jueves, 5 de diciembre de 2013

En el mercado los critican por hacer operaciones poco trasparentes

Los “Chicos Listos” de Consorcio: Recalcine, el remate de Colbún y el vínculo con Piñera

La desconocida historia del remate de CFR, los detalles de cómo se quedaron con la eléctrica y el cisma que generó entre Bilbao, Parodi y el actual ministro Rodrigo Pérez Mackenna.
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Juan Bilbao, Patricio Parodi, los Hurtado Vicuña y la familia Fernández León son los nombres que controlan el poderoso grupo financiero Consorcio. Son socios minoritarios de Moneda y de LarrainVial. Admirados y temidos en el mercado por su astucia y la inteligencia de sus operaciones. Julio Ponce los acusa de ser el poder tras las sombras en el ataque en su contra en el caso Cascadas.
La bomba que detonaron el fondo de inversión Moneda Asset Management y las AFP al atacar hace algunos meses a Julio Ponce Lerou por las operaciones en Bolsa que realizó entre 2008 y 2011 y que llevaron a la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS) a sancionar al controlador de SQM y las sociedades cascadas, puso en tela de juicio la forma en que opera el sistema financiero chileno. Y eso ha hecho que muchos en el mercado apunten sus dardos a Consorcio.
El mercado les reconoce, especialmente a Bilbao, una inteligencia y astucia poco vistas para operar en Bolsa. Pero critican que en muchas de las operaciones él y Consorcio operan en una forma que, si bien puede que sea legal y dentro de las normas, va en contra del espíritu del sistema, es poco trasparente y no siempre se apega a la ética.
Ayer, en la primera parte de esta serie, pusimos la lupa sobre las cuestionadas operaciones con la constructora Paz del presidente de Consorcio, Juan Bilbao. Hoy contamos la desconocida historia del remate de CFR, sus vínculos con el Presidente Sebastián Piñera y los detalles de cómo se quedaron con Colbún y el cisma que generó entre Bilbao, Parodi y el actual ministro Rodrigo Pérez Mackenna.

La apertura en Bolsa de CFR

El 5 de mayo de 2011 es recordado en el mundo bursátil. Ese día se realizó la más grande apertura en la Bolsa local en la historia, cuando CFR (la matriz de laboratorios Recalcine), controlada por Alejandro Weinstein, puso en el mercado un 24% de la propiedad. Recaudó US$ 373 millones y a la propiedad ingresaron cuatro fondos extranjeros que se enfocan en el sector salud. Los fondos, que entraron a través del IPO que se hizo en Wall Street, se quedaron con más de la mitad de la colocación.
Esta se hizo a $ 85 la acción –aunque inicialmente el precio mínimo había sido fijado a $ 90, pero las AFP pusieron presión para bajar el precio–. Fuentes dicen que Weinstein decidió bajarlo, no muy convencido, para permitir el ingreso de accionistas locales que habían apuntado un precio menor a los extranjeros. Al menos 8 corredoras de Bolsa recomiendan acudir a la apertura por debajo de los $ 85, con mínimos de $ 72.
Esa movida del empresario, en efecto, permitió que otros inversionistas accedieran, pero las cifras finales de quienes compraron los papeles dejaron resultados llamativos, que hasta hoy se comentan en el ruedo y que nuevamente involucran a Consorcio.
CFR colocó 2.032 millones de acciones (incluyendo un pequeño paquete de segunda emisión). El 51% se lo llevaron los inversionistas extranjeros a través de los cuatro fondos ya mencionados.
Del resto, es decir, unos 912 millones de acciones, directa e indirectamente el grupo Consorcio tomó una tajada grande. La corredora de Bolsa, sus aseguradoras (las únicas del mercado que entraron), la relacionada gestora de fondos Moneda y su vehículo en el mundo de los fondos mutuos fueron protagonistas en la mayor apertura en la historia de la Bolsa.
La participación protagónica del holding de Hurtado Vicuña y compañía generó suspicacias en el mercado, porque uno de los directores de CFR y amigo íntimo de Weinstein es el presidente de Consorcio, Juan Bilbao.
Un 21,4% del total de la colocación, es decir, 434 millones de acciones o un 44% del saldo que dejaron los extranjeros, se lo llevó el segmento de fondos de pensiones, compañías de seguros de vida y fondos mobiliarios.
En este grupo, las AFP entraron, pero en el margen. Tomaron menos de 100 millones de acciones y se quedaron con menos del 5% de la colocación y poco más del 1% de CFR, participación exigua al lado de lo que acostumbran tener.
Las aseguradoras de Consorcio –Consorcio Vida y CN Life– tomaron sobre 50 millones de acciones, siendo las únicas del rubro que adquirieron papeles. La corredora de Bolsa de Consorcio tomó otros 50 millones de acciones.
Moneda –el fondo donde participa Consorcio con el 18% de la propiedad– bordeó las 200 millones de acciones de CFR, acercándose al 10% de la colocación. La cifra incluye lo que compró Raimundo “Paila” Valenzuela y otros canales, siendo el principal el fondo Pionero.
Los fondos mutuos, rubro donde Consorcio está asociado con LarrainVial –la corredora que estuvo a cargo del mandato de la apertura a nivel local de CFR– y Compass Group, también tuvieron participación en la colocación. Fondos mutuos de LV y Consorcio compraron otros 20 millones de acciones y dos fondos de inversión –uno de LarrainVial y otro de Compass Group– alcanzaron otros 20 millones.
Sólo entre las aseguradoras de Consorcio y Moneda captaron más de la mitad del segmento y solamente los fondos extranjeros se quedaron con más.
Los “chicos listos” de Consorcio también invirtieron a nivel personal. La colocación asignó 162 millones de acciones al segmento NIMS, que incluye a personas de alto patrimonio, que representaron un 8% del total y 38.608 millones para empleados y directores de CFR, con el 1,9% de la apertura. También recibió 200 millones de acciones el segmento retail.
Juan Bilbao, el presidente de Consorcio y director de CFR, adquirió 64,9 millones de acciones. Y lo hizo por dos vías: como persona natural (36.696.272 acciones) y a través de la sociedad Yelcho Inmobiliaria S.A. (28.189.597).
Sin embargo, según el resumen de la colocación publicado por CFR el 6 de mayo de 2011, los directores y empleados de la empresa estaban obligados a efectuar sus órdenes a través del agente colocador LarrainVial Corredora de Bolsa. Bilbao lo hizo con una parte de sus acciones, las que compró como persona natural, pero no con las que adquirió a través de Yelcho. Así, no sólo copó casi por completo el segmento de directores y empleados autorizado por CFR, sino que se llevó parte del segmento NIMS, donde entró con Yelcho. Críticos de la operación dicen que Bilbao se aprovechó de la situación para quedarse con un paquete más grande.
Un año y medio después de la colocación, Bilbao vendería las acciones que compró a través de Yelcho, pero ahora a un precio casi un 35% superior ($ 114). Obtiene $ 3.213 millones, con lo que concreta ganancias de $ 817 millones. La venta ocurrió el 18 de octubre, dos días antes de que comprara las acciones de Paz Corp a Prudential.
Bilbao no es el único director que llega a la colocación de CFR. El director de CFR, Alberto Eguiguren Correa, compró 733.925 acciones a través de Asesorías e Inversiones Duke Limitada; Guillermo Tagle, director ejecutivo de IM Trust y también director de CFR, adquiere a través de GT Advisors Asesorías e Inversiones Limitada, un total de 910.455 acciones; Juan Antonio Guzmán Molinari, a través de Inmobiliaria Gundemara Limitada, tomó otras 40.624 acciones.
Entre los ejecutivos, el más presente fue José Frugone, que compró 1,15 millón de acciones, invirtiendo casi $ 100 millones. Frugone era en ese momento director de fusiones y adquisiciones, aunque un año antes lideraba la gerencia de finanzas de la división internacional.
La camada Consorcio es larga. Una lista de numerosos ejecutivos del grupo ligado a Juan Hurtado Vicuña y Eduardo Fernández León, participaron de la apertura de CFR y, en algunos casos, con “pasadas” que muchos en el mercado cuestionan, sobre todo fuentes cercanas a las AFP.
La más llamativa la ejecuta Tomás Hurtado Rourke, a la sazón gerente de inversiones del holding  Consorcio Financiero –hoy desempeña ese cargo en las compañías de seguro y participa en directorios de varias filiales del grupo– y quien al parecer no tiene parentesco directo con Hurtado Vicuña. Tomás invierte $ 67,9 millones para comprar 798.944 acciones a $ 85 el 5 de mayo de 2011 y al día siguiente las vende, cuando la acción salta 35% a $ 114, recaudando $ 87,88 millones y logrando una ganancia express de casi $ 20 millones.
Lo imita José Miguel Ureta, entonces gerente de finanzas de Consorcio. El ejecutivo compró el 5 de mayo 311.453 acciones por un monto total de $ 26,4 millones. Al día siguiente, las vende en tres paquetes a $ 108,5 cada papel, recaudando $ 33,8 millones y anotando una utilidad de $ 7,3 millones.
En la misma secuencia, pero con montos más bajos, también logran realizar operaciones otros ejecutivos. Entre ellos, Gonzalo van Wersch Montero, en ese momento ingeniero de estudios financieros de Consorcio y actual subgerente de desarrollo de Banco Consorcio. Van Wersch es hijo del homónimo ex gerente general, socio y actual director de desarrollo corporativo de IM Trust.
También participa de las inversiones express Martín Hurtado Menéndez, hijo de Juan José Hurtado Vicuña, socio de Consorcio y hermano del líder de la familia, Juan Hurtado Vicuña. Siendo gerente general de la corredora de Bolsa de Consorcio, Hurtado Menéndez compra el 5 de mayo 270.828 acciones con una inversión de $ 23 millones. Luego vende, pero lo hace 13 días después con el precio a $ 117,51, recibiendo un total de $ 31,8 millones y logrando una pasada de $ 8,8 millones.
Al igual que Hurtado Menéndez, lo hace Pablo Lillo Dusaillant, alto ejecutivo de la corredora, quien compra 40.624 acciones el 5 de mayo por $ 3,4 millones y las vende al día siguiente por $ 4,65 millones.
Pero no sólo en Consorcio “ponen fichas”. Su relacionada Moneda y sus socios en el negocio de fondos mutuos, LarrainVial, también se hacen presentes.

Entran Moneda y LarrainVial

Por Moneda, el día de la colocación de CFR, el presidente y portfolio manager de acciones chilenas, Pablo Echeverría, a través de Inversiones Puerto Aventura, compra 4,69 millones de acciones en $ 85, invirtiendo $ 400 millones, aunque –hasta ahora al menos– no ha enajenado dichos papeles.
El socio de la misma empresa y portfolio manager de renta fija, Fernando Tisné, a través de Inversiones Orobanca Ltda., compra 1,35 millones de acciones por un total de $ 115,10 millones. Finalmente, el director de la Administradora de Fondos de Inversión Moneda y ex gerente general de Falabella, Pablo Turner, compra 229 mil acciones por $ 20 millones.
LarrainVial compró casi 90 millones de acciones a nombre de terceros o para sus fondos, una parte de las cuales ha ido vendiendo en el tiempo. Hoy posee el 0,87% de la propiedad de CFR.
Dos nombres de LarrainVial saltan al ruedo en esta colocación. Uno es conocido por estar involucrado en el caso Cascadas: Manuel Bulnes, gerente general de la corredora que es considerada actor instrumental en el esquema de operaciones de Julio Ponce Lerou y en el cual también participaba Leonidas Vial. El otro es José Miguel Barros, director de finanzas corporativas de la corredora y mano derecha de Bulnes.
El 19 de mayo de 2011, 14 días después de la colocación de CFR, Bulnes vende 522.906 acciones a un precio de $ 105 por papel, obteniendo una recaudación de $ 54,9 millones. Si adquirió los papeles el 5 de mayo a $ 85, el gerente general de la Bolsa que lideró la colocación de CFR ganó en menos de dos semanas $ 10,4 millones.
Barros, en tanto, compró 270.828 acciones en $ 23 millones el 5 de mayo. El 7 de junio, el director de finanzas corporativas –el área que asesora a las empresas en compras, fusiones, emisiones de bonos y sobre aperturas en Bolsa– vendió los papeles en 9 paquetes, a precios de $ 111 y $ 112, logrando un total de $ 31,27 millones. Barros agregó en un mes $ 8,2 millones a sus ingresos normales.
No fueron los únicos de LarrainVial. También hizo la apuesta el operador de mesa Francisco Valdivia Berstein, quien compró el 5 y vendió el 20, ganando en la operación $ 3,3 millones. Desde entonces, al menos según los registros vistos en la SVS, los ejecutivos de LV no volvieron a apostar por CFR. Un corredor que es crítico de lo que hicieron describe su actuar como “una apuesta a hacer un negocio” en esa colocación más que creer en el futuro de la compañía.
El punto, insisten muchos en el mercado, es si Bulnes, Barros, y también en Consorcio, todos los cuales vendieron sus acciones a pocos días o semanas de comprarlas en la colocación, lo hicieron o no con información privilegiada sobre lo que venía. Fuentes de Consorcio niegan categóricamente haber actuado en forma impropia. Las mismas fuentes niegan cualquier tipo de filtración de información y recuerdan que el mandato de la colocación lo tuvieron no sólo LarrainVial sino también Jefferies y JP Morgan.
Advierten que la apertura en Bolsa de CFR fue por el sistema de subasta de órdenes y que LV sólo recibió una parte de las órdenes, las que además fueron conocidas sólo por la Bolsa de Comercio de Santiago.
Las fuentes ligadas a Consorcio aseguran que la Bolsa revisó las órdenes ingresadas y que fue ella la que conformó el libro consolidado de órdenes.
Personas cercanas a CFR y que estuvieron involucradas en la operación, insisten en que se hizo todo en forma correcta y que las AFP son las que quedaron “calientes” por como se dio la operación y están detrás de las críticas.
Moneda parece tener las fichas puestas al largo plaz,o ya que aún no han vendido los diferentes paquetes con los que se quedaron.
En LarrainVial no quisieron comentar el caso. Eso sí, la corredora tiene una normativa interna que impide a sus funcionarios vender sus acciones antes de 15 días desde que las adquieren. En ese caso, Barros cumplió la norma; Manuel Bulnes, no.
Cercanos a Bilbao, además, afirman que éste cumplió en forma estricta el procedimiento de ingreso de órdenes, lo cual fue informado al gerente de operaciones de la Bolsa, el 26 de abril de 2011. Por cierto, recuerdan que Bilbao informó de estas operaciones a la SVS al día siguiente de la apertura.
Añaden que la obligación de operar sólo con LV, aplicaba para institucionales, empleados y directores. Es decir, dado que Bilbao compró una parte de sus acciones a través de una sociedad (Yelcho Inmobiliaria) y no en forma personal, a su juicio, se le puede considerar como parte de un segmento distinto, pese a que la sociedad la controla en más de un 99%.
“En ningún caso se vulneró el espíritu de la estructura de colocación. Por el contrario, el ingreso de Yelcho Inmobiliaria S.A. como inversionista perteneciente al segmento NIMS, cumplió estrictamente con el procedimiento establecido por el mismo oferente que fue oportunamente informado al mercado…”, afirman cercanos a Consorcio, agregando que Yelcho Inmobiliaria corresponde a un inversionista distinto de los institucionales, empleados o directores, por lo que Bilbao podía ingresar esa orden de compra a través de cualquier otro corredor.
Agregan que, en el caso de los empleados de Consorcio, éstos cumplieron con las normas internas de la empresa y que permiten a los funcionarios transar acciones donde también lo haga la compañía, una vez que la información pública sobre la apertura en Bolsa de una empresa –en este caso CFR– sea divulgada públicamente.
Además, advierten que las órdenes de compra de acciones de CFR, tanto de la sociedad de Bilbao como de los ejecutivos del grupo que éste preside, se hicieron “a precio de mercado”, es decir, una orden al precio que definiera el colocador de las acciones.
Las fuentes cercanas a Consorcio además advierten que es imposible que pudieran tener acceso a información sobre la demanda y el precio con que venían las ofertas desde el exterior. Esto, porque las ofertas provenientes del grupo Consorcio llegaron varias horas antes del cierre del libro de órdenes el 4 de mayo de 2011 a las 14 horas. La definición del precio de colocación ocurrió el día siguiente a las 9:15 horas de la mañana, después de que se estructurara el libro de órdenes consolidado.
Aseguran que las órdenes de compra de las aseguradoras –que a diferencia de los funcionarios de Consorcio fue a precio límite de $ 85 (al que Weinstein decidió finalmente bajar la colocación)– fueron ingresadas también varias horas antes del cierre del libro de órdenes por LarrainVial.

Colbún, Banco de Chile y un origen cruzado por Piñera

El grupo Consorcio –no el nombre– nace en dictadura. Juan Hurtado Vicuña, líder del grupo que forman sus seis hermanos, asesoró en el ministerio de Economía a Sergio de Castro en los años 70, luego de que los militares sacaran a Allende.
Hurtado dejó a fines de esa década el gobierno y se lanzó a sus negocios. Tenía un porcentaje pequeño de Forestal S.A., la matriz del grupo Cruzat. Poco antes de que estallara la crisis de 1982-1983, Hurtado Vicuña y su socio Eduardo Fernández León venden su participación minoritaria a Cruzat, que paga buen precio.
Luego estalla la crisis y el grupo Cruzat se desploma, luego de haber sido valorado en más de US$ 1.000 millones en esos años. Los bien pensados dicen que Hurtado Vicuña siempre ha tenido olfato para los negocios (sentido de la oportunidad, para los más elegantes); los no tanto, que los datos nunca han estado ausentes de sus negocios y que ese fue el punto de partida.
Lo cierto es que ambos desde ese momento estaban con anchas espaldas para enfrentar el proceso de privatización que inicia Pinochet y el amigo personal de Hurtado, Hernán Büchi, primero en Odeplan y luego como ministro de Hacienda desde mediados de los 80.
Compran Chilquinta a fines de los 80 y más tarde ésta entra a Entel, firma que luego pasarán a controlar.
En ese momento, sus ejecutivos de confianza son los Büchi, Richard y Marco. Aún no aparecen en la lista los que manejarían sus negocios durante las siguientes dos décadas.
Juan Bilbao Hormaechen y Patricio Parodi Gil son herederos de Sebastián Piñera. El actual Presidente los formó en el mundo de la Bolsa y de los negocios financieros desde que era el gerente general del Citi.
Los “chicos listos” les llamaban porque aprendieron rápido de Piñera, quien los llevó luego de que Bilbao junto a Francisco Pérez Mackenna, actual gerente general del holding de los Luksic, Quiñenco –y el actual canciller Alfredo Moreno–, lo asesoraran desde la consultora que habían formado.
Todos, incluido Piñera, herederos del semillero de Manuel Cruzat Infante, a quien el actual Mandatario le llamaba “el profe”. Más tarde, llega al Citi Parodi, a sumarse a trabajar con sus amigos.
“Los contraté cuando eran unos niños de pecho. El guatón Bilbao ya era macizo y Parodi, un colorín flaco. Eran brillantes cabezas, que no sólo cumplieron con las expectativas, sino que las superaron”, dijo Piñera en noviembre de 1999, recordando a sus retoños financieros.
Bilbao es también parte del grupo de amigos que estudiaba en la Universidad Católica, donde participan Moreno, el actual ministro de Hacienda, Felipe Larraín e incluso el actual titular de la SVS, Fernando Coloma, quien encabeza la sanción a los actuales enemigos de Consorcio y Moneda, razón por la cual el entorno de Ponce considera que no es imparcial para zanjar el caso.
Pero Piñera se va más tarde a Bancard y Bilbao llega al Banker Trust, que en ese momento campeaba en Chile. Bilbao escala como nadie, a tal nivel que se instala en Nueva York liderando los negocios del banco estadounidense en gran parte de la década de los 90. Banker había comprado Consorcio y Bilbao logra crecer en sus estructuras con brillantez y notoriedad, encumbrándose como el banquero chileno más reconocido en Wall Street.
Bilbao no olvida a los amigos y se lleva a Parodi, quien toma posiciones relevantes en Chile. La amistad, tramada en la universidad y al alero de Piñera, trae frutos cuando en 1997 Banker Trust decide vender Consorcio.
Ese año, Hurtado Vicuña y Fernández León compran el 50% en más de US$ 218 millones, precio considerado bajo en el mercado y que llamó a rumores, pues si bien entregaba la mitad de la empresa, no cedía el control. Bilbao está al otro lado, pero –según ha dicho– ni se enteró de esa operación.
A fines de 1997, Bilbao da una entrevista a revista Capital. Dice que el banco norteamericano no seguirá vendiendo, que Consorcio vale más de US$ 500 millones. En 1998, Banker es comprado por Deustche y el banco alemán gestiona la venta del 50% restante de Consorcio, la que concreta en 1999 a US$ 150 millones. Meses después, a fines de 1999, Parodi y Bilbao se hacen cargo de Consorcio, del cual compran casi el 5% de la propiedad.
En público nadie habla de números, pero conocedores del negocio dicen que Bilbao se habría llevado posiblemente entre US$ 20 y US$ 30 millones tras la salida de Banker Trust. Otros dicen que fue más.
Desde entonces, Bilbao y Parodi han liderado el grupo Consorcio y son reconocidos en la Bolsa por su habilidad para hacer negocios, aunque a veces se pasaron de listos.
De hecho, Parodi, al igual que Hurtado Vicuña, Fernández León, José Antonio Garcés y Juan José Mac-Auliffe –no así Bilbao– fueron sancionados el 8 de mayo de 2001 por la SVS, por comprar acciones del Banco de Chile y de la sociedad matriz SM Chile teniendo conocimiento (información privilegiada) de la intención de Quiñenco (el holding de Luksic) de comprar el Banco de Chile al referido Luksic.
La multa fue acotada (UF 1.000) e incluyó a los socios de Penta, Carlos Eugenio Lavín y Carlos “Choclo” Délano, que también participaban en la propiedad del banco, sanción confirmada por la Corte Suprema en el 2005.
Juan Hurtado también es cercano a Agustín Edwards, dueño de El Mercurio. Hace años es pareja de Isabel Edwards, hija de Agustín y hermana de Cristián.

Colbún: la traición de Parodi y Bilbao

Un año después de lo del banco, participarían en otra jugada que marcó a la Bolsa, pero que no hizo ruido suficiente –o nadie quiso develarlo– para que la autoridad actuara.
A fines de 2001, Corfo –liderada por el yerno de Ricardo Lagos, Gonzalo Rivas– concreta la total privatización de la eléctrica de Colbún. Vende en Bolsa el 35% de la empresa y los grupos económicos se lanzan a la caza.
Deutsche Bank recibe el mandato para hacer la colocación. El gerente general del banco en Chile es Rodrigo Pérez Mackenna, el mismo que hoy encabeza el ministerio de Vivienda y hermano de Francisco, el líder del grupo Luksic.
Pérez Mackena había sido subalterno de Parodi y había forjado amistad con él y con Bilbao. Las confianzas entonces parecían no mezclar los negocios con el vínculo personal. Pero la Bolsa interferiría momentáneamente el vínculo.
“Pericles”, como le decían en el mundo financiero, armó un libro con ofertas para quedarse con el paquete de Corfo. Fichó a las AFP como inversionistas e ingresaron los muchachos de Consorcio. El negocio parecía jugado, por lo alto del total de la apuesta. Hasta aquí la historia oficial.
La versión desconocida es que, según quienes conocieron el proceso, Parodi y Bilbao tuvieron un rol en que en el libro se fijara un precio máximo de oferta de $ 31 por acción. Lo que en ese momento no sabía el actual ministro era que Parodi y Bilbao tenían un plan B.
Celfin (ahora BTG Pactual Chile), la corredora de Jorge Errázuriz y Juan Andrés Camus, levantaba otro libro –no se sabe si en conocimiento de la presencia de Consorcio en el libro de Deutsche– con inversionistas que apostaron $ 31,3 por papel y terminaron ganándose la apuesta a cambio de US$ 143 millones de la época.
Nunca se confirmó oficialmente, pero lo cierto es que quienes se inscribieron en el libro de Celfin eran los mismos de Consorcio que también figuraban en la lista de Deutsche. Dos nombres conocidos también habrían estado en el negocio: José Cox y Sebastián Piñera Echenique.
Quienes participaron ese día, dicen que el alto ejecutivo de Deutsche estaba desencajado. No podía creer la traición de su ex jefe. Si la SVS hubiese investigado podría haber sancionado la conducta. Pero nada pasó. Hoy el caso está prescrito.
Una fuente cercana a Consorcio reconoce hoy el hecho y acepta que actuaron mal. Un alto ejecutivo de una AFP, que compartió la historia de la derrota aquel día, confirma la versión.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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