lunes, 5 de diciembre de 2011

El rostro emblemático del movimiento estudiantil se somete al veredicto de las urnas Camila en el Día D

Hoy y mañana nueve listas compiten por la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile. Por la lista J, como presidenta, va a la reelección Camila Vallejo. Una apuesta que muchos consideran arriesgada. Antes de enfrentarse a la opinión de sus representados, la emblemática líder estudiantil conversa con El Mostrador de las proyecciones del movimiento, del enojo de la “ultra”, los cuestionamientos al PC y los costos que ha sumado por ser la líder de la primavera chilena.

Es mediodía del viernes y Camila Vallejo ya ha recorrido todas las salas de Ingeniería de la Universidad de Chile. Para nadie es un misterio que este año ha sido duro y ella sólo ha tenido dos días de descanso. El 18 y 19 de septiembre partió con su familia a una casa que sus papás consiguieron en El Quisco y durmió. Durmió y comió. “Y no sentí nada de culpa porque sabía que el resto de Chile también estaba descansando”, cuenta mientras come un vaso relleno con frutas comprado en la cafetería de la Facultad de Ingeniería.
Está a pocas horas de participar en uno de los foros que se realizan en la universidad con los candidatos a la Federación de Estudiantes, donde ella va a la reelección por la lista J, Izquierda Universitaria. Son dos días de elecciones –hoy y mañana- y a pesar del apoyo y también de las críticas de la apuesta que muchos han calificado como arriesgada, ella ni se asusta ni piensa en cuánto de su capital político pone en juego.
“Los ataques, sobre todo en términos mediáticos, van a venir ganando o perdiendo la federación.  Nosotros no tenemos miedo a perder. Si no es la presidencia, desde la vicepresidencia se puede jugar igual un rol importante, igual se puede trabajar. Entonces no se trata de que si no ganamos nos vamos pa´ la casa porque nuestra convicción es fortalecer las federaciones en post de un objetivo”, dice convencida y enfrentar el próximo año.
-¿Cuáles son los principales desafíos?
-Creemos que hay que generar mayoría y hay que ir a disputar espacios donde la derecha tiene mayor presencia; y aquí no hablo del plano de la negociación estudiantil. También del plano territorial, comunal. No queremos exigirles a los de siempre, sino subvertir la correlación de fuerzas.
-Pero el apoyo de los partidos es lo que cuestionan muchos dirigentes. Incluso algunos miembros de la Confech hicieron una dura declaración al respecto la semana pasada. ¿Cómo lo tomaste?
-Hay un problema que tiene que ver con malas lecturas de lo que ha sucedido y es un oportunismo político para buscar culpables y eludir responsabilidades políticas, porque hay muchos de esos miembros, de los que sacaron la declaración, que fueron los mismos que dieron la discusión en la Confech respecto a ir al parlamento en función de la discusión parlamentaria.
-¿Dices que la izquierda independiente, o los “ultra” como los han llamado, tienen un doble discurso?
-Yo considero que tienen un doble discurso, porque se votó en el Confech y ganó de ir a interpelar al parlamento, y generar la presión necesaria para que ese Presupuesto no se aprobara así tal como estaba. Nosotros siempre dijimos que nuestras demandas no cabían en la discusión presupuestaria, pero sin embargo no podíamos darle la espalda producto de que ese Presupuesto está privatizando más la educación… Los esfuerzos que se hicieron eran generar una mayoría  para que ese Presupuesto no se aprobara en las condiciones que estaba, entonces que vengan a decir que el PC negoció de espaldas es mentira porque no hubo una negociación; esto implica ceder en algo y nadie ofreció nada.
Hay algunos que postulan que esto fue un fracaso, y este movimiento no ha sido ningún fracaso. El movimiento sigue, se han dado cuenta que hay que apostar a cambios más profundos y era necesario para evidenciar que nuestra institucionalidad no da el ancho y hay que cambiarla.
-Pero el enojo contra el PC es real y hay dirigentes que plantean instrumentalización política o levantamiento de rostros.
-Yo creo que es como buscar culpables y no tener proyección política. Es como decir ¿qué hacemos ahora? Echémosle la culpa a alguien. Es sumamente infantil esa postura, irresponsable. Entonces a mí me llama la atención, y creo que los compañeros ahí deberían tener mayor altura de miras y no engañar a la gente. Además que postulan que esto fue un fracaso, y este movimiento no ha sido ningún fracaso. El movimiento sigue, se han dado cuenta que hay que apostar a cambios más profundos y era necesario para evidenciar que nuestra institucionalidad no da el ancho y hay que cambiarla.
-¿Crees que es también una pelea de egos, de envidias porque aparecieron más algunos dirigentes que otros?
-Sí, yo creo que hay de eso. No sé si hay envidia. Es como ‘yo soy de una determinada fuerza política y me da rabia que otra fuerza política tenga más presencia que yo’. Son disputas de ego, ahora yo espero que sean superables porque se necesitan dirigentes con altura de miras. Es fácil buscar culpables y no hacerse cargo de los errores y los aciertos. También lo es sentirse revolucionario y caer en los discursos fáciles.
-Hay versiones que dicen que no querías repostularte a la FECh. ¿No querías por razones personales, cansancio? ¿Al final fue el PC el que decidió?
-Obviamente este año ha sido a full, y eso implica un desgaste: físico, mental. Pero esta es una discusión que no es personal, tampoco del partido. Se da como colectivo. Finalmente la decisión fue acertada.

El costo personal

Pocos después de esta entrevista, Camila enfrentaría un foro en una sala repleta de gente. Con estudiantes llenos de inquietudes y contendores que le enrostraron su militancia. “Los estudiantes preguntan mucho ahora, a diferencia de años anteriores. Preguntan sobre cómo avanzar y cuáles son los pasos que vienen”.
-¿Cuál es la diferencia con otras listas de izquierda?
-Dentro de la izquierda uno ve los programas y ve muchas cosas en común. Por ejemplo, con Creando Izquierda, hablábamos de cosas similares, el tema está en cuáles son las condiciones materiales para llevar a cabo esas propuestas. Entonces no basta sólo con decirlo en el discurso sino que también es necesario llevarlo a la práctica. Muchas veces algunas listas caen en el sectarismo y no en la transversalidad, porque empiezan a discriminar si me gusta su organización o tal dirigente, empiezan a hacer un filtro que termina dejándolos aislados y no permite generar las mayorías. Creando Izquierda habla de un movimiento que aporte a construir un bloque social. El problema que vimos durante el año es que cayeron en la crítica de no marchar con tal organización, o con la CUT, o con tal dirigente porque no me gusta la estructura… Entonces está bien decirlo, pero llevarlo a la práctica… no lo hacen. Ahí hay diferencias y por otro lado nosotros queremos jugar en la cancha de quienes no quieren hacer cambios. O sea, cómo nos mojamos un poco más el potito. No somos meros espectadores y gritamos desde la galucha, sino que somos jugadores. No podemos levantar movilizaciones de 6 ó 7 meses que terminen exigiéndole a los mismos de siempre y que sabemos que no quieren hacer los cambios. Entonces, nosotros ponemos nuevos referentes para que ellos vayan haciendo los cambios a partir de las demandas que pone el movimiento. Eso implica generar mayoría de oposición y ellos no están de acuerdo porque dicen que con ningún miembro de la Concertación se puede trabajar. Sabemos que si necesitamos doblar, por ejemplo, en las municipales, tienen que sumarse fuerzas de izquierda progresista.
-¿Cuál fue el mayor costo de este año en términos personales?
-Las amenazas no me dolieron porque encontraba que venían desde la cobardía. Y la cobardía no me afecta. Algunas eran vulgares y venían desde lugares comunes así es que me acostumbré. Lo más difícil fue cuando el movimiento estaba en su mayor crecimiento, se expandió se masificó y de pronto uno veía esto y pensaba en cómo conducir bien tanta participación e ímpetu. Y ahí es como hacer sintonía entre las discusiones locales con las del pleno, con la Confech, organizaciones… En términos familiares ha significado costos de tiempo. No tengo y veo re poco a mi familia, pero son costos que hay que asumir.

FUENTE: EL MOSTRADOR

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