martes, 11 de febrero de 2014

Organizaciones sociales preparan cuarta conmemoración del 27f             
Este mes se cumplen 4 años del terremoto y posterior tsunami que azotó la zona centro sur de Chile, la madrugada del 27 de Febrero de 2010. Fue a las 3:34 a.m. de aquel sábado, en que la zona central fue sacudida por un terremoto de 8,8 grados en la escala de Richter, seguido de una serie de maremotos que asolaron las costas. Se trató del quinto mayor terremoto registrado en la historia de la humanidad. En poco más de 3 minutos, 524 personas perdieron la vida. Otras 25 permanecen aún desaparecidas. Unas 360.000 viviendas quedaron derrumbadas o severamente dañadas, dejando un saldo de casi dos millones de damnificados. Un tercio de los hospitales y centenares de consultorios, puentes, puertos, aeropuertos y edificios públicos resultaron inutilizables. Y 1.250.000 niños y jóvenes, uno de cada tres, quedaron impedidos de iniciar su año escolar porque sus escuelas habían sufrido daños graves. En la región aún quedan vestigios de ese momento que a ratos parece lejano, pero que ocurrió solo hace 4 años. La ciudad de Concepción sufrió graves daños en las viviendas, edificios e infraestructura. Pese a que gran parte de la población estaba en sus hogares cuando comenzó el sismo, a esa hora había gran cantidad de gente en el Barrio Estación, principal centro de entretenimiento nocturno en la ciudad. Muchas personas de Concepción y Talcahuano se trasladaron de inmediato a las zonas más altas para huir del tsunami que azotó las costas penquistas. En el puerto de Talcahuano, el impacto del mar arrastró navíos hacia el centro de la ciudad, cubriendo de agua, barro y escombros sus calles. La base naval y los astilleros de ASMAR sufrieron importantes daños, al igual que la infraestructura portuaria y los contenedores quedaron chocando con los edificios de calle Blanco Encalada. Esa noche junto a los derrumbes se registraron diversos incendios, como el que arrasó con la Facultad de Ciencias Químicas de la Universidad de Concepción y otro que afectó una sección de la Cárcel El Manzano. San Pedro de la Paz quedó incomunicada producto de la destrucción de las principales arterias viales de acceso, especialmente de los puentes que cruzan el río Biobío: al desprendimiento de la brecha norte del Puente Llacolén y a daños estructurales en el Puente Juan Pablo II, se sumó la destrucción completa del Puente Viejo, que cayó cual figura de dominó. También destaca dentro de las estructuras afectadas, el desplome del edificio de departamentos Alto Río de la inmobiliaria Rio Huequén y la constructora Socovil, que se convirtió en uno de los símbolos de la catástrofe. Ubicado en la avenida Los Carrera, en el acceso al Puente Llacolén, había sido inaugurado tan solo unos meses antes del evento telúrico. El edificio de quince pisos colapsó volteándose horizontalmente, dejando ocho personas muertas y otras 78 con lesiones. La costa al norte de Concepción fue particularmente devastada. Dichato prácticamente desapareció, siendo el 80% de sus viviendas arrastradas por el tsunami. Gran parte de Cobquecura quedó destruida por el movimiento sísmico, incluyendo un 95% de su casco histórico y su iglesia de más de 180 años de antigüedad. Hacia el sur, la situación fue devastadora en Coronel, Lota y varias localidades de la provincia de Arauco. El sector céntrico de Coronel sufrió graves daños, al igual que en parte del Parque Isidora Cousiño de Lota y el acceso del Museo del Carbón en el Chiflón del Diablo, aunque sus galerías subterráneas no sufrieron daños considerables. La localidad de Tirúa, una de las más pobres del país, quedó totalmente destruida: al igual que todas las edificaciones ubicadas hasta cuatro cuadras de la línea costera, el edificio municipal desapareció, y algunas viviendas fueron arrastradas cerca de un kilómetro por las olas que siguieron el curso del río local. En Chillán, al igual que en gran parte de la provincia del Ñuble, las casas de adobe fueron las más damnificadas por el terremoto, muchas de ellas quedaron inhabitables. La cárcel de Chillán se derrumbó y los reclusos aprovecharon la situación para huir. En los incidentes, lograron fugarse 269 presos, 4 murieron y un gendarme quedó herido. En prácticamente toda la región, los servicios básicos estuvieron cortados por más de cinco días y en algunos sectores por semanas. En Talcahuano, el agua potable volvió con normalidad y a todos sus habitantes casi a fines de marzo de 2010.
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El terremoto social
Durante la semana siguiente, la zona afectada por el terremoto debió soportar réplicas permanentes de hasta 6,6 grados. Los días posteriores al terremoto, conocimos la peor cara de la naturaleza y la humanidad. La locura por abastecerse de agua, alimentos, pilas y cualquier cosa que pudiera servir desesperó a las personas en una búsqueda incesante e irracional. Las turbas de personas saqueando supermercados, tiendas, molinos fue un espectáculo que tardará en desaparecer del inconsciente colectivo. La gente angustiada ante “inminentes” saqueos a sus casas, empezó a organizarse en los vecindarios creando en algunos sectores grupos armados para proteger sus casas y familias de las “turbas”, pasando toda la noche despiertos en la calle, donde encendían barricadas para calentarse e impedir que gente extraña entrara en sus hogares, en medio de la sicosis colectiva que se vivía. Producto de lo anterior el gobierno declaró “estado de catástrofe” y los militares salieron a las calles a tomar el control de varias ciudades y pueblos, imponiendo el “toque de queda”, una restricción de circulación de personas de acuerdo a franjas horarias. Recién 4 días después, cuando el 80% de los locales comerciales de la zona habían sido saqueados, con la llegada y entrega de agua, comida y energía eléctrica a las ciudades, poco a poco la situación se fue normalizando.

Invitación a organizar la cuarta conmemoración
En las tres anteriores conmemoraciones de la catástrofe, el gobierno ha visitado los campamentos de las zonas afectadas. Sin embargo en la región, meses después del 27F comenzó a funcionar la denominada Red Construyamos, conformada por personas y dirigentes sociales preocupadas por el procesos de reconstrucción que se veía lento, con deficiencias y con intervenciones sospechosas de empresas inmobiliarias. Eduardo Ampuero, vocero de la Red Construyamos, señaló que están organizando una nueva conmemoración, “hemos concordado organizar y convocar a una nueva jornada con motivo del 27F. Sin embargo, concordamos en que esta vez no se debe limitar a evaluar el estado de la llamada “reconstrucción”, sino que será la fecha en que pondremos de manifiesto la intervención de los intereses inmobiliarios y de las grandes empresas privadas en las políticas públicas sobre el desarrollo urbano, en cuanto a espacios públicos, vivienda y redes viales”. “El 27F Chile conmemora un gran terremoto, pero -para ser justos y verdaderos- conmemora también unas circunstancias en las que la especulación inmobiliaria y la corrupción han alcanzado una de las expresiones más crudas de nuestra época. Está en nosotros y nosotras que la tierra no sea un feudo de unos pocos”, sostienen los vecinos de Aurora de Chile y la Junta vecinal Villa Futuro, dos sectores que han significado un gran dolor de cabeza para las autoridades, pues han opuesto tenaz resistencia a las erradicaciones de sus sectores. Los organizadores de la cuarta conmemoración, han decidido convocar a amplios sectores sociales bajo la consigna “La tierra es nuestra, no del que tenga más”. Durante este mes se reunirán en la sede vecinal de la población Aurora de Chile, y ya calendarizan un cartilleo previo al 27F. Por su parte las autoridades se concentrarán ese día en el polémico monumento de avenida costanera frente al río Bío Bío.
 
FUENTE: LA VOZ DEL BIOBIO

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