Crisis de identidad de la derecha: entre la Biblia y las 50 sombras de Grey
¿Qué es ser hoy día de centroderecha? Después de cuatro años de gobierno, en realidad nadie lo sabe.
Quedarnos en la encrucijada de liberales y conservadores, es una muestra de comodidad y flojera. Son identidades que tienen su pequeño nicho y por tanto resultan cómodas para quien las invoque. Sin embargo, nuestro verdadero desafío como sector político es superar esas identidades primarias de los años 30 y lograr una nueva síntesis, que nazca no de la comodidad o la pelea fácil de quedarse con el “el tercio”, sino que sea fruto de la convicción de qué es lo mejor para la sociedad que queremos construir a futuro.
A su vez, el invocar la Biblia como argumento de políticas públicas y caer en una postura con aires confesionales, tampoco tiene nada de novedoso, pues es la encarnación del primo hermano del partido liberal, el también histórico Partido Conservador.
Así es como los intentos de la “nueva derecha” y la tentación de una especie de “Tea Party” criollo, no son más que la representación de las dos almas primarias de la centroderecha histórica y tradicional de nuestro país.
Ningún “remix” del Partido Liberal o Conservador tiene futuro en nuestro país y, por tanto, marcar la diferencia en las almas primarias del sector de hace 70 años resulta un error de proporciones.
La identidad de la centroderecha debe lograr incluir una síntesis liberal y conservadora, estableciendo lo que algunos llaman “consensos de contradicción”, es decir, determinar esferas en donde nos respetemos ciertas diferencias, sin utilizarlas como herramienta electoral para obtener una supuesta primacía dentro del sector. Eso sería conformarse solamente con ser “cabeza de ratón”.
Quedarnos en la encrucijada de liberales y conservadores, es una muestra de comodidad y flojera. Son identidades que tienen su pequeño nicho y por tanto resultan cómodas para quien las invoque. Sin embargo, nuestro verdadero desafío como sector político es superar esas identidades primarias de los años 30 y lograr una nueva síntesis, que nazca no de la comodidad o la pelea fácil de quedarse con el “el tercio”, sino que sea fruto de la convicción de qué es lo mejor para la sociedad que queremos construir a futuro.
Este desafío es más profundo que ser conservador o liberal y más drástico que repudiar o defender al gobierno militar. Dice relación con lograr que el ideario de la centroderecha sea compatible con una sociedad no excluyente y efectivamente meritocrática.
La centroderecha tiene muchas deficiencias históricas: su postura frente a las violaciones a los Derechos Humanos; su siempre tambaleante compromiso con la democracia; su carácter meramente defensivo; su tradicional desprecio por lo público y en especial por lo político, pero, en el fondo, nuestro mayor problema de futuro es nuestra incapacidad de generar un “arraigo social” de nuestras ideas y superar lo que Octavio Paz dijo tan acertadamente alguna vez: “La derecha no tiene ideas sino intereses”.
FUENTE:EL MOSTRADOR
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