Alejandro Guillier plantea su candidatura senatorial: Si el próximo gobierno no hace cambios en dos meses, la gente se va a decepcionar
Por Oscar Reyes P.
El periodista, como observador de la realidad nacional que es, cree que llegó el momento de ir un paso más allá y tomarle el pulso a lo que está pasando en Chile desde el Congreso: “Hay un país que se está moviendo y que su clase dirigente no alcanza a captarlo. Y si lo capta, no está dispuesta a jugárselas, porque el país va más rápido, más profundo que la clase dirigente, que se queda en la forma”, dice en entrevista con Cambio21. Postulará a senador por Antofagasta, como independiente apoyado por la Concertación.
El periodista, como observador de la realidad nacional que es, cree que llegó el momento de ir un paso más allá y tomarle el pulso a lo que está pasando en Chile desde el Congreso: “Hay un país que se está moviendo y que su clase dirigente no alcanza a captarlo. Y si lo capta, no está dispuesta a jugárselas, porque el país va más rápido, más profundo que la clase dirigente, que se queda en la forma”, dice en entrevista con Cambio21. Postulará a senador por Antofagasta, como independiente apoyado por la Concertación.
"No
tengo ninguna experiencia, me estoy tirando la piscina bastante
viejote, pero recojo lo que escucho y veo en todas partes". Así explica
el conocido periodista y conductor de televisión, Alejandro Guillier su
salto a la contienda parlamentaria. Quiere ser senador por la región de
Antofagasta, a la cual ha estado ligado por su familia durante toda la
vida, y postulará como independiente apoyado por la Concertación.
-¿Qué lo llevó a ser candidato?
-Desde que entré al periodismo, lo hice más por un sentido de vocación política que de amor por la profesión. Yo estudié sociología primero y después pensé donde iba a ser más importante estar, eran los ‘70, y ahí dije: periodismo. Para mí el periodismo siempre sido algo esencialmente político, donde se pongan temas de debate, generar opinión, defender opiniones. Entonces, entré más por una vocación de servicio público de que de competencia por el golpe noticioso, que es como la adrenalina periodística. Siempre sentí que estaba haciendo un aporte, pero con las protestas de los cabros y de los ambientalistas, las minorías étnicas, empecé a sentir que el comentario, el analizar, el escribir no me era suficiente y entonces dije: si yo me metiera, por último por dentro podría hacer más. Eso fue lo que me inclinó, la sensación de que hay un país que se está moviendo y que su clase dirigente no alcanza a captarlo. Y si lo capta, no está dispuesta a jugárselas, porque el país va más rápido, más profundo que la clase dirigente, que se queda en la forma.
-En al anterior elección parlamentaria también coquetearon con usted varios partidos que querían llevarlo de candidato. ¿Por qué hoy sí?
-Porque en esa época yo me hacía la pregunta de dónde era más útil, donde me sentía más cómodo. Hace ocho años el país no estaba en la situación de ahora, lo gobernaba la Concertación, la cosa estaba relativamente estable. Además yo tenía un juicio en esa época (las cámaras ocultas del juez Calvo); recuerda que te borraban de los registros y perdías todas tus garantías ciudadanas, incluso hasta con arraigo. Estuve muchos años en esa situación y de hecho no voté en varias elecciones. Así que además no podía.
-Todas las encuestas dan a Bachelet como ganadora en la próxima presidencial y los candidatos a parlamentarios dicen que lo que hay que lograr es un parlamento para Bachelet, para modificar el binominal, para mejorar la educación, hacer una reforma tributaria de verdad. ¿Usted concuerda con esa idea?
-Yo quiero ir más lejos todavía: quien sea electo Presidente de la República de Chile, o pone sobre la mesa antes de uno o dos meses de gobierno proyectos profundos de reformas significativas en la línea de lo que la ciudadanía está reclamando, o se le va a venir la gente encima y va a haber una decepción gigantesca. Porque el país cambió, la gente tiene una enorme expectativa de cambio con el próximo Presidente de Chile y, por lo tanto, si no se atiende esa necesidad, quien sea el líder puede desacreditarse muy rápido. En consecuencia, en esta pasada interesa el líder e interesa el programa, y despejar qué se va a poder hacer en cuatro años. Planteárselo al país con un debate muy sincero, para que pueda elegir y dar la señal de cuáles son las prioridades que ve, porque hay reformas trascendentes que hacer y obviamente en cuatro años no se va a poder hacer todo.
-¿Qué opina usted de estos tres años de gobierno encabezado por Piñera? Todas las encuestas y análisis señalan que la credibilidad es su gran talón de Aquiles.
-Lo que pasa que Piñera promete mucho. Ha hecho cosas importantes y ha hecho muchas cosas que son más fuegos artificiales. Recuerda que a un mes en el poder dijo que en 20 días hemos hecho más que en 20 años. Después Lavín sale y dice en dos semanas vamos a hacer un proyecto con suma urgencia para la mayor reforma educacional de los últimos 50 años. Tú comprendes que eso es de una demagogia absoluta. Pero lo dijeron creyéndolo, entonces no era demagogia, era no entender lo que estaban haciendo y, por lo tanto, se han enredado. Si se analiza fría y objetivamente el gobierno de Piñera, podría ser el quinto gobierno de la Concertación; de ahí el reclamo de Novoa. Es evidente que el gobierno de Piñera ha hecho cosas importantes, el momento económico es bueno, pero cambió la agenda.
Hay nuevas definiciones que hacer, porque los viejos problemas se
fueron acumulando y empezaron a hacer crisis, como el endeudamiento en
la educación, que por lo demás la gente tomó conciencia, primero, que
estaba pagando algo que cada vez se le hacía más difícil, y por otro,
que no tenía la calidad que le estaban prometiendo. Y ese reventón se
empieza producir también en las otras áreas, como el medio ambiente. Los
jóvenes protestaron porque las instituciones que tenemos están siendo
incapaces de cumplir las funciones para las cuales se les diseñó.
-Usted ha sido muy crítico con el impasse del video que muestra a la ministra del Trabajo, Evelyn Matthei, y la diputada Marta Isasi agrediéndose con groserías. ¿Por qué cree que se llega a este tipo de violencia, además entre dos personas que pertenecen a un mismo bando?
-Es verdad que a veces nos traiciona el carácter. Yo me pongo en el lugar de Evelyn Matthei. Ella misma ha dicho que fue un día de trabajo infernal, debe haber estado agotada. Pero sucede que cuando los ministros van a provincias, muchas veces van a turistear, a sacarse la foto para demostrar que están preocupados de las regiones, con una agenda súper apretada, donde no se dan tiempo para escuchar a la ciudadanía y por lo tanto a tomarle el pulso al país. Y entonces, claro, los pilla el avión. Ella le dijo a la diputada Isasi algo que a mí me dolió más: en Santiago no te voy a recibir más. No se dio cuenta, pero es precisamente el problema que hay de autoridades centralistas que, cuando van a provincias, se lo toman como una lata.
Entonces cómo van a ir a resolver los problemas en esas
circunstancias. Andan presionados, cansados, no han tenido tiempo ni
para ir al baño y es obvio que una persona como la Evelyn, que se
estresa, y cuando se estresa se descontrola un poco, estaba expuesta al
que le pasara lo que le ocurrió. Si se decidiera ir a regiones por dos o
tres días, se podría hacer una muy buena labor. Así como en Santiago
tienen tiempo los ministros para ir al terminal de buses a fiscalizar
ciertas fechas, acompañados de la tele, por qué no tienen el mismo
tiempo para ir a las regiones, que mal que mal son las que están
alimentando al país ahora.
-Se ha argumentado que la reunión de la ministra con la diputada era privada y que no debió grabarse.
-¡Pero cómo va a ser privada, si fue la intendencia! Era con dirigentes sociales que están con un problema público y las autoridades están reunidas para resolverlo. Ni en la interpretación más estrecha podría objetarse. Lo que podría reclamar la ministra a la diputada es que lo mejor no le advirtió, pero yo entiendo que la cámara era tan visible que cualquiera se daba cuenta, porque tenía hasta un trípode. Desgraciadamente las autoridades tienen que comportarse en público y privado como quieren ser percibidas. No pueden tener doble comportamiento y es una lección que todos debemos aprender. Hoy cualquier ciudadano puede grabar cualquier cosa en cualquier parte y eso significa que la autoridad está más fiscalizada.
"La gente valora que uno tenga opinión"
-Usted fue presidente del Colegio de Periodistas. ¿Cómo
describiría la situación actual de la prensa, cree que hay plena
libertad de expresión? ¿Cómo evalúa que aquí cada vez más sean los
grupos económicos los dueños de los medios de comunicación, que están
comprando canales de T.V.? Y en los medios escritos es más dramático:
hay casi una nula diversidad...
-Ese es un tema del que el Colegio de Periodistas siempre está ocupado, porque una de las condiciones para la libertad de expresión es la diversidad de puntos de vista. En Chile hemos ido perdiendo eso por dos vías. Una, efectivamente la concentración de la propiedad en lo que es la prensa escrita, que es la formadora de opinión tradicionalmente. Pero también es fuerte el control de la publicidad. Es difícil acceder al avisaje y subsistir como proyecto de medio de comunicación y eso en provincias es aún más dramático. Ante la Comisión que elaboró el proyecto de ley que se llamó la Ley de Prensa, me tocó representar al Colegio y éste insistió mucho en la creación de fondos públicos concursables para promover la diversidad de medios de comunicación en regiones. Pero cada vez más ha ido perdiendo importancia en términos del monto que se asigna.
Eso por una vía, pero por otra también va una responsabilidad
nuestra, de los periodistas, de seguir perdiendo el manejo de la agenda.
De repente nos hemos ido mucho por el lado de la noticia como
espectáculo y hemos perdido relevancia como actores del proceso
democrático, de poner los temas, de hacer investigación periodística. A
lo mejor parte de mi desesperación es ver que frente a tantos desafíos
del país nosotros no estamos gravitando ni buscando por otro lado.
-Usted trabaja en televisión. ¿Por qué cree que los noticieros duran hoy hora y media?
-Los medios de comunicación tienen que señalar qué es importante o no. Es verdad que el público tiene derecho a exigir, pero un medio de comunicación tiene una filosofía, una visión del mundo y por eso es el aporte editorial. Por lo tanto, da criterios de selección de noticias. Cuando metes de todo en un noticiero y lo alargas indefinidamente, no le jerarquiza al público las cosas que a juicio del periodista son importantes para que ponga atención, pierde el rol orientador. No hay un periodismo que le de arquitectura al debate público, que ordene, que jerarquice, que haga tomar conciencia a la gente de las cosas que son importantes. Se ha renunciado a jugar ese rol. Si bien hay limitantes por el lado de la concentración de los medios o del avisaje publicitario, tampoco hemos estado a la altura del desafío que hay. Y probablemente los periodistas tenemos tantas culpas como las tienen los políticos de no prestar atención a lo que la sociedad nos está diciendo.
-En varias ocasiones usted ha sido elegido el personaje público más creíble, ¿a qué lo atribuye?
-En realidad eran encuestas que hablaban de los conductores de noticieros y quedó la sensación del periodista más creíble, pero dado que se instaló la idea, tengo que ser responsable y por lo tanto tratar de estar a tono con lo que algunos empiezan a creer. Pero sí creo que entre las cosas que pueden influir está el mantener la calma, el hacer siempre una pausa en los noticieros para un pequeño análisis, para un pequeño comentario, donde uno trata de orientar, de tratar de ayudar al público a decidir qué es importante y tener dos o tres elementos para armarme un juicio. La gente valora que uno tenga opinión. Después del periodo de la transición, donde había que decir la verdad en la medida de lo posible y ser muy concreto en función de tres o cuatro consensos que había en ese momento, a comienzos del 2000, yo noté que el público se puso más crítico y empezó a querer opinión, a valorar la diferencia. No fue el periodismo que prevaleció, pero se empezó a abrir.
-Pero ahí también llegó fuerte la farándula.
-Sí, en la medida que fue avanzando, desgraciadamente ese perfil crítico se fue hacia llamar la atención del público más que de análisis riguroso de lo que pasaba en Chile. Se perdió un poco de sentido del periodismo crítico de opinión y se diluyó en ese periodismo de farándula. Hay una absoluta confusión en los medios de comunicación, sobre todo la televisión, unos debates de gente que ni siquiera se prepara, para apelar al artista o al futbolista, y además debates absolutamente intrascendentes, pero que tienen bastante interés de la gente. Pero a partir de las protestas de los movimientos sociales se genera un tercer cambio. El público quiere que tú estés con él en sus demandas: estás con nosotros o estás contra nosotros. Son momentos del periodismo diferentes, porque quienes deberían cubrir esas tareas no lo hacen, que es la clase política. Aquí hay un gran espacio para los medios de comunicación, porque ante la ausencia de la Iglesia, que se ha debilitado, ante la ausencia de los partidos políticos, que se han dedicado más a administrar el poder, casi todas las grandes ideas e iniciativas de cambio de la sociedad chilena están viniendo de los movimientos estudiantiles y sociales, que buscan la complicidad de los medios de comunicación. Encuentran muy poco espacio, porque la mayoría lo toma como una cosa más de la farándula, de la anécdota. A veces nos falta espesor analítico y no siempre está claro para dónde hay un compromiso.
FUENTE: CAMBIO 21
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