Investigación detalla funcionamiento y rutinas represivas del cuartel y la DINA:
Gabriel Salazar relata la historia de Villa Grimaldi
En el libro "Villa Grimaldi (Cuartel Terranova). Historia, testimonio, reflexión" –lanzado hace pocos días por Editorial LOM– el historiador, y ex prisionero político del lugar, entrega detalles exhaustivos del más grande centro de detención, tortura y exterminio de la dictadura. Este es un extracto del libro.
Se observa que las dramáticas sesiones de tortura que estallaban día y noche en el cuartel, donde se llegaba al límite y aún más allá de la resistencia humana al dolor y la muerte, daban paso luego a un cansino ejercicio burocrático de analistas, secretarias, estafetas, y a idas y venidas de personal subalterno, llevando y trayendo formularios rellenos escolarmente con frases estereotipadas, que terminaban depositados en un oscuro archivo del cuartel general.
Se observa que las dramáticas sesiones de tortura que estallaban día y noche en el cuartel, donde se llegaba al límite y aún más allá de la resistencia humana al dolor y la muerte, daban paso luego a un cansino ejercicio burocrático de analistas, secretarias, estafetas, y a idas y venidas de personal subalterno, llevando y trayendo formularios rellenos escolarmente con frases estereotipadas, que terminaban depositados en un oscuro archivo del cuartel general. Luego de inspirar, por cierto, nuevas órdenes para nuevas detenciones, nuevos tormentos y nuevos papeleos. Ni el desesperado griterío de la tortura ni el espeso silencio de los asesinatos detenían la gimnasia burocrática de la “inteligencia” militar; al contrario: la nutrían y agilizaban, casi con las convicciones de una “profesión” respetable. Y todo eso en función de reducir personas vivas (marxistas) a una condición de muerte, para obtener de allí la posibilidad de llegar a otras personas vivas (otros marxistas), y así repetir el mismo ejercicio. Se comprende que en esta vorágine militar, de ataque continuo a personas vivas, no había lugar para pensar qué procesos históricos profundos estaban en juego (muriendo o naciendo), ni qué ideas podrían, eventualmente, subordinar esa vorágine a una racionalidad social de contenido valórico superior. Por eso, la “información” militar nunca fue “conocimiento” verdadero. Sólo fue pretexto de mandato. O algo menos.
Por eso, los jefes y el personal arriba citados nadaron sin sentido trascendente en un mar caótico, donde sus ‘medios’ pesados pulverizaban sin cesar sus ‘fines’ livianos. Un mar de asesinatos sin sentido. Y un tsunami de culpas por purgar.
En cuarto lugar, Villa Grimaldi se constituyó en el cuartel donde la DINA, a diferencia, por ejemplo, de la AGA (Academia de Guerra Aérea), representó, a título de “solista”, las especificidades de sus métodos de tortura. Por ejemplo, a diferencia del AGA (donde el interrogatorio y la tortura eran dispensadas sólo por el oficial destinado a cada uno de los detenidos), los agentes de la DINA en Villa Grimaldi intervenían todos personalmente (excepto Krassnoff, que sólo daba las órdenes) en el maltrato a los detenidos. Asimismo, por ser de los cuarteles secretos el único donde en su interior podían circular vehículos motorizados, se usó como método de tortura pasar camionetas por sobre las piernas de los detenidos. O desollar personas con líquidos hirvientes. O asesinar jóvenes agonizantes a cadenazos. Incluso, en 1978 –cuando ya la DINA había sido disuelta– el Cuartel Terranova fue un lugar ocasional para operaciones de exterminio[2]. En este cuartel, por tanto, los militares chilenos se superaron a sí mismos.”
[1]“Declaración de Luz Arce”, como Nota Nº 23. También en Marcia Merino Vega: Mi verdad. Más allá del honor, yo acuso (Santiago, 1993. Impreso en ATG. SA), pp. 82 et seq.
[2] “Declaración de Luz Arce”, Expediente Villa Grimaldi. Rol 2182-98, tomo VI a. Episodio Carlos Gustavo Gutiérrez.
FUENTE: EL MOSTRADOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario