El año 2012 se viene agitado. Las demandas estudiantiles que movilizaron a miles de jóvenes por el país, durante todo este año 2011, no fueron satisfechas en ninguno de sus puntos esenciales.
Ahora está por verse si las demandas de los universitarios se transformarán verdaderamente en una lucha de la sociedad civil chilena en su conjunto por una educación pública, de calidad y gratuita. Durante todo el año 2011 vimos a innumerables adultos acompañar a los jóvenes en las calles y durante la noche del cacerolazo ciertamente tembló en La Moneda. Pero la casa de gobierno se remeció aún más, encuesta tras encuesta, al ver que la simpatía por el movimiento estudiantil era inversamente proporcional a la simpatía por el Presidente y sus Piñera-boys.
Nadie ponga en duda que los sentimientos de malestar están haciendo cuerpo en el mundo universitario durante este tiempo de normalidad. Mientras tanto, la oficialidad opinante de la derecha y de la Concertación bacheletista-aliancista se ha esmerado en instalar cuñas en contra de los estudiantes: su infantilismo revolucionario (Pancho Díaz, J.J. Brunner), su miope lectura de Gramsci (E. Ottone), la excesiva cobertura periodística (Piñera), y últimamente, su violencia llevada al paroxismo de la profanación: el odio de los estudiantes en contra de la numinosa memoria del más alto prohombre de la derecha dura chilena, Jaime Guzmán.
¿Huele a peligro el 2012? La respuesta es evidente. Los últimos acontecimientos tildados de violentos –algunos no soportaron el enorme simbolismo de recibir en sus trajes de seda un par de huevos de las avícolas chilenas- lo están demostrando.
La tercera ceguera podría ser sin duda la más grave. Pensar que es la primera vez que en el Campus Oriente se enfrentan las fuerzas del gremialismo con el sentir artístico-intelectual del pensamiento de izquierda. El año 1978 Andrés Chadwick protagonizó, a combo limpio, en nombre del gremialismo de Chacarillas, una de las grescas pugilísticas universitarias más memorables del Campus Oriente de la UC.
El bautizo de Noam Titelman en el ring de la política no podía ser peor. El tonelaje político de sujetos que tienen a sus espaldas toda una fenomenología de la religiosidad de su líder, toda una estructura sistémica y operante del poder económico, y ahora, todo el largo brazo del aparato gubernativo-burocrático, tienen al pequeño Titelman -ataviado con una humilde tirachinas- de cara al gigante Goliat de la política chilena.
El Rector de la Pontificia Universidad Católica afirmó que condenaba absolutamente los hechos por considerarlos completamente antidemocráticos y antiuniversitarios. Se trató de “un grupo minoritario de estudiantes que actuó con violencia verbal, falta de respeto, que lanzó huevos, agua y proyectiles no contundentes”, dijo. En buen chileno, los estudiantes no hicieron menos que sus ancianos abuelos jubilados, pensionados o montepiados de antaño. El Rector anunció la absoluta imprescriptibilidad para aquellos que lanzaron los huevos y recibió el apoyo irrestricto de la totalidad de los decanos para iniciar los sumarios.
Por el PS, Andrade; por el PPD, Tohá; por el PR, Gómez; por la DC, Walker; por RN, Carlos Larraín más todo el Goliat de la UDI contra los estudiantes que lanzaron huevos en el Campus Oriente. En fin. El pobre Titelman no tuvo más que decir “si hubo actos de violencia o agresión, de ninguna manera es aceptable”.
Hay que evitar una triple ceguera en todo esto. La primera es la que impide ver que los estudiantes de la UC son tremendamente peligrosos como fuerza política para la clase de honorables en su totalidad. Si decidieran para el 2012 levantarse más irrestrictamente en apoyo de las demandas estudiantiles, más de lo que lo hicieron durante el 2011, la sangre podría llegar al río de todo el mundillo político.
El mito de los estudiantes UC movilizados el año 67 no puede activarse, de ahí el enérgico rechazo –casi a priori- a lo sucedido en el Campus Oriente.
¿Qué pasaría si hoy, como en el 67, los estudiantes enviaran una carta al Papa para manifestar su rechazo tanto a las políticas gubernativas en educación superior, como a las políticas universitarias en sus propios campus rechazando estos sumarios? Dios nos libre, aunque creo que hoy, ni el Papa…
La segunda ceguera consiste en infravalorar la omnipresente figura de Jaime Guzmán en el imaginario de la Derecha dura chilena, en sus seguidores más fieles, esos que fueron jóvenes promesas y hoy son gigantes ministros. Esto no es algo mucho más difícil de tematizar que aquello de lo que ya hemos escrito sobre las reformas de la educación superior en el año 1981 y sobre la revolución que desde ahí se ha configurado en el Chile post-Pinochet, pues tiene que ver con la potencia irracional que todo fundamentalismo le da a la acción humana religiosa.
La tercera ceguera podría ser sin duda la más grave. Pensar que es la primera vez que en el Campus Oriente se enfrentan las fuerzas del gremialismo con el sentir artístico-intelectual del pensamiento de izquierda.
El año 1978 Andrés Chadwick protagonizó, a combo limpio, en nombre del gremialismo de Chacarillas, una de las grescas pugilísticas universitarias más memorables del Campus Oriente de la UC.
A tal nivel de violencia llegó el conflicto que el miércoles 06 de septiembre de 1978 La Segunda tituló en su portada de letras rojas: “SERIO INCIDENTE EN CAMPUS DE UC”; “Agitadores DC y UP de Teología provocan al estudiantado”; “La mayoría de los alumnos repudió a los grupúsculos politizados”.
Lo que sucedió fue que alumnos de las escuelas de Teología, Filosofía, Educación y Periodismo, convocados por la Pastoral Universitaria, se reunieron en el “patio de las tías” a eso de las 11 de la mañana para solidarizar con los estudiantes de Nicaragua víctimas de Anastasio Somoza. Pero espontáneamente se comenzaron a manifestar consignas para pedir por la democratización de la Universidad, la libre elección de los dirigentes estudiantiles y por “paz, justicia y libertad”.
Fue en ese momento que los alumnos de la Escuela de Derecho –cuna del gremialismo- encabezados por el presidente designado de la FEUC, Andrés Chadwick se enfrentaron a los manifestantes gritando consignas a favor del pinochetismo (“Viva la Junta Militar”; “Pinochet, todo Chile con usted”; “Demo, entiende, la Patria no se vende”) para luego derivar en un pugilato colectivo de proporciones.
La violencia colectiva involucró, según Las Últimas Noticias -“PUGILATO EN LA UC”, “Autoridad detendrá foco de revoltosos” tituló en su edición del 7 de Septiembre- a unos 400 universitarios. El Mercurio habló de 200 universitarios en edición del mismo día. Y el diario La Tercera informó, además, de un estudiante herido y de un estudiante retenido. El herido era el estudiante de Teología Alejandro Álvarez, quien luego de ser llevado en ambulancia a la Posta Central estampó una denuncia por agresión en contra (de los combos) de Andrés Chadwick.
Algunos alumnos de Derecho de la UC (Baldo Prokurika, Jaime Orpis, Miguel Vial, Santiago Hudson, entre otros) emitieron un comunicado de denuncia en el que decían que “con motivo de la aproximación del quinto aniversario de la liberación nacional, grupos marxistas y de la proscrita democracia cristiana, han venido desarrollando una campaña orquestada, que tiene como fin alterar el orden público, quebrantar el receso político y destruir el proceso que nuestra Patria vive, cual es, el hacer de Chile una gran nación”.
La Editorial de La Segunda reflexionaba “Si hay estudiantes que violan la disciplina universitaria para reintroducir la agitación y la politiquería en las aulas, hay sanciones académicas que son una respuesta justa y eficiente, como para desalentar esos intentos”. Y en una extensa entrevista, Andrés Chadwick afirmaba que “reaccionaremos con mayor fuerza si se repiten actos” que también considera orquestados por la DC y el PC, afirmó que “resulta extraño que siempre, inmediatamente, si no antes, se han presentado en el lugar de las manifestaciones periodistas de Radio Chilena y Radio Cooperativa”.
Finalmente la tesis de los estudiantes gremialistas, y del gremialismo en conjunto, sobre la orquestación izquierdista se impuso. Luis Cordero escribió una columna de opinión en la Tercera para denunciar que “como en los mejores tiempos del gobierno del señor Frei, la Juventud Demócrata Cristiana y los sectores marxistas-leninistas marchan unidos hoy en día, por el propósito común de retrotraer al país al caos y a la anarquía”. Finalmente el Ministro del Interior Sergio Fernández terminó denunciando al país un plan subversivo orquestado por la DC y el PC.
El Secretario General de la UC, Francisco Bulnes Ripamonti y el Vicerrector de Comunicaciones Hernán Larraín (hoy Senador UDI), se apersonaron en el Campus Oriente. Por la tarde la Universidad anunció investigación y sanciones. No contra los gremialistas, por cierto, contra los otros.
¿Dijo algo Jaime Guzmán? No inmediatamente. Por esos días del año 78 estaba preocupado jugando con la Comisión Constituyente ad portas de entregar al país un valioso documento en el que mostrarían sus avances. Habló la semana siguiente, en su columna de la Revista Ercilla que tituló “La furia de la oposición”, advirtió:
“La oposición política se nota irritada. Con una amarga mezcla de agresividad y frustración, ha empezado a disparar a la bandada, tratando de acertar en alguno de sus blancos. Simultáneamente intenta revivir problemas de derechos humanos ya superados, desconoce la evidencia del éxito económico, procura crear una agitación laboral y estudiantil tan artificial como epidérmica […] el ataque ya no es selectivo, como había sido alternadamente hasta ahora, sino que se ha vuelto total”.
Por cierto, en esta columna, a los señores de la oposición no los llama “enemigos políticos”, sino, lo que es peor, les aplica el mote de “carcamales políticos.”
¡Qué tiempos violentos aquellos!
Y nuestro 2012 se viene intenso. ¿Alguien lo duda después de estos teloneros del Campus Oriente?
FUENTE: EL MOSTRADOR
No hay comentarios:
Publicar un comentario