sábado, 21 de enero de 2012

Los secretos y cálculos tras la operación Larraín

Al negociar en secreto un acuerdo con la DC para impulsar una reforma al binominal y al régimen presidencialista, el timonel de RN echó por tierra los esfuerzos del gobierno por neutralizar las divisiones surgidas al interior del oficialismo a raíz de las reformas tributaria y electoral, dejó en una incómoda posición al Presidente Piñera y tensionó aún más la ya desgastada relación entre ambos.
por D. Labarca, R. Montes y C. Rendic
 
A primera hora del miércoles, un asesor de la Segegob acercó una pequeña nota al escritorio de Andrés Chadwick. Era una pauta de prensa que anunciaba que las directivas de RN y la DC presentarían un documento promoviendo un giro hacia un sistema semipresidencialista y un cambio al binominal. La reacción del vocero fue de incredulidad: la noche del lunes había cenado con el timonel de RN, Carlos Larraín, en casa de Rodrigo Hinzpeter, y el senador no les había advertido nada. Tras reponerse del impacto, Chadwick le pidió a un asesor que fuera a la conferencia para recabar detalles y conocer los alcances del texto, con el que minutos más tarde cruzó hacia la oficina del Presidente Sebastián Piñera.
La misma sorpresa se instaló en Valparaíso. Apenas se enteró de la cita entre RN y la DC, el jefe de la bancada UDI, Felipe Ward, telefoneó al timonel de su partido, Juan Antonio Coloma. Al principio, el senador -que también estuvo en casa de Hinzpeter la noche del lunes para coordinar las acciones del gobierno y los partidos en este tema- no creyó la información. Pero a medida que llegaban antecedentes de lo que sucedía en Santiago, en el seno del gremialismo se fue instalando una sensación similar a la que en esos momentos comenzaba a invadir La Moneda: Carlos Larraín quebraba las confianzas al negociar con la DC a espaldas de La Moneda y de sus socios de pacto durante al menos tres meses, promoviendo cambios al sistema electoral justo en momentos en que el gobierno y la Alianza buscaban ordenarse para enfrentar ese debate.
Con el correr de las horas, la molestia en el oficialismo y en el propio Mandatario fue en aumento.
En La Moneda resintieron particularmente un párrafo, que afirmaba que el "presidencialismo exacerbado se encuentra en proceso de agotamiento" y que "la centralidad de ese poder presidencial, cuando se debilita, repercute en todo el sistema". En el Ejecutivo consideraron inaceptable que el timonel del partido en el cual Piñera militó por 20 años (renunció tras ser electo, por reglamentos de la colectividad) sorprendiera con un documento de ese calibre y en concomitancia con una de las tiendas de la oposición. Más aún en momentos en que las encuestas no respaldan la gestión y atributos del Mandatario.
Para nadie en el oficialismo es un misterio que Larraín ha sido crítico de Piñera. A poco andar de la nueva administración, acusó "lentitud" en la instalación, después cuestionó la presencia de funcionarios concertacionistas en mandos medios del Ejecutivo y en más de una reunión de directiva dijo sentir que el Mandatario no valoraba lo suficiente a quienes habían colaborado con el triunfo de la Coalición. Sus críticas al Presidente, incluso, fueron conocidas por los interlocutores que tuvo el abogado en la falange durante estos meses.
Por eso, su sigilosa operación con la DC deterioró más sus ya desgastados vínculos con el Jefe de Estado, cuya relación -con altibajos- registró su último episodio de tensión luego de que el abogado acusara al círculo más cercano a Piñera en La Moneda (entre ellos a la jefa del segundo piso, María Luisa Brahm, y al propio Hinzpeter) de alentar a la disidencia, liderada por Daniel Platovsky, para removerlo de la testera.
Pero no sólo eso. El pacto también gatilló incertidumbre en la UDI y en la izquierda concertacionista. El acuerdo deja abierto un espacio para posibles entendimientos futuros entre dos partidos que en su momento fueron los de mayor respaldo ciudadano (en las elecciones de diputados de 1989 la DC obtuvo el 25,99%, más de la mitad de los sufragios de la Concertación, y RN marcó el 18,28%, frente al 9,82% de la UDI), y que con el correr del tiempo se habían convertido en los "hermanos menores" de las dos principales coaliciones políticas.
Quienes conocen a Larraín saben que desde que llegó a la testera de RN, en 2006, una de sus obsesiones políticas ha sido acercar posiciones con la DC (ideal que comparte con Piñera). La idea, sin embargo, comenzó a cobrar mayor sentido para el abogado a mediados de 2011, una vez que se instaló con fuerza la opción de un cambio al binominal y que el propio gobierno asumió un rol protagónico en el tema, al citar a una ronda de reuniones a representantes de todos los partidos para debatir una agenda de reformas políticas.
En noviembre, Larraín publicó un artículo que, según señala hoy, marcó la hoja de ruta de su apuesta. En él, exponía una crisis en los partidos y en la relación de éstos con el gobierno de turno. "Más vale abrir completamente el abanico (con resguardos elementales), permitir así la operación de 15 a 20 partidos con representación, lo que trasladaría de una buena vez la faena política a la configuración permanente de acuerdos y coaliciones más amplias",
En el Congreso, Larraín había comenzado a socializar el tema con los senadores Soledad Alvear y Jorge Pizarro en octubre. En el intertanto, la DC también abrió puentes de diálogo con la UDI, por el mismo tema. E incluso se reunió con representantes del gobierno, en la casa de Andrés Zaldívar, en una cita que tras filtrarse no se volvió a repetir.
En ese contexto, Larraín decidió oficializar los contactos con la falange y concretó una primera cita la tercera semana de diciembre. A su antigua casona de adobe en Las Condes llegaron los senadores Alvear, Pizarro y Zaldívar, el diputado Jorge Burgos y el ex parlamentario Gutenberg Martínez. Por RN, estuvieron los senadores Francisco Chahuán y Baldo Prokurica, el secretario general Mario Desbordes y el secretario político de Larraín, José Luis Avilés. En el jardín colonial, el anfitrión ofreció café y galletas y entró rápidamente en materia: propuso buscar un acuerdo de reformas entre ambos partidos, formar un equipo de trabajo y plasmar el acuerdo en papel.
Los representantes de la DC transmitieron el contenido de la cita al timonel de la colectividad, Ignacio Walker. Su ausencia en la reunión fue acordada previamente: si las conversaciones fracasaban, la falange podía poner como excusa que el senador se oponía al acuerdo. El entusiasmo de Larraín, sin embargo, sorprendió a los concertacionistas, quienes desecharon los contactos con la UDI y se enfocaron en RN.
Tras esa cita, Martínez redactó el primer borrador del documento y fue uno de los actores que más impulsó el acuerdo, distribuyendo y discutiendo el borrador entre sus correligionarios. El ex diputado tiene vínculos privilegiados con la fundación alemana Konrad Adenauer, histórica aliada de la DC chilena que mira con recelo la relación de la alianza de este partido con la izquierda.
En las semanas siguientes hubo más reuniones. Una en la casa que el senador Chahuán tiene en Concón, en vísperas de las fiestas fin de año. Después, en la de Jorge Pizarro. Y el lunes recién pasado, en la casa del timonel de RN, donde finalmente se selló el acuerdo, apenas dos horas antes de que el líder opositor se trasladara a la citada cena en el domicilio de Rodrigo Hinzpeter.
Desde los primeros contactos informales en el Congreso entre la DC y RN se planteó que el éxito de la operación dependía de la capacidad de mantenerla en secreto. Así lo entendieron ambos partidos, al punto que ni siquiera la ex Presidenta Michelle Bachelet habría sido informada, pese a la estrecha relación que la une al senador Pizarro.
Quienes conocen detalles del proceso aseguran que la inclusión del cambio a un sistema semipresidencialista fue impulsado por Larraín, quien, además, ha dicho, en privado, que ese es el tema importante del documento y que la alusión al binominal no es más que "un parrafito". El texto, de hecho, desarrolla y argumenta lo del semipresidencialismo, en contraposición con el poco espacio que da al sistema electoral.
En la DC sacan cuentas alegres del hito. Dirigentes aseguran que con este pacto el partido apuesta a retomar el rol de articulador de grandes acuerdos que tuvo durante la transición y copar el centro político. Además, el acercamiento con el partido oficialista implica una señal a sus socios concertacionistas, pues se da en medio de la negociación municipal y ad portas de una nueva arremetida de líder PPD Guido Girardi por crear un referente de izquierda.
En el plazo inmediato, la falange asestó un golpe al oficialismo. Y si bien han evaluado salir a defender a Larraín de las críticas, se asume que en este contexto sería un error hacerlo.
En la directiva RN, en tanto, pese a la tensión con el gobierno y la UDI, también sacan cuentas alegres: consideran que con esto muestran independencia en su relación con el gremialismo, y logran contener la arremetida de los disidentes, arrebatándoles su bandera de lucha (la reforma electoral).
Aunque la movida de Larraín marca la agenda política, en el oficialismo aseguran que la forma en que lo hizo -fracturando, según dicen en Palacio, las confianzas y lealtades básicas- puede tener un alto costo para el timonel RN: quedaría anulado como interlocutor.
El golpe de Larraín se da en momentos en que el equipo político de La Moneda estaba abocado a tratar de ordenar nuevamente las filas oficialistas, tras el duro desencuentro que generaron el anuncio de las reformas tributaria y electoral, y el posterior llamado de Piñera a que las tiendas se pusieran de acuerdo.
Este "control de daños" apuntaba a evitar un inicio de temporada similar al de 2011, cuando las pugnas entre la UDI y RN por el caso Van Rysselberghe coparon la agenda oficialista.
Tras haber logrado calmar a las colectividades respecto de los alcances de la reforma tributaria -garantizando un carácter más redistributivo que un alza-, los ministros de La Moneda se concentraron en encauzar en las tiendas oficialistas el debate sobre el sistema electoral.
Esta tarea recayó en Hinzpeter y Chadwick. Previo a la reunión del lunes en la noche en la casa del titular del Interior, Hinzpeter se preocupó de RN y el vocero llamó a todos los parlamentarios UDI.
Quienes conocieron de estos contactos aseguran que los ministros transmitieron los siguientes mensajes: 1) el clima social y el desprestigio de la clase política obliga a hacerse cargo de un sistema "desacreditado"; 2) la arremetida de la Concertación en el tema binominal le impide al gobierno capitalizar el proyecto de inscripción automática y voto voluntario; 3) con la actual correlación de fuerzas, la centroderecha se asegura de que podrá influir en los cambios que se introduzcan y, 4) cualquier modificación se hará sobre la base de mantener los objetivos del modelo vigente, es decir, un sistema mayoritario y que conduzca a la formación de grandes coaliciones.
Con estas garantías, dicen en La Moneda, ambos partidos se habían mostrado abiertos a debatir el tema y así se lo plantearon a Larraín y Coloma en la cita que sostuvieron a comienzos de semana, donde acordaron establecer un cronograma e iniciar los estudios necesarios.
En Palacio amanecieron el martes de buen ánimo tras la reunión en la casa de Hinzpeter. Por eso, el golpe que asestó un día después Carlos Larraín dolió más.
Hoy, pese a la molestia de la UDI y a que los coletazos por el pacto RN-DC aún están frescos, en Palacio tomaron la decisión de seguir impulsando una reforma al sistema binominal. Ello explica que el gobierno sólo haya concentrado sus críticas a la forma en que Larraín irrumpió el miércoles y a su propuesta del régimen semipresidencialista.
Respecto de esto último, en el oficialismo se considera que "no tiene ningún destino". Esto, porque el ingreso de más de cinco millones de potenciales nuevos votantes y el posible perfeccionamiento del sistema electoral son cambios "de una magnitud enorme". Después de esto, dicen, difícilmente los legisladores concurrirían con sus votos para apoyar una reforma que generaría aún más incertidumbre en las próximas elecciones.
En el binominal, se mantiene la decisión de impulsar la reforma. El único cambio de planes introducido por el golpe de Larraín fue la decisión de crear una comisión ad hoc, compuesta por parlamentarios de la UDI y de RN. Con eso, no sólo garantizan el compromiso de ambos partidos, sino que, de paso, se apuesta a "aislar" al senador.
Esta comisión analizará las propuestas en las que ya trabaja el Ejecutivo, a través de la Segpres, donde el experto electoral Andrés Tagle sistematiza la información acumulada en un dossier de unas 200 páginas que resume las alternativas presentadas por centros de estudio y partidos sobre el binominal. Una de estas, adelantan en el oficialismo, pasa por fusionar distritos (en los que se elegirían hasta seis diputados), pero manteniendo la Cámara en 120 diputados.
Un punto que inquieta en La Moneda es el daño que provoca Larraín en la relación entre la UDI y RN. El abogado mantendría una considerable base de apoyo a nivel de militantes y, según ha manifestado en privado, no descarta repostularse a un cuarto período en su partido.
Esto representa un problema, toda vez que en la UDI el concepto más acuñado en las últimas horas para hablar de Larraín es, precisamente, "deslealtad".
Hace meses que el abogado venía exponiendo su idea de modificar el régimen presidencial, pero ni él ni su directiva dieron luces de que articulaban un pacto con la DC. Menos aún sobre un cambio al sistema binominal, donde públicamente se sumaba a la demanda gremialista de que el gobierno no podía impulsar cambios de este tipo sin consensuarlos antes con las tiendas oficialistas.
Tanto en La Moneda como en la UDI recuerdan que Larraín fue uno de los más duros detractores de Piñera en la cita que se realizó el lunes 9 de enero en la residencia presidencial. La reunión había sido convocada para alinear a los partidos detrás de las reformas tributaria y binominal. El encuentro concluyó en un cruce de reproches públicos y privados, donde Larraín jugó un rol protagónico al pedirle al Mandatario "claridad" respecto del futuro de las iniciativas.
En esa lógica, una de las cosas que más indignación provocaron en Palacio y en la UDI fue que Larraín sellara el acuerdo con Walker sólo horas antes de concurrir, junto a Coloma, a la comida en la casa de Hinzpeter.
En el entorno de Larraín, sin embargo, niegan que el abogado haya actuado con deslealtad. Aseguran que en la reunión del lunes planteó que una reforma al binominal debía ir acompañada de un cambio profundo del régimen presidencial. Y contraargumentan asegurando que la negociación con la DC va en la misma línea de lo planteado por Piñera el miércoles 11, cuando pidió alcanzar "grandes consensos".
Para la UDI, el pacto Larraín-Walker es "la peor crisis" que ha enfrentado la Alianza desde marzo de 2010. Ese fue el tono de los comentarios durante el almuerzo de la bancada de diputados del miércoles, al que asistió Coloma.
En un tenso ambiente, Ward abrió los fuegos diciendo que le parecía poco creíble que Larraín negociara tres meses con la DC y que nadie del gobierno supiera. La duda fraguada en un comedor del Congreso llegó pronto a La Moneda. Y aunque en Palacio se concluyó que había que evitar que el tema escalara y que era necesario despejar estas dudas, recién el jueves el ministro Chadwick salió a aclarar, tajante, que "el gobierno no tuvo conocimiento anticipado, ni fue puesto en conocimiento por parte del presidente de RN del documento, ni del hecho, ni de la situación que iba a ser suscrito ese documento con la DC".

FUENTE: LA TERCERA

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