El modelo económico chileno y los desafíos de Bachelet
La Concertación está desconcertada, al igual que
toda la centroizquierda occidental. No se le conoce proyecto, como
tampoco a los partidos políticos que la integran, ni a los de sus
aliados. Ello, a pesar de haber derrotado con la movilización popular a
la dictadura de Pinochet, gobernado por 20 años y estar en la oposición
en los últimos tres.
El problema es que la Concertación llegó al gobierno junto con el
colapso del comunismo soviético y el terremoto que le siguió. Berlusconi
destruyó a la partidocracia italiana (DC y socialistas) y Chávez a la
venezolana (socialdemócratas y DC). La internacional democristiana se
transformó en la de los demócratas de centro. Y la socialdemocracia fue
seducida por la tercera vía, suma del fundamentalismo del mercado y de
la preparación de la mano de obra para la sociedad del conocimiento con
la expansión de la educación superior, que popularizó Tony Blair.
Ese mundo desembocó en crisis el 2008 y la consiguiente indignación
popular, tal como lo predijo un barón de la industria italiana, de
Benedetti, a principios de los 90. Dividió a sus colegas entre los
vanidosos, pensaron que la gallina pondría más huevos de oro porque el
fin del comunismo debilitaría a los sindicatos, y los inteligentes, que
temieron por la salud de la ponedora.
La ausencia de alternativa al neoliberalismo en Occidente
La falta de programa para enfrentar al mundo de hoy no es
exclusivamente chilena. Incluye a la socialdemocracia, más la
desaparición del socialcristianismo, en Europa. La popularidad del
presidente socialista francés, Hollande, va cuesta abajo. Y los
liberales norteamericanos, su equivalente, ni siquiera se ponen de
acuerdo en prohibir la venta al público de fusiles de asalto.
En ese medio, las palabras del Papa argentino en el domingo de ramos
respecto del lucro son una esperanza: “Mi abuela nos decía, chicos, el
sudario no tiene bolsillos”
Tal vez por ello Ricardo Lagos, en una entrevista en El País,
dijo que estamos ante el final de un modo de hacer política. Por
desgracia el nuevo modelo todavía no nace, e incluso antes de nacer
encuentra resistencia.
Enrique Correa, un representante de lo que Adolfo Zaldívar llamó Mapu-Gute, sostuvo en Icare que la impresión de que los movimientos sociales han reemplazado a la política
es una ilusión. Y un alto dirigente del Partido Socialista dijo que le
preguntaban solo por Bachelet, si sería candidata y cuándo llegaba, y no
por el programa. Al parecer comparte la opinión del Financial Times (2 de octubre de 2012) de que la ex Presidenta es lo más cercano que Chile tiene a una santa viviente.
Esa podría ser la razón de que los políticos de la Concertación y del
PC, pese a su desprestigio, empiecen a abandonar la idea de primarias
abiertas para todas las candidaturas a congresales, es decir, sustituir a
la partidocracia por el querer ciudadano, y recién comiencen a
intercambiar posiciones programáticas, hasta la fecha dos reuniones.
Mientras que los presuntos enviados de la candidata no son personajes
públicos.
Se mencionan, eso sí, una serie de reformas genéricas,
educacional, tributaria, salubridad, asistencia social, del sistema
electoral binominal. Incluso los más audaces exigen una asamblea
constituyente, sin mencionar el texto que proponen.
El desarrollismo extractivista es fatal
Por desgracia, nadie menciona que no es estrategia de desarrollo
vivir cada día más del cobre, como Venezuela lo hace del petróleo, y
como se ha intensificado durante la administración Piñera.
Cierto, a partir del 2008, cuando comenzó la crisis del capitalismo
occidental, nuestra economía creció un 50 %, nos desacoplamos gracias a
la China comunista, pero los términos de intercambio (el valor por
unidad de nuestras exportaciones respecto del de nuestras importaciones)
lo hicieron todavía más, 85 %. Mientras que en el caso de Venezuela la
economía apenas se incrementó a pesar de que esos términos subieron más,
120 %.
Sí, estamos mejor administrados desde el punto de vista económico a
corto plazo, aunque corremos el riesgo de los vaivenes del precio del
cobre, pero no en el de la igualdad. Nuestro coeficiente de Gini es 0,50
y el de Venezuela solo 0,38. Con el agravante de que ya hemos
experimentado que vivir de la exportación de minerales es pan para hoy y
miseria para mañana, salvo para unos pocos afortunados.
En América Latina Claudio Lozano, un diputado de la oposición
izquierdista argentina, calificado como el economista del Papa, niega
serlo, admira las “misiones” de Chávez, que en “salud y educación han
tenido un impacto sensacional” y las transferencias de ingreso con
políticas sociales de los presidentes Lula, Morales y Correa, que
modificaron los problemas de los sectores más postergados.
Sostiene sí que hay un límite en toda la región: no sale de una
perspectiva de desarrollismo extractivista, a costa de la soja, el
cobre, el petróleo y, a lo más, de las maquiladoras. Y no superaremos
esa lógica con políticas sociales activas.
Las multilatinas de Chile, Argentina, Brasil, que invierten en el
resto de la región, agrega Gabriel Palma de la Universidad de Cambridge,
cuando necesitan un avance tecnológico buscan un socio externo para que
se lo suministre. Las marcas propias latinoamericanas, incluso en la
industria automovilística en que somos importantes, brillan por su
ausencia (la excepción son los aviones de Embraer, Brasil). Y la
productividad laboral latinoamericana es la octava parte de la
norteamericana y la cuarta de la asiática.
En vez de avanzar rumbo al cambio productivo con actividades que
ocupen tecnología y mano de obra especializada, retrocedemos hacia una
reprimarización de la economía. Y los sectores modernos
latinoamericanos, también en Chile, se reducen al extractivismo
(incluida la soja transgénica), la banca y empresas de utilidad pública,
actividades que utilizan poca mano de obra.
Asia nos da el ejemplo
El contraste con Asia no puede ser más marcado. En 1960 el PIB per
cápita de Corea del Sur, 690 dólares, era inferior al de todos los
países latinoamericanos, incluso del de Honduras, entonces el más pobre,
901. Hoy es al revés, 32.400 Corea, y el nuestro, el más alto de la
región, 18.400. E incluso el de Japón, en 1960, 2.701 dólares, era
superado por los de Uruguay, 4.401, Venezuela, 3.899, Argentina, 3.381, y
Chile, 3.130. Ahora estamos en la mitad del japonés, que es de 36.200.
La razón es que si bien ambas regiones empezaron con sustitución de
importaciones, proteccionismo y un Estado intervencionista, los
asiáticos siguieron avanzando con flexibilidad, pragmatismo y
continuidad en las políticas gubernamentales, muy propio de quienes se
desarrollaron después, hacia una industria tecnologizada; con apoyos
sectoriales, mientras que América Latina se convirtió al muy neoliberal
consenso de Washington, cuyo principio es un dólar en potato chips es lo
mismo que un dólar en computer chips. En el caso de Chile, de la noche a
la mañana y a punta de bayonetas.
El modelo asiático comienza a ser difundido en el mundo en desarrollo
por los BRICS (Brasil, Rusia, India, China, Suráfrica), que en su
cumbre en Durban, República Sudafricana, en estos días, darán el vamos
al Banco de Desarrollo Brics. The Economist lo llama, horror de horrores, capitalismo de Estado.
Chile un modelo oligopólico
Como dice Palma nos faltó un Estado que disciplinara a la élite
capitalista para que no sólo se beneficiara con la protección, sino que
la usara de manera efectiva para el desarrollo. Y todavía no lo tenemos,
ni siquiera para gobernar una economía que se publicita de mercado,
pero que es oligopólica.
El 3 % de las empresas hace el 87 % de las ventas, como lo denunció
el 2007 el entonces senador Adolfo Zaldívar. Y como lo describe con
detalle un documento de Hernán Boselin y Ramón y Cristián Briones,
“Modelo económico-social y competencia en los mercados: Chile un caso de
oligopolio y asistencialismo”, publicado en El Mostrador el 6 de
enero de 2012. El crédito, por ejemplo —a la inversa de la oferta de
trabajo— va el 85 % a las grandes empresas y el 15 % a las pymes
En el Chile de hoy las exportaciones son un tercio del PIB, y los
productos básicos un 75 % de ellas, la parte más dinámica de la
economía. Por su parte las importaciones se duplicaron entre el 2000 y
el 2007 y de nuevo el 2011, un total de 300 %.
Se expandieron los centros comerciales, un récord en las Américas de
metros por habitante. Explotó el consumismo de productos importados,
incluida la flota automotriz para llegar a esos centros, todo financiado
a crédito y con intereses usurarios.
Por ello la actividad principal de nuestros multimillonarios de la
lista Forbes son la minería, la madera y sus derivados, la pesca, las
megatiendas y supermercados y la banca. Y el rendimiento de nuestra
inversiones en el extranjero es de solo 3 %, mientras que las en sentido
contrario es de 10 %, como lo indicó Ricardo Hausmann.
El modelo chileno fue criticado con dureza por el Arzobispo de
Santiago y la Conferencia Episcopal de la Iglesia Católica en septiembre
del 2012. Muy en especial su sistema de crecimiento muy centrado en el
lucro, un Estado con las manos atadas para la prosecusión del bien
común, asistencialismo social descuidando la justicia y equidad en los
sueldos, y desigualdades escandalosas entre ricos y pobres. Todo lo que
provoca movilizaciones sociales que pueden poner en peligro la
gobernabilidad.
Encontrará Bachelet la Cruz del Sur
Veremos si la popular ex Presidenta puede imponerse a la clase
política. Primero y antes que nada uniendo a la oposición tras primarias
abiertas para todo cargo de congresal. La consigna un Congreso para
Bachelet carece de sentido si la oposición no va unida y con mandato
ciudadano, porque si es así lo más probable es que se repita el empate
virtual en bancas con una alta abstención
El centro de su proyecto debería ser poner fin al neodesarrollismo
extractivista con una estrategia de desarrollo sectorial en lo económico
y al binominalismo en lo político. Aportes estratégicos hay múltiples
para el primero y el último es una aberración incluso aritmética.
Además, una reforma tributaria para, a lo menos, igualar la carga
entre el trabajo y el capital. Chile debe ser el único país que tiene un
impuesto a los salarios que es administrado por el sector financiero
privado para invertirlo en el mercado bursátil tanto chileno como
extranjero.
Si encuentra la luminosidad de la Cruz del Sur nos podría sacar de
esas tinieblas neoliberales. Las luces para sustituir el desarrollismo
extractivista por una estrategia sectorial son múltiples, además de los
aportes locales, como los de Osvaldo Sunkel y Ricardo Ffrench-Davis.
Contamos con análisis críticos de Michael Porter, director del
Instituto de Estrategia y Competividad de la Escuela de Negocios de
Harvard, quien nos ha visitado y criticado de que no tengamos una
estrategia de desarrollo, y pasando por el economista de Papa, con la
Cepal, cuyo informe, “Cambio Estructural para la Igualdad. Una visión
integrada del desarrollo”, 2012, debería ser el libro de cabecera de
nuestros gobernantes.
Si no la encuentra, nuestra gobernabilidad estará en verdadero peligro.
FUENTE:EL MOSTRADOR
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