Gobierno de Pinochet habría espiado a corresponsales extranjeros
La “obsesión” por la prensa obliga a las embajadas a remitir copias periódicas de artículos, columnas o reportajes sobre Chile y, en especial, sobre las violaciones a los derechos humanos
El gobierno del Augusto Pinochet (1973-1990) siguió y vigiló a cientos de corresponsales extranjeros, según consta en los archivos secretos e inéditos del régimen chileno a los que tuvo acceso la agencia DPA.
"Cuando volví a Chile sabían casi todo lo que había hecho fuera del país", recordó el periodista chileno Carlos Dorat, quien fuera presidente de la Asociación de Corresponsales en esa nación. De hecho, en un único memorando secreto aparecen los nombres de 761 corresponsales de medios de Japón, Alemania, Estados Unidos, Holanda, Argentina, Brasil e Israel.
Cabe señalar que en ese extenso listado del 2 de noviembre de 1976 se encuentran Humberto Zumarán de France Presse, Giorgio Bagoni de ANSA, Rodney Bond de BBC, Klaus Börner de Wesdeutscher Rundfunk de Alemania, Patrick Buckley de Reuters, Hero Buss de la revista alemana "Stern", Luis Carrasco de AP, Manuel Cabrera de EFE, Carlos Cánepa del canal alemán de TV ZDF, Robert Harvey de "The Economist", Pierre Kalfon de "Le Monde", Juan de Onis de "The New York Times" y Johannes Martin Gester, del diario germano "Frankfurter Allgemeine Zeitung", entre otros cientos.
La "obsesión" por la prensa obliga a las embajadas a remitir copias periódicas de artículos, columnas o reportajes sobre Chile y, en especial, sobre las violaciones a los derechos humanos. Son transcritos palabra a palabra los programas de emisoras como Radio Moscú y telegrafiados los artículos de revistas o diarios tan disímiles como "Triunfo" de España y el "Washington Post" de Estados Unidos.
Frente a las críticas, la policía secreta elabora y distribuye a embajadas 600 ejemplares de un perfil humano de Pinochet, en un oficio firmado por el director de la DINA, Manuel Contreras, el 31 de diciembre de 1976. La idea es resaltar al "Soldado Estadista". El tema de la prensa internacional, en el contexto de la Guerra Fría, deviene finalmente en un problema de Estado que motiva sucesivos intercambios entre ministros y entre éstos y la policía secreta.
Por su parte, el ministro secretario general de gobierno, general Hernán Mejares, remite en 1975 al canciller, vicealmirante Patricio Carvajal, un oficio secreto sobre la conveniencia o no de autorizar el ingreso de periodistas de CBS y NBC, como George Matanson y "el señor Strathorst", respectivamente.
"Todos los antecedentes hacen prever que su propósito sería preparar un reportaje sobre Chile premeditadamente desfavorable", subrayó Mejares, quien no obstante matizó que impedirles el ingreso puede ocasionar "reacciones negativas".
Pero no solo la prensa preocupa a la policía secreta de Pinochet. Las actividades culturales en el extranjero son también una inquietud que complica a los cuerpos represivos y al canciller de turno. El jefe de la CNI, general Odlanier Mena, incluso ordena a Cancillería enviar todos esos antecedentes artísticos a su equipo en un oficio "estrictamente secreto" del 4 de octubre de 1979.
A su vez, en 1986, confirmando la extensa cooperación entre los ministros del régimen y la policía secreta, el canciller subrogante, Sergio Covarrubias, pide a la CNI investigar filtraciones en la prensa de Estados Unidos relativas a la visita a Chile del senador republicano Jesse Helms. El funcionario incluso propone a los equipos represivos "mantener un registro actualizado y con constante análisis de los funcionarios de (la embajada) Estados Unidos", de quienes se sospecha filtraron los antecedentes.
Ese mismo año, marcado por los paros en el país, además de un frustrado atentado contra Pinochet por parte del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, la Cancillería pide elevar la cooperación. En un oficio secreto del 30 de diciembre de 1986, el canciller Jaime del Valle propone crear un grupo de trabajo entre su secretaría, la policía secreta y los Ministerios de Interior, Agricultura, Gobierno, Presidencia, Salud y Hacienda.
Por último, el objetivo, como todos esos años, era contrarrestar las informaciones y denuncias que circulaban en Naciones Unidas, en medio de un clima adverso en la prensa, a juicio de la dictadura.
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