Los nuevos pasos del FPMR: A treinta años de su fundación, busca insertarse en la política
18/10/2013 |
Por Claudio Pereda Madrid
Líderes históricos del movimiento proponen abandono definitivo de las armas para formar parte del cuadro político en el país.
14 de diciembre de 1983. Un apagón total deja a ciegas la zona central del país. En La Moneda la incertidumbre es total. En medio de la paradoja, desde la completa oscuridad que originan unas bombas situadas en varias torres de transmisión energética, surge a la luz una reacción armada que se fragüó al interior del Partido Comunista, pero que en el corto tiempo adquiriría vida propia: el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.
A treinta años de su aparición, vive momentos complicados, pero no terminales. Están dispersos en diferentes grupos que tratan de mantener el nombre y las ideas en acción. Hay un sector que mantiene un sitio web (www.fpmr.cl) y administra redes sociales, pero no responde a la prensa.
Y hay otro grupo de ex dirigentes, rostros históricos que marcaron la vida del movimiento, que propone una reunificación fructífera y concreta. Buscan que el próximo aniversario del frente no pase como una fecha más y sea el comienzo de una reinserción política definitiva. La misma que no pudo concretarse el año 1991, cuando se produjo el asesinato de Jaime Guzmán.
El análisis que hacen los antiguos dirigentes es que el proceso de movilizaciones sociales implica un nexo histórico de rebeldía, que obliga a hacer presente en el terreno político de hoy lo que consideran "patrimonio" del rodriguismo.
Si bien la mítica Canción del No hacía referencia en una de sus estrofas a "vencer a la violencia con las armas de la paz", lo cierto es que parece profundizarse la certeza de que no sólo "una rayita y un lápiz" bastaron para terminar con la dictadura.
La pérdida de rumbo
La muerte de Jaime Guzmán fue un claro reflejo de la debacle que vivía el Frente a comienzos de los 90. Mientras algunos le siguen llamando ajusticiamiento, otros le dicen asesinato. Corría poco más de un año del gobierno de Aylwin y en el movimiento las diferencias eran insalvables.
El hecho sirvió, además, para que se pusiera en marcha una efectiva campaña oficial de desprestigio hacia los movimientos armados en general y hacia el FPMR en particular. Surge la acción mítica de La Oficina, que para los históricos militantes del frente constituye "la nube más oscura" en la lucha contra los movimientos armados.
El plebiscito de 1988 y sus contundentes resultados, la amplia participación de la ciudadanía y el hecho de que haya sido aceptado por la dictadura, pusieron en jaque al movimiento. Un sector considera que se teje una salida pactada "por el imperialismo, la derecha y los partidos de centro izquierda", en la que si bien termina la dictadura, se legitima el modelo económico.
Otro sector, en cambio, apuesta por la introducción del frente en la lucha política, tomando en cuenta que la gente había votado por ese camino.
Uno de los que creía en la continuación de la vía armada era el jefe del FPMR, Raúl Pellegrin (Comandante José Miguel), quien -a sólo semanas del plebiscito- encabeza una ofensiva guerrillera en poblados del país, siendo el primero el ataque al retén de Los Queñes (VII Región), en donde muere un carabinero. La acción origina una operación de la policía uniformada que da con Pellegrin y su pareja (Cecilia Magni, Comandante Tamara), apareciendo ambos muertos en el rio Tinguiririca el 31 de octubre de 1988.
Todo ese cuadro condimenta un evidente caos interno. Viene el atentado al ex comandante en jefe de la Fach, Gustavo Leigh, ex integrante de la Junta Militar e instigador del golpe, el autor de la frase "extirpar el cáncer marxista"; una bomba en un bate de béisbol en el Estadio Nacional y otras bombas en restaurantes con marines estadounidenses.
El frente pierde el rumbo, grupos más extremos intentan tirar el mantel de la discusión y el jefe del movimiento Galvarino Apablaza (comandante Salvador) queda en medio de la lucha intestina sin saber resolverla. Hasta que el crimen del senador de la UDI profundiza su absoluto aislamiento.
El comandante Eduardo
Enrique Villanueva Molina es hoy un especialista en calidad y educación virtual. Hasta fines de los 80, sin embargo, llegó a ser el cuarto hombre en importancia en el frente, conocido como el comandante Eduardo. Hoy es el único procesado en el crimen de Jaime Guzmán, en el que fue inculpado desde Brasil por el ex militante del FPMR Mauricio Hernández Norambuena (comandante Ramiro, quien cumple pena por secuestro).
Villanueva niega las acusaciones. Explica que él se retira de la organización en 1989, cansado de las luchas intestinas. También asume la responsabilidad en una acción fallida en la que muere Roberto Nordenflycht, hijastro de Volodia Teitelboim, entonces máximo dirigente del PC.
"La acción del frente fue un aporte al fin de la dictadura. No fue la única forma, pero ayudó a terminar con el miedo en las personas y creemos que el surgimiento de las protestas tienen mucho que ver con nuestra acción en las poblaciones", comenta Villanueva a Cambio21.
Dice que la forma en que los medios presentaron los hechos del golpe a propósito de los cuarenta años ("que me sorprendió", reconoce), tiene mucho que ver con una suerte de "reivindicación" de la tarea efectuada por el frente en dictadura. "El fin de la tiranía no fue sólo con un papel y un lápiz. La crudeza y premeditación con la que se registra el golpe hace que las nuevas generaciones se pregunten cómo y qué se hizo frente a eso. Y ahí aparece nuestra labor", dice el otrora comandante Eduardo.
A comienzos de los 90, Villanueva se convence de que la organización debe terminar con las acciones armadas. Y opta por sumarse al juego político, profundizando los nexos que se establecieron a nivel de base en los años duros. Sin embargo, la discusión interna no se dilucida por la vía de los argumentos. Se traza una línea cruda y sangrienta con la muerte del Guzmán.
"Esa es la clave para que nos separen del espacio político. Si muchos en los partidos no querían que nuestra experiencia a nivel popular se traspasara a la lucha por los votos, lo ocurrido tras esa acción solitaria de un grupo de frentistas termina por cerrar nuestra inserción", dice.
Villanueva precisa también a este medio que "habiendo sufrido en carne propia con la obra de Jaime Guzmán, siempre he sido de los que piensan que su asesinato fue una aberración".
Explica que el hecho demostró incapacidad para asumir el momento político que se vivía, no reconociendo las decisiones del pueblo y de la democracia. "Debimos haber dado la lucha por haber convencido a la gente y encaminarla con los votos hacia nuestras propuestas. Perdimos credibilidad y se incrementó nuestro aislamiento. ¿A quien convino más todo eso? Sin duda que a la derecha. No a nosotros", acota.
Para el actual especialista en temas de educación virtual "la juventud reconoce hoy la tarea del FPMR, siguiendo su ejemplo de rebeldía ya no con las armas, sino que con las ideas. Hay una continuidad muy clara en eso. Retomando el espíritu de rebelión, han apuntado hacia el corazón del sistema".
Dice que una de las cosas buenas que implicaría la reinserción política del Frente "es que a Chile le hace falta la izquierda. Actualmente se ha administrado un pacto de centro. Se requiere de esa izquierda que se nutre de la rebeldía de los jóvenes", resume.
Y subraya: "El arte demoníaco de Jaime Guzmán radica en la elaboración de un paquete institucional muy complejo de desamarrar y que requiere mucha voluntad y compromiso político por parte de quienes estén en el poder. Es un proceso de largo plazo, pero pienso que ya comenzó".
La aspiración de Vasili
Vasili Carrillo hoy es un destacado concejal de la comuna de Lota, con un amplio bagaje en la participación local. Es, sin duda, quien encabeza el proceso de reunificación y reinserción del frente en la arena política.
Según plantea, la crisis institucional del país es un elemento nuevo en las últimas décadas y ello se debe -a su juicio- a los movimientos sociales "que se han empoderado en los últimos años". Para Carrillo, acusado por el fiscal Torres de participar en el atentado a Pinochet y en la internación de armas en Carrizal Bajo, "Chile vive el comienzo de un proceso de cambios muy profundos, que en menos de una década originará una importante variación en las fuerzas políticas y sociales".
A partir de esa convicción se dedica a repotenciar el "rogriguismo" como un patrimonio histórico de lucha social y de nexo con las bases sociales. "El marco de nuestro trigésimo aniversario no puede pasar como una fecha más y tiene que significar el inicio de nuestra inserción en el mundo político. No es casual que desde la primera proclama del frente temas como la Asamblea Constituyente o la renacionalización de las riquezas naturales estuvieran presentes", subraya a Cambio21.
El actual concejal se ríe cuando se le recuerda el planteamiento de algunos personeros políticos que señalan que ellos debieran estar presos como los ex uniformados de Punta Peuco, por formar parte del conflicto. "Cómo es posible que pongan en un mismo rango la acción de agentes del Estado en el uso de herramientas delictuales y el legítimo derecho de un pueblo a la rebelión armada. Es como si en Nüremberg hubiesen sentado en el mismo sillón de acusados a los jerarcas nazis y a aquellos franceses o ingleses que participaron a la resistencia fascista", dice Carrillo.
Vasili también estuvo en contra del asesinato de Guzmán. Desde comienzos de los 90 es de los que creen que deberían haber puesto el patrimonio rodriguista a disposición de un aporte político, insertándose en la lucha social, política e ideológica.
"Ese hecho no debió haber ocurrido. Más allá de dañar las bases estructurales de la derecha, produjo una crisis profunda y dispersión mayor al interior de nuestra propia organización. Obstaculizó y paralizó una discusión política al interior del movimiento y nos obligó a no tener el rol político que deberíamos haber tenido. No tuvimos la capacidad de ponernos de acuerdo. La responsabilidad es de todos. Por eso hay que retomar el camino", dice.
Y aunque reconozca que aún hay muchos rodriguistas para quienes no tiene sentido enfrentar políticamente a los partidos que sustentan el modelo, "estoy impulsando un proceso de conversación, discusión y análisis que permita que acordemos la participación de nuestro ideario en el nuevo proceso social que se está abriendo".
Organiza para diciembre un seminario amplio para celebrar los treinta años del FPMR en el que -comenta- "discutiremos la forma en que nuestro patrimonio de lucha se conecta hoy con las nuevas aspiraciones del pueblo, por lo que se requiere de nuestro movimiento como un protagonista político, ideológico y orgánico".
FUENTE: CAMBIO 21
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