistema de abuso de autoridad
que hace creíbles las denuncias en su contra.
Juan Esteban Morales sucedió a Karadima como párroco de los Sagrados
Corazones de El Bosque en 2006 y, con ello, tomó el control de los
dineros y propiedades de la Pía Unión Sacerdotal. Aunque el obispo
Andrés Arteaga era oficialmente su director, quien manejaba las platas
era Morales, según admitió el propio Arteaga en Tribunales. Este factor
tiene relevancia, porque luego se comprobaría que hubo millones de pesos
destinados a comprar el silencio de testigos de los abusos de Karadima,
para evitar que prosperaran las denuncias y que esos fondos fueron
autorizados por Morales durante el periodo en que se desempeñó como
párroco.
Su nombramiento para suceder a Karadima en El Bosque fue decidido por
el entonces arzobispo de Santiago, cardenal Francisco Javier Errázuriz.
Según testimoniaron numerosos miembros de la Unión Sacerdotal en el
proceso eclesiástico y en la investigación judicial ordinaria, en los
hechos eso significó que “nada cambiara” y que Karadima mantuviera el
control a través de Morales.
La huella de Morales no sólo quedó plasmada en las víctimas de las
“encerronas” que se le hacían a los que contradecían la voluntad de
Karadima en El Bosque, como las calificó el sacerdote Andrés Ariztía.
También quedó registrada en la investigación del Arzobispado de Santiago
sobre la filtración que quebrantó el secreto en el juicio por la
nulidad eclesiástica del matrimonio del doctor James Hamilton, uno de
los principales acusadores de Karadima.
El testimonio de Hamilton fue filtrado por el entonces presidente del
Tribunal Eclesiástico, Francisco Walker –miembro de la Unión
Sacerdotal-, a Morales. Allí se detallaban los abusos sexuales de
Karadima. Morales irrumpió en la consulta médica de Hamilton y le pidió
que cambiara su testimonio. La respuesta fue un tajante no. Acto
seguido, Morales intentó con el fiscal de la Clínica Alemana conseguir
información que desacreditara a Hamilton. Esos antecedentes eran
inexistentes. Fue entonces que pidió declarar en el juicio de nulidad
matrimonial, acusando a Hamilton de falsificar recetas médicas y de
numerosos “pecados”. Todo fue inútil. El tribunal desechó las
imputaciones de Morales y declaró nulo el matrimonio de Hamilton
precisamente por haber sido abusado sexual y sicológicamente antes,
durante y después de su matrimonio por su director espiritual, Karadima.
Ese fallo, el que tanto bregó Morales por impedir que se consumara,
se convertiría en el primer reconocimiento oficial de la Iglesia
Católica de los abusos de Karadima.
El sacerdote al que ahora exculpó el arzobispo Ezzati es uno de los
tres integrantes de la Unión Sacerdotal de El Bosque que no dieron la
señal de obediencia que correspondía ante el fallo de El Vaticano que
condenó a Karadima. Morales lo defendió públicamente durante todo el
proceso, llegando incluso a omitir las partes esenciales del dictamen
romano en la misa dominical en la que debía ser leído íntegramente por
instrucción del arzobispo Ezzati.
FUENTE: CIPER CHILE
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