El Estado de Chile, la Iglesia y si injerencia en la educación del Pueblo Mapuche
Hace unos días comentaba con un alumno las implicancias que ha tenido la educación en la vida de los Mapuche. No pude dejar de recordar, las palabras que alguna vez me dijo mi madre “Tienes que estudiar. Debes salir adelante. Antes nosotros ni siquiera sabíamos hablar castellano”. Palabras que más de algún mapuche ha escuchado en su vida. De hecho, son muchas las generaciones que no han podido acceder a “esta cosa llamada educación”, otros por su parte han experimentado una especie de Síndrome de Estocolmo es decir comienzan admirar y desear paulatinamente a su verdugo. Tan compleja ha sido esta realidad que hasta hace unos años atrás el que un mapuche pudiera acceder y después terminar los estudios de enseñanza básica y media era, por lo menos, un desafío extremo. Qué decir de la Universidad. Cabe preguntarse ¿desde cuándo educarse vendría hacer una tarea tan difícil?.
La respuesta a esta interrogante no se hace esperar, la educación formal occidental, (digo chileno, española, europea) no es nueva en nuestra historia, en América se arrastra desde la colonización española, tiempo en que se impone una forma distinta de entender la relación entre los sujetos y sus colectividades penetrando en la esencia misma del ser; dígase cosmovisiones, visiones o paradigmas, con el objetivo puntual de resetear y lavar la mente a todas las futuras generaciones que vendrán.
La primera en implementar una política de educación formal a los miembros de Wallmapu, ( País Mapuche) fue la Iglesia Católica, quien, por medio de sus misiones religiosas, enseño a leer, un poco a escribir y, de paso una cosita poca, evangelizar a un importante segmento de la población, hago especial mención a los hijos de los lonkos, quienes eran trasladados a la escuela de indios en Chillan (Noggler, 1972) para recibir el Kimun occidental y la añorada luz del bautismo, el que los salvaría del pecado de nacer indómitos y de paso los haría volver al lof, como agentes de cambio.
Años más tarde, la independencia de Chile, no modificara su política hacia el pueblo mapuche, las misiones y los parlamentos serán las vanguardias de estos tiempos, la idea ahora no será solo cristianizar ni alfabetizar a los “valientes y bravos guerreros Araucanos”(Bocarra 1999) sino, también, mimetizar su existencia para terminar asimilándolos y así integrarlos a la sociedad nacional.
La iglesia pasaba a ser instrumento político de la modernidad y caballo de batalla de un joven Estado – Nación que por ahora no necesitaba las tierras de la Araucanía, pero si requería apaciguar las pasiones para una futura intervención militar. Proyecto que se lleva a cabo el año 1881, periodo en que el ejército de Chile, irrumpe a punta de cañón en el territorio Mapuche, doblega a la resistencia e incorpora, por la fuerza, al “Wallmapu” a la soberanía nacional y de paso convierte a todos los mapuche sin distinción en ciudadanos de Chile. Se alcanzaba la anhelada hegemonía nacional y se resolvía por la fuerza el problema indígena en el sur de Chile. Lo demás ya es historia conocida.
En este nuevo escenario Post Pacificación de la Araucanía, los mapuche pasaran a ser sujetos de segunda o tercera categoría, diezmados, empobrecidos casi aniquilados social, cultural y políticamente, que decir de los prejuicios del que serán objeto, el negro curiche, flojo, cochino, borracho, indio come yuyo, chino y cuantos más, fue la hora de hacer leña del árbol caído, los chilenos debían justificar el despojo, se ponía fin al tiempo de “indios malos en buenas tierras” (Pinto, 2002).
A partir de esa fecha, la iglesia empezó a desarrollar una labor más independiente del Estado, las congregaciones religiosas Capuchinas y Franciscanas (1891) se distribuirán los territorios para ser más efectivas las funciones evangelizadoras. La Araucanía jurisdiccionalmente quedaba a cargo de los capuchinos, quienes seguirán con su ideal de bautizo y harían girar la misión en torno a la educación. Pero educarse después de una guerra no era una tarea fácil ni aquí ni en ninguna parte. Según Donoso (2008) fue justamente en esta época, en que se agolpan en la intendencia de Temuko, las primeras oleadas de mapuche a golpear las puertas de la nueva autoridad, solicitando que sus hijos pudieran ingresar a la educación formal chilena. La idea era aprender el castellano, había que adquirir el kimün del Winka, se debía pensar y escribir como él para poder defenderse. La educación pasaba a ser en este contexto un elemento de sobrevivencia, así lo entendieron los Fuchakeche (mayores) quienes debieron rápidamente reconfigurar los destinos de la vida de la juventud y los mandaron en masa a las escuelas, algunos con más éxito que otros. La idea era adaptarse a los nuevos tiempos o morir lo más sensato era la primera opción, se cambiaba las fuerzas de las armas por las letras. La educación pasaba a ser el arma del futuro, el instrumento clave para que yo escriba esta reflexión y usted si es mapuche las pueda leer.
En la actualidad la educación es parte de la vida del pueblo mapuche, las escuelas, liceos, y universidades están repartidas por todo Wallmapu (Región de la Araucanía y Biobio), administrativamente dependen no tan solo de iglesias, sino de particulares, municipios locales y del propio Estado, incluso hay leyes que la regulan de manera de hacerla más perfectible, pertinente, contextualizada y adecuada a los desafíos del mundo que nos toca vivir.
La interrogante entonces ¿Habría algo que cambiar en esta materia? . Obviamente que sí, no es posible que el Estado decida, defina e imparte sus propias concepciones ideológicas, culturales, políticas, curriculares. Créame, que no cuestionarse aquello sería un gran error. Pues desde que los Estados – Naciones se conforman en el siglo XVIII, han utilizado la educación (Lopez, 1994 en Loncon 1997) para llevar adelante sus proyectos políticos uninacionales, el objeto ha sido reproducir modelos de sociedad afines a sus propios intereses. Esto último, lo podemos evidenciar en los países que han sido objetos de trasformaciones políticas violentas, estos suelen erradicar, cambiar, destruir y construir nuevos lineamientos curriculares para fortalecer sus propios procesos y propósitos. Aquí la educación es clave, eche un vistazo al Chile de 1973, después del derrocamiento del presidente Salvador Allende como de su coalición de gobierno Unidad Popular (UP), el régimen Militar se encarga de quemar, ocultar y prohibir libros, lecturas y música que puedan ser considerada “peligrosa” para el nuevo sistema político. Eso paso en Chile y pasa todos los días en el mundo. No hay mucho de que admirarse. La educación sin intención no existe.
Finalmente, hoy no somos los mapuche de ayer, somos los mapuche de hoy, los del facebook y twitter, como dice el Poeta Mapuche David Aniñir, en su libro Mapurbe “Somos hijos de los hijos de los hijos, somos los nietos de Lautaro tomando la micro, para servirle a los ricos, somos parientes del sol y del trueno, lloviendo sobre la tierra apuñalada” los que no morimos, los que quedamos, los sobrevivientes de una política estatal genocida que estuvo en complicidad con la iglesia.
Por ende, si queremos seguir existiendo como pueblo en este siglo XXI ¿cuál es el proyecto político a seguir?. Por, mi parte estoy convencido de que la educación, como ya hemos visto, debe estar en el centro de la discusión. Es ahí donde se forman los cuadros políticos del futuro. En una de esas, de nuestras huestes sale el Lonko que dirija los destinos de Chilenos y Mapuche. Recuerde que hoy día Wallmapu somos todos. Amén.
Referencias
BOCCARA (1999). Políticas indígenas en Chile (Siglos XIX Y XX) de la asimilación al pluralismo. El Caso Mapuche-. Revista de Indias, 1999, vol. LIX, num. 217
DONOSO A. (2008). “Educación y nación al sur de la frontera 1880-1930”. Pehuén editores.
LONCON Et, al (1997) Construyendo una Educación Intercultural Bilingüe Mapuche. Propuestas y Desafíos. Estudio participativo para establecer las bases técnicas para el desarrollo de la EIB en el Área Mapuche. Editado por Siedes 1997.
PINTO, J. (2002).“Misioneros jesuitas, franciscanos y capuchinos en la Araucanía”.
NOGGLER, A. (1972). Cuatrocientos años de Misión entre los Araucanos. Padre las Casas, Temuco: Editorial San Francisco.
ANIÑIR D. Selección de Poemas. “Mapurbe”. http://meli.mapuches.org/spip.php?article30
Julio Nelson Marileo CalfuqueoEl Ciudadano
No hay comentarios:
Publicar un comentario