¡Este pueblo está alborotao, Señores! (+Fotos y Video)
19 febrero 2013
Eran las cuatro y treinta de la madrugada. Los canales de televisión,
las redes sociales y el griterío general nos despertaron sobresaltados
¡Quiso la suerte que esté en Caracas! Llegó Chávez!!!! Y sus palabras de
un significado inmenso: “Dios mío, ya estoy en Venezuela”. El día
comenzaba activo y rotundo. La carta de Fidel a Chávez era leída por los
medios de comunicación y una se sonreía una vez más… ¡Que tremendo
Fidel!
En el camino hacia la universidad bolivariana nos interceptaban – la
gente nos identifica por ese soplo de la Isla que una tiene aunque sea
de cualquier color-. Nos decían: Llegó el presidente, estamos felices…
Una mujer negra, vendedora de Parque Central me haló por el brazo, casi
en un susurro y en franca alusión a los desvaríos sobre Cuba de la
derecha de siempre, expresaba: Que bueno que llegó Chávez, también por
ustedes, porque aquí hay algunos que les quieren reducir el mundo. Me
quedé asombrada por su sencilla sabiduría y la nobleza del alma.
Llegamos a la universidad. En el vestíbulo del magnífico edificio
unos altavoces reproducían a Chávez en emblemáticos discursos, como
aquellos donde leía el poema de Andrés Eloy Blanco, Maisanta, con esa
voz que trae de vuelta todas las llanuras y las peleas por la
independencia… Los colegas nos abrazaban con una mezcla de orgullo y de
complicidad compartida.
La mañana pasó rápido y al mediodía todos empezaban a movilizarse
para salir… El almuerzo fue distinto… De camino hacia el comedor, autos
personales en el parqueo de la universidad venían rotulados: ¡Llegó
Chávez! ¡Viva Chávez! ¡Gracias Cuba! ¡Viva Cuba! El bullicio del comedor
de estudiantes y profesores estaba matizado por aplausos y conmoción.
Los ómnibus aguardaban. La comunidad universitaria se reunía, cada
uno con su gesto de amor: globos, cantos, pintadas. Yo miré las guaguas
con aquella identificación en letras inmensas: Universidad Bolivariana
de Venezuela. Y recordé los días de 2003 cuando Chávez anunció la
creación de esa institución universitaria y después, de camino al
oriente del país, pasaron por nuestro lado, unos ómnibus como los que
hoy me detuve a mirar, con igual identificación y un detalle que los
describía: Donación de la presidencia de la República.
Supe entonces cuánto había vivido junto a este pueblo y comprendí su reacción descomunal: ¡Ya está aquí, ya está con nosotros!
Es extraño, pues las cubanas y los cubanos lo amamos tanto que al
verlo regresar junto a su pueblo una sintió más simpatía y compromiso.
Como los grandes amores, llenos de generosidad.
Un joven arengaba para la salida inminente hacia la Plaza Bolívar y
cantaba y reía y decía desde esa perceptividad tan venezolana ¡Este
pueblo está alborotao, Señores!
FUENTE: CUBADEBATE
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