Piñera versus Allamand: el primer enfrentamiento político de la derecha de cara al 2017
02/10/2013 |
Por Equipo Cambio21
Cuál será la plataforma política de Allamand si Piñera y el piñerismo traen como marraqueta bajo el brazo la insignia de la "nueva derecha"? En teoría, lo de siempre, la derecha liberal. El problema es que esa bandera se percibe obsoleta y gastada y ya tendría otros líderes en su versión 2.0, a saber, Andrés Velasco y Franco Paris. Además, en el gremialismo, como quedó demostrado tras la bajada de Longueira, no lo quieren.
Tal como alegan en Renovación Nacional, mientras la agenda de los derechos humanos y los 40 años del golpe militar sigan en boga en la presente campaña electoral, las ideas de futuro que quiere introducir la abanderada de la Alianza, Evelyn Matthei, seguirán quedando pendientes y sin efecto concreto en la ciudadanía.
En amplios sectores de la derecha culpan de esto al mandatario Sebastián Piñera, quien tendría claras intenciones de volver al ruedo político en el próximo proceso de 2017, por mucho que en una entrevista concedida a El Mercurio el jefe de Estado negó tal posibilidad.
Casi como una plegaria, la directiva de RN pide espacios para que Matthei pueda desplegarse, pero en La Moneda responden una y otra vez que gobernarán hasta el último día ajeno a lo que pase en la contienda entre la ex ministra de la UDI, la carta de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, y los demás siete rivales que copan la papeleta.
En tal sentido, se entiende que los más molestos con la agenda pro derehos humanos estén en el gremialismo; mal que mal los trataron de "cómplices pasivos" de la dictadura (varios de los emblemáticos dirigentes del partido trabajaron y apoyaron el régimen de Augusto Pinochet) y que, por lo tanto, han tenido "debilidad ética" para asumir los errores y lo que se dejó en hacer para evitar los excesos y crímenes ocurridos en Chile desde 1973 a 1990.
Eso de la debilidad corrió por cuenta del ministro de Defensa, Rodrigo Hinzpeter, principal hombre de confianza de Piñera.
Sin embargo, lo más llamativo de esta polémica es que el principal crítico del mandatario es uno de los suyos, Andrés Allamand, candidato a senador por Santiago Poniente y ex presidenciable de RN que cayó en la primaria oficialista ante Pablo Longueira, que se retiró por depresión de la carrera por la banda tricolor.
Allamand sostiene, al igual que el influyente diputado de la UDI Ernesto Silva, que un mal resultado de Matthei el próximo 17 de noviembre, léase menos del 30% (escenario más que probable) o, peor aún, no llegar a la segunda vuelta (la principal amenaza la encarna el independiente Franco Parisi), sería un indicador de mala evaluación para la gestión de Piñera, lo que sería un cortapisa para el futuro si de verdad ansía repostular a la Primera Magistratura.
El propio ex titular de Defensa cuestionó -al monento de entregarle su apoyo a Matthei- que el Ejecutivo priorizara a la militancia de la UDI y descartara a RN en los principales puestos de gobierno, lo que fue aplaudido por los consejeros de la colectividad.
No hay dudas, Allamand es un peso pesado en el sector y de ganar el gallito senatorial ante Pablo Zalaquett (UDI) en la capital, no sólo retomará poder interno para transformarse en el relevo natural de Carlos Larraín en la testera de RN, sino que, además, pasará a ser la primera figura presidencial de la derecha a contar de marzo de 2014. El otro sería Manuel José Ossandón, vicepresidente de RN, si supera al ex presidenciable Laurence Golborne (apoyado por la UDI) en Santiago Oriente.
¿Cuál será la plataforma política de Allamand si Piñera y el piñerismo traen como marraqueta bajo el brazo la insignia de la "nueva derecha"? En teoría, lo de siempre, la derecha liberal. El problema es que esa bandera se percibe obsoleta y gastada y ya tendría otros líderes en su versión 2.0, a saber, Andrés Velasco y Franco Parisi. Por otro lado, Ossandón cruza hacia un tipo de electorado más transversal y popular, es decir, la "pellizca la uva" a la UDI y a los grupos medios que históricamente han apoyado a la DC. Además, en el gremialismo, como quedó demostrado tras la bajada de Longueira, no lo quieren.
Hoy Allamand le habla a la derecha más dura cuando rechaza el cierra del penal Cordillera y critica a Piñera, pero, al mismo tiempo, al mostrarse alejado del gobierno se resta de esa ciudadanía que respalda a la derecha sin subdivisiones que hace 25 años votó por el Sí y por Hernán Büchi en 1989 y que en democracia se sumó a Arturo Alessandri, Joaquín Lavín, el propio Sebastián Piñera y en menor medida a Evelyn Matthei.
Si lo que quiere Allamand es fundar una nueva derecha distinta a la de Piñera, habría que descubrir cuál sería ésta. De lo contrario, sólo estaríamos en presencia de un fenómeno que paulatinamente se instala en estos lares: el del personalismo. Acá tendríamos a "allamandistas", "piñeristas" y "ossandonistas" peleándose el lugar que durante tantos años dominó el "larrainismo" de RN frente a "liberales", "conservadores" y "duros".
Con los "coroneles" de la UDI en franca decadencia y un sector que se atrevió a pedir "perdón" (el del senador Hernán Larraín), en calle Suecia también tienen pito que tocar ante una determinación que es clave para su porvenir: mantener la cerrada defensa del pasado pinochetista o asumir con madurez institucional -y pragmatismo si se quiere- los errores y no quedarse abajo del tren de la nueva derecha. El reloj y el calendario siguen avanzando.
FUENTE: CAMBIO 21
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