viernes, 11 de abril de 2014

Jackson, Boric y la decencia perdida

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El diputado PPD Pepe Auth les ha espetado que “son solteros, sin hijos, sin esposas, sin ex esposas y todavía no conocen el conjunto de compromisos que tiene un parlamentario”. El RN José Manuel –ejem– Edwards considera “pintoresco que una persona que un año atrás recibía la mesada de sus papás hoy día esté reclamando por esto”. Andrés Velasco manifestó que la idea es populista, opinión a la que adhirió el rudo diputado UDI Gustavo Hasbún. El flamante senador Harboe, por su parte, afirmó que “no puede ocurrir que se caiga en medidas que son populares, pero no necesariamente necesarias”. ¿Se tratará en verdad de algo que no es necesariamente necesario?
La propuesta de Giorgio Jackson y Gabriel Boric busca rebajar a la mitad la dieta de los parlamentarios, no los gastos de representación que van aparte. De los más de ocho millones que cobran de sueldo, los diputados quedarían en la mitad, unos cuatro millones, que es 20 veces un salario mínimo. Ello hace necesaria una reforma constitucional.
Argumentaciones técnicas y procedimentales aparte, que las hay, lo que concurre aquí es la denuncia pública y propuesta de rectificación de un hecho escandaloso. Nuestros senadores y diputados perciben no una dieta, sino un dietón absolutamente sobredimensionado.
No puede ser que el representante gane diez o veinte o cuarenta veces lo que perciben sus representados. Un representante de ese tipo representa ante todo a su propio bolsillo, no cabe duda. Boric sostiene que él se quiebra el lomo trabajando, como muchísimos chilenos, y es éticamente insostenible, agrega, que su remuneración sea tantas veces mayor.
Estos jóvenes están devolviendo al Congreso lo que quizás algún día éste tuvo o debió haber tenido, pero que en el tema de las dietas no aparece a la vista: la decencia.
Estos jóvenes están devolviendo al Congreso lo que quizás algún día éste tuvo o debió haber tenido, pero que en el tema de las dietas no aparece a la vista: la decencia. Hay unos límites de lo que se puede uno llevar para la casa con la chiva del servicio público, y estos límites están del todo sobrepasados en este caso. La dieta de los parlamentarios chilenos es quizá la más alta de América Latina.
Uno ha visto a gente emputecida al ver a un diputado en ejercicio simplemente subiendo a su auto. La ira popular por esta situación abusiva es transversal, pero desde el paño de las chaquetas extremadamente elegantes de Harboe, Auth, Edwards, Hasbún y de todos los demás ese sentimiento no se percibe, no se lee.
Efectivamente, los diputados tienen que hacer muchos sacrificios, y eso a veces no lo dimensiona todo el mundo. Pero muchos sacrificios hace la mayor parte de los chilenos, con remuneraciones lamentables. El PIB chileno es top, pero si la mitad del ingreso se lo quedan entre Piñera y los Luksic y los Angelini y los Solari y los Matte, tenemos una situación que no podemos tragar.
Los parlamentarios deben dar una señal, con sus sueldos, de si están con estas familias o están con el sentimiento de la gente. El presidente uruguayo Mujica dona gran parte de sus emolumentos. Es un caballero.
La corrupción no es sólo incurrir en figuras ilegales. Su olor nauseabundo aparece también cuando estamos ante lo impresentable, ante aquello que desde la sensatez nos llena de vergüenza. Puede haber más basura en una corbata o en una billetera demasiado llena que en muchos procesos judiciales.
Admiración y un abrazo para estos jóvenes diputados, que están empezando a hacer política por donde se debe, por los detalles.
 
FUENTE: EL MOSTRADOR

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