lunes, 31 de marzo de 2014

La retroexcavadora ¿Quién le tiene miedo al lobo?
Publicado el 01 Abril 2014
Escrito por Rafael Luis Gumucio Rivas
 
La derecha que se sabe derrotada le ha bajado un ataque de amor y de añoranza por la Concertación de los Frei, los Boeninger, los Correa, los Brunner, los Lagos, los Garretón, y otros, afectos otoñales que tienen su razón de ser, pues la Concertación, durante 20 años, su tarea se redujo a perfeccionar la herencia del dictador Augusto Pinochet, y sus líderes pasaron, fácilmente, de jacobinos a termidornianos, de cristianos revolucionarios, a neoliberales, de socialcristianos, a conservadores, en síntesis, los gobiernos de la Concertación cumplieron a la perfección la profecía de Jaime Guzmán Errázuriz “que fuese el gobierno que fuese, le sería imposible cambiar un modelo que estaba muy bien atado”; no se sabe si no quisieron o no pudieron, pero lo cierto es que estaban muy cómodos con la pseudo democracia de la transición.
 
El historiador Alfredo Jocelyn-Holt usó la expresión “avanzar sin transar, a transar sin parar” a fin de caracterizar el período de la Unidad Popular y el de la transición a la democracia. La derecha, basada en sus propios miedos, no quiere captar que la esencia de la Concertación, en su versión “Nueva Mayoría”, ha sido y será el “transar sin parar”, a pesar, en apariencia, de contar con un programa radical, que incluiría las reformas tributaria, educacional y política.
Estoy muy de acuerdo con la frase del presidente del PPD, el senador Jaime Quintana, en el sentido de que es necesario pasar una retroexcavadora para arrasar con el neoliberalismo, especialmente en educación y en modelo social, en general. Esta sola frase hizo temblar a los reaccionarios de la Alianza y a no pocos adalides de la Concertación, que desde hace dos décadas no son más que derechistas y que, además, han decido infiltrarse en las filas de la llamada “centro izquierda”.
En mis pocos días de vacaciones, en una de las termas de Chile, algunas personas de la tercera edad, ya un poco sordas – “no hay peor sordo que el que no quiere oír” – se aterraron al escuchar la palabra retroescabadora, pues en verdad entendieron como “ametralladora” y, para rematar el terror senil, el ministro de Educación planteó que la reforma educacional no sería, ni de lejos, la “revolución bolchevique”, pero sí favorecería la educación pública y gratuita para todos.
A la derecha le agrada cultivar el miedo de los ingenuos: el dirigente de la UDI, Jovino Novoa, – afortunadamente ex senador para beneficio de la democracia – en su delirio, no se le ocurrió nada mejor que comparar el programa de Michelle Bachelet con el libro rojo de Mao Tse Tung, como si la Presidenta se le ocurriera hacer una revolución cultural. Así, otros personeros de esa tienda se empeñan en convencer a los ciudadanos, como si fueran tontos, que el gobierno va a cerrar las escuelas subvencionadas, cuando solamente persigue, gradualmente, terminar con el segregacionista “copago”, que lo echarán de menos quienes se llenan sus bolsillos con el dinero de los familiares de los estudiantes, que compran status, pero no saberes.
El “patrón de patrones chileno”, presidente de la SOFOFA, también aterrado con la “maquinita” de Jaime Quintana, amenaza con invertir los capitales de los empresarios en otros países si su antigua colaboradora, Michelle Bachelet, se le ocurre, en un proyecto de reforma tributaria, eliminar el FUT, que tiene apozado, desde el 2010, US 186.000 millones, más de catorce veces el precio previsto de recaudación para la reforma tributaria que propone el gobierno de Michelle Bachelet; si se elimina el FUT, podremos tener los mejores especialistas, hospitales de primera calidad en todo Chile y, en un año, la gratuidad universal en educación.
Por desgracia, las bienintencionadas palabras del senador Quintana no son más que buenos deseos, pues el ala derecha de la Nueva Mayoría es, irremediablemente, neoliberal.
Rafael Luis Gumucio Rivas
 
FUENTE: EL CLARIN

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