Garretón emplaza a la Nueva Mayoría a dejar de escudarse detrás del argumento de los “‘costos inevitables’ para construir un país mejor”
En una carta destinada a dirigentes de su partido, el economista del PS hizo una dura lectura de las consecuencias socioeconómicas que tendrán el próximo año la cada vez más áspera relación entre el gobierno, la coalición en el poder y el mundo empresarial.
El pasado 17 de octubre, después de participar en el encuentro en el seminario “Hacia un Modelo de Desarrollo Sustentable con Igualdad”, el fundador del MAPU y miembro histórico del Partido Socialista, Óscar Guillermo Garretón, decidió escribir una carta. En ella plasmó una dura critica a la situación política actual, la actitud que han tenido los partidos de la Nueva Mayoría para con las reformas icónicas del gobierno y lapidarios pronósticos sobre la situación económica del país.
El momento no fue al azar. Y es que precisamente en dicho seminario en que participó el economista -y que fue organizado por la tienda socialista- se buscaba abordar los alcances de una eventual crisis económica y las medidas para combatirla sin marginar en el proceso a las clases sociales más desfavorecidas.
“Me alarma que los hechos políticos más relevantes ocurridos a partir de marzo 2014 son que esa mayoría arrolladora a favor de las tres reformas -tributaria, educacional y constitucional- mutó en apenas 6 o 7 meses en rechazos también masivos, cuando no mayoritarios, a las propuestas tributarias y educacionales del Gobierno; y que la economía ha frenado fuertemente mientras los estudios muestran una acelerada caída de las expectativas económicas en empresarios y consumidores”, reza la carta de Garretón, dirigida al jefe de la bancada de diputados de PS, Marcelo Schilling, y al jefe de la Comisión Económica del partido, Álvaro Díaz. El documento fue difundido por el portal de noticia El Líbero.
En sus predicciones para el próximo año, el economista no dibuja precisamente un panorama demasiado esperanzados. Mientras asegura que “la economía no crecerá como se supone en el presupuesto (3,6%); estará en torno al 3% o más abajo” y que “tampoco la inversión pública compensará la drástica disminución de la inversión privada porque no es capaz de hacerlo”, por otra parte “la cesantía será mayor que hoy y el crecimiento de empleos públicos no compensará la pérdida de trabajos en el sector privado”. Sobre esto último estimó que para esta fecha en 2015, la tasa de desempleo se encontrará en un 8%.
En tanto, la desaceleración internacional no desaparecerá. “Pero eso se sabía ya a mediados de 2013, por lo tanto la proyección de su impacto debería ser más o menos constante para un organismo tan sólido como el Banco Central”, agrega.
EMPRESARIO OFENDIDO
La lectura que hace Garretón de los gatillantes de este escenario habla de una “franca ruptura de confianzas entre gobierno, la Nueva Mayoría y el mundo empresarial”.
“El empresariado honesto de todo tamaño, ajeno a abusos, se siente sistemáticamente incomprendido, hostilizado y despreciado en su rol social por el gobierno y su coalición. Lo devastador de esta ruptura es que el Estado no es capaz de sustituirlo en su rol”, señala el socialista, descartando de plano la tesis del boicot. “Ningún empresario está dispuesto a perder para dañar”, afirma.
Finalmente, responde también a esos que hablan “de ‘costos inevitables’ para construir un país mejor, menos desigual”.
En ese sentido, precisa: “Tiene algo de verdad, pero también de ominosa historia. Siempre hay costos y enemigos del cambio que dificultan las cosas. Pero también hay demasiadas experiencias en que esta ha sido una vieja excusa para persistir en el error”.
Por último, el economista hace un llamado a reaccionar. “Chile no merece esto. Construimos un país incomparablemente mejor al que recibimos en 1990. Por la magnitud de los cambios que provocamos y las prosperidades que nuestro pueblo conquistó, es que Chile cambió tanto que requiere hoy respuestas nuevas. Comprometerse con el cambio no es aplaudir cerrando los ojos, sino preocuparse de su éxito. Más aún con una ciudadanía exigente y consciente de su poder, cuya tolerancia a una crisis desconocemos”, termina.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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