Diligencia se realizaría en marzo
Justicia determina exhumación del cuerpo de Pablo Neruda y su chofer insiste en tesis del homicidio
Hace casi dos años que Manuel
Araya, en una entrevista con una revista mexicana, ventiló públicamente
lo que ya venía diciendo en su círculo más cercano: su versión de que el
poeta habría muerto asesinado y no de cáncer a la próstata. La
declaración del ex asesor del Premio Nobel abrió una puerta y una
investigación para determinar las circunstancias que rodean la muerte de
Neruda.
Una o dos veces a la semana,
Manuel Araya conduce uno de los colectivos de la línea 9-Las Viudas, en
San Antonio. El resto del tiempo está en Santiago o Valparaíso ayudando a
realizar un documental sobre la muerte de Pablo Neruda.
Desde que el año 2011 dio una entrevista a la revista mexicana Proceso
asegurando que el poeta fue asesinado, ocupa la mayor parte de su
tiempo libre en sumar datos que permitan reconstruir los últimos días
del Premio Nobel de Literatura y a hacer que lo que el vio ese 23 de
septiembre. Los detalles. Las escenas. Todo. Comprueben lo que asegura:
que a Neruda lo mataron con una inyección letal en la Clínica Santa
María. Y que al contrario de lo que dice la biografía oficial, el poeta
no murió de cáncer a la próstata.
Después de aquella entrevista de Araya, el Partido Comunista presentó
una querella con el objetivo de aclarar la muerte del poeta. “Esta ha
sido presentada porque han surgido versiones que desmienten lo que hasta
ahora considerábamos la versión oficial sobre la muerte de Pablo
Neruda”, dijo Guillermo Teillier al llegar, ese 31 de mayo de 2011,
hasta Tribunales.
Según fuentes ligadas a la investigación que lleva adelante el juez
Mario Carroza —quien se encuentra de vacaciones y retoma sus funciones
en marzo—, después de analizar antecedentes y tomar declaraciones, la
decisión fue exhumar el cuerpo de Neruda.
“Efectivamente hace 15 días nos informaron sobre la exhumación en una
reunión. El ministro (Carroza) emitió una orden, pero es un tema por el
que se pide el mayor respeto y solemnidad posible”, señala el director
ejecutivo de la Fundación Pablo Neruda, Fernando Sáez García.
Sáez dice que en esa instancia no le informaron respecto a una fecha,
pero fuentes ligadas al caso señalan que la pericia se realizará en
marzo. La diligencia estaría a cargo del Servicio Médico Legal (SML),
tal como en otros casos de Derechos Humanos.
La duda
Manuel Araya fue chofer y asesor personal de Pablo Neruda hasta el
mismo día de su muerte. Lo conoció cuando tenía 14 años en una sede del
Partido Comunista en la calle Mapocho, pero empezó a trabajar con él
cuando el poeta volvió de Francia, en noviembre de 1972.
Después del Golpe de Estado, recuerda cada uno de los episodios que
marcaron el desenlace. “Neruda se hospitalizó el 19 de septiembre en la
Clínica Santa María, pero fue por seguridad, para sacarlo posteriormente
del país. Recuerdo mucho ese día. Salimos a las 12:30 de Isla Negra y
llegamos casi a las seis de la tarde a Santiago. Él iba en ambulancia y
cada dos kilómetros nos detenían para hacer algún control policial”.
-¿Por qué en ambulancia?
-Él no estaba enfermo, pesaba 123 kilos cuando murió, pero usamos eso para que él pudiera salir del país. Imagínese lo que sería la figura de él contra la Dictadura, desde fuera del país. Quería presionar desde allá para sacar del poder a Pinochet. Esa era su misión.
-Él no estaba enfermo, pesaba 123 kilos cuando murió, pero usamos eso para que él pudiera salir del país. Imagínese lo que sería la figura de él contra la Dictadura, desde fuera del país. Quería presionar desde allá para sacar del poder a Pinochet. Esa era su misión.
“El 22 de septiembre se le entregó un salvoconducto para viajar al
exilio en México. Neruda fijó su viaje para el día 24 de septiembre, a
las 10 de la mañana”, cuenta Araya, quien también recuerda que al día
antes del viaje, Neruda le pidió un favor: que fuera por alguna ropa y
libros que se habían quedado en la casa de Isla Negra.
Araya tomó el Fiat 125 blanco —una alternativa al Citroën que tenía
Neruda en casa y que habían comprado hace pocos días— y regresó a la
costa.
“Cuando estaba en Isla Negra recibí un recado que Neruda dejó en la
hostería Santa Elena. Nosotros no teníamos teléfono, la línea quedó
suspendida tras el Golpe. ‘Entró un doctor, me puso una inyección en la
guata y tengo mucha fiebre’, fue lo que dijo. Yo regresé volando a la
habitación 406 de la Clínica Santa María, donde él estaba”.
Los minutos posteriores, Araya también los recuerda como si fuera ayer:
-Cuando ya estaba en la clínica, me mandaron a buscar Urogotan,
un remedio para La Gota a una farmacia en Balmaceda con Vivaceta. Iba
en auto, solo, cuando me bajaron a patadas cuatro hombres que venían en
dos autos. Me llevaron a una comisaría que está en la calle Carrión, en
la comuna de Independencia. Ahí me pegaron y me dieron un balazo en la
pierna izquierda. Después de eso me llevaron al Estadio Nacional, donde
dos días después me enteré de la muerte de Neruda. Él murió a las 22:30
de la noche y a mí me detuvieron a las 7 de la tarde.
Otras voces
Después de la entrevista realizada a Manuel Araya, Francisco Marín, corresponsal de Proceso, publicó
antecedentes clínicos que constaban en la investigación. Uno de los
párrafos dice que en “el apartado Consideraciones
Médico-criminalísticas, letra d, se señala: Hay un hecho que llama la
atención y que complica el análisis. En la carta del doctor Guillermo
Merino —médico tratante de Neruda— del 18 de abril de 1973, dirigida al
doctor Vargas Salazar (urólogo) refiere: Estimado colega: al dorso
resumen de tratamiento efectuado a don Pablo Neruda, remitido por usted
para tratamiento por adenoma de próstata y artrosis pelviana derecha”.
El problema, según los médicos del Departamento de Criminalística de la
Policía de Investigaciones que enviaron un informe con el análisis de 13
exámenes médicos realizados a Neruda entre 1972 y 1973, es que “el
adenoma es un tumor benigno y no maligno”.
“Efectivamente hace 15 días nos informaron sobre la exhumación en una reunión. El ministro (Carroza) emitió una orden, pero es un tema por el que se pide el mayor respeto y solemnidad posible”, señala el director ejecutivo de la Fundación Pablo Neruda, Fernando Sáez García.
Proceso también consigna que en el punto cuatro de las
conclusiones dice: “En cuanto al examen que podría orientar la presencia
de metástasis, es decir las fosfatasas ácidas y su fracción prostática;
éstas están normales, lo que podría significar entre otras
posibilidades que no hay tumor maligno o que éste está circunscrito a la
glándula o se normalizó producto de la radioterapia. Como no se cuenta
con los antecedentes clínicos del paciente no es posible entonces sacar
conclusiones en este sentido en base en este examen”.
La revista mexicana también recuerda una entrevista publicada por la
revista Pueblo, el 19 de septiembre de 1974, donde Matilde Urrutia
—última esposa del poeta— sostiene que “el cáncer que padecía (Neruda)
estaba muy dominado y no preveíamos un desenlace tan repentino. (Neruda)
no alcanzó ni a dejar testamento pues la muerte la veía muy lejos”.
Francisco Marín, coautor del libro El doble asesinato de Neruda
(Ocho Libros, 2012), señala que la exhumación del cadáver será decisiva
para obtener la verdad. Según afirma, la prueba de oro en este caso,
“la brindará el examen de la hemipelvis derecha del poeta. Si ésta no
tiene metástasis, como sostenemos, se demostrará que lo que se afirma en
el certificado de defunción en orden a que Neruda muere de ‘metástasis
cancerosa’ es absolutamente falso. Evidentemente alguien no puede morir
de algo que no padece. Ahí encontrarán más sentido las versiones
confirmadas que Neruda fue inyectado con sustancias desconocidas poco
antes de morir, situación que increíblemente no aparece mencionada en su
certificado de defunción”.
En un artículo publicado en septiembre de 2005 por el diario La Nación,
Rosa Núñez, enfermera que cuidó por más de 10 años a Neruda, dijo que
“dos años después de la muerte de don Pablo, un verano, la señora me
vino a visitar. Me dijo que sospechaba que a su marido lo habían matado
en la clínica, posiblemente con alguna inyección. Fue la última vez que
la vi”, contó al periodista Javier García.
Luego de las primeras declaraciones de Manuel Araya, en mayo de 2011,
la Fundación Neruda aclaró, por medio de un comunicado, que “no existe
evidencia alguna ni pruebas de ninguna naturaleza que indiquen que Pablo
Neruda haya muerto por una causa distinta del cáncer avanzado que lo
aquejaba… No parece razonable construir una nueva versión de la muerte
del poeta, sólo sobre la base de las opiniones de su chofer, el señor
Manuel Araya, quién viene insistiendo en este asunto sin más prueba que
su parecer”.
Sergio Draper era uno de los médicos de turno la noche del 23 de
septiembre en la Clínica Santa María. La periodista Carolina Rojas
conversó con él en septiembre de 2011 en el contexto de un reportaje publicado en Revista Ñ.
Cuando la periodista le preguntó si ya había leído las declaraciones de
Araya, el contestó: “Eso lo ignoro pero sí puedo decir que el
tratamiento que se le hacía a Neruda era el indicado por Vargas Salazar.
La clínica no hace ningún tratamiento que no sea el indicado por el
médico tratante. (…) Lo vi solamente un instante el domingo 23 de
septiembre, a mí no me correspondía atenderlo. Ese día, la enfermera de
turno me dijo que aparentemente Neruda sufría de mucho dolor, le dije
que se le aplicaría la inyección indicada por su médico, si mal no
recuerdo fue una dipirona. Si la clínica era tan mala, ¿por qué los
médicos tratantes llevaban a sus pacientes?”.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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