Asesorías de expertos lo han ayudado en su imagen hacia los venezolanos
Maduro, ¿más seguro de sí mismo?
La investigadora en opinión pública y profesora universitaria Mariana Bacalao no cree que el mandatario haya desarrollado un carisma, sino que la exposición mediática que tuvo en estos meses le dio experiencia.
La sombra de Hugo Chávez es gigantesca. Y su sucesor, el ahora presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, sufrió los gajes de esa responsabilidad cuando subió al poder hace siete meses.
Chávez era el cliente que cualquier estratega de campaña política quisiera tener. Era chistoso, elocuente, lúcido. Y, como buen llanero, contaba historias que tenían al público atento por horas. Y horas.
“Chávez se equivocó de profesión”, dijo alguna vez su jefe de campaña de 1998, Alberto Müller Rojas. “En el mundo de la televisión, del cine, no hay tipos como él”.
Maduro, en cambio, no tenía ese don de gentes, ese dominio del escenario. Como canciller y diputado nunca tuvo la necesidad de ser carismático.
Sin embargo, cuando Chávez lo declaró su “hijo”, cuando incluso condenó a quienes se burlaban de él, las cosas cambiaron: Maduro, de repente, tenía que convertirse en un showman.
En sus primeras alocuciones como presidente se le vio torpe: se contradecía, inventaba palabras, se equivocaba.
Quizás uno de sus deslices menos afortunados fue decir en agosto de este año, durante un discurso en el estado de Miranda, que “Cristo multiplicó los penes”, cuando obviamente se refería a la multiplicación de peces y panes relatada en la Biblia como un milagro.
Pero, ¿ha mejorado su despliegue desde que asumió en abril? ¿Se le ha visto diferente en estas semanas en que ha liderado la campaña de las elecciones municipales del domingo, como lo ha hecho Henrique Capriles desde la oposición?
Expertos internacionales
Para el asesor de la oposición Eduardo Semtei se ha notado que Maduro heredó los asesores de comunicaciones de Chávez.
“Por muy sencillo que sea Maduro, la asesoría siempre ayuda”, dice el también columnista del diario “El Nacional”.
“Un mal candidato con una buena campaña es bueno, mientras que un buen candidato con una mala campaña es malo”.
Según Semtei, el presidente pasó de no tener asesores a contar con la ayuda de expertos franceses, españoles, rusos y cubanos que le han armado toda una estrategia publicitaria que, más allá de las políticas, tiene efectos en la opinión pública.
Tal vez un ejemplo de esa campaña sea el villancico que el gobierno lanzó la semana pasada en el que se presenta a Maduro como San Nicolás.
“¡Tun, Tun! ¿Quién es? Gente de paz, bajen esos precios, llegó Nicolás”, dice la canción.
Políticas económicas
Quizá sea imposible desligar al Maduro del último mes de las políticas económicas con las que el gobierno dice estar enfrentando a los “especuladores” y “usureros” que supuestamente suben los precios en una “guerra económica” que ataca a Venezuela.
Amparado en la Ley Habilitante que aprobó la Asamblea Nacional el 19 de noviembre, con la que puede decretar leyes sin el respaldo del Congreso, el mandatario ha regularizado las ganancias de electrodomésticos, autos y alquileres de locales comerciales.
Además, adelantó la Navidad un mes y dio de su propia mano los aguinaldos de diciembre.
Son medidas que la oposición, liderada por Henrique Capriles, ha tachado como “estrategias electoreras” y “populistas” que, aseguran, no van aliviar, sino empeorar, la crisis económica venezolana.
Pero ese tipo de políticas, asegura el director de la encuestadora Datanálisis, Luis Vicente León, le ha dado a Maduro la seguridad para mostrarse “como el gobernante que toma el toro por los cuernos”.
“Su delivery, el acompañamiento de la ocupación de las tiendas y la presentación de los supuestos culpables, le han dado un nuevo carisma al gobierno”, afirma León.
Todopoderoso
Sin embargo, la investigadora en opinión pública y profesora universitaria Mariana Bacalao no cree que el mandatario haya desarrollado un carisma, sino que la exposición mediática que tuvo en estos meses le dio experiencia.
Aunque para muchos son cifras incomparables -porque se dieron en contextos muy diferentes-, según cálculos de la organización no gubernamental Monitoreo Ciudadano y el diario “El Nacional”, Maduro ha hablado en cadena obligatoria por televisión y radio más horas que Chávez en sus siete primeros meses de gobierno.
Del 3 de junio al 9 de noviembre, contando transmisiones que no fueron encadenadas, Maduro salió 248 horas en vivo por el canal público, Venezolana de Televisión. Eso equivale a una hora y media al día en promedio.
Además de eso, dice Bacalao, “Maduro se ha mostrado, desde el poder, como el hombre que puede tomar cualquier decisión que le plazca pasando por encima de las instituciones”.
El 13 de noviembre, la presidencia distribuyó a las agencias de noticias unas fotos de Maduro manejando un tanque y vestido de militar. Las fotos se volvieron virales en las redes sociales.
Al día siguiente, la Asamblea Nacional aprobó en primer debate la Ley Habilitante. Y muchos -como el diario español “El País”, que informó de la Habilitante con la foto en portada- tomaron la pintoresca imagen de Maduro como un símbolo del presidente todopoderoso.
El presidente obrero
Otra de las campañas del chavismo en los últimos meses ha sido la del “gobierno de la calle”, en la que Maduro es denominado el “presidente obrero”.
Maduro nunca fue obrero, sino conductor de bus y sindicalista, pero “esa etiqueta le ha ayudado a desprenderse de la figura de Chávez”, según la analista de medios de línea chavista Maryclen Stelling.
Aunque la imagen del difunto presidente está en cada discurso, pancarta y rueda de prensa del gobierno, Stelling dice que “Maduro ha encontrado su propia identidad como una persona que no pretende ser más, sino que se muestra como es”.
“Al principio hubo una campaña para deslegitimarlo y burlarse de él”, asegura la socióloga y miembro del Observatorio Global de Medios de Venezuela. “Y aunque sigue, el presidente ha logrado darle la espalda y mostrarse más sólido”.
Durante las tres horas de su discurso solicitando la Ley Habilitante ante la Asamblea Nacional, hace un par de meses, Maduro tuvo dificultad en pronunciar el apellido del filósofo francés Jacques Derrida una y otra vez. Lo decía de una forma, de otra, lo repetía.
Tras dos horas y media de alocución, Maduro se volvió a equivocar. Se detuvo. Respiró profundo. Miró a la bancada de opositores, y dijo: “Por fin hice reír a los diputados de la oposición”.
“Entienden francés, por lo menos”, bromeó para más risas de los presentes.
El presidente se colocó las gafas sobre la nariz, miró desafiante a los opositores, y remató: “Comment ça va? Très bien?”
Contexto
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FUENTE: EL MOSTRADOR
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