Le prohíben ejercer el ministerio sacerdotal por cinco años
Arzobispo Ezzati sanciona a Precht y uno de sus acusadores pide una comisión nacional que investigue los abusos sexuales en las iglesias
Publicado: 06.12.2012
El
ex vicario de la Solidaridad, Cristián Precht, fue sancionado por la
Iglesia por “conductas abusivas” contra “mayores y menores de edad”. La
pena impuesta es la prohibición para ejercer públicamente el ministerio
sacerdotal durante cinco años. Tampoco puede confesar y dirigir
espiritualmente a jóvenes. Precht tiene un plazo de 60 días para apelar a
Roma. Uno de sus acusadores, Jorge Cantellano, escribió para CIPER y
pide al gobierno la creación de una comisión nacional que investigue
todos “los abusos sexuales a menores cometidos –y encubiertos- en
instituciones religiosas”.
El ex vicario de la
Solidaridad, presbítero Cristián Precht, fue sancionado por la Iglesia
con “la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal por
un período de cinco años”, como resultado de la investigación
eclesiástica por abusos sexuales cometidos “con mayores y menores de
edad”. Asi lo informó este jueves 6 el obispo auxiliar de Santiago,
Cristián Contreras Villarroel, en un comunicado de nueve puntos
difundido en las páginas web del arzobispado capitalino y de la
Conferencia Episcopal.
El comunicado (vea la versión oficial)
señala que el arzobispo de Santiago, Ricardo Ezzati, quien impuso la
sanción, tiene “la facultad de ampliar el plazo indicado por el tiempo
que estime conveniente”. El castigo también le impide a Precht
“administrar el sacramento de la confesión y la dirección espiritual a
jóvenes y menores de edad”. La sanción fue informada por el obispo
Contreras, debido a que Ezzati viajó en la tarde del mismo jueves 6 a
Roma, para participar en un encuentro con el Papa Benedicto XVI.
El 28 de junio pasado el arzobispo Ezzati comunicó públicamente que
se habían constatado como “verosímiles” las acusaciones contra Precht
por “conductas abusivas con mayores y menores de edad”. Al haber menores
involucrados en las denuncias, el arzobispado estaba obligado a derivar
el caso a la Congregación Para la Doctrina de la Fe, con sede en Roma,
la única con competencia para indagar hechos que están prescritos debido
a que han pasado más de 20 años desde que las víctimas cumplieron la
mayoría de edad. Según informó el comunicado firmado por el obispo
Contreras, el arzobispo Ezzati pidió a dicha Congregación que derogara
la prescripción, para poder continuar en Chile el proceso contra Precht.
“En reciente respuesta, la Congregación para la Doctrina de la Fe ha
comunicado al Arzobispo de Santiago la resolución emanada de ese
Dicasterio, en que establece la comprobación de las mencionadas
conductas abusivas y la conformidad con la petición de derogar la
prescripción, en atención a la gravedad de los hechos denunciados”, dice
el texto difundido este jueves 6.
De esta forma, el arzobispo Ezzati emitió un decreto donde establece
las sanciones contra Cristián Precht, quien de ahora en adelante debe
fijar su residencia en acuerdo con la autoridad eclesiástica
santiaguina, pedir su autorización para salir del país y llevar “una
vida de oración y penitencia”. Si no cumple con estas instrucciones, se
expone a un castigo mayor.
El ex vicario “tiene derecho a apelar a través de un recurso a la
Congregación para la Doctrina de la Fe, en el plazo de sesenta días
hábiles”, dice el comunicado.
“Hemos querido actuar con prontitud acogiendo en derecho y en
justicia los relatos de las demandas de las personas denunciantes (…).
Queremos renovar nuestro compromiso institucional para actuar con
diligencia, eficacia y, sobre todo, con imperativo evangélico y procurar
ambientes seguros para todas las personas”, indica el mismo texto.
UNA VEINTENA DE TESTIMONIOS
En
junio pasado, CIPER dio a conocer los primeros antecedentes sobre la
investigación que inició el Arzobispado de Santiago -denominada “proceso
administrativo”-, con relación a las denuncias por abuso sexual en
contra de Cristián Precht. El informe que recibió el arzobispo Ricardo
Ezzati en esas fechas contenía cerca de 20 testimonios de abusos
cometidos contra varones que tenían entre 15 y 35 años cuando fueron
objeto de las supuestas agresiones. “Masturbaciones”, “besos en la boca”
y “caricias en el pecho que iban bajando”, son algunas de las conductas
descritas por los denunciantes. (vea el reportaje “Investigación eclesiástica contra Precht reunió una veintena de testimonios de abusos sexuales”)
En esa oportunidad, CIPER obtuvo el primer testimonio público de uno
de los denunciantes, Jorge Cantellano, quien tenía 19 años al momento de
conocer a Cristián Precht. Según su relato, ambos coincidieron durante
su proceso de discernimiento vocacional y denuncia que, durante una
noche en que compartieron habitación, el sacerdote le exhibió sus
genitales y le pidió que lo tocara.
Este testimonio se incluyó en el informe que recibió monseñor Ezzati,
quien resolvió enviar los antecedentes a Roma, por existir denuncias de
posibles víctimas menores de edad. El caso dio origen a una
investigación eclesiástica, en el seno de la Congregación para la
Doctrina de la Fe, la que tras cinco meses de indagaciones entregó su
veredicto. Durante este periodo, Cristián Precht optó por mantener su
estado sacerdotal y preparar su defensa, la que encargó al presbítero
Raúl Hasbún.
La denuncia que originó la investigación contra Precht fue formulada
por la familia del sicólogo Patricio Vela Montero, quien a los 29 años
se quitó la vida cuando residía en Estados Unidos. Vela se suicidó sólo
unos días después de haber recibido la visita del sacerdote. Precht
tenía una estrecha relación con el sicólogo desde la época en que éste
era menor de edad y también mantenía un fuerte vínculo con su familia.
HABLA UNO DE LOS ACUSADORES
El siguiente texto fue redactado por Jorge Cantellano, uno de los
acusadores de Precht, quien pide al gobierno y al Congreso Nacional
formar una comisión investigadora, independiente de las iglesias, que
investigue todos los abusos sexuales cometidos en instituciones
religiosas:
Acabo de ser informado por el vicario judicial del Arzobispado de
Santiago, prebistero Jaime Ortíz, de la resolución del Vaticano en el
caso de los abusos de los que fue acusado el sacerdote Cristian Precht,
donde yo fui uno de los testigos. Lo primero que deseo hacer es
agradecerle a Jaime Ortíz el haber procedido de esa manera. Porque este
es un momento de sentimientos encontrados.
Por una parte, es un signo de que la Iglesia Católica empieza un
camino para mirar hacia su interior y reconocer sus pecados. Y lo más
importante: muestra que desea examinar cuáles son las causas de sus
errores.
Por otra parte, en lo personal, siempre guardé la esperanza –o
quise creer- que Cristián Precht solo tuvo uno o dos momentos de
debilidad, en los cuales no pudo contener sus tendencias sexuales
naturales. Pero claro, no hay nada de natural en el hecho de que un
personaje mayor de edad y con imagen de poder se aproxime a jóvenes
dando la posibilidad a situaciones intimas.
Lo siento por Cristian Precht y su Iglesia, pero es bueno que la verdad se manifieste.
Pienso que el significado del “Caso Precht”, es que manifiesta
una cultura, una práctica entre no muy pocos dentro de la Iglesia
consagrada. Por consiguiente, es necesario que todo aquel que de alguna
manera es, o fue parte de esta práctica, reconozca sus errores.
Las pedidas de perdón de la Iglesia como entidad no sirven si sus
miembros no manifiestan sus responsabilidades personales, en forma
previa a que una acusación obligue a la institución a reconocer sus
culpas.

Sin embargo, todavía hay una alta cuota de responsabilidad de la
Iglesia Católica como institución. Y ello, porque existen múltiples
evidencias de que se trata de una situación generalizada y arrastrada
por muchísimos años. Cualesquiera sean las causas, ellas han sido
generadas como consecuencia de las políticas internas de la institución
eclesial.
Como chileno nacionalizado australiano, y como sobreviviente de
un intento de seducción sexual por parte de un destacado representante
de la Iglesia Católica chilena, quiero congratular a la Primera Ministra
de Australia, Julia Gillard, y a todos los parlamentarios australianos,
por haber decidido crear una comisión investida de amplias facultades
para investigar el abuso sexual dentro de todas las instituciones de
este país. Los políticos de Australia han dado con ello un tremendo
ejemplo al mundo al ordenar que se investiguen los abusos sexuales a
menores cometidos -y encubiertos- en las instituciones religiosas, de
asistencia social del Estado y también en las educacionales.
En base a esta experiencia es que pido al Presidente de la
República Sebastián Piñera, a los senadores y diputados del Congreso
chileno y a las instituciones civiles a seguir el ejemplo de Australia y
a constituir una comisión independiente de las iglesias y con peso
nacional que realicé una exhaustiva investigación de los abusos sexuales
a menores cometidos en las instituciones religiosas, educativas, de
asistencia social y de beneficencia, entre otras.
Quiero reiterar y dejar en claro una vez más, que mi testimonio,
sumado a los testimonios públicos y a las cientos de voces silenciadas,
ratifican desde Arica a Punta Arena una práctica cultural institucional
de abuso sexual que fue encubierta y protegida por la complicidad
cobarde del silencio en las instituciones religiosas.
Vale de muy poco que las iglesias pidan perdón si no asumen sus
responsabilidades institucionales. En este caso, el perdón de la
jerarquía eclesial no tiene ningún valor si los individuos de esta
institución siguen sin reconocer sus delitos y sin pedir perdón a sus
víctimas, aunque deban ahora bajar su mirada avergonzada. Es una forma
de perpetuar la ya obsoleta estrategia de esperar que gota a gota,
denuncia a denuncia, sus personeros indefendibles sigan debiendo
comparecer ante la justicia, incrementando así la larga nómina de
impresentables por decisión del Vaticano.
Quiere recordar le a la Iglesia Católica que sus templos
construidos con los aportes de la oligarquía criolla provienen del
sufrimiento del campesinado chileno. Y que para compensar el daño
provocado a tantos hijos de Chile, la Iglesia debiera echar a mano a
esos bienes en un gesto que permita devolverles a los hijos de Chile lo
que en justicia les pertenece.
Quiero también agradecer a todos aquellos que han hecho posible
que hoy se abra el camino de la justicia y la verdad. Es un gran alivio
para las victimas sentir la solidaridad de los ciudadanos que por fin se
atreven a investigar y pedir justicia por los crímenes de abuso sexual a
menores cometidos en las instituciones por muy poderosas o prestigiosas
que haya sido.
Espero y abrigo la esperanza de que lo ocurrido en el juicio
eclesiástico de Cristián Precht sirva para que la Iglesia Católica se
haga humilde, se renueve en los verdaderos valores de Cristo y adopte
todas las medidas necesarias para eliminar de raíz las prácticas
anticristianas de abuso y acoso sexual por parte de sus consagrados.
Jorge Cantellano
Decanato Pudahuel Sur 1979
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