Beyer, la Concertación y la vigencia del lucro
Recién comienza este año 2013 y los escándalos en
educación ya se acumulan por montones. Corrupción, lucro ilegal y
cierres de liceos, son algunos de los titulares con los que nos hemos
encontrado. Éstos, a su vez, conforman el telón de fondo de la Acusación
Constitucional a la que se enfrenta el Ministro de Educación, Harald
Beyer.
Cuando evaluamos su labor en el MINEDUC, analizamos que son dos los
grandes temas que ha debido enfrentar en Educación Superior y en ambos,
su postura ha sido errática. El primero de ellos, es el lucro. Beyer ha
sido el ministro con la mayor cantidad de denuncias respecto al lucro,
por lo tanto el que ha dispuesto de mejores posibilidades de avanzar
hacia su erradicación. Sin embargo, el lucro se mantiene intacto. A esto
se le suma que el Proyecto de Superintendencia, presentado como la gran
solución al problema, tiene como finalidad el “blanquearlo” al permitir
las operaciones entre sociedades relacionadas. Por eso, no nos es
difícil señalar que hoy Beyer es sinónimo de lucro o a lo menos, su
principal cómplice en la actualidad.
El segundo tema refiere a la Universidad del Mar. En este caso, el
Ministro logró la difícil tarea de dejar a sus estudiantes incluso peor
que lo que estaban en 2012. Producto de una reubicación improvisada y
fracasada, hoy sus estudiantes están con más deudas que antes, y
académicos y funcionarios con sueldos impagos desde hace ya varios
meses. La comunidad exigía que el Estado se hiciera cargo, no que las
soluciones se transformaran en problemas, tal como denunciamos hace
algunas semanas.
Sin embargo, hay otras cosas que queremos dejar en claro. Esta
acusación en ningún caso convierte a la Concertación en una defensora
del derecho a la Educación. No lo decimos solamente por lo realizado en
sus años de gobierno, en los que dieron la espalda a la “Revolución
Pingüina”, en los que se convirtieron en el brazo político de la banca
privada al inventar el CAE y en los que crearon un mecanismo
radicalmente opuesto al fortalecimiento de la educación pública como lo
es el Financiamiento Compartido. Lo decimos también por lo que ha
realizado durante estos años de “oposición”. Por más que firmaron apoyos
irrestrictos a las demandas estudiantiles, a la hora de la verdad, la
mayoría se han quedado al otro lado de la vereda. La aprobación de un
ajuste tributario que subsidia la educación privada, la omisión de sus
diputados para la votación del informe del lucro y la declaración en
contra de las demandas estudiantiles -en pleno mes de Junio del 2011-
por parte de sus ex ministros de educación, nos muestran su verdadera
cara.
Difícilmente algún actor con presencia en el Parlamento, hubiese siquiera pensado una acusación de esta índole hace unos pocos años atrás, cuando para muchos hablar de lucro remitía más bien a imágenes de “viveza” y “espíritu emprendedor”, y aquellos que planteábamos que estábamos en presencia de un delito éramos rápidamente acallados y arrinconados en una objeción puramente “ideológica”. “Si no les gusta el lucro, cuando terminen de estudiar trabajen gratis”, nos decían con prepotencia (y maliciosa ignorancia acerca del concepto de “lucro”) incluso muchos de los que hoy aparecen del lado acusador.
Esa verdadera identidad que se esconde cuando la candidata de la
Concertación, Michelle Bachelet, llama a participar en el “primer
gobierno de una nueva mayoría”, invitando a “construir un nuevo consenso
para avanzar con sentido país, con unidad nacional y con rumbo común” y
así, alcanzar el “desarrollo de manera inclusiva y sustentable”. Basta
con recordar como Edgardo Böeninger, ideólogo de la transición a la
democracia, señalaba en 1985 que había que alcanzar “un gran acuerdo
nacional en torno a una estrategia de desarrollo en democracia que
combine progreso y equidad, y un crecimiento dinámico de la economía con
una distribución más justa” para preguntarnos ¿Qué tiene de distinto
“una nueva mayoría” de la propia Concertación?
¿Van a ser capaces estas mismas personas de cumplir los mismos
objetivos que se propusieron hace 28 años? ¿Cómo podríamos creer que
están contra el lucro si aprobaron la idea de legislar el proyecto de
Superintendencia del gobierno? ¿Cómo podríamos creer que quieren
fortalecer la educación pública si sus propios alcaldes cierran liceos
públicos, como en La Cisterna? ¿Cómo creer que ahora sí tendrán las
agallas para enfrentarse al empresariado de la educación si al día
siguiente de presentar la acusación contra Beyer sus principales
expertos en educación salieron a criticarla, como es el caso de Mariana
Aylwin, Sergio Bitar y José Joaquín Brunner? ¿Cómo suponer que sus
promesas no son solamente palabras al viento cuando sus propios
militantes lucran a vista y paciencia de todo el mundo en las mismas
Universidades que hoy son cuestionadas, como la UPV, la UDLA o la
UNIACC?
Desde nuestra perspectiva, los hechos de las últimas semanas,
reafirman que la agenda del movimiento estudiantil avanza contra viento y
marea, permeando forzosamente en las agendas y los cálculos del
conjunto de los actores políticos, obligándolos a deshacerse en un mar
de oportunismos y contradicciones internas.
Difícilmente algún actor con presencia en el Parlamento, hubiese
siquiera pensado una acusación de esta índole hace unos pocos años
atrás, cuando para muchos hablar de lucro remitía más bien a imágenes de
“viveza” y “espíritu emprendedor”, y aquellos que planteábamos que
estábamos en presencia de un delito éramos rápidamente acallados y
arrinconados en una objeción puramente “ideológica”. “Si no les gusta el
lucro, cuando terminen de estudiar trabajen gratis”, nos decían con
prepotencia (y maliciosa ignorancia acerca del concepto de “lucro”)
incluso muchos de los que hoy aparecen del lado acusador. Hoy ya no
pueden hacerlo con la facilidad y el desparpajo de antes. La sociedad
chilena no se los permite ni se los volverá a permitir.
Cuando la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, sale a “defender” a
Beyer criticando el “asqueroso lucro” amparado en 20 años de
Concertación, y blandiendo entre sus manos un ejemplar del libro “El
negocio de las Universidades en Chile”, de la Premio Nacional de
Periodismo María Olivia Mönckeberg, lo más relevante no es el saber que
en los gobiernos concertacionistas también se lucró. Tampoco lo es el
curioso “olvido” por parte de la ministra del hecho que ni más ni menos
que miembros en ejercicio del actual gabinete, como Joaquín Lavín y
Cristian Larroulet, aparecen mencionados con lujo de detalles en el
libro que Matthei mostraba a las cámaras. Todas esas cosas los chilenos
ya las sabemos de sobra. Lo clave es notar un importante avance en la
batalla de las ideas por parte del movimiento estudiantil. Mientras hace
2 años el gobierno, mediante el GANE, proponía legalizar el lucro, hoy
tilda al lucro de “asqueroso”, reconociendo lo que los estudiantes
decimos hace años: la única forma de avanzar en educación es eliminar el
lucro y promover más y mejor educación pública.
Nuestra pelea no es contra un ministro, es contra un sistema en que
el fin último que inspira a muchas instituciones es el lucro, y que
alrededor suyo se genera una dinámica de negocio que deja como última
prioridad el aporte de conocimiento y profesionales para el país. Y esta
pelea nadie la va a dar por nosotros, menos aún aquellos que han
perpetuado esta mercantilización de los derechos del pueblo chileno.
Nuestra apuesta para este 2013 será hacer del movimiento social por la
educación un actor protagónico, capaz de sacar al pizarrón a todos
aquellos que han lucrado y quienes lo han fomentado y permitido (por
mucho que hoy más de uno se vista con piel de oveja), y que a través de
sus reivindicaciones y sus prácticas siente las bases del Chile distinto
con que soñamos.
Por todas estas cosas, hoy marchamos con los compañeros de la
educación superior privada. Y por todo esto, el 11 de Abril nos veremos
en la calle. Por educación pública, gratuita y de calidad para todos,
seguiremos movilizados este 2013.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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