Lobbista sale del directorio de la Fundación Salvador Allende
Isabel Allende se prueba traje de candidata presidencial y toma distancia de Enrique Correa
por M.J. NAVARRETE Y M. JIMENEZ 19 agosto 2016
Se resistió por un buen tiempo, pero finalmente lo hizo. Es que hace mucho rato que a nivel interno en el PS le pedían insistentemente a su presidenta, Isabel Allende, que tomara distancia de uno de sus principales y más estrechos consejeros políticos: el dueño de la consultora Imaginacción, Enrique Correa, porque el vínculo entre ambos era algo que terminaría salpicando sus aspiraciones de protagonizar la carrera a La Moneda el 2017. Y, al menos en las formas, lo concretó al pedirle al reconocido lobbista y asesor de Penta, SQM, el ex general Cheyre y el ex comandante en Jefe del Ejército, Juan Miguel Fuente-Alba, entre otros, que saliera del directorio de la Fundación Salvador Allende (FSA).
Es evidente que el tema no es cómodo para nadie. Más allá del hecho de que la página web de la FSA ya no hay información pública sobre los integrantes de su directorio, como siempre existió, durante dos días esquivaron responder llamadas telefónicas y correos electrónicos sobre la salida de Correa, sin nunca dar una versión oficial. Dicho hermetismo es bastante propio de dicha institución, ya que algunos funcionarios comentaron en reserva que en sus contratos se les exige confidencialidad por dos años.
La misma actitud evasiva hubo en Imaginacción, donde, a pesar de la insistencia, jamás dieron una respuesta. Allende, por su parte, no contestó ni llamadas telefónicas ni los mensajes vía WhatsApp, y en prensa del PS recalcaron que la Fundación “no tiene ninguna vinculación formal con el Partido Socialista, por lo cual nosotros no nos podemos referir al respecto”.
Solo el secretario general del PS, Pablo Velozo, estuvo dispuesto a dar algunas señales. Comentó que sabía que hubo cambios en el directorio de la FSA, que entraron Óscar Landerretche –presidente de Codelco– y Marcela Ríos, miembro del directorio de Espacio Público y Oficial de Gobernabilidad del PNUD, pero que no tenía mayores antecedentes, porque como es una fundación privada sin fines de lucro: “Nadie de la mesa directiva tiene que ver con las nominaciones ni nada. No hay ningún vínculo ni formal ni jurídico entre el Partido Socialista y la Fundación. No tendríamos nosotros por qué estar enterados de lo que ocurre”.
Pero en el PS sí saben. Diversos militantes y dirigentes reconocieron en reserva que Correa había salido del directorio de la FSA hace “un par de meses”, que había sido la propia senadora Allende quien le pidió que diera ese paso al costado y que lo había hecho –coincidieron en el partido– por una “razón táctica y estratégica”, pues había entendido que debía marcar distancia.
Antes que estallara el caso SQM, el vínculo con Correa no era ningún misterio, se hablaba de ello sin problemas en el PS y en el círculo de colaboradores de Allende. El 2014, cuando estaba en plena campaña por la presidencia del PS, se ponía como ejemplo, para graficar el nivel de la cercanía que ambas figuras tenían, que muchas de las reuniones de la FSA se hacían precisamente en las oficinas de Imaginacción, que la tarea de Correa en la fundación siempre fue ad honórem, que era algo personal para él, porque siempre fue muy cercano a Hortensia Bussi, la viuda de Allende, y que, por eso, siempre ha ayudado a la senadora, su familia y la fundación.
La conocida cercanía de Correa con Allende hace rato que ha sacado ronchas internas en el PS. El papel que ha jugado el lobbista en los casos de financiamiento irregular de la política, al asesorar directamente a Penta y SQM, era transversalmente muy mal visto en el partido, se consideraba que le haría un daño a la timonel en sus aspiraciones presidenciales para el 2017 y así se lo habrían hecho ver en reiteradas ocasiones, desde el año pasado, varios miembros del entorno más cercano de la senadora.
Distancia necesaria
Desde diciembre del 2015 dicha petición del entorno de Allende se hizo más fuerte y reiterada, después de dos episodios clave, que fueron muy mal vistos en el PS.
Uno fue la polémica entrevista que el 6 de diciembre del 2015 concedió Correa a La Tercera, donde dijo que el financiamiento irregular de la política no es corrupción: “Es claro que el financiamiento de la política debe ser reformado, que debemos cerrar definitivamente esos espacios que permitieron formas irregulares, engañosas, informales –póngale el nombre que quiera– de financiamiento político, pero no es corrupción. La corrupción supone el intento de enriquecimiento personal ilícito y eso es distinto a lo que pasó en los casos de financiamiento de campañas”, expresó
Altos dirigentes socialistas y parlamentarios reconocieron esos días que no fue “nada fácil” lo que provocaron en el PS las palabras de Correa, especialmente preocupación por la cercanía con Allende y, por lo mismo, ambos tendrían que bajarle el perfil a su relación.
Lo segundo fue la filtración, pocos días antes, de una reunión en la histórica casa de calle Guardia Vieja de la familia Allende, a la que llegaron Correa y el presidente del directorio de TVN, el PS Ricardo Solari. En el reservado encuentro, que se realizó el lunes 23 de noviembre a la hora de almuerzo y que fue publicado el 29 del mismo mes por El Mercurio, se revisó la relación con la DC, la negociación municipal, la situación de TVN y, obviamente, los escenarios propicios para una carrera presidencial.
Dicha reunión fue la constatación pública de las permanentes y reservadas conversaciones con Correa, del verdadero papel de consigliere en las sombras que cumplía el dueño de Imaginacción.
Desde entonces que se pedía internamente a Allende tomar distancia pública de Correa, se argumentaba que no le hacían bien esa cercanía y, si bien es valorado que finalmente tomara la decisión, en el seno del partido y del entorno de la dirigente consideran que fue “muy tardía”, que el daño a la imagen de Allende ya está hecho.
En mayo del año pasado, a pocas semanas de debutar en la presidencia del PS, las encuestas le sonreían a Allende. La CEP de ese mes la instaló con un 45% de aprobación ciudadana, por sobre Marco Enríquez-Ominami (43%), Ricardo Lagos (42%) y Sebastián Piñera (39%). En diciembre del 2015, en el mismo sondeo, la senadora PS, si bien estaba en el segundo lugar, ya reflejaba una tendencia a la baja, pues había descendido cuatro puntos en el ítem de valoración positiva.
Recién este viernes 19 de agosto se conocerá la primera CEP de este año, pero en otros sondeos que se han difundido este 2016 se ha confirmado esa tendencia a la baja de Allende. En mayo Cadem advirtió una caída de 9 puntos de la timonel PS en el ranking político, pasando del 47% al 38%.
Es muy difícil que la relación de Correa con Allende incidiera en esa tendencia a la baja, pero ese vínculo sí la perjudica a nivel interno en el PS, colectividad que está dividida entre apoyarla a ella o a Lagos Escobar.
Las riendas
Algunos en el PS aseguraron que hasta hace un mes, Correa aún se reunía con Allende en reserva, a pesar de haber salido del directorio de la FSA, lo que no se habría repetido últimamente. Pero el solo paso al lado de la FSA marca un punto político de inflexión no menor, es el primer distanciamiento explícito con esta figura tan clave y de tanto poder en las sombras.
El periodista y escritor Eduardo Labarca explicó, el 2015 en un artículo de prensa, la relevancia del ex ministro símbolo de la transición: “Gracias a la puerta giratoria de ministros y altos funcionarios de la Concertación y de la Nueva Mayoría que van y vienen entre el Gobierno e Imaginaccion, la sociedad de Correa, el vicepresidente de la FSA ejerce enorme poder desde las sombras y, como el perejil, está presente en todos los guisos”.
Antes que estallara el caso SQM, el vínculo con Correa no era ningún misterio, se hablaba de ello sin problemas en el PS y en el círculo de colaboradores de Allende. El 2014, cuando estaba en plena campaña por la presidencia del PS, se ponía como ejemplo, para graficar el nivel de la cercanía que ambas figuras tenían, que muchas de las reuniones de la FSA se hacían precisamente en las oficinas de Imaginacción, que la tarea de Correa en la fundación siempre fue ad honórem, que era algo personal para él, porque siempre fue muy cercano a Hortensia Bussi, la viuda de Allende, y que por eso, siempre ha ayudado a la senadora, su familia y la fundación.
El poder de Correa desde la FSA era absoluto. Labarca explicaba el año pasado que “tras el fallecimiento de Hortensia Bussi en 2009, su hija ha demostrado su carácter al reorganizar la FSA y la Fundación Arte y Solidaridad que administra el museo. A la cabeza de la FSA incorporó a dos ex ministros de la Concertación que actúan en el mundo empresarial: Osvaldo Puccio –director de AFP Provida y cercano al controlador de SQM Julio Ponce Lerou– como presidente, y Enrique Correa, vicepresidente. Bajo el ojo de Isabel, la dupla Puccio-Correa ha modernizado ambas fundaciones, 'desvinculando' a los jefes históricos y reemplazándolos por expertos más jóvenes sin figuración política (…) Isabel Allende ha dado especiales poderes a Enrique Correa, única persona que participa en los directorios de las dos fundaciones y que exigió sin contemplaciones la renuncia al pintor José Balmes, antiguo director del museo”.
Ese episodio con el Premio Nacional de Artes Plásticas (1999) refleja cómo operaba Correa. Cuando llegó a La Moneda Sebastián Piñera, el hoy ministro de Cultura Ernesto Ottone renunció a la dirección de Matucana 100 y Correa optó por hacerle un espacio en el museo, razón por la cual fue hasta la casa de Balmes –según relató el curador Justo Pastor Mellado– para sacarlo sin miramientos de la dirección del museo.
Ese episodio salió en la prensa de la época, Correa lo desmintió públicamente y Balmes optó por el silencio.
FUENTE: EL MOSTRADOR
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