Hace 40 años: La DC y el golpe
Lunes, 25 de Marzo de 2013 06:02
Roberto Ortiz
Necesariamente la
participación de la Democracia Cristiana en la conjura que hace 40 años
llevó al golpe de Estado -y luego su apoyo y colaboración con la
dictadura militar-, sirven para identificar una política cómplice con la
violación de los derechos humanos. Se dirá que fue por poco tiempo,
pero fue el más brutal y sangriento.
Dos
años de apoyo e intentos de colaboración que chocaron con la decisión
de Pinochet y los militares de no devolver el gobierno a los civiles y
realizar una refundación capitalista neoliberal, en la cual no se
consideraba a la DC. Dos años que culminaron en la decisión del régimen
-que no vaciló en reprimir a militantes de la DC-, de censurar y
finalmente clausurar la radio Presidente Balmaceda, encarcelar y
expulsar del país a algunos dirigentes y ex parlamentarios e intentar
asesinar en Italia a Bernardo Leighton y su esposa, Anita Fresno. Ante
las protestas vino la proscripción. Aylwin y Frei se convirtieron en
opositores y años después, el ex presidente fue asesinado, según todo lo
indica, por decisión de los mismos a los que un día saludó como
salvadores de Chile.
La
actuación de la DC, dirigida por Patricio Aylwin profundamente ligado a
Eduardo Frei Montalva, fue determinante para el golpe militar. Aylwin
se convirtió en presidente del partido reemplazando a Renán Fuentealba
con apoyo del freísmo y bajo el lema “no dejar pasar una al gobierno”.
Expresaba la opinión mayoritaria del partido, ganada por la influencia
sediciosa de la derecha golpista. El freismo jugaba al golpe militar
apostando a que una vez derrocado el gobierno constitucional, los
militares le entregarían el mando del país. El anticomunismo y las
maniobras desestabilizadoras del gobierno norteamericano tuvieron sin
duda mucha importancia, y aún no se conocen en detalle. A la corriente
mayoritaria de Frei y Aylwin se oponía una minoría encabezada por
Bernardo Leighton y Renán Fuentealba, que se mantuvo firme y no pudo ser
silenciada.
El
ex senador Renán Fuentealba estimaba que los aparentes intentos de los
últimos meses para buscar una salida a la crisis institucional que
amenazaba a la democracia chilena, habían sido una farsa. La directiva
DC y Patricio Aylwin no tenían ningún interés en evitar el golpe. Así lo
dijo en una carta que envió a Gabriel Valdés a fines del año l973:
“Nunca hubo la intención clara y determinada de hacer un esfuerzo máximo
para buscar una salida democrática. Más bien hubo una farsa de
conversaciones, cuyo éxito no se deseaba realmente. Los hechos
demuestran que hay muchos comprometidos en el ‘pronunciamiento’, el cual
se trata de justificar enviando al extranjero delegaciones”.
LOS PASOS GOLPISTAS
DE LA DC
En 1975, Radomiro Tomic señalaba para la revista Chile-América,
publicada por exiliados chilenos en Roma, que algunos elementos
esenciales en la responsabilidad de la DC en su apoyo al golpe militar y
a la junta de gobierno eran los siguientes: que el 9 de agosto de 1972,
de acuerdo a una petición de Patricio Aylwin, el presidente Allende
había formado un gabinete con participación institucional de militares. A
los pocos días, la DC se desligó del compromiso y empezó a exigir la
renuncia de los uniformados. En segundo lugar el “apoyo frontal” de la
DC a la huelga de los camioneros y otros sectores de claro carácter
“ilegal y absolutamente inmoral a la luz de la moral cristiana”.
Tercero, la declaración de la Cámara de Diputados, controlada por la DC,
“ilegalizando” al gobierno; finalmente, la declaración de la directiva
nacional del PDC del 12 de septiembre de 1973 en apoyo al golpe militar.
Y “el silencio del Congreso Nacional, poder constitucional cuyas dos
ramas estaban bajo el control de la Democracia Cristiana, que se negó a
todo pronunciamiento de solidaridad con el gobierno a raíz de la
tentativa de golpe de Estado del 29 de junio y que aceptó sin protesta
la clausura el 11 de septiembre”.
El
compromiso de la DC con la extrema derecha y la orientación golpista se
acentuó con la frustración del bloque opositor ante el resultado de las
elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973. El 44% de la votación
obtenida por la Unidad Popular cerraba la posibilidad de derribar al
gobierno mediante la declaración de inhabilidad del presidente de la
República. Sólo quedaba el camino del golpe de Estado. Ante esa opción,
la DC se inclinó por la ruptura institucional mediante un alzamiento
militar.
Repasando
responsabilidades, meses después Radomiro Tomic diría: “… la Democracia
Cristiana no puede pedir para sí el papel de Poncio Pilatos en el
desastre institucional. La gravitación de lo que se hace o se deja de
hacer cuando se controla el cuarenta por ciento del Congreso Nacional,
el treinta por ciento del electorado nacional, el treinta y dos por
ciento de los trabajadores organizados en la CUT, el cuarenta por ciento
del campesinado y las organizaciones juveniles chilenas, diarios, radio
y TV, cinco de las ocho universidades del país, la gravitación, digo,
de una fuerza de tal envergadura, tiene efectos decisivos por sus
acciones o por sus omisiones”.
EL “HACHAZO” DECISIVO
Seis
diputados demócratacristianos -José Monares, Baldemar Carrasco, Gustavo
Ramírez, Eduardo Sepúlveda, Lautaro Vergara y Arturo Frei- elaboraron
junto a tres diputados derechistas el proyecto de acuerdo de la Cámara
de Diputados que acusaba al presidente Salvador Allende de estar
violando la Constitución. Los parlamentarios actuaron por instrucciones
de sus partidos. La declaración aprobada fue calificada por el general
Carlos Prats como “un hachazo decisivo, con el que se cercena en dos
partes el tronco de la comunidad nacional”.
En
concreto, Aylwin y Frei en sendos documentos (el ex presidente en la
famosa carta a Mariano Rumor, primer ministro italiano y presidente
mundial de la DC, y en una entrevista al diario español ABC,
titulada “Los militares han salvado a Chile”), defendieron el golpe
militar que sacaría al país del caos y evitaría que cayera bajo una
tiranía comunista. Democratacristianos comisionados por la directiva
integraron delegaciones que viajaron a Estados Unidos, Europa y América
Latina a justificar lo injustificable. A España, Francia y otros países
viajaron el ex ministro de Justicia de Frei, Pedro J. Rodríguez y
Alejandro Silva Bascuñán, académico y presidente del Colegio de
Abogados. El propio Frei viajó a dar explicaciones a Europa y Estados
Unidos.
Todo
esto financiado por la CIA, como reveló Jack Kubisch, integrante del
Comité de los 40. Según él, en octubre del 73 habría autorizado el
financiamiento de un viaje a Europa y América Latina para explicar el
apoyo del PDC al golpe militar. Hasta julio de l974 la CIA entregó
fondos a la DC para financiar su funcionamiento en apoyo de la
dictadura. No era novedad. Desde los años 60 la DC recibía aportes de la
CIA para cerrar el paso al comunismo, y en especial para derrotar las
candidaturas presidenciales de Salvador Allende.
Los
parlamentarios Enrique Krauss, Juan Hamilton y Juan de Dios Carmona
viajaron por América Latina. En noviembre de l973, luego de la condena
por la Asamblea General de Naciones Unidas a la dictadura por sus
violaciones a los derechos humanos, cinco ex ministros, seis ex
senadores y seis diputados DC junto a ex ministros y ex parlamentarios
de derecha, rechazaron el acuerdo de Naciones Unidas, reiteraron su
“confianza en las fuerzas armadas” que harían “honor a su tradición
heroica y a su compromiso con el país”, y atribuyeron a “errores y
excesos” la situación de emergencia que vivía el país. Entre los ex
ministros y parlamentarios DC firmaron Modesto Collados, Carlos
Figueroa, Ramón Valdivieso, Sergio Ossa Pretot, Jorge Lavandero, José
Musalem, Enrique Krauss, Alejandro Noemi y otros.
LOS DC EN LA DICTADURA
La
DC aportó a la dictadura técnicos y especialistas, también políticos.
En sus manos estuvo el Ministerio de Justicia en el primer gabinete de
la dictadura, con el ministro Gonzalo Prieto Gándara y el subsecretario
Max Silva, de larga trayectoria como dirigente universitario. En el
Ministerio de Relaciones Exteriores, conducido férreamente por el
vicealmirante Ismael Huerta, hubo un subsecretario DC, Enrique Carvallo,
y de esa misma filiación fueron los subsecretarios de Economía y del
Trabajo.
La
DC participó con economistas partidarios del neoliberalismo como Juan
Villarzú, que se convirtió en director del Presupuesto, Andrés
Sanfuentes y Alvaro Bardón, que ocuparía cargos importantes en el
aparato económico de la dictadura, descollando Jorge Cauas, que fuera
ministro de Hacienda de Frei Montalva y después en la dictadura,
aplicando la política de shock que abrió camino a los “Chicago
boys” capitaneados por Sergio de Castro. Cauas contó con la asesoría de
otro DC, Carlos Massad, que servía en organismos internacionales.
Dos
personeros destacados de la DC con raíces en la Falange, William Thayer
Arteaga, ex ministro del Trabajo, y Juan de Dios Carmona Peralta, ex
senador y ex ministro de Defensa, renunciaron a la DC y se pusieron al
servicio de la dictadura. Carmona había sido pieza clave en la
conspiración, actuando como nexo con el general Oscar Bonilla, ex edecán
militar de Frei Montalva, así como lo fue el también ex ministro de
Defensa, Sergio Ossa Pretot.
ROBERTO ORTIZ
FUENTE: EL CLARIN CHILE
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