sábado, 22 de octubre de 2016

Opinión

Entre la desafección electoral y la politización social

por  22 octubre 2016
Entre la desafección electoral y la politización social
En este escenario donde surge la inquietante paradoja que corroe al Chile actual: esta es, la falta de sincronía entre, por un lado, un ciclo electoral que llega a su fin con una participación electoral que muy probablemente será menor a un 40% y, por el otro, una intensa movilización social en ascenso; situación expresada ejemplarmente en las masivas convocatorias alcanzadas por los movimientos “No + AFP” y “#Niunamenos” durante estos últimos días.
A pesar de las inconsistencias analíticas ofrecidas por Andrés Allamand en su último libro denominado La Salida (especialmente cuando el senador monta sus argumentos para explicar la crisis política del Chile actual) es necesario rescatar, no obstante, una tesis política que a mi juicio es acertada. Para el militante RN, los comicios del próximo domingo representan “la última elección de un período que se cierra, más que de uno que se abre. Todo se juega en la elección presidencial y parlamentaria de 2017”.
Efectivamente, no existe análisis alguno que no pronostique que el próximo domingo tendremos uno de los resultados más desastrosos en términos de participación electoral desde el retorno a la democracia. La incapacidad del gobierno en particular y del duopolio político en general para resolver los problemas acarreados por los ilegítimos cambios en el padrón electoral, no es más que la punta de un iceberg que –por debajo de la superficie mediática– contiene una profunda fractura entre la base ciudadana y los representantes políticos tradicionales; fractura profundizada por los más diversos síntomas de descomposición develados durante los últimos años. He aquí la explicación fundamental de los paupérrimos índices de participación electoral que se obtendrán este fin de semana.
Sumando y restando, y salvo contadas excepciones, la correlación de fuerzas a nivel electoral-municipal se mantendrá intacta. En lo inmediato, tanto Chile Vamos como la Nueva Mayoría mantendrán su eficacia electoral, excluyendo la entrada de nuevas organizaciones políticas al ámbito de la conducción municipal (sin duda alguna, la contienda más atractiva en este contexto es la que se dará en la ciudad puerto de Valparaíso. La mera posibilidad de que acaezca un “sharpazo” ilusiona a unos y alarma a otros).
Es en este escenario donde surge la inquietante paradoja que corroe al Chile actual: esta es, la falta de sincronía entre, por un lado, un ciclo electoral que llega a su fin con una participación electoral que muy probablemente será menor a un 40% y, por el otro, una intensa movilización social en ascenso; situación expresada ejemplarmente en las masivas convocatorias alcanzadas por los movimientos “No + AFP” y “#Niunamenos” durante estos últimos días.
Sin detenernos por ahora en la disruptiva dinámica e inusitadas proyecciones de ambos movimientos, es claro que la falta de sincronía promueve una inquietante paradoja: ante la política formal y sus representantes tradicionales, la ciudadanía responde con indiferencia, hastío y desafección, mientras que ante el levantamiento de demandas ancladas a la estructura de nuestro “modelo” de sociedad (que condena a sus adultos mayores a vivir sus últimos años de existencia en la precarización más absoluta y naturaliza la dominación del hombre sobre la mujer en las más diversas esferas de la vida social), es la misma ciudadanía la que responde con adhesión, esperanza y politización. Ciertamente, esta paradoja deja en un plano de incertidumbre a los conglomerados restauradores y en uno de expectación a las fuerzas de cambio que aspiran a constituirse en una alternativa política plausible.
Es así como el próximo lunes –e inmediatamente después de los respectivos análisis en torno a los resultados de las municipales– se abre formalmente un período que ha sido idóneamente descrito por el ya citado Allamand. Las elecciones del 2017 “redefinirán el 'proyecto país' y un nuevo paisaje para las fuerzas políticas […] A partir del resultado se generarán tendencias que se proyectarán en el tiempo”.
Una de las mayores lecciones ofrecidas por el ciclo electoral pasado es que la victoria de la Nueva Mayoría –a pesar de vestirse con la estética de los movimientos sociales y la retórica de un nuevo ciclo político y social para Chile; diseño que le permitió obtener un éxito muy precario y relativo– no logró subsanar la falta de sincronía entre los ciclos electorales y los procesos de politización que cruzan hace más de una década a nuestra sociedad. Muy por el contrario, el proyecto nuovo mayoristaprofundizó este desfase; situación que incluso extirpo toda su vitalidad simbólica (sus niveles de aprobación son incluso menores que los de Chile Vamos).
De este modo y por una vía completamente distinta, llegamos a otra de las conclusiones otorgadas por Allamand: “La Nueva Mayoría será recordada como un gran paso en falso”. El axioma resulta acertado, tanto para los sectores restauradores como para los transformadores y es en estos sectores donde radica la responsabilidad de resolver la inquietante paradoja entre desafección electoral y politización social.
Para avanzar en esta línea, pareciera ser que los sectores transformadores (en particular, aquellos que se aglutinan detrás de la aún imprecisa fórmula del “frente amplio”) necesitarán desarrollar una táctica política basada en una Blitzkrieg o “guerra relámpago” de cara al mediano plazo (los próximos 13 meses a contar del lunes).
Para avanzar en esta línea, pareciera ser que los sectores transformadores (en particular, aquellos que se aglutinan detrás de la aún imprecisa fórmula del “frente amplio”) necesitarán desarrollar una táctica política basada en unaBlitzkrieg o “guerra relámpago” de cara al mediano plazo (los próximos 13 meses a contar del lunes).
¿Estarán los sectores transformadores a la altura de los desafíos políticos que se avecinan en el período “entre” elecciones?

Claves


FUENTE: EL MOSTRADOR

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