Fiscalía Centro Norte investiga el caso
El “Alivio hipotecario” del Banco Santander que llevó a la ruina a decenas de familias
En medio de la crisis
económica de 2009, los clientes del Santander con “pago diligente” en
sus créditos hipotecarios, recibieron una tentadora oferta que les
permitiría pagar menores dividendos por tres años. La letra chica,
aseguran los afectados, vino de la mano de la firma de un pagaré en
blanco que hoy los tiene enfrentados a escandalosas deudas. Algunos ya
iniciaron acciones legales representados por Conadecus, que interpuso
una demanda colectiva y una querella criminal por los delitos reiterados
de usura, abuso de firma en blanco y estafa residual.
Luego de 13 años de pagar el
crédito hipotecario de su casa en Los Andes, el contador Roberto Torres,
de 50 años, enfrentó una de las peores pesadillas de una familia:
perder su casa. Paradojalmente y según relata el profesional, la
entrega de su vivienda al Banco Santander el pasado 15 de diciembre, fue
consecuencia directa de haber aceptado un producto que la entidad
financiera le ofreció en 2009 para aligerarle la vida: el “Alivio
hipotecario”.
No es el único afectado. Hay más de un centenar de clientes del banco
español que alegan que tras aceptar este producto en medio de la crisis
económica, hoy tienen millonarias deudas. Todo porque, aseguran, fueron
engañados por el banco que les ofreció un producto con condiciones
radicalmente diferentes a las que terminaron enfrentando.
El “Alivio hipotecario”, según explican desde el Santander, “no se
trató de un producto ofrecido al mercado en general, sino que fue una
solución otorgada a clientes precisos —con crédito hipotecario vigente—
que presentaran históricamente un comportamiento de pago diligente, para
evitar que como consecuencia del incremento en sus cuotas —que habrían
aumentado por la inflación con que se vieron afectados sus créditos
hipotecarios en medio de la crisis económica de 2008 y 2009— cayeran en
situación de retraso en el pago de su deuda”.
Para muchos, este alivio terminó siendo el peor de sus problemas, por
lo que iniciaron acciones legales, como la demanda colectiva presentada
por la Corporación Nacional de Consumidores y Usuarios (Conadecus) el 9
de agosto pasado en contra del Banco Santander, de la que Roberto
Torres se hizo parte.
A esto se sumó una querella criminal interpuesta también por
Conadecus el pasado 28 de diciembre de 2012 en el Séptimo Juzgado de
Garantía de Santiago, en representación de 10 afectados en contra de los
empleados y funcionarios del banco que resulten responsables de los
delitos reiterados de usura, abuso de firma en blanco y estafa residual. El
4 de febrero se amplió esta querella incluyendo a otras nueve personas,
la que fue acogida a tramitación al igual que la demanda colectiva.
La Fiscalía Centro Norte, a solicitud de los demandantes, también
investiga el caso, que es llevado por la fiscal Giovanna Herrera, quien
dio orden de investigar a la Brigada de Delitos Económicos (Bridec) el
14 de enero pasado.
El “cuotón”
Según relatan los afectados, el modus operandi que permitió
que el “Alivio hipotecario” terminara convirtiéndose en una pesada
carga, es bastante similar en todos los casos, y se habría iniciado con
el ofrecimiento por parte del banco de un producto que les permitiría
rebajar entre un 20 % o 30 % en cada uno de sus dividendos por 36 o 48
meses consecutivos, tras lo cual el dividendo volvería a la suma
original.
Jessica detalla que “estaba en casa con licencia y vinieron a sacarme la firma. Dijeron que me mandarían los papeles pero nunca pasó y cada vez que he ido al banco a buscarlos hay una excusa”. En 2012, “me llamaron para decirme que se había cumplido el plazo de tres años y que mi dividendo subía al cobro original más 80 mil pesos extra por 20 años. O sea terminaría pagando más de 20 millones extra. Pensé que era un error”. Pero luego, asegura, “me di cuenta de que me habían engañado”.
Esta rebaja se les cobraría al finalizar el plazo del crédito
hipotecario original, o se sumarían a su dividendo normal en cuotas que
no se notarían. En estas condiciones, el ofrecimiento sonaba muy atractivo. La
letra chica, según los afectados,se tradujo en queel “alivio” estaba
acompañado por un pagaré en blanco que firmaron y que habría
materializado la rebaja. Todos coinciden en que no existió documentación
alguna de respaldo.
Según se describe en la querella, a partir de junio de 2012, cuando
empezaban a vencerse los plazos de 36 y 48 meses, el banco empezó a
cobrar a sus clientes el total de las sumas rebajadas durante los meses
en que se aplicó el “Alivio hipotecario”. Pero de una sola vez y a
través de un “cuotón”. Lo que es peor aún, señala el libelo, “este
cuotón que está cobrando o pretende cobrar el banco es superior en
aproximadamente 10 veces a la cantidad rebajada multiplicada por el
número de meses que operó la rebaja”.
Así le pasó a Roberto Torres, quien relata que en 2009 tuvo un
problema para pagar dos cuotas del crédito hipotecario por el que pagaba
unos 420 mil pesos mensuales. “Entonces me llama una ejecutiva de San
Felipe ofreciéndome renegociar las dos cuotas como crédito de consumo,
que me quedaba en un millón de pesos. Algo me habló de un cuotón como de
3 millones de pesos gracias al cual se bajarían las cuotas del
hipotecario y que podría pagar al final de la deuda. Acepté y mis
dividendos bajaron como 30 o 40 lucas”.
Su sorpresa fue mayúscula cuando lo llamaron en 2012 del banco para
decirle “que tenía que renegociar como mil UF. No entendí mucho, así que
fui a la sucursal. Ahí me dijeron que tenía el crédito hipotecario, el
de consumo y ¡un cuotón de 15 millones más!. Y como estaba atrasado
porque había vencido hace unos meses ¡ya iba en más de 23 millones de
pesos!”.
Según relata, en ese momento “me mostraron un pagaré que yo había
firmado en blanco. Pensé que no tenía nada que hacer. Me dijeron que se
podía renegociar a 9 años el cuotón. Salía como 486 mil pesos más el
crédito hipotecario, por lo que tenía que pagar como un millón mensual
entre ambas cosas, así que les dije que, si bien tengo un buen sueldo
para mí era imposible. No me quedó otra opción que dar la casa al banco”. Pese a ello, Torres aún debe unos 7 millones a la entidad bancaria.
Roberto, que fue jefe operativo de la sucursal del Santander en Los Andes hace unos años, cuenta que “pensé
que era el único estúpido que firmaba en blanco”. Un par de semanas
después de contar la compleja situación a familiares y amigos, “me llama
mi hermana, que vive en Iquique, y me dice que le está pasando lo
mismo”.
Según le contó María Teresa Torres, recibió un llamado del Banco
Santander anunciándole que debía 7 millones de pesos del “cuotón”, tras
lo cual “se movió por todos lados y se enteró que había muchas más
personas que estaban en la misma situación. Si María Teresa —quien es
parte de la ampliación de la querella— no me dice, habría perdido todo
así no más”, comenta su hermano.
Junto a los Torres habría decenas de afectados, como la ingeniera
informática Jessica Cofré, que en 2009 estaba en su prenatal y
atravesaba serios problemas económicos. Como clienta del Santander
pagaba un crédito hipotecario de 240 mil pesos, por lo que llamó a su
ejecutiva para ver alguna opción. Ella le ofreció el “Alivio
hipotecario”, que le permitiría rebajar sus cuotas a 200 mil pesos por
tres años, tras lo cual podría pagarlo al final del hipotecario o
incluirlo en la deuda cuando se cumpliera el plazo de los tres años. En
ese caso le dijo que “prácticamente no sentiría el aumento”.
Jessica detalla que “estaba en casa con licencia y vinieron a sacarme
la firma. Dijeron que me mandarían los papeles pero nunca pasó y cada
vez que he ido al banco a buscarlos hay una excusa”. En 2012, “me
llamaron para decirme que se había cumplido el plazo de tres años y que
mi dividendo subía al cobro original más 80 mil pesos extra por 20 años.
O sea terminaría pagando más de 20 millones extra. Pensé que era un
error”. Pero luego, asegura, “me di cuenta de que me habían engañado”.
Además de las 19 personas que incluye la querella interpuesta por
Conadecus y las 37 que se han hecho parte de la demanda colectiva, hay
más de 60 que se han acercado a la corporación declarándose afectados
por el “Alivio hipotecario”. A los que se suman, según explica el
abogado que lleva la querella, Gonzalo Cruz, “unas 20 o 30 personas más
de regiones”.
Cruz asegura que “claramente aquí hay un delito, lo que es importante
porque no siempre los casos de abusos al consumidor tienen una
actividad que los convierta en delito. Lo notable es que a una cantidad
alta de gente, ignoramos el número total, se les ofreció una alternativa
de reducción de su pago de dividendos por un tiempo y al cabo de ese
tiempo el Banco convirtió esto en una operación totalmente distinta a la
ofrecida”.
Desde el Banco Santander tampoco explicitan cuantos clientes
obtuvieron el “Alivio Hipotecario”, pero recalcan que para contratar el
producto los clientes suscribían una declaración que contenía
detalladamente “la descripción y condiciones del mismo, una ficha
cliente, donde se señalan las características, alternativas posibles al
año de vencimiento y los beneficios tributarios asociados”. Además,
explican, se elaboraba una “simulación que permitía dar a conocer el
monto del crédito Alivio a la época de vencimiento”.
Entre los datos entregados, desde Santander aseguran que se explicitó
que este era un crédito comercial, que se otorgaría a una sola cuota,
con vencimiento en 48 meses plazo, contado desde la fecha del
otorgamiento y que devengaría intereses mensuales durante todo el plazo
de la operación, “por tanto, a su vencimiento el monto a pagar estará
constituido por el capital, intereses y seguros”. Una vez vencidos los
48 meses, señalan desde el Banco, se les informó a los beneficiados que
tendrían que continuar pagando los dividendos del crédito hipotecario
principal, y adicionalmente, pagar el 100% del crédito comercial que les
ofrecían para alivianar sus cargas, más sus respectivos intereses.
Los clientes rechazan haber sido informados de esto, alegando que no
existe ninguna lógica en haber accedido a un “Alivio Hipotecario” para
paliar sus problemas a la hora de pagar las cuotas del crédito
hipotecario, a sabiendas de que luego deberían sumarle a éstas un pago
millonario.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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