sábado, 22 de noviembre de 2014

Director de Educación del organismo cree que el sistema chileno ha "perdido eficacia"

La OCDE sale en apoyo de la reforma educacional de Bachelet

"El paquete propuesto por la reforma escolar de Chile ofrece una oportunidad única en la vida de cambiar las bases del sistema y de alinear lo que las escuelas entregan con los resultados que tendrá la próxima sociedad chilena", explica Andreas Schleider.
El director de Educación de la OCDE, Andreas Schleider, salió en apoyo a la reforma educacional que impulsa el gobierno de Michelle Bachelet, debido a que su juicio el sistema escolar existente en Chile “ha perdido eficacia” y que las deficiencias en la base de las habilidades de la fuerza laboral representan un obstáculo para el desarrollo económico y social del país a largo plazo.
En una columna que publica este sábado El Mercurio, Schleicher explica que en un estudio PISA de la OCDE se muestra la existencia de una relación negativa significativa entre el dinero que obtienen los países producto de sus recursos naturales y los conocimientos y habilidades de la población escolar.
Añade que en los países con pocos recursos naturales es la educación la que tiene fuertes resultados y un alto status, ya que “las personas entienden que el país debe vivir de la explotación de sus conocimientos y habilidades, y que estas dependen fundamentalmente de la calidad de las escuelas”.
El director de Educación de la OCDE señala que “el sistema escolar de Chile ha servido al país hasta un punto, pues produjo una élite que fue capaz de llevar adelante una economía basada en materias primas y generar en la población las habilidades básicas que los trabajadores necesitaban para funcionar en esa economía. Pero ese modelo ha perdido eficacia y las deficiencias en la base de habilidades de la fuerza laboral en Chile representan un obstáculo mayor para el desarrollo económico y social a largo plazo del país”.
Menciona que de acuerdo a los estándares mundiales, el sistema educacional chileno no es bueno “incluso a nivel de élites”, lo cual se refleja en la comparación con el 10% más desfavorecido de los niños de 15 años de Shanghai -con similar ingreso percápita- que supera a su contraparte chilena del 10% de las familias más ricas de Chile.
“La diferencia clave es que Shanghai ofrece a todos sus estudiantes el tipo de oportunidades de educación que Chile se reserva para sus hijos más ricos”, sostiene.
“El precio de la segregación social en Chile ha sido una extrema concentración de alumnos desventajados en escuelas desventajadas, lo que amplifica en cinco veces las desventajas individuales de origen de cada uno de estos alumnos, por una parte. Por otra, esta lógica de segregación ha conducido a una gran complacencia en las escuelas a las que acuden estudiantes privilegiados. PISA demuestra que los resultados que obtienen estas escuelas derivan prácticamente de la selección de alumnos, pero no del valor agregado de sus procesos de aprendizaje”, menciona.
En otra parte explica que PISA preguntó en alguna oportunidad a los alumnos qué era lo que ellos consideraban que los hacía buenos en matemáticas, a lo cual la mayoría de los estudiantes chilenos respondieron que el éxito depende del talento, mientras que 9 de cada 10 estudiantes en China dijeron que si estudiaban mucho y reciben el apoyo de sus maestros tendrían éxito.
“Vemos entonces un caso donde los alumnos se sienten impotentes ante un sistema que solo los selecciona, frente a otro caso donde los alumnos se sienten dueños del proceso, y no es sorpresivo que en el segundo cada niño termine la escuela con bases sólidas en matemáticas”, argumenta.
Schleider también afirma que Chile debe sentirse orgulloso de su éxito económico, pero “no debe pasar por alto que su pobre sistema escolar se ha convertido en el equivalente a una recesión económica permanente”.
Añade que “nuestra estimación, elevando el rendimiento del sistema escolar de Chile en solo 25  puntos PISA, puntaje equivalente al logro alcanzado por Polonia en seis años, añadiría más de 1.050 billones de dólares al producto nacional durante el periodo de vida de quienes hoy tienen 15 años de edad. Este beneficio sobrepasa por mucho el costo de la reforma educacional”.
“El mundo se ha vuelto indiferente a la tradición y las historias del pasado, implacable frente a la fragilidad e ignorante de las costumbres. El éxito irá a aquellos individuos, instituciones y países rápidos para adaptarse, lentos para quejarse y abiertos al cambio. La tarea de los gobiernos es ayudar a sus ciudadanos. El paquete propuesto por la reforma escolar de Chile ofrece una oportunidad única en la vida de cambiar las bases del sistema y de alinear lo que las escuelas entregan con los resultados que tendrá la próxima sociedad chilena”, concluye.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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