sábado, 20 de julio de 2013

José De Gregorio: "Darles gratuidad a todos los estudiantes es partir al revés"

 

Recién nombrado miembro del equipo económico de Michelle Bachelet, el ex presidente del Banco Central marca diferencias frente a la gratuidad en la educación y abre la posibilidad de explorar alternativas tributarias a las expuestas por la candidata en la primera vuelta. “Hay que tener cuidado de no escuchar sólo al que más grita”, afirma.
por Juan Cristóbal Villalobos
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JosE De Gregorio estaba en Estados Unidos, en una conferencia de Ben Bernanke, presidente de la Reserva Federal (Fed) norteamericana, cuando recibió un mail de Alberto Arenas, encargado programático de la candidatura de Michelle Bachelet. El hombre fuerte del comando de la Nueva Mayoría lo invitaba a integrar el equipo económico de la candidata, junto a otros economistas históricamente asociados a la Concertación, como René Cortázar, Guillermo Larraín y Eduardo Engel.
El nombramiento fue recibido con alivio por muchos liberales, quienes lo interpretaron como un giro de Bachelet hacia posiciones más moderadas y de centro. Otros, en cambio, lo miraron con preocupación, temiendo que la candidata abandonara algunas de sus propuestas económicas más a la izquierda. “Si se invita a personas de centro es porque se las quiere escuchar. Siempre en las primarias los candidatos se enfocan en SU coalición y, una vez que triunfan, le empiezan a hablar al resto del país. Yo apoyé a Claudio Orrego, pero ahora hay que gobernar con la mayoría y para todo Chile”, explica el ex ministro de Economía, Minería y Energía.
El sector disidente de la DC criticó la integración al comando de gente como usted y René Cortázar, argumentando que el partido no estaba representado en su totalidad y que habían sido nombrados por su cercanía con el senador Ignacio Walker.
Nadie en la DC me puso en una lista ni me preguntaron si quería estar en el comando. Yo no participo en esta candidatura representando a la DC; soy democratacristiano, actúo en consecuencia, pero tengo pensamiento propio. Hubiera sido mucho más fácil para mí haberme restado, evitando el trabajo extra y que me empiecen a basurear. Lo hago porque quiero contribuir a que Michelle Bachelet tenga un muy buen gobierno, por eso mi rol será ayudar a avanzar en los temas pendientes del país. Los he pensado y tengo opinión en muchos temas.
¿Qué grado de influencia espera tener en el programa definitivo?
Uno no participa en un comando bajo la premisa de que alguien te diga: “Este es mi objetivo político, usted diseñe cómo lo logro”. Cuando se tienen visiones propias, uno busca influir.
¿Está de acuerdo con las propuestas económicas hechas por Bachelet?
En la Nueva Mayoría coincidimos en que debe haber más inclusión social y participación ciudadana. La pregunta es cómo logramos esos objetivos en un contexto económico que se viene complicado. Lo importante es priorizar y proponer un programa realista. Pero será la candidata quien finalmente decida qué se hará.
¿Qué debería incluir un “programa realista”?
Hay urgentes necesidades de gasto que hay que abordar y para eso se requiere una reforma tributaria que recaude entre dos y tres puntos del producto. Esto no se consigue simplemente haciendo un par de ajustes o controlando la elusión: hay que impulsar una reforma tributaria significativa y profunda, un tipo de reforma inédita en Chile desde la vuelta de la democracia.
Tanto dirigentes empresariales como el ministro Felipe Larraín han advertido que un aumento de impuestos afectará la inversión, el empleo y los salarios.
Hacer un ajuste financiado y con responsabilidad fiscal, donde se gaste bien lo recaudado, no tendrá efectos negativos en el crecimiento en el largo plazo; al contrario, mediante un esfuerzo en materias redistributivas, la economía puede tener incluso mayor capacidad de crecimiento. Mi preocupación es la transición, por eso es fundamental tener una idea clara de lo que se hará y cuánto se puede recaudar. La incertidumbre se produce en el período de discusión e implementación, lo que hay que hacer con responsabilidad, pues estaremos en un escenario económico complejo. Es ahí donde se pueden producir efectos económicos negativos. Por eso es que hay que dejar atrás los sesgos ideológicos y hacer una reforma tributaria responsable y eficiente.
¿Coincide con la propuesta de Bachelet de subir los impuestos a las empresas del 20% al 25%?
La idea en su conjunto, que incluye ese aumento, bajar el impuesto a las personas del 40% al 35%, el que las empresas paguen sobre la base de las utilidades devengadas y tener depreciación acelerada, me parece razonable para subir la recaudación.
¿Esa es la fórmula que usted prefiere?
Hay que sentarse a discutir y avanzar, porque cualquier cambio produce impactos. Si en algún momento nos damos cuenta de que ese no es el camino que rinde todo lo que queremos, se podrán explorar otras alternativas. Yo creo que hay que conciliar una fórmula que tenga el menor impacto en el crecimiento económico y que sea justa, en términos redistributivos.
Los críticos de las propuestas económicas de la ex presidenta afirman que eliminar el Fondo de Utilidades Tributarias (FUT) también generaría incertidumbre.
El FUT se implementó en un momento en nuestra economía distinto al actual, por lo que eliminar el FUT no es una cosa de principios. Perú y México, por ejemplo, tienen tasas de ahorro cercanas a las chilenas y no tienen FUT. Es un gran error sobredimensionar los efectos de ciertas cosas; la evidencia que existe sobre crecimiento económico y carga tributaria demuestra que, en el largo plazo, el efecto es menor si es que lo gastos están bien hechos.
Lo que buscamos es tener una economía social de mercado en la que todos se beneficien del progreso económico y avancemos sustancialmente en temas de equidad.
El PC y figuras como el senador Alejandro Navarro quieren cambios más radicales.
Estoy seguro de que podemos alcanzar muchos acuerdos en los temas fundamentales con los sectores más de izquierda e incluso, con otros que no están en la Concertación. Más que las divisiones ideológicas, lo importante es priorizar qué es lo que queremos hacer en un gobierno de cuatro años, más allá de los titulares. El gran riesgo que existe es tener excesivas pretensiones y terminar haciendo nada.
¿La discusión está realmente abierta? Guillermo Teillier ha dicho que espera que el programa “no se cambie un ápice”.
Existe una voluntad real de revisar todos los temas y de construir un programa más completo, ya que lo que se propone en una primaria es bastante más básico. Participar en esa discusión significa que uno no siempre está de acuerdo con todo lo que se propone y se va cediendo para gobernar. No se puede entrar a un comando y arrasar con todo o, al contrario, esperar que los recién incorporados tengan que sumarse a lo que ya está. Yo estoy por las ideas, así es que si encuentro que todo lo que se ha propuesto está bien, seré el primero en decirlo. Pero si hay que cambiar algo, lo diré también.
¿Usted llamaría al PC y a los sectores más de izquierda a abrirse a propuestas que no están en sus planteamientos originales?
Aquí no hay dogmas, sólo que hay cosas que no se han pensado o no se entienden todavía. Lo importante son los principios y objetivos de una reforma tributaria y en eso estamos todos de acuerdo.
¿Usted y otros liberales van a contener las posturas más de izquierda?
Esa lectura tienen que hacerla los analistas políticos… Yo me veo dándole mayor fundamento a las propuestas y contribuyendo a hacer un programa que responda a las tremendas demandas del Chile actual.
Marco Enríquez-Ominami dijo que su llegada y la de René Cortázar al comando es la “evidencia del bloqueo a los cambios” y que ustedes aplicaron la “ortodoxia economicista” en los gobiernos de la Concertación.
Ese comentario no es ni de la “vieja política” ni de la “nueva política”, como algunos hablan, sino que de la “pésima política”. Hay que superar las descalificaciones peyorativas basadas en consignas. Me gustaría que Enríquez-Ominami me explicara mejor su crítica, ya que no tiene ningún fundamento. Me siento orgulloso de lo que hicimos en el Banco Central durante la crisis financiera internacional y que ha sido una base fundamental del desempeño económico positivo de los últimos años.
"Una asamblea constituyente no corresponde"
¿Qué errores cometió la Concertación en su manejo económico?
En muchos momentos se dejaron pasar cosas. En el tema universitario, por ejemplo, si bien hubo buena intención al querer ampliar la cobertura, se permitió que se aplicaran tasas de interés altísimas a los créditos universitarios y no se controló el lucro escandaloso de algunas universidades. En esos casos, las autoridades de la época no actuaron con la debida diligencia.
Usted ha señalado no estar de acuerdo con la educación gratuita y universal, afirmando que “sería tremendamente injusto que le pagaran la educación a mis hijos, a niños que les hemos venido pagando colegios privados. Con la misma plata, en vez de dar gratuidad (...) mucho más redistributivo y progresista sería dar becas de mantención”. ¿Cómo se concilia eso con la promesa de Bachelet de avanzar hacia la gratuidad de la educación?
A nadie se le puede excluir de la educación superior por razones económicas, pero también es urgente una profunda reforma al sistema universitario. Me parece que en el escenario actual, donde hay universidades que lucran y que son un negocio, con carreras en las que los estudiantes tienen que esperar seis años antes de poder trabajar, darle gratuidad a todos los estudiantes es partir al revés.
Por eso es que lo primero es mejorar la educación superior y hacer una transición coherente para llegar a una mayor gratuidad. Esto no se puede realizar de golpe. Hay muchas cosas pendientes en las que avanzar y después de eso hay que ver si se puede implementar un modelo gratuito.
¿Es injusto que el Estado financie la educación superior a los hijos de familias que sí pueden pagar?
La propuesta que conozco no es que sea completamente gratis, puesto que existirá un impuesto a los profesionales. ¿Y qué pasa si esa persona se fue a la mitad de la carrera? De nuevo, hay que sentarse a discutir sobre ese tema y afinar los detalles. No se puede decir “a partir de mañana tenemos 3 mil millones de dólares para financiar educación universitaria gratuita para todos”. Lo que sí hay que hacer es eliminar el financiamiento compartido en la educación escolar. Ojalá todo fuera gratuito, pero las cosas cuestan. Las preguntas son: ¿La educación será completamente gratuita? Y ¿no se tendrá después ninguna responsabilidad de pago? Nadie ha explicado cómo se financia y qué implica la educación gratuita. ¡Dejemos los eslóganes! Es mucho más progresista cambiar profundamente el sistema universitario que sólo enfocarse en la gratuidad.
¿Está a favor de una AFP estatal?
Si es que una AFP estatal realmente da cobertura a sectores a los que hoy las actuales AFP no llegan, se puede discutir. Hay que ver en qué consistiría en concreto, pero eso no significa terminar con el actual sistema previsional.
¿Chile necesita una nueva Constitución?
Está claro que la actual Constitución no da el ancho, pero estos cambios deben hacerse dentro del actual marco institucional. Justamente, es esa institucionalidad una de las principales fortalezas de nuestra economía y hay que respetarla. Dicha fortaleza institucional ha sido fundamental en explicar nuestro éxito económico.
¿La asamblea constituyente es un instrumento para esa reforma?
Una asamblea constituyente no está dentro de los marcos institucionales, por lo que no corresponde. El moverse dentro de los marcos institucionales debe ser la restricción. Los atajos pueden ser muy dañinos e improductivos para el país.
¿Hasta qué punto se debe escuchar a la calle?
Hay que escucharla… Cuando la calle habló tembló el país. La calle nos dice cuáles son los problemas, pero las soluciones las tienen que dar las autoridades. Y después, la calle nos dirá en las elecciones si considera que los que están en el poder la escucharon o no.
Hay que tener cuidado de no escuchar sólo al que más grita ni tampoco caer en la tentación de que cualquier demanda que se plantee se sume automáticamente a las propuestas que se hacen al país. Ahí es donde empieza a surgir el peligroso populismo.
 
FUENTE: LA TERCERA

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