Los correos desclasificados por Wikileaks y los socios criollos (IV y final)
Las claves de la destitución de Lugo en Paraguay: Los EEUU y el Impeachment
Publicado: 14.02.2013
La
destitución de Fernando Lugo como Presidente de Paraguay en 2012, se
convirtió en un hito que perturbó la democracia en el Cono Sur y que
dejó, como tantas veces, un balance de campesinos muertos y desplazados
con la masacre de Curuguaty. En este último reportaje de la serie de
Natalia Viana, de Agencia Pública de Brasil, se entregan las claves que
ilustran sobre el entramado de intereses y millones que jugaron en la
crisis y destitución del obispo. Los cables de wikileaks muestran el rol
secreto de EE.UU. en la preparación del “golpe” y en la entrega de
millones a FF.AA. y Corte Suprema “sin rastro”, como escribió la
embajadora de ese país.
Vea también:
- La historia tras la destitución de Fernando Lugo (I): “El obispo y sus tiburones” - La historia tras la destitución de Fernando Lugo (II): “La destitución vista desde el palacio” - La historia tras la destitución de Fernando Lugo (III): “Curuguaty, la masacre que derrumbó a Lugo”
En vísperas del juicio político que lo destituyó de la Presidencia
del Paraguay, el 22 de junio de 2012 Fernando Lugo se reunió con el
embajador norteamericano James Thessin en la capital, Asunción. La
reunión estaba programada desde mucho antes, bien antes de la matanza de
Curuguaty -una operación policial de desalojo en la región de Curuguaty
que dejó 17 muertos el 15 de junio de 2012 y fue utilizada como
argumento por el Congreso para deponer a Lugo una semana después-.
Según el protocolo, Thessin invitó a Lugo a la recepción del 4 de
julio, fecha de la independencia estadounidense, que se realizaría en la
embajada, una manzana entera en el centro de la capital. “¿Pero usted
me está invitando para ir como Presidente o como ciudadano?”, preguntó
Lugo. “Como Presidente, claro”, lo tranquilizó Thessin.
Lugo
ya no era Presidente de Paraguay el 4 de julio y no asistió a la
ceremonia en la que se ejecutaron los dos himnos nacionales y donde hubo
refrescos y canapés. La fecha marcaba el fin de una semana de duro
trabajo después de la deposición del ex obispo y la ascensión al poder
de su vicepresidente, el liberal Federico Franco. Un trabajo que
involucró no sólo a los diplomáticos norteamericanos y que fue realizado
en silencio –los Estados Unidos se pronunciaron sobre Paraguay veinte
días después del juicio político-.
El día anterior a la fiesta, el 3 de julio, una misión de la
Organización de Estados Americanos (OEA), liderada por su secretario
general, José Miguel Insulza, había dejado el país. Durante tres días el
grupo se había reunido con representantes de todos los partidos
políticos, de la Iglesia, de la Corte Suprema, con empresarios,
periodistas, dueños de medios de comunicación, líderes indígenas y con
el actual Presidente, Federico Franco, y su canciller; y hasta con el
propio Lugo.
Insulza llevó a representantes “de varios grupos geográficos” para
integrar la misión, según lo describió en su relatoría. Ninguno, sin
embargo, de América del Sur. El grupo que viajó a Paraguay para indagar
sobre la crisis estaba compuesto por la embajadora de los Estados Unidos
en la OEA, Carmen Lomellin; por el embajador de Canadá, Allan Culham;
de Haiti, Duly Brutus; de Honduras, Leónidas Rosa Bautista; y de México,
Joel Hernández.
La misión de la OEA tomó la posición contraria a la del Mercosur y de
Unasur, que suspendieron a Paraguay por considerar que el juicio
político representaba una ruptura en el joven proceso democrático
paraguayo por el tiempo exiguo concedido a la defensa del Presidente
–menos de 17 horas-. Insulza defendió la legitimidad del proceso
relámpago, que estaría avalado por la Constitución paraguaya, y minimizó
las críticas de las organizaciones regionales: “Es natural que la
situación que ocurrió en Paraguay haya generado reacciones negativas”,
escribió en su relatoría,
“pero eso no es exactamente una novedad en el hemisferio”. También
sugirió que la OEA debería aumentar su presencia en el país hasta las
elecciones presidenciales, programadas para abril de 2013. “En 10 meses
Paraguay va a haber elegido autoridades con total legitimidad
democrática”, concluyó.
Al día siguiente de la publicación del informe de la OEA, el gobierno
de Barack Obama declaró su apoyo a Federico Franco. “No existen razones
para que Paraguay sea suspendido en la OEA”, afirmó la secretaria
adjunta de Estado para las Américas, Roberta Jacobson, en conferencia de
prensa. “Lo que realmente queremos es enfocarnos en el futuro”, dijo.
“Veo Paraguay como una forma de unirnos en la región para apoyar la
democracia paraguaya y no como un tema que exacerbe las divisiones”.
“¿Entonces no fue un Golpe de Estado?”, preguntó un periodista. “No
voy a responder a esa pregunta”, retrucó, irritada, la secretaria.
Las sanciones del Mercosur y de Unasur también fueron rechazadas por la Cámara de Comercio Paraguayo-Americano Pamcham,
entidad que reúne a empresarios norteamericanos y paraguayos alineados
con la política exterior de los EUA. Antes incluso de la posición
oficial norteamericana, la Pamcham calificó como “inaceptable” la
suspensión de la membresía del país en esos organismos. El presidente
honorario de la PamCham es el propio embajador James Thessin.
Lugo no estaba equivocado al preguntar al embajador norteamericano
sobre su futuro cuando lo invitó a la fiesta del 4 de julio. Al fin de
cuentas, el apoyo de los EUA es fundamental para el futuro de cualquier
gobierno en ese país. Las reticencias de los norteamericanos respecto de
su presidencia fueron bien descritas por la antecesora de Thessin en la
embajada, Liliana Ayalde, quien escribió en un telegrama
que envió el 7 de diciembre de 2009 y fue filtrado por Wikileaks:
“Hemos sido cuidadosos en expresar nuestro apoyo público a las
instituciones democráticas de Paraguay y no a Lugo personalmente”.
Ayalde, hoy al frente de la sección Caribe, América Central y Cuba
del Departamento de Estado, fue aún más clara al afirmar que había
advertido al ex obispo sobre los “beneficios” de mantener una relación
cercana con los EUA, “sin permitir que utilice el apoyo de la embajada
como salvavidas”.
“NUESTRA INFLUENCIA AQUÍ ES MUCHO MAYOR QUE NUESTRO RASTRO”
La influencia norteamericana en Paraguay no es sólo un asunto
diplomático. A través de donaciones administradas por USAID de más de
100 millones de dólares (en cinco años) a empresas, ONGs y órganos
gubernamentales dificilísimos de monitorear, los norteamericanos se
garantizaron su proximidad a diversas esferas de poder en Paraguay:
“Actores políticos de todos los espectros nos buscan para oír consejos”,
resumió la ex embajadora Ayala en la misma relatoría confidencial. “Y
nuestra influencia aquí es mucho mayor que nuestro rastro”, indicó.
El entrenamiento de las fuerzas de seguridad paraguayas figura entre
los principales programas financiados por USAID. Entre 2005 y 2010, casi mil militares y policías –en
su mayoría en 2009, año siguiente a la asunción de Lugo—fueron
entrenados así y de este programa salieron algunos comandantes de las
Fuerzas Armadas nombrados por Franco cuando asumió el poder.
La Policía Nacional fue la responsable por la operación que resultó
en la matanza de Curuguaty. El Ministerio Público, que se basó
exclusivamente en testimonios de los policías para atribuir a los
campesinos la culpa por la masacre, y la Corte Suprema, que negó dos
recursos promovidos por la defensa de Lugo, también fueron beneficiados
por programas de USAID.
Uno
de los más influyentes defensores de los intereses norteamericanos en
Paraguay es Michael Eschleman, un cincuentón norteamericano con una
larga historia en el país y que dirige el Programa de Democracia de
USAID. En 1985, todavía bajo la dictadura del general Alfredo
Stroessner, Eschleman era voluntario del Cuerpo de Paz (Peace Corps),
una agencia gubernamental que lleva jóvenes voluntarios del primer mundo
a los países pobres y que ya fue acusada de infiltrar espías.
Eschleman llegó a gerente de entrenamiento y director de Peace Corps
antes de asumir la dirección de las iniciativas en pro de la democracia
en Paraguay. El programa más importante de su gestión es Threshold
–Umbral, en español–, que recibió más de 60 millones de dólares en los
últimos cinco años.
Documentos obtenidos
por Agencia Pública a través de la Ley de Acceso a la Información de
los Estados Unidos revelan que, antes incluso de la votación del juicio
político, el encargado de USAID de velar por la democracia paraguaya ya
planeaba sus pasos con el nuevo gobierno: “Comencé a tener reuniones
internas para evaluar y trazar una estrategia sobre la mejor manera de
mantener la marcha de los programas con el nuevo gobierno”, explicó
Eschleman en un email a las 17.20 del fatídico 22 de junio dirigido a la
conducción de Millenium Challenge Corporation (MCC), agencia de
financiamiento ligada al Congreso norteamericano.
Tras observar que “a las seis horas, Franco ya debe ser Presidente”,
Eschleman escribió: “Probablemente va a llevar algunos días saber
quiénes serán los nuevos ministros y cómo podemos abordar a los nuevos
líderes para garantizar no sólo la estabilidad de los programas, sino la
capacidad para avanzar”. Con todo, resaltó que el cambio de gobierno
significaba “buenas noticias” para USAID: “Franco y su equipo conocen
muy bien el programa Umbral porque trabajaron cerca de nosotros en los
últimos años”.
Dos horas después, el director de USAID envió otro email en el que
contaba que, tras el discurso de asunción, el nuevo Presidente nombró a
los nuevos ministros. Más “buenas noticias”: “Tanto el ministro del
Interior (Carmelo Caballero) como el nuevo jefe de Policía (Aldo
Pastore) trabajaron con nosotros en el programa Umbral, y son personas
que llamaríamos aliados”. Respecto del ministro de Finanzas Manuel
Ferreira Brusquetti, y el jefe de Gabinete de Franco, Martín Burt,
celebró: “Conocen y respetan a USAID, y trabajaron con nosotros en el
pasado”.
En otro email enviado el 9 de julio, Eschleman explicó el silencio de
la misión norteamericana durante las primeras semanas posteriores a la
destitución: por causa del “proceso de juicio político, del cambio de
administración y de la atención internacional prestada a los eventos
locales, USAID ha mantenido un low profile (bajo perfil)”,
escribió. Y agregó: “La embajada está esperando la relatoría de la
delegación de la OEA al Consejo Permanente. Hasta entonces, los
funcionarios de USAID no participan en reuniones o eventos públicos con
miembros del gobierno”.
Pero, por parte de MCC, el recelo de que hubiese algún giro político
ya se había disipado. Fue así que la directora de MCC escribió a
Eschleman el 5 de julio: “¿Ya se asentó un poco la polvareda? Hablamos
sobre Paraguay aquí y concluimos que hay acciones a ser tomadas en
relación con preocupaciones de elegibilidad”.
LA MASACRE DE CURUGUATY
El 22 de marzo de 2012, en una ceremonia en el Palacio Nacional, otro
director del programa Umbral, el estadounidense Matthew Langhenry,
recibió una medalla al mérito de la Policía Nacional paraguaya de manos
de su comandante, Paulino Rojas, que durante un año y medio trabajó
cerca de USAID en el programa Umbral.
Rojas, entrenado por el FBI
en un curso en Virginia en 1998, colocó con cuidado la medalla en el
pecho de su colega norteamericano. “Donamos más de US$ 2 millones en
equipamiento a la Policía, pero lo más importante es que juntos
reformamos la currícula de la academia policial, juntos reformamos la
escuela de suboficiales”, proclamó Langhenry, sudando de calor. “Juntos
escribimos el primer manual de uso de fuerza por la Policía Nacional en
Paraguay”, concluyó con cargado acento (ver video)
Tres meses después, Paulino Rojas daría la orden de desalojo que
llevó a la matanza de Curuguaty y a la deposición de Lugo. Fue una
desocupación polémica, por decir lo menos, pues el terreno ocupado por
los sin tierra no tenía título válido de propiedad, lo que motivó que el
Instituto de Tierras de Paraguay pidiera incluso la suspensión del
desalojo.
Hasta dentro de la Policía nacional, muchos querían aplazar la acción
por temor a un conflicto –incluyendo al jefe policial de la región,
Arnaldo Sanabria, subalterno directo de Rojas, quien insistió en que se
postergara. “El jefe de Operaciones Especiales, comisario Erven Lovera,
abatido, pedía a gritos a sus superiores que esa operación no se
realizara”, contó a la prensa otro oficial, el comisario principal
Carlos Núñez Agüero. Lovera fue el primer policía muerto en el
conflicto. Era hermano del jefe de seguridad personal del entonces
Presidente Fernando Lugo. Ninguno de esos temores fue informado al
ministro del Interior de Lugo, Carlos Filizolla, por el comandante
Paulino Rojas, según el propio ex-ministro.
El hecho es que en las primeras horas del 15 de junio, 324 oficiales
rodearon a 70 campesinos –el tamaño desproporcionado de la fuerza
tampoco fue informado al ministro del Interior. La operación policial
estuvo marcada por la violencia y los abusos, según la investigación de
la organización Plataforma de Estudio e Investigación de Conflictos Campesinos
(PEICC). Seis policías y once campesinos murieron. Decenas de
trabajadores rurales fueron detenidos por solo estar en el lugar y
existen relatos de torturas, falsas ejecuciones y señales de alteración
de la escena del crimen (el relato completo, aquí).
Entre los policías del Grupo de Operaciones Especiales (GEO) que
encabezaron la desocupación del terreno, por lo menos dos fueron
entrenados por los Estados Unidos, en marzo de 2009: César Horacio
Medina y Nelson Darío Zaracho Ocampos participaron en un entrenamiento
del programa de Asistencia al Antiterrorismo del Departamento de Estado
norteamericano en Asunción, según documentos filtrados por Wikileaks.
EL PROGRAMA UMBRAL
Umbral es el corazón de la estrategia norteamericana para Paraguay. Un estudio realizado por el instituto paraguayo Base-IS demostró
que el volumen de recursos destinados a Umbral sólo es comparable con
la primera década de la dictadura de Alfredo Stroessner –que duró 35
años y recibió el apoyo decisivo del gobierno de los Estados Unidos, así
como las otras dictaduras de la región-.
Financiado por la Corporación del Desafío del Milenio (MCC, en
inglés) y lanzado en 2006, el programa es una suerte de “ayuda
preliminar” a países pobres para mejorar sus índices de “transparencia”,
“justicia” y “libertad económica” antes de acceder a la gran torta de
la MCC: los programas Compactos, con sumas que van de los 100 millones a
los 700 millones de dólares. Proyectos desarrollados con el Ministerio
Público, la Contraloría General, la Corte Suprema, el Congreso, la
Reserva Federal y el Ministerio de Finanzas, Industria y Comercio
recibieron 34,6 millones de dólares hasta 2009.
Los resultados, sin embargo, fueron un fiasco, de acuerdo con una auditoría de la propia USAID, que elaboró un documento
en el que mostraba que muchos objetivos no fueron alcanzados y que el
gobierno de Nicanor Duarte no estaba muy interesado en perseguirlos. Un
laboratorio forense financiado por los Estados Unidos permaneció sin uso
durante dos años; un programa para aumentar la transparencia y el
monitoreo de las actividades del Congreso fue abandonado “por falta de
voluntad política”; la inversión en actividades aduaneras se restringió a
la capital, Asunción, mientras el contrabando continuaba a todo vapor
en la frontera; diez de los doce barcos donados para patrullaje
fronterizo quedaron fuera de operaciones; un nuevo sistema de documentos
de identidad y pasaportes, implementado y financiado por USAID, terminó
generando polémica con la acusación de haber favorecido a una empresa
norteamericana en el proceso de licitación.
Aún así, el gobierno de los Estados Unidos firmó un nuevo contrato de
asistencia con Paraguay por US$34 millones en 2009, ya bajo el gobierno
de Fernando Lugo. En la ceremonia de lanzamiento de Umbral 2, la
entonces embajadora Liliana Ayalde no dudó en declarar a la prensa
que todas las metas y objetivos de la primera fase se habían cumplido y
que la segunda fase buscaba “afianzar la democracia y consolidar las
instituciones del Estado paraguayo”.
En la división de recursos de Umbral 2, la Policía Nacional recibió
la mayor cantidad: US$ 9,4 millones, seguida por el Ministerio Público
con US$5,5 millones, amén de los US$6,2 millones que había recibido en
la primera fase del programa. La Corte Suprema recibió US$5 millones en
ambas fases.
Fue ese mismo Ministerio Público que, en la persona del fiscal Jalil
Rachid, sin escuchar a ningún campesino, concluyó que estos eran
responsables de la masacre, encarceló a catorce personas sin tierra y
emitió orden de arresto contra otras 54, algunas de las cuales ni
siquiera estaban presentes durante la evacuación. La conclusión de
Rachid fue respaldada por el Fiscal General del Estado, Javier Díaz
Verón. En septiembre (de 2012), Verón también se pronunció con una
recomendación a la Corte Suprema para que negase el segundo pedido de
inconstitucionalidad, planteado por los abogados de Lugo a raíz del
exiguo tiempo concedido a su defensa durante el juicio político. La
Corte Suprema rechazó el recurso.
HACIENDO LA CORTE EN NUEVA YORK
Al comunicar su rechazo el 20 de septiembre, el presidente de la
Corte Suprema y relator del proceso, Víctor Núñez, hizo una evaluación
casi surrealista: “Como se trata de un procedimiento que técnicamente no
es jurisdiccional, las garantías propias del proceso judicial, aun
cuando puedan ser aplicables, no lo son de manera absoluta, sino
parcial, con el objetivo de garantizar el debido proceso y el derecho de
defensa del acusado”. Los abogados de Lugo tuvieron 17 horas, incluida
la madrugada, para preparar su defensa y apenas dos horas para
defenderlo en el Congreso.
Seis meses antes, Núñez y los demás miembros de la Corte Suprema se
habían reunido con el director de USAID para América Latina y el Caribe,
Mark Feierstein, para hablar sobre el programa Umbral. Feierstein
afirmó al final del encuentro: “Estamos trabajando con la Corte Suprema
contra la corrupción y para que el sistema judicial sea más efectivo y
más eficiente para el pueblo paraguayo”, dijo. Y concluyó: “Reconocemos
el éxito alcanzado, es un ejemplo para otros países”.
No era eso, para nada, lo que decía la embajadora Liliana Ayalde en
los despachos enviados en 2009 al Departamento de Estado. En la misma
época en que destinaba US$2,5 millones a la Corte en el programa Umbral,
en un correo diplomático Ayalde afirmaba que la Corte, “amplia y
acertadamente”, era considerada corrupta, más enfocada “en intereses
políticos y personales que en cuestiones legales”. Y escribió: “La
interferencia política es la norma; la administración de justicia se
volvió tan distorsionada que los ciudadanos perdieron la confianza en la
institución”.
“El control político de la Corte Suprema es crucial para garantizar
la impunidad de los crímenes cometidos por políticos hábiles. Tener
amigos en la Corte Suprema es oro puro”, escribió en su despacho
del 25 de agosto de 2009. “La presidencia y vicepresidencia de la Corte
son fundamentales para garantizar el control político, y los Colorados (oposición a Lugo) controlan esos cargos desde 2004. En los últimos cinco años también pasaron a controlar la Cámara Constitucional de la Corte”.
Tres años antes del juicio político a Lugo, escribió: “Esta cámara es
famosa por tomar decisiones controversiales y arbitrarias. (….) Para
los aliados de Lugo, obtener control de la cámara es fundamental para
prevenir un posible impeachment”.
Pero no era Lugo quien detentaba el control de la Corte, como
demostraron los hechos. Un mes después de emitir su voto respaldando la
destitución, el presidente de la Corte, Víctor Núñez, participó en la
primera comitiva internacional del nuevo presidente Federico Franco,
quien se dirigió a la Asamblea General de la ONU, en Nueva York.
Fue la estrella de Franco en la escena internacional, donde
participó, junto con todos los jefes de Estado, de una comida oficial
organizada por el anfitrión, Barack Obama, en el pomposo hotel Waldorf
Astoria. Franco tuvo la oportunidad de sacarse una foto con el
mandatario estadounidense, junto con su esposa y la primera dama
Michelle Obama, elegantemente vestidos para la gala nocturna. Desde
entonces esa foto ilustra orgullosamente la apertura del sitio oficial
de la Presidencia de Paraguay.
BOX: LA USAID EN PARAGUAY
Presente hace cincuenta años en Paraguay, USAID fue siempre un brazo
fuerte de la política norteamericana en el país. Un estudio detallado
sobre su actuación, realizado por el Instituto Base Investigaciones
Sociales (Base-IS), revela que la presencia de USAID creció
progresivamente en el país a partir de 2008, cuando Lugo fue elegido.
“En términos de fondos, hubo un aumento importante en la asistencia
norteamericana a Paraguay: de US$ 17,25 millones en 2007 a US$ 36,2
millones en 2010”, indica el estudio (cliquee aquí para leerlo).
El
foco de la asistencia de los Estados Unidos son los programas de
“democracia”, que inciden directamente sobre la administración pública;
USAID es responsable por el financiamiento del 32,3 por ciento de este
tipo de proyectos, pero queda bien atrás de otros países en términos de
asistencia a la salud, por ejemplo.
Además, los fondos de asistencia distribuidos a una infinidad de ONGs
y de organismos gubernamentales son difíciles de monitorear, como
descubrirían los investigadores de Base-IS. “És difícil cerrar los
números porque los fondos vienen de diferentes fuentes y para actores
diversos, algunos de ellos directamente al gobierno o canalizados por
ONGs internacionales”, explicó Marielle Palau, que coordinó el estudio.
El cuadro se complica con la tendencia a la privatización de la
asistencia internacional. Desde 2000, los recursos de USAID traspasados
directamente a empresas privadas estadounidenses a título de
consultorías viene creciendo y son ellas las que, en la práctica,
comandan la distribución del dinero en cada país. Solamente en 2010,
cuarenta empresas facturaron más de US$6.700 millones en contratos con
USAID –una enorme tajada de los recursos de la agencia para ese año.
La semejanza con la privatización de la seguridad militar
norteamericana no es mera coincidencia. Así como las empresas privadas
de seguridad presentes en Irak y Afganistán, las contratadas por USAID
“tercerizan” la asistencia internacional, gerenciando de manera discreta
la transferencia de los recursos norteamericanos. Poco conocidas, sin
vínculos fuertes en los países en que actúan, contribuyen a tornar aún
menos transparentes los programas de USAID.
La mitad del dinero del Programa Umbral en Paraguay –US$30 millones-
fue traspasada a la empresa Casals & Associates. Pero los ministros
de Lugo cuyas carteras trabajaban con Umbral –Interior, Salud,
Relaciones Internacionales—dijeron a Pública que no tenían mucho
conocimiento sobre la actuación de Casals. Tampoco el propio Lugo.
Fundada en 1986 por Beatriz Casals, una cubana con lazos en la
comunidad disidente de Miami, Florida, la empresa Casals tiene más de
300 empleados y sus contratos con el gobierno norteamericanos alcanzaron
los US$3.000 millones. Beatriz fue presidente de la Asociación para el
Estudio de la Economía Cubana de la Universidad de Texas y es
actualmente directora del Centro para una Cuba Libre, una organización
de lobby anti-Fidel en Washington. Entre los clientes de Casals figuran
el Departamento de Defensa, principalmente el Ejército y la Marina, el
Departamento Homeland Security (Seguridad Interna), la agencia
antidrogas (DEA), el Bureau for International Narcotics and Law
Enforcement Affairs (INL) del Departamento de Estado, y la TV y Radio
Martí, que transmiten propaganda anticomunista para la población cubana
desde Miami.
En 2010, la compañía fue adquirida por la gigantesca contratista
militar Dyncorp -presente en todas las guerras entabladas por los
Estados Unidos, incluyendo el combate contra las FARC en Colombia– y
pasó definitivamente a la esfera de influencia de los militares. Más del
65 por ciento de los funcionarios de Dyncorp son militares retirados.
El CEO de la empresa, William L. Ballhaus, declaró respecto de la compra
de Casals: “La adquisición nos ayudará a lograr la meta de crear valor a
través del crecimiento continuo y la diversificación en los negocios, y
se alinea con el énfasis de la administración Obama en la aplicación
del ‘poder inteligente’ (smart power) ante los desafíos globales”.
Según el sitio web de la empresa,
Casals mantiene oficinas en lugares tan distintos como Armenia, El
Salvador, México y Uganda, siempre unidas a contratos de USAID. Desde
2008 tiene un contrato por valor de US$1.500 millones con la Oficina de
Iniciativas de Transición (OTI) de la agencia, para “apoyar los
objetivos de la política externa norteamericana ayudando a socios
locales a avanzar en la paz y la democracia en países prioritarios, en
crisis”. El sitio web destaca:
“Los dispositivos del contrato permiten que OTI establezca rápidamente
oficinas, contrate funcionarios y desembolse pequeñas donaciones a
grupos locales para resolver necesidades de transición y
estabilización”.
OTI está involucrada en diversas iniciativas
polémicas en América del Sur. En Bolivia, a través de Casals,
distribuyó US$13.300 millones a ONGs que trabajaban en proyectos de
“descentralización” y “autonomías regionales”, fortaleciendo a los
gobiernos regionales que se oponían al gobierno de Evo Morales. En
Venezuela, a través de Development Alternatives Inc., otra contratista,
OTI transfirió US$95,7 millones entre 2002 y 2010, distribuidos a la
oposición a Chávez a través de pequeñas donaciones. La misma empresa
envió a Cuba a su funcionario Alan Gross, quien fue detenido por
distribuir celulares y equipamientos con comunicaciones por satélite a
la disidencia cubana. Por estos episodios, los países que forman la
Alianza Bolivariana para las Américas (ALBA) – Bolivia, Cuba, Ecuador,
Dominicana, Nicaragua y Venezuela - emitieron un comunicado
el 22 de junio de 2012, día de la deposición de Lugo, invitando a USAID
a retirarse de sus países por la “injerencia abierta” al financiar
grupos y proyectos “dirigidos a desestabilizar a los legítimos gobiernos
que no son afines a los intereses de los Estados Unidos”.
Generalmente discreta, la actuación de la Casals llegó a titulares de la prensa paraguaya en abril de 2009, cuando el diario ABC Color obtuvo copias
de documentos que mostraban divergencias respecto de la licitación para
implantar un sistema nacional de emisión de cédulas de identidad y
pasaportes. Responsable por la licitación de la empresa que
desarrollaría el sistema –y que pasaría a tener todos los datos de la
población paraguaya–, la Casal descartó a todas las competidoras
paraguayas y escogió a la estadounidense: L-1 Identity Solutions, la
única con los diez años de experiencia constantes exigidos en la
licitación.
A pedido del gobierno paraguayo, USAID efectuó entonces una auditoría
para verificar si hubo favorecimiento respecto de la empresa
estadounidense. La auditoría
llegó a una inusitada conclusión: no sólo USAID no había violado
ninguna ley –pues la licitación era regida por leyes norteamericanas y
no paraguayas–, sino que seis funcionarios del gobierno paraguayo fueron
acusados de “comportamiento inapropiado” y retirados del programa
posteriormente.
Después de años actuando lejos del escrutinio público, la Casals
simplemente desapareció de Paraguay en julio de 2012, después del fin
del proyecto Umbral –y un mes después de la destitución de Lugo-.
Contratada directamente por el gobierno de Estados Unidos, dejó pocos
registros de su paso: apenas una mención aquí o allá en alguna relatoría
de la USAID o en genéricos comunicados de prensa.
Agencia Pública estuvo en agosto en el bello caserón alquilado por la
Casals en la calle Bernardino Caballero, número 168, en Asunción. No
encontró a nadie. En la parada de taxis, al otro lado de la calle, un
chofer confirmó que allí funcionaba una ONG “que trabajaba para la
embajada”, pero que se había “acabado”. Por indicaciones del taxista,
Pública consiguió conversar con una ex funcionaria delante del portón de
su casa, la profesora Raquel González, quien fuera contratada
temporalmente como consultora. “Cambió el gobierno, entonces no teníamos
mucho con quién trabajar”, explicó. ¿Y los directores de la Casals?:
“Se fueron. Ahora cada uno se fue para su país”.
RECUADRO RELACIONES MILITARES
El entrenamiento de miembros de fuerzas de seguridad paraguayas es
uno de los principales elementales de la política de los Estados Unidos
hacia el país. Durante los años del gobierno de Lugo, destituido en un
juicio político relámpago en junio de 2012, la agencia de asistencia del
Departamento de Estado, la USAID, destinó nueve millones de dólares a
entrenamiento policial en Paraguay entre 2009 y 2011.
Pero, más allá de USAID, millones de dólares de otras fuentes fueron enviados a Paraguay.
Por ejemplo, la Global Peace Operations Initiative, un programa
del Departamento de Estado, destinó en 2009 US$ 4 millones para los
paraguayos que forman parte de las fuerzas de paz en Haití; el
entrenamiento del Batallón Conjunto de Fuerzas Especiales del Ejército
recibió US$ 5,7 millones en asistencia militar; y el programa
antinarcóticos del Departamento de Estado (INL) colocó US$ 753 mil en el
país en 2009 e 2010, según una relatoría de la embajada en Asunción (cliquee aquí).
Entre 2005 y 2010, casi mil militares y policías paraguayos fueron
entrenados por los Estados Unidos. Los cursos iban de derechos de
propiedad intelectual a contrainsurgencia y combate al terrorismo, entre
otros temas, y se realizaron en diversos lugares, dentro y fuera de
Paraguay. Fiscales, jueces, inspectores aduaneros y diplomáticos también
recibieron entrenamiento de los norteamericanos.
No se trataba sólo de entrenar a las fuerzas militares, sino de
invertir en la formación de oficiales que ocuparían cargos de mando.
Como los dos altos oficiales de la Armada que serían retirados por Lugo
en 2009 en medio de rumores de planes de un golpe militar en el país.
Otros oficiales entrenados se tornarían piezas clave en el gobierno de Federico Franco. El nuevo
jefe de Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Militares, el general
Pedro Aristides Baez Cantero, por ejemplo, participó en un curso en
octubre de 2005 en el Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa en
Washington. El nuevo jefe del Estado Mayor de la Armada, Silvio Salvador
Guanes Solis –número dos de la Marina– también fue invitado a viajar a
los EEUU para participar de un curso de Gerenciamiento de Crisis en
Washington en mayo de 2009.
En septiembre del mismo año, los EEUU financiaron el viaje de otros
futuros miembros del sistema de defensa de Franco a la base militar de
Fort McNair, en Washington, para un entrenamiento sobre “Carreras
civiles para la Defensa”. Uno de ellos era el vicealmirante Pablo
Ricardo Luis Osorio Fleitas, nombrado comandante en jefe de la Armada
cinco días después de la asunción de Franco, en sustitución del
almirante Benítez Frommer. Frommer fue pasado compulsivamente a retiro
por haber desmentido la versión de que el vicepresidente venezolano,
Nicolás Maduro, había intentado promover un golpe militar en defensa de
Lugo (para leer la historia, aquí).
Angel Damian Sabino Chamorro Ortiz, que se volvería
secretario general del Ministerio de Defensa de Franco, participó no
sólo del entrenamiento en Fort McNair, sino también de un curso en el
Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa en Washington en 2008 sobre
“Coordinación Inter agencias para el Combate al Terrorismo”.
En este último tuvo como colega a Luis Alberto Galeano Perrone,
actual viceministro de Defensa de Franco, nombrado el 2 de julio de 2012
(cliquee aquí).
El diputado colorado Mario Morel Pintos, entonces presidente de la
Comisión de Defensa Nacional de la Cámara baja, también participó del
curso “Carreras civiles para la Defensa” en Washington. Morel es una voz
civil prominente en el aparato de Defensa: entre 2007 y 2010, presidió
la comisión de Defensa nacional, Seguridad y Orden Interno de la Cámara
de Diputados. Hoy candidato a gobernador en el Departamento Central,
con apoyo personal del presidenciable colorado Horacio Cartes (uno de
los principales articuladores del juicio político a Lugo), es un
aguerrido defensor de la instalación de bases norteamericanas en
Paraguay.
El ex ministro Bareiro Spaini, que salió del gobierno de Lugo por
desavenencias con la embajada norteamericana, recuerda haber sido
abordado por Morel apenas asumió el cargo, en 2008. “Pensamos que sería
interesante invitarlos (a los norteamericanos) a que vengan a instalar
sus bases aquí”, sugirió el diputado colorado en un restaurante en
Asunción.
Poco después de la destitución de Lugo, el tema de las bases
norteamericanas en Paraguay volvió a sonar, nuevamente a través de un
miembro del Congreso. El 2 de julio de 2012, el actual presidente de la
Comisión de Defensa de la Cámara, José López Chávez, del partido
derechista UNACE, dijo haber mantenido conversaciones con generales
norteamericanos para negociar la instalación de una base militar en el
Chaco, región fronteriza con Bolivia.
El ministro de Defensa de Brasil, Celso Amorim, que se ha pronunciado
públicamente contra la idea desde 2005, cuando era canciller, amenazó
con aislar a Paraguay si el proyecto avanzaba. En una entrevista al
diario ABC Color, la ministra de Defensa de Paraguay, María Liz Cargia, también de UNACE, afirmó: “No
podemos desconocer que estamos suspendidos unilateral e injustamente
del Mercosur, un bloque al que pertenecemos naturalmente, pero el
Paraguay es libre de elegir los aliados que le convengan”.
El Congreso paraguayo, en especial a través de dos miembros de sus
consejos de Defensa, es un gran defensor de los intereses de los Estados
Unidos en el área militar. El ex ministro de Defensa Luis Bareiro
Spaini fue blanco de un pedido de destitución en el Congreso después de
que envió una carta a la embajadora Liliana Ayalde protestando por la
“injerencia” de los Estados Unidos en la política paraguaya. La protesta
fue provocada por el almuerzo en la embajada en que el vicepresidente
Federico Franco habló de hacer juicio político al Presidente Lugo, dos
años antes de su deposición. Spaini acabó cayendo algunos meses después
(Para leer la historia, aquí).
“Me interrogaron en el Congreso muchas veces, no importaba si tenía o no la responsabilidad”, recuerda el ex ministro Spaini.
Los cursos de entrenamiento
Según la legislación norteamericana (ley Leahy), el gobierno tiene
prohibido financiar entrenamiento o asistencia a las unidades militares
extranjeras que han cometido violaciones a los derechos humanos. Por
ello, todos los nombres de oficiales a entrenar deben pasar por un
control de antecedentes que realiza la embajada.
Agencia Pública analizó más de 200 documentos diplomáticos filtrados
por Wikileaks y a partir de ellos elaboró una detallada base de datos
con el nombre de casi mil oficiales entrenados por los Estados Unidos
entre 2005 y 2010, entre militares –incluyendo el Destacamento Conjunto
de Empleo Inmediato (DCEI), montado y financiado por los EUA–, policías
–como los cuerpos de élite Grupo Especial de Operaciones (GEO) y Fuerza
de Operaciones de la Policía Especializada (FOPE)– e inspectores de
aduanas. También incluye la lista de fiscales y jueces.
Hay 12 cursos diferentes sobre combate al terrorismo (uno de ellos
incluyó el entrenamiento en “contrainsurgencia”) –la gran mayoría tuvo
lugar en Asunción, Paraguay—y otros sobre derechos de propiedad
intelectual en Lima, Perú, además de cursos para enfrentar la selva (el
“Jungle Commando Course”), en este caso, la colombiana.
En los cursos ofrecidos fuera de los Estados Unidos figuran dos
importantes centros de entrenamiento. En El Salvador, el Departamento de
Estado mantiene una academia de entrenamiento policial en la capital,
San Salvador. Allí fueron entrenados al menos 19 policías paraguayos en
cursos a fines de 2008 y 2009.
En Lima, en Perú, el mismo programa mantiene una academia dedicada al
entrenamiento de las fuerzas policiales extranjeras. En 2007, 2008 y
2009, por lo menos 70 policías paraguayos fueron entrenados allí, en
cursos de manejo de escenas del crimen, tráfico de armas ligeras,
detección de documentos fraudulentos y crímenes contra la propiedad
intelectual.
Aunque todos los nombres deberían ser controlados por la embajada
norteamericana para verificar eventuales registros de abusos contra los
derechos humanos, esto no implica que todos los entrenados tengan una
reputación sin manchas.
Es el caso de los militares de alto rango retirados por Fernando Lugo
en 2009, en medio de rumores de planes de golpe militar: el
contralmirante Benigno Antonio Téllez Sánchez, jubilado en marzo de
2009, y el contralmirante Claudelino Recalde Alfonso, sustituído en noviembre del mismo año.
El coronel del Ejército Carlos Javier Casco Prujel, que recibió
entrenamiento para empleo rápido en el terreno en Asunción en julio de
2008, fue detenido por corrupción
en julio de 2010. También hubo casos de inspectores de Aduanas
entrenados por los Estados Unidos descubiertos pidiendo sobornos a
contrabandistas y de un ex jefe de la Policía, Hermes Enrique Argana, detenido con 5 kilos de pasta-base de cocaína cinco años después de haber participado en un entrenamiento anti-terrorismo en Asunción.
La base de datos compilada de los documentos de WikiLeaks es
extensa e inédita. Agencia Pública invita a todos los interesados a
investigar los datos de la table de Excel, que puede ser descargada en este link. O cliquee aquí para tener acceso a todos los cables referentes al entrenamiento de oficiales de Paraguay.
FUENTE: CIPERCHILE
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