sábado, 4 de agosto de 2012

El Che y Fidel


Si intentáramos reconstruir la historia del pensamiento revolucionario, en el inicio estarían Espartaco y Cristo. A éstos los seguiría una larga serie de pensadores: Galileo, Newton, Mendel, Darwin; alguien propondría a Beethoven, y estaría bien. Seguirían Sócrates, Aristóteles, Heráclito, Hegel, Marx, Lenin, Mao, Gramsci, Mariátegui, Martí, Bolívar, Simón Rodríguez, Rosa Luxemburgo, Einstein, etc. La lista es inmensa, casi inabarcable, pero sin dudas al final estarían en puesto de honor el Che y Fidel.
¿Cuál es el aporte del Che y Fidel que los hace merecedores de coronar el torrente de los pensadores revolucionarios? Son los constructores de una obra que hoy constituye la esperanza de la Humanidad asediada: la Revolución Cubana.
Todo revolucionario debe buscar en lo más puro, en lo esencial de la Revolución Cubana las líneas maestras que señalan el rumbo. La Revolución Cubana, en acción y pensamiento, es vanguardia en la travesía revolucionaria, supera todos los estadios de la práctica y la teoría revolucionaria, se empina sobre los hombros de la historia y señala el camino.
El derrumbe de la Unión Soviética puso a prueba a la Revolución Cubana, y salió victoriosa, superó el periodo especial y resiste al bloqueo. Cuando el mundo entró en el marasmo capitalista, la Revolución Cubana aguantó, no se derrumbó, fue ejemplo. Así se ganó su puesto en la historia. Pero, ¿cuáles son las grandes enseñanzas de la Cuba revolucionaria?
Lo primero es que allí se escenifica, desde siempre, como dijo el Che, una feroz lucha ideológica. Esta es la gran enseñanza: las revoluciones no son una línea recta, su curso está lleno de saltos y retrocesos, de convivencia con lo errado. Es necesario, entonces, diferenciar “la paja del trigo”, desentrañar las grandes líneas de ese proceso extraordinario que le permitieron ser lo que es, y desechar las contaminaciones del camino, los retrocesos tácticos, los errores. Debemos estar alertas frente a los que intentan vendernos paja por trigo, gato por liebre, táctica por estrategia.
Lo que caracteriza a la Revolución Cubana es la idea de la hegemonía de la conciencia de sociedad sobre el egoísmo. Este concepto viene desde el asalto al Cuartel Moncada, se consolidó en la Sierra Maestra y se hace objetivo en el ejercicio del poder. Todas las acciones de la Revolución tienen esa marca.
Otra inmensa enseñanza de la Revolución Cubana es que sí se puede construir el socialismo. Lo hizo a pocas millas del imperio, sobre todos los dogmatismos. Demostró que se puede y que además, es el deber de los revolucionarios construir el socialismo. No hay excusas para no hacerlo.
El deber de la Revolución Bolivariana es fortalecer la idea y la práctica socialista, que el socialismo se constituya en alternativa, en fuente vigorosa que irrumpa en el mundo como una esperanza, sin dejar que las pocas llamas que aún perduran sean yuguladas por el cerco capitalista. El mundo nos necesita ahora, no hay tiempo que perder: mañana será tarde. Hoy ser potencia es ser ejemplo de superación del capitalismo.
Toby Valderrama
(En Caracas)
(Publicado en “Punto Final”, edición Nº 762, 20 de julio, 2012)

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