jueves, 23 de junio de 2016

Baja participación electoral revive tentaciones autoritarias: proponen reponer voto obligatorio

La corrupción, sistémica y generalizada por los partidos del duopolio; el malestar social derivado en indignación; la política en grado bajo cero. Ante este desastre, las mentes del senado proponen reponer el voto obligatorio para acarrear electores que justifiquen el satu quo. Una medida a la altura de las actuales condiciones.
EL CIUDADANO 
HOY 10:06 


Elecciones-municipales-en-ChileEl domingo pasado se celebraron primarias municipales en 93 comunas entre 96 candidatos que compitieron por las dos grandes coaliciones que han gobernado y controlado la política durante los últimos 26 años. El resultado, aun cuando no tenía base de comparación ni referencias anteriores, superó todas las estimaciones en cuanto a baja participación. De un universo potencial habilitado para votar de más de cinco millones de personas, sólo acudieron a los recintos de votación poco más de 285 mil, o apenas el 5,6 % del padrón electoral.
Es posible relativizar estos resultados, tal como lo ha hecho el gobierno y la clase política, que ha destacado la participación como una muestra representativa pese a los escasos números. Es también posible restarle gravedad al considerar que no todas las comunas celebraron primarias y tampoco participaron todos los potenciales representantes políticos.  Por último, la baja respuesta ciudadana es también atribuible, tal como han declarado algunos parlamentarios, a la casi nula difusión del evento electoral.
Aun considerando todos estos atenuantes, estas primarias han vuelto a expresar el estado de la política, en el cual los bajos niveles de participación son sólo una de las expresiones del rechazo ciudadano. Un repudio cuyas causas están sin duda en la corrupción derivada de su  financiamiento y en el surgimiento y consolidación de una clase política que opera y vive al margen pero a expensas de los electores. Una casta interesada en buscar los privilegios que le otorga la cercanía y el ingreso en las esferas del poder. Un proceso que necesariamente los ha llevado a acercarse a los poderes financieros y corporativos, a mantener un equipo de operadores políticos y clientelas bien pagadas y a olvidarse de sus promesas electorales. Pero sin duda la manifestación más obscena de todas ha sido la miseria ideológica y moral de partidos de la Nueva Mayoría, que han estirado la mano para recibir dádivas de un ex yerno de Pinochet ungido con una de las tantas empresas públicas arrebatadas al Estado chileno durante el espurio proceso de privatizaciones.
La baja participación en las primarias municipales ha sido interpretada por esta clase política como un efecto del voto voluntario. Esta casta, pese a su enorme desprestigio, todavía se siente con atribuciones y obligaciones de legítimos representantes políticos y ahora propone, como una forma de resolver el problema de la falta de participación ciudadana, una vuelta al voto obligatorio. La larga discusión para convertir el voto en un derecho que se ejerce de forma voluntaria podría sufrir una regresión debido a que no se ajusta a los intereses de las elites políticas.
Esta reacción del establishment, apoyada incluso por el mismo gobierno, no logra ocultar lo que es: una maniobra para consolidar la actual estructura de la institucionalidad política. Los cambios propuestos no apuntan al problema de la representación, sino a mantener los mezquinos intereses de los representantes.
La discusión que condujo al voto voluntario surgió hace unos años por la gran brecha generacional en la participación electoral. El rechazo a la institucionalidad política provocó que millones de jóvenes en edad de votar no se inscribieron en los registros electorales. En consecuencia, la elección de los candidatos quedó en manos de un cada vez  más reducido y envejecido padrón electoral.
El desinterés de los jóvenes por participar del sistema político llevó a legislar por una medida que se adaptara a las nuevas condiciones políticas y sociales, como si el voto voluntario fuera a incentivar a los jóvenes ajenos al sistema electoral.  La persistencia en el desinterés en los comicios, claramente expresada desde las municipales del 2012 y ahora redoblada en las primarias, ha llevado a la clase política a proponer una vuelta atrás.
Esta propuesta transparenta de manera impúdica las manipulaciones de las castas políticas. El problema, posiblemente comprendido por esta clase aun cuando nunca admitido, no es el bajo interés en la política y los asuntos públicos por parte de la ciudadanía, sino el quiebre entre los partidos, los representantes y las personas. La acción política de millones hoy no se canaliza a través de los partidos de un duopolio corrupto y aislado, sino mediante la organización y la lucha social.
Considerar que la solución es la obligación del voto es una evidente expresión de los intereses que tienen las elites políticas en mantener el statu quo. Es la intención de fabricar una audiencia para crear la apariencia de legitimidad y dejar el problema, que es la crisis de representatividad, sin solución. Y es también una vergonzosa regresión autoritaria, que podría incorporar castigos en un espacio que habían ciertos derechos.
P.W.El Ciudadano

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