“Cómo es que esas nobles y abnegadas trabajadoras, son miradas en una categoría inferior por la condición laboral con la que conviven desde hace siglos. Pensé, por un minuto, que esta realidad había cambiado, pero en realidad no es así. Quiero arrogarme en esta oportunidad el representar a muchas nanas y familias de tales que no tienen voz: soy orgulloso hijo de una y no podía quedarme callado. Menos imaginándome a mi madre que, ante la falta evidente de dinero, estuvo a un paso de trabajar para gente como ustedes”, afirma.
El estudiante y columnista de medios, Diego Vrsalovic, envió una carta abierta a la directiva del Club de Golf Las Brisas de Chicureo en donde expresa su malestar por la resolución adoptada por la institución en orden a que las nanas deben llevar el uniforme que las identifique como tales cuando acompañen a los niños a este lugar.
El nuevo caso de discriminación a las “nanas” o asesoras del hogar quedó al descubierto este viernes, luego que la revista Qué Pasa hiciera pública una circular que el club envió a sus socios.
En ésta se indica que ellas pueden acompañar a los niños de los cuales se hacen cargos sólo si utilizan un “uniforme o tenida que las identifique como tales”. Asimismo, establece que las empleadas no pueden acceder a las piscinas del recinto, espacio al cual los socios podrán entrar solamente con sus familias y personas invitadas.
Ante este caso discriminatorio, Vrsalovic manifiesta su indignación como hijo de una nana por la forma en cómo las asesoras de hogar son tratadas en algunas casas del barrio alto de la capital.
“Esta será una de las cartas públicas más extrañas y con más toque de resentimiento que recibirán en la vida. Parece que el país no entiende el modo de vida ni los códigos que se manejan en el barrio alto de Chile; es cierto, la gran masa de la población no lo entenderíamos nunca. No poseemos los apellidos rimbombantes y con tradición que los caracterizan (especialmente el señor Bunster, descendiente -probablemente- de uno de los financistas de la Ocupación de la Araucanía), ni las grandes fortunas que manejan. Nuestras vacaciones no son ni a El Tabo ni a las Termas de Chillán, ni apostamos nuestro dinero en algún casino de nombre reconocido. Muchos de mis parientes y amigos viajan, con mucho esfuerzo, por el día a la costa, y juegan en las “máquinas” del negocio de la tía lucha”, señala Vrsalovic.
Y expresa su asombro e indignación “cómo es que las nanas, esas nobles y abnegadas trabajadoras, son miradas en una categoría inferior por la condición laboral con la que conviven desde hace siglos. Pensé, por un minuto, que esta realidad había cambiado, pero en realidad no es así. Quiero arrogarme en esta oportunidad el representar a muchas nanas y familias de tales que no tienen voz: soy orgulloso hijo de una y no podía quedarme callado. Menos imaginándome a mi madre que, ante la falta evidente de dinero, estuvo a un paso de trabajar para gente como ustedes”.
“Nuestra patria, ciudadanos, es una mezcla de muchos guetos en la que estamos casi condenados a nacer, crecer, reproducirse y morir. El que nació gerente tuvo un hijo que ocupó la empresa del papá y mandó al nieto a la mejor universidad. El que tuvo un padre político introdujo a su hijo a la política y al nieto ya lo tiene camino a ser Presidente. La nana tuvo la madre nana que trabajó en la misma casa con varios embarazos a cuestas casi hasta dar a luz, de sol a sol, tuvo una hija nana y una nieta en la que se ponen todas las esperanzas para que tenga un mejor pasar”, sostiene.
Asimismo, hace una apología del trabajo que hacen las nanas en los hogares de familias acomodadas, afirmando que “¿ustedes tienen idea lo que es ser nana? ¿Saben lo que es levantarse a las 6.30 de la mañana y recorrer la ciudad por atenderles, llegar allá y recoger la ropa sucia (y las vergüenzas del día anterior), hacer la comida (a veces improvisando porque la señora “trajo gente a comer”), hacer el aseo de la casa hasta dejar impecable, volver a recorrer otras dos horas de camino, hacer el aseo de su casa, cocinar para el día siguiente, atender a los hijos y dormir más cansada que la cresta?”.
A renglón seguido expresa que “para ustedes, la tranquilidad que hacen las cosas bien (y que, de paso, el país está bien) es que su campo de visión es el jardín y un muro de 2,40 metros. Más allá sólo un largo camino que los separa de la ciudad. La garantía de que no son delincuentes es que compran ropa con débito sin cuotas y de marcas carísimas, tan caras que una camisa representa el pedido de un mes. Leen El Mercurio porque les dice lo que quieren oír y ven canales extranjeros para diferenciarse. El uniforme lo llevan puesto todo el día: es su forma de demostrar que pertenecen a la misma clase”.
Vrsalovic explica en su misiva que “la nana no puede entrar sin el uniforme a la selecta mesa del club: debe mostrar que está trabajando y no roba, que salió de su sector para ir a servirles el desayuno y levantar la ropa interior que por flojera no dejaron en la lavadora, debe demostrar que cuida a los niños. ¡¿Para qué hacer una tremenda obra y dejar que se bañen ella y sus hijos, si no pagan la admisión?! ¡Que se bañe con el agua del grifo de su población la rota!”.
En tal sentido, insta a la directiva del Club de Golf Chicureo que copien a otras personas que dejan que sus nanas se sienten en la misma mesa a comer, que comparten las vacaciones como si fueran una sola familia.
“Esa pseudo-conciencia católica que tanto pregonan deberían ponerla en práctica: si la Virgen María viviera hoy no podría bañarse en la piscina. Debería darles vergüenza estar en la boca de medio Chile por esta actitud que demuestra su inconsciencia contra quienes realizan una de las labores más nobles del mundo: limpiar lo que ustedes dejan sucio”, agrega.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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