Uno de los dramas de este grupo es la extrema fragilidad de su economía doméstica y la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos, pues la pérdida del trabajo los hace caer rápidamente en la pobreza. Según un estudio de la OCDE, Chile es el país con m
“La mejor política pública de un país es el mayor crecimiento con pleno empleo”, sostuvo recientemente el ministro de Economía, Pablo Longueira, señalando que por esa vía se generan los recursos para el gasto social en beneficio de los más pobres. Tiene razón el secretario de Estado y, en ese frente, el dinamismo de la economía chilena es, actualmente, una garantía de que se generarán esos ingresos. Para este año, las proyecciones indican que el PIB tendrá un avance cercano al 7% y, en el próximo, rondará entre 5,5% y 6%. Por su parte, la generación de empleos ha registrado cifras históricas, lo que tiene el efecto colateral de elevar las remuneraciones.
Sin embargo, hoy la política pública no puede estar dirigida sólo hacia los sectores más necesitados. Ese es el reclamo de la clase media, la que lleva años sintiéndose postergada y que se había hecho altas expectativas de un desahogo con el cambio de gobierno.
¿Cómo Vive la Clase Media?
Según la Cepal, el 52% de los hogares en Chile es de clase media, porcentaje que llegaba al 40% en 1990.
A diferencia de lo que sucedía en los años '60, en que este segmento de la población era bastante homogéneo, en la actualidad se caracteriza por ser muy heterogéneo, cuyos ingresos mensuales fluctúan entre $440.000 y $$1.800.000, según un estudio de la Universidad de Chile. El 44% tiene auto.
Otro aspecto importante de este estrato, es que ha tenido un acceso generalizado al consumo de bienes “durables”, los que se fueron abaratando con los años, por lo que éstos ya no reflejan un determinado status. También han accedido a la compra de viviendas.
Sustentando este fenómeno aparece la expansión del crédito, proveniente de la banca y casas comerciales, lo que sin embargo ha derivado en un fuerte endeudamiento de los hogares.
Pero todo indica que no podría ser de otra manera: la encuesta de Presupuestos Familiares del INE de 2007 muestra que en el 80% de la población, los ingresos del hogar se ubican por debajo de los gastos. Sólo en el 20% más acomodado alcanzan los recursos y queda un margen de ahorro.
Por lo mismo, uno de los dramas de este grupo es la extrema fragilidad de su economía doméstica y la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos, pues la pérdida del trabajo los hace caer rápidamente en la pobreza. Según el índice de resistencia de los estratos medios frente al riesgo de movilidad descendente elaborado por la OCDE en 2010, Chile es el país menos resistente de América Latina, es decir, el de mayor riesgo de pobreza.
Al igual que la salud, la educación es uno de los ítems relevantes de gasto, cuyos valores no han detenido su expansión. Pese a ello, la opción por el estudio es evidente: el 70% de los alumnos universitarios constituye la primera generación de su familia que cursa estudios de ese nivel, según la Cepal.
Discurso Disonante
En esta realidad, el discurso triunfalista de la autoridad económica –que detalla las bondades innegables de la economía chilena y los elogios que recibe en el exterior por su inigualable responsabilidad fiscal– no es comprendido y resulta ajeno para la mayoría de la población. Del boom del cobre, nada han recibido.
En cambio, entienden bien que las tasas de interés multiplican sus deudas. Son expertos, también, en la inflación de los alimentos y del transporte, pues los cambios de precios desbarajustan el debilitado presupuesto familiar.
Es por ello que los proyectos de eliminar la cotización del 7% de salud a los jubilados; la reducción de la Tasa Máxima Convencional; el menor interés aplicado a los créditos universitarios, y la eliminación del impuesto a los combustibles, son algunos de los temas prioritarios para la clase media que, con urgencia, deben formar parte de las políticas públicas.
Sin embargo, hoy la política pública no puede estar dirigida sólo hacia los sectores más necesitados. Ese es el reclamo de la clase media, la que lleva años sintiéndose postergada y que se había hecho altas expectativas de un desahogo con el cambio de gobierno.
¿Cómo Vive la Clase Media?
Según la Cepal, el 52% de los hogares en Chile es de clase media, porcentaje que llegaba al 40% en 1990.
A diferencia de lo que sucedía en los años '60, en que este segmento de la población era bastante homogéneo, en la actualidad se caracteriza por ser muy heterogéneo, cuyos ingresos mensuales fluctúan entre $440.000 y $$1.800.000, según un estudio de la Universidad de Chile. El 44% tiene auto.
Otro aspecto importante de este estrato, es que ha tenido un acceso generalizado al consumo de bienes “durables”, los que se fueron abaratando con los años, por lo que éstos ya no reflejan un determinado status. También han accedido a la compra de viviendas.
Sustentando este fenómeno aparece la expansión del crédito, proveniente de la banca y casas comerciales, lo que sin embargo ha derivado en un fuerte endeudamiento de los hogares.
Pero todo indica que no podría ser de otra manera: la encuesta de Presupuestos Familiares del INE de 2007 muestra que en el 80% de la población, los ingresos del hogar se ubican por debajo de los gastos. Sólo en el 20% más acomodado alcanzan los recursos y queda un margen de ahorro.
Por lo mismo, uno de los dramas de este grupo es la extrema fragilidad de su economía doméstica y la vulnerabilidad frente a los ciclos económicos, pues la pérdida del trabajo los hace caer rápidamente en la pobreza. Según el índice de resistencia de los estratos medios frente al riesgo de movilidad descendente elaborado por la OCDE en 2010, Chile es el país menos resistente de América Latina, es decir, el de mayor riesgo de pobreza.
Al igual que la salud, la educación es uno de los ítems relevantes de gasto, cuyos valores no han detenido su expansión. Pese a ello, la opción por el estudio es evidente: el 70% de los alumnos universitarios constituye la primera generación de su familia que cursa estudios de ese nivel, según la Cepal.
Discurso Disonante
En esta realidad, el discurso triunfalista de la autoridad económica –que detalla las bondades innegables de la economía chilena y los elogios que recibe en el exterior por su inigualable responsabilidad fiscal– no es comprendido y resulta ajeno para la mayoría de la población. Del boom del cobre, nada han recibido.
En cambio, entienden bien que las tasas de interés multiplican sus deudas. Son expertos, también, en la inflación de los alimentos y del transporte, pues los cambios de precios desbarajustan el debilitado presupuesto familiar.
Es por ello que los proyectos de eliminar la cotización del 7% de salud a los jubilados; la reducción de la Tasa Máxima Convencional; el menor interés aplicado a los créditos universitarios, y la eliminación del impuesto a los combustibles, son algunos de los temas prioritarios para la clase media que, con urgencia, deben formar parte de las políticas públicas.
FUENTE: ESTRATEGIA ON-LINE
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