domingo, 25 de marzo de 2018

Piñera-Kast, los cuidados del sacristán….

 Publicado el 25 Marzo 2018
 ESCRITO POR ARTURO ALEJANDRO MUÑOZ
En política, especialmente cuando ella está referida a la lucha electoral, los apoyos se pagan a veces de manera onerosa. Durante su campaña, el actual mandatario intentó equilibrar sus propuestas y mantenerlas dentro de un marco aceptado por muchos electores que no eran precisamente derechistas, y que le significaron, además, discusiones y disensos con representantes de aliados que no podía desechar: la derecha dura y los grupos nacionalistas, verdaderos “compañeros de ruta” de la derecha tradicional, pero que en los hechos concretos siempre la sobrepasan.


El recuerdo histórico de lo ocurrido al referente principal de la derecha durante el gobierno de la Unidad Popular, una alianza de liberales y conservadores estructurando el Partido Nacional, obliga a concluir que fue superado por la acción violentista y decididamente fascista del grupo ‘Patria y Libertad’, también una especie de alianza, pero  conformada esta por nacionalistas, neonazis, y militares activos (sediciosos y golpistas), amén de varios empresarios y terratenientes.
Es oportuno señalar que los actores mencionados contaron con la participación activa de un tercero en acción, menos violento pero igualmente sedicioso, el partido demócrata cristiano, con el  cual formaron la CODE (Confederación Democrática) dirigida exclusivamente a propiciar el derribo del gobierno del doctor Allende sin importar las formas.
¿Se está repitiendo ese cuadro? Hoy no existe peligro (y ni siquiera ‘aroma’) de golpe de estado, eso es concluyente y definitivo, pero sí  existe al interior del oficialismo - entre dos grupos fácilmente distinguibles-  una lucha cada vez menos soterrada por hacerse de las riendas y conducir el gobierno hacia objetivos distintos.
Los sectores fundamentalistas de la derecha política y económica han salido en estampida a ganar “la calle”,  intentando poner en juego dos elementos: escándalo y provocación, utilizados como argumentos para el logro de sus objetivos, uno de los cuales les resulta prioritario en esta etapa inicial de la administración de Sebastián Piñera: sacar de quicio a los sectores izquierdistas de epidermis más sensible y obligarlos a reaccionar con violencia… de ese modo arrastrando al propio gobierno a tomar decisiones que debilitan la institucionalidad democrática priorizando un estado policial que prohíbe, persigue y encarcela -a nombre del “orden y la tranquilidad ciudadana”- a todo aquel que pueda ser considerado una disfunción social o política por los mandos superiores y medios del cuerpo policial.
Una vez logrado tales objetivos, el gobierno ya estaría definitivamente bajo la tutela y dirección de los grupos fundamentalistas del sector político que hoy gobierna. Alcanzado ese punto, difícilmente habría vuelta atrás. Muchas libertades serían conculcadas “en beneficio del orden y el silencio” (que esos grupos llaman ‘paz’), como por ejemplo la de prensa y la de asociación, que son sin lugar a dudas las que mayores problemas provocan a todo gobierno administrado y dirigido por extremistas.
Uno de esos grupos ya obtuvo un buen punto respecto de lo que se ha dicho en estas líneas. El gobierno ordenó a Carabineros otorgar protección permanente al jefe de ese grupúsculo  (José Antonio Kast, quien no es parlamentario ni autoridad alguna) en  todas y cada una de sus actividades de proselitismo que desea realizar en planteles universitarios a lo largo del país, entendiendo que lo hace y lo seguirá haciendo sólo en las universidades públicas, pues allí parece encontrarse el mayor número de jóvenes de piel sensible, díscolos y fáciles de provocar.
Ya lo dijimos en un artículo anterior, el cual  bien vale la pena recordar debido a las protestas que ciertos sectores democráticos manifestaron porque ese caudillejo nacionalista había sido encarado con cierta violencia menor por algunos estudiantes universitarios. El lamento en su favor expresado por ‘progresistas’ que dicen defender el derecho a opinar (en este caso, el de un totalitario devenido en político dizque republicano) alimentan otro de los objetivos del propio Kast, cual es deslegitimar la democracia y ponerle bozal a los sectores juveniles de izquierda, y a la izquierda misma, particularmente al partido comunista y al Frente Amplio.
Subsiste, en cambio, un horizonte problemático para el propio gobierno. Las arremetidas fundamentalistas de un hombre que pretende ser censor y cuestor de la actual administración, pueden convertirse en un asunto inmanejable para la Moneda. Tal vez se haga carne el viejo dicho: los cuidados del sacristán mataron al señor cura. Piñera está atento, y preocupado. El ‘asunto’ Kast es un arma de doble filo, y usted sabe muy bien cuál es el acólito y cuál el sacerdote. .
Los votos nacionalistas le fueron vitalmente necesarios al actual presidente de la república en la elección que lo llevó al poder ejecutivo, pero de aquí en más tal vez  no lo sean y, por el contrario, se constituyan en demandas y acciones que le originarán un segundo frente opositor, esta vez, interno. La habilidad que Piñera cree tener en cuanto manejo político tal vez le sirvió durante la campaña para que el pueblo diferenciara entre ‘moderación’ (él) y extremismo (Kast)… pero ahora los nacionalistas se encuentran sentados a su alrededor y será difícil desprenderse de ellos, toda vez que el gobierno requiere con urgente premura sus apoyos en el Parlamento, los que le serán esquivos si primero no atiende a las demandas exigidas por esos grupos.
Tal vez por ello, intentando poner nuevamente en marcha su manejo político (y el de sus asesores), Piñera cree llegado el momento de “cambiar pan por charqui”, atrayendo a su gobierno y a su programa a sectores otrora progresistas que están aún formando parte de la coalición ‘Nueva Mayoría’, y que podrían reemplazar –con jugoso incremento numérico además- a los inefables fanáticos del ultra nacionalismo.
Los cantos de sirena lanzados desde el palacio de Toesca se dirigen claramente hacia la Democracia Cristiana y hacia el PPD, dos tiendas partidistas que cada vez con mayor fuerza amenazan con desconectar sus cables de aquel motor que se llamó “centro izquierda”.
¿Y la izquierda, qué ocurre con ella? Duerme y se fractura, se divide,  se enclaustra y sigue durmiendo… habrá de despertar en algún momento para reorganizarse y regresar unida al escenario político. Si ello sucede, otra será la historia.

FUENTE/ EL CLARIN

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