viernes, 18 de octubre de 2013

Investigación detalla funcionamiento y rutinas represivas del cuartel y la DINA:

Gabriel Salazar relata la historia de Villa Grimaldi

En el libro "Villa Grimaldi (Cuartel Terranova). Historia, testimonio, reflexión" –lanzado hace pocos días por Editorial LOM– el historiador, y ex prisionero político del lugar, entrega detalles exhaustivos del más grande centro de detención, tortura y exterminio de la dictadura. Este es un extracto del libro.
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Villa Grimaldi
(…) al cuartel Terranova fue destinado lo más granado del personal de la DINA y los oficiales que, con posterioridad, alcanzaron la más triste celebridad (la mayoría de ellos se había fogueado, sin embargo, en los cuartes Yucatán y Ollagüe). Sólo los generales Arellano Stark, Pinochet Ugarte y Contreras Sepúlveda, que cumplían labores de mando ‘supremo’, no tuvieron relación profesional doméstica con este cuartel. Entre los más notorios cabe citar a Pedro Espinoza Bravo, Marcelo Moren Brito, Raúl Iturriaga Neumann, Rolf Wenderoth (‘Gonzalo’), Miguel Krassnoff, Ciro Torré, Ricardo Lawrence, Gerardo Godoy García, Fernando Laureani, Manuel Carevic, Gerardo Urrich, Osvaldo Romo, Basclay Zapata (el “Troglo”), Tulio Pereira, Francisco Ferrer Lima, Ingrid Felicitas Olderock, Germán Barriga, Osvaldo Pincetti, un grupo de colaboradoras, y otros agentes de menor renombre. En términos generales, el funcionamiento de este personal (y de los no nombrados), descrito en términos burocráticos, era el siguiente:
“El informe diario de detenidos se realizaba de lunes a viernes, y el documento del día lunes incluía a los detenidos del fin de semana. Su contenido se basaba en la información que proporcionaba cada grupo a las brigadas Caupolicán y Purén. El resumen de cada uno de estos informes lo realizaba Rolf Wenderoth, o su segundo hombre, Eugenio Fieldhouse, y era escrito a máquina por un suboficial de carabineros de apellido Barra. Allí se consignaba el nombre del detenido, su nombre político, si era militante, su filiación política, puesto que ocupaba en la organización, fecha y grupo que se responsabilizaba de su detención, cargo que se le formulaba, número de su cédula de identidad y un casillero con el rubro ‘observaciones’. Los estafetas llevaban informes desde Terranova al cuartel general, y traían de vuelta información remitida… El 1 de abril de 1976 inició sus funciones la Central de Operaciones que organizó Pedro Espinoza, con un turno de noche, a cargo de oficial de turno, y analistas. Al grupo de analistas se incorporó personal civil, profesionales con categoría de oficial, una secretaria dactilógrafa y un conductor… El grupo de analistas estaba formado por 33 personas… María Alicia Uribe, de nombre político ‘Carola’ en el MIR, también detenida y posteriormente funcionaria de la DINA con alias ‘Gloria’, fue designada secretaria del director Pedro Espinoza… Desde el 7 de mayo al 23 de diciembre de 1975 trabajé en el cuartel Terranova como secretaria de Rolf Wenderoth, jefe de la plana mayor. El 1 de marzo de 1976 me trasladaron al cuartel general de calle Belgrado Nº 11 como analista del Departamento de Inteligencia Interior”[1].
Se observa que las dramáticas sesiones de tortura que estallaban día y noche en el cuartel, donde se llegaba al límite y aún más allá de la resistencia humana al dolor y la muerte, daban paso luego a un cansino ejercicio burocrático de analistas, secretarias, estafetas, y a idas y venidas de personal subalterno, llevando y trayendo formularios rellenos escolarmente con frases estereotipadas, que terminaban depositados en un oscuro archivo del cuartel general.
Se observa que las dramáticas sesiones de tortura que estallaban día y noche en el cuartel, donde se llegaba al límite y aún más allá de la resistencia humana al dolor y la muerte, daban paso luego a un cansino ejercicio burocrático  de analistas, secretarias, estafetas, y a idas y venidas de personal subalterno, llevando y trayendo formularios rellenos escolarmente con frases estereotipadas, que terminaban depositados en un oscuro archivo del cuartel general. Luego de inspirar, por cierto, nuevas órdenes para nuevas detenciones, nuevos tormentos y nuevos papeleos. Ni el desesperado griterío de la tortura ni el espeso silencio de los asesinatos detenían la gimnasia burocrática de la “inteligencia” militar; al contrario: la nutrían y agilizaban, casi con las convicciones de una “profesión” respetable. Y todo eso en función de reducir personas vivas (marxistas) a una condición de muerte, para obtener de allí la posibilidad de llegar a otras personas vivas (otros marxistas), y así repetir el mismo ejercicio. Se comprende que en esta vorágine militar, de ataque continuo a personas vivas, no había lugar para pensar qué procesos históricos profundos  estaban en juego (muriendo o naciendo), ni qué ideas podrían, eventualmente, subordinar esa vorágine a una racionalidad social de contenido valórico superior. Por eso, la “información” militar nunca fue “conocimiento” verdadero. Sólo fue pretexto de mandato. O algo menos.
Por eso, los jefes y el personal arriba citados nadaron sin sentido trascendente en un mar caótico, donde sus ‘medios’ pesados pulverizaban sin cesar sus ‘fines’ livianos. Un mar de asesinatos sin sentido. Y un tsunami de culpas por purgar.
En cuarto lugar, Villa Grimaldi se constituyó en el cuartel donde la DINA, a diferencia, por ejemplo, de la AGA (Academia de Guerra Aérea), representó, a título de “solista”, las especificidades de sus métodos de tortura. Por ejemplo, a diferencia del AGA (donde el interrogatorio y la tortura eran dispensadas sólo por el oficial destinado a cada uno de los detenidos), los agentes de la DINA en Villa Grimaldi intervenían todos personalmente (excepto Krassnoff, que sólo daba las órdenes) en el maltrato a los detenidos. Asimismo, por ser de los cuarteles secretos el único donde en su interior podían circular vehículos motorizados, se usó como método de tortura pasar camionetas por sobre las piernas de los detenidos. O desollar personas con líquidos hirvientes. O asesinar jóvenes agonizantes a cadenazos. Incluso, en 1978 –cuando ya la DINA había sido disuelta– el Cuartel Terranova fue un lugar ocasional para operaciones de exterminio[2]. En este cuartel, por tanto, los militares chilenos se superaron a sí mismos.”
 
[1]“Declaración de Luz Arce”, como Nota Nº 23. También en Marcia Merino Vega: Mi verdad. Más allá del honor, yo acuso (Santiago, 1993. Impreso en ATG. SA), pp. 82 et seq.
[2] “Declaración de Luz Arce”, Expediente Villa Grimaldi. Rol 2182-98, tomo VI a. Episodio Carlos Gustavo Gutiérrez.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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