Piñera: el recurso mediático
1.- El Presidente Sebastián Piñera
no tiene una agenda de gobierno precisa, nítida y consistente, si no más
bien puntual, errática, confusa (“la letra chica” se convirtió en un
sello de su administración) y acotada. Como contrapunto, en el primer
trimestre de 2013 comenzó a construir, en una mezcla de espontaneidad,
factores exógenos y diseño, una agenda mediática. Llegó a la conclusión,
con sus asesores comunicacionales y políticos, que su repunte y
atrincheramiento va más por lo que haga mediáticamente que por lo que
haga como estadista; en lo primero tiene opciones, en lo segundo ya
prácticamente ninguna.
2.- En ese camino se resaltó día a día en los
diarios proclives a Piñera, El Mercurio, La Tercera y La Segunda, su
imagen relajada y familiar en sus lugares de vacaciones, montado a
caballo o en helicóptero, rodeado de nietos y jugando “pichangas”
futboleras; se quiso potenciar -con éxito relativo- reuniones de
Gabinete para el diseño del año, mostrando pro/actividad; concentró
piezas comunicacionales para la conmemoración del 27/F, sin dejar de
centrar ataques en Michelle Bachelet, su dolor de cabeza mediático; lo
mismo hizo con ella (en comparsa con ministras y ministros) en el marco
de la celebración del Día Internacional de la Mujer, desatando una
inédita disposición de la derecha a resaltar ese día; aprovechó la
muerte de Hugo Chávez para exaltar un rostro de “estadista” y desplegó
acciones comunicacionales en torno de su viaje al velorio del Mandatario
bolivariano; no dejó de aprovechar otro elemento exógeno y anunció
viaje a Roma para asistir al acto de inicio del pontificado de Francisco
I, el Papa argentino, en una de las más importantes acciones mediáticas
de Piñera; los anuncios del bono de marzo (con una letra chica que dejó
a miles sin adquirirlo) y el sueldo mínimo de 200 mil pesos, fueron la
más clara y proyectiva acción mediática del Mandatario, con efecto
político-electoral, por cierto.
3.- La guinda de la torta piñerista fue la
celebración de su tercer año de gobierno, el 11 de marzo. Lo hizo en los
patios de La Moneda, donde se instaló un graderío para invitados, todos
de la derecha. No fue un acto en una plaza pública, un estadio, una
comuna, sino en la privacidad elocuente de la élite de la derecha. El
efecto mediático fue la copia del estilo de demócratas y republicanos
estadounidenses, con papelitos de colores, serpentinas y challas. Las
fotos de portada de La Tercera y El Mercurio fueron imágenes centradas
en el centenar o algo más de invitados, dando el efecto óptico de
“masividad”; fue un plano cerrado en esa gente sonriente y cualquiera
que no sabía que todo se desarrollaba en un rincón de Palacio, podría
pensar que era un acto en una explanada grande en un espacio público
abierto para miles de personas. El elemento político buscó un punto
mediático a favor de Piñera: llevó -lo había programado la noche
anterior en una cena en su casa- a Andrés Allamand y Laurence Golborne
al patio de La Moneda y los mostró juntos (aunque no pegados),
demostrando que él es el que está logrando que la fuerte pugna de los
dos aspirantes presidenciales de la derecha no lleve sangre al río (o al
menos no más de la que ya tiró Jovino Novoa, Manuel José Ossandón,
Hernán Büchi, Carlos Larrían, etc.).
4.- Sebastián Piñera y sus cercanos en Palacio
tienen cierto optimismo porque en la encuesta CEP de diciembre el
Presidente llegó a un 30% de aprobación, y en Adimark de inicios de año,
a 38% (sin olvidar que esta última empresa tiene lazos directos con el
gobierno piñerista). Estando casi los tres años entre el 24 y el 28 por
ciento, es un signo al menos de respiro, para tomar aire. Con las
acciones mediáticas, más que de gobierno, esperan ascender aun más.
5.- Los medios de derecha dieron cuenta claramente
de este camino mediático de Piñera. Al día siguiente de la acción
electoral en la casona presidencial, La Tercera tituló: “La Moneda
convierte tercer aniversario en inicio de campaña oficialista”. Una nota
de Sebastián Minay en La Segunda planteó que “…el Presidente Piñera
tomó el tema en sus manos e inició una nueva etapa: su última gestión
fue el público lanzamiento de campaña que realizó el lunes (11 de marzo)
en La Moneda. El objetivo: apuntalarlos”; a Allamand y Golborne. El
reportero Tomás Martínez escribió en Pulso que el Presidente “dio luz
verde a la campaña presidencial…La imagen que se vio en La Moneda había
estado desde hace semanas en la cabeza de Sebastián Piñera, de sus
asesores más cercanos y de sus ministros políticos”. Y agregó que la
“perfomance” de Palacio fue considerada “como el punta pie inicial de la
campaña”. El sábado 16 de marzo, en Reportajes de La Tercera, se tituló
una nota de dos páginas con “Piñera da inicio a la carrera
presidencial”, con una gran foto de campaña en que el Mandatario aparece
con los cortos brazos en alto, el rostro lleno de risa, rodeado de
decenas de invitados a La Moneda, en otro intento por mostrar una imagen
de “masividad”. Y la frase concluyente: “La decisión de Piñera fue
terminar con el diseño de prescindencia total” en lo electoral. Respecto
al bono de marzo y los 200 mil pesos de sueldo mínimo, un editorial de
La Segunda fue elocuente: “Los anuncios del bono-marzo y el reajuste del
sueldo mínimo, discutibles técnicamente, han sido hasta ahora de
innegable eficacia política”.
6.- Difícil entonces no situar las acciones
mediáticas de Piñera en el ámbito electoral, dirigidas en dos sentidos:
elevar los porcentajes de aprobación del Presidente en las encuestas de
este año y contribuir al puntaje de los aspirantes presidenciales de la
derecha. Y el anuncio tácito de que habrá intervencionismo electoral con
medidas de su administración y sus propias acciones. Su Ministro del
Interior, Andrés Chadwick (UDI), lo precisó en entrevista con La
Tercera: el gobierno no será neutral en la campaña electoral
presidencial y parlamentaria.
7.- En este contexto, se adelante que el último
mensaje al país, el 21 de mayo, Sebastián Piñera lo convertirá más en un
discurso electoral que un discurso gubernamental.
8.- Así las cosas, todo indica que el gobierno de
derecha no juega porque su gestión sea evaluada por claros logros de
políticas públicas y desarrollo real, por reformas trascendentes, por
una impronta de Estado o un sello de identidad; apuesta más bien por un
éxito mediático y electoral, subiendo en las encuestas y procurando que a
sus candidatos les vaya bien…o no tan mal.
Por Hugo Guzmán R
FUENTE: EL CIUDADANO
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