martes, 29 de abril de 2014

Después de 39 años: Emotivo encuentro de madre de Bachelet con carcelero que la protegió de las torturas

29/04/2014 |
Tras labor investigativa de la PDI, encuentran a ex funcionario que protegió en dictadura a la madre de la presidenta, Angela Jeria. El encuentro de ambos fue emocionante, según testigos.
Una emoción similar al encuentro con un familiar perdido fue la que vivieron la madre de la presidenta Michelle Bachelet, Ángela Jeria, con un ex funcionario de Investigaciones, cuyo nombre desconocía y que jamás volvió a ver, que la alimentó y protegió cuando estaba en cautiverio por la dictadura y había sido víctima de torturas y atropellos.

El gesto humanitario del entonces joven asistente de detective (23 años) tuvo lugar en los calabozos del cuartel central de Investigaciones, la noche previa de febrero de 1975 cuando Ángela Jeria y su hija Michelle fueron expulsadas del país por orden del dictador Augusto Pinochet, después de haber sufrido indecibles vejámenes en Villa Grimaldi, el lugar favorito de los torturadores y represores de la entonces DINA.

Jeria y su guardia volvieron a encontrarse este martes 29 de abril, 39 años después. Se dieron un emocionante abrazo, en el mismo edificio donde se conocieron en esos duros años; ambos lloraron, ante impactados funcionarios de la PDI.

El hombre, hoy de 62 años, está retirado del servicio policial. Se gana la vida como comerciante en la comuna de La Cisterna. Se llama Hildorfo Burgos Santana.

La búsqueda

En un encuentro informal, el año 2013, Ángela Jeria pone al tanto de este episodio al ex subsecretario de Investigaciones, Ricardo Navarrete, y le pide que trate de ubicar al "único funcionario que me tendió una mano generosa y cariñosa en medio de tanta maldad", pues tenía ganas de verlo, conocerlo un poco más y abrazarlo en señal de agradecimiento.

Navarrete puso manos a la obra con personal de la institución. Buscando en archivos y conversando con ex funcionarios, intentando ponerle rostro a aquella alma caritativa.

Pasaron los meses y la madre de la presidenta Bachelet viaja a Montevideo, a un encuentro con el presidente José Mujica, quien le entregó una distinción por su lucha en defensa de los derechos humanos.

Allí, la prensa uruguaya le pidió testimonios sobre su vida en cautiverio. Tras relatar sus desventuras, desde que fue arrestada en su casa junto a su hija Michelle, y pasaron de Villa Grimnaldi a Cuatro Álamos, relató lo sucedido aquella noche de febrero de 1975.

"Y usted, ¿qué hace aquí?"
 
"Vendada, aparecí en Investigaciones. Ahí hay un hecho importante, porque me gusta destacar más este tipo de cosas: me llevaron a los subterráneos de ese edificio, donde estaban detenidas las personas que habían sido arrestadas esa noche: prostitutas, alcohólicos, algunos criminales o ladrones. Era un espacio grande dividido por rejas.

"De repente pasa uno de los policías, me mira a mí y al resto y dice ‘¿usted, qué hace aquí?'. ‘No sé, me trajeron'. ‘Venga, usted no puede estar aquí'. Me llevó con él y supe que era un joven detective.

"Me preguntó, le dije quién era y respondió que vería lo que podía hacer. ‘¿Almorzó?' ‘No, no he comido nada desde ayer', ‘Vuelvo', y me dejó en su oficina, que tenía un escritorio y una especie de división que era una sábana que había puesto para dividir la pieza.

"Volvió con un pedazo de pollo con unas papas, fue la comida más rica que había comido en mucho tiempo. Y me dijo: ‘Averigüé y a usted la expulsan mañana del país. La mandan a Australia con su hijo (sic). Pero yo no la puedo dejar abajo'. Corrió la cortina y había un colchón en el suelo. ‘Yo tengo un colchón para dormir, le ofrezco que duerma para la cabecera y yo duermo para los pies'.
 
Acepté y me desperté a la mañana siguiente con las puntas de sus botas en mi nariz.

"Nunca he sabido quién fue y cuando hace dos años me encontré con el ex subsecretario de Investigaciones (Ricardo Navarrete) le dije que quería conocer a esa persona y darle las gracias, que nunca van a ser suficientes, porque él me devolvió la vida.

"Le quiero agradecer a él y a otro que me llevó una vez al baño en Villa Grimaldi. Me dijo ‘Perdóneme, señora Ángela. Usted que tan bien sabe de las Fuerzas Armadas, también sabe que ten
mos que obedecer'. Entonces vi que el ser humano existía. En esos lugares tan horrorosos la gente tenía capacidad de ayuda. Todavía me emociono. Pero todavía no los he encontrado".

Ángela Jeria, en ese momento, no sabía que en un par de semanas estaría abrazando a Hildorfo Burgos Santana, quien se emocionó tanto como ella. El encuentro fue privado, sin que hubiera registro de imágenes ni versiones oficiales. Se trató de algo íntimo, que dejó de manifiesto que, aún en las peores circunstancias, el ser humano se comporta como tal.
 
FUENTE: CAMBIO 21

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