domingo, 7 de diciembre de 2014

Carlos Gaviria

“Chile tiene derecho a tener una Constitución que no tenga nada que ver con la dictadura de Pinochet”

El ex Magistrado de la Corte Constitucional de Colombia y ex candidato presidencial por el progresista 'Polo Democrático' de dicho país, analiza la situación de Chile en torno a una nueva Constitución, así como diversos procesos de ampliación de libertades individuales en América Latina.
Carlos Gaviria fue candidato presidencial en las elecciones de Colombia en 2006 por el Polo Democrático Alternativo: obtuvo la segunda mayoría. Es doctor en derecho y ciencias políticas de la Universidad de Antioquia y tiene una maestría en Derecho de la Universidad de Harvard. Además entre 1993 y 2001 fue Magistrado de la Corte Constitucional, llegando a ser presidente de ésta en 1996.
Hace tres semanas estuvo en Chile participando en diversos encuentros en torno a la Asamblea Constituyente y habló con El Mostrador.
-Usted se ha definido como de izquierda, pero que adhiere a la filosofía política liberal, ¿cómo combina ambas ideologías?
De izquierda en el sentido, según la definición de Jean-Paul Sartre, quien plantea que es el alineamiento con los débiles (…) pero liberal en la materia de pensar en la libertad de expresión, de conciencia, religiosa. Creo que el mejor escenario para una sociedad justa, es una sociedad libre y democrática.   

-Siguiendo la línea de las libertades, en América Latina se han visto avances hacia la apertura a dialogar respecto a la marihuana, está el caso de su legalización en Uruguay, pero en Chile recién se está dando el debate sobre su despenalización para uso terapéutico. ¿Cuál es su visión respecto al tema?
-El presidente Pepe Mujica ha dado un avance significativo. Yo pienso que la solución final para las drogas, específicamente para el narcotráfico es la legalización. Naturalmente se ha legalizado en Uruguay con muchas precauciones, y está bien que así sea, ya en Colombia se había despenalizado el porte y consumo de la dosis personal. En el problema de las drogas se ha revelado que las políticas de represión son completamente ineficaces y antidemocráticas. Una decisión como la del presidente Mujica no sólo va en el sentido de reforzar la democracia, de darles más libertad a las personas, sino además en el sentido correcto de mostrar cuál va a ser el camino eficaz para acabar con el narcotráfico.

“Yo soy muy respetuoso de la discusiones nacionales, cuando no se trata de mi país, pero si usted me pide una opinión con lo ocurre en Chile, estoy de acuerdo con los movimientos como Marca Tu Voto, que piden la reunión de una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución”.
-Usted siempre ha seguido la línea del respeto a los derechos individuales, es más, fue un fuerte activista en pro del derecho a la muerte digna en Colombia. Actualmente, en Chile, no se ha abierto la discusión en torno a la eutanasia, pero sí existe un debate respecto al aborto terapéutico, ¿cómo se argumenta esta postura ante los grupos conservadores?
-Esos son temas en los cuales aplicando el sentido común la solución aparece a la vista, cada persona es dueña de su vida, otra cosa es que hay creyentes que piensan que su vida pertenece a Dios, a esas personas hay que respetarlas completamente y que vivan su vida moral íntegramente con sus creencias, pero lo que se proclama es la eutanasia como un derecho. Yo fui autor en Colombia de una sentencia que dictó el Tribunal Constitucional en la que se despenalizó el homicidio piadoso en determinados casos, de enfermos que padecen enfermedades graves, con grandes dolores y que se encuentran en pleno uso de sus facultades mentales y piden la ayuda de un médico para que les acelere su proceso de muerte. Me parece que eso es absolutamente legítimo.

De la misma manera creo que es necesario reconocerle el derecho a la mujer de suspender un embarazo en cualquier momento, pero mucho más cuando se encuentra bajo situaciones específicas, como bajo las cuales se legalizó el aborto en Colombia: cuando ha sido producto de una violación, cuando el feto es inviable o cuando la vida de la mujer se encuentra en inminente peligro.
-Su rol como Magistrado de la Corte Constitucional de Colombia lo ha posicionado como un experto en materias legislativas y de diversos procesos Constituyentes en Latinoamérica. Durante el año pasado, bajo el contexto de las elecciones presidenciales, se planteó la Asamblea Constituyente (AC), como una forma de llevar a cabo las bases para ésta, ¿cuál es su visión frente a la reticencia que hay en nuestro país?
-Yo soy muy respetuoso de la discusiones nacionales, cuando no se trata de mi país, pero si usted me pide una opinión con lo ocurre en Chile, estoy de acuerdo con los movimientos como Marca Tu Voto, que piden la reunión de una Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución. Por muchas razones, el fenómeno del nuevo constitucionalismo latinoamericano es muy importante, es un fenómeno que se ha dado aproximadamente desde los años 70 del siglo pasado, mediante el cual se han generado Constituciones mucho más garantistas, más pródigas en derechos, con mecanismos participativos y muchos más instrumentos para hacer efectivos los derechos de las personas y la AC es un comienzo inevitable.

Porque en la AC los debates ciudadanos se dan en torno a la elección de la asamblea, o sea, los temas que van a ser incorporados a la Constitución contribuyen de una manera significativa a la creación de conciencia ciudadana democrática. En Chile hay una circunstancia adicional, me atrevo a decirlo, Chile tiene derecho a tener una Constitución que no tenga nada que ver con la dictadura de Pinochet, pienso que hay incluso un asunto de carácter simbólico, pero de una gran trascendencia. Yo pienso que la Constitución de Chile, que se ha reconstituido como una sociedad democrática, debe tener ese signo desde el principio, una Constitución democrática es pedida democráticamente y la vía que me parece más adecuada es la Constituyente.
-¿Y frente a los sectores que establecen como inconstitucional a la AC?
-Lo que sucede es que las constituyentes crean un nuevo ciclo de la base legal, el constituyente originario, que es el pueblo, no tiene ninguna vinculación con ninguna norma previa, no se trata de asambleas constitucionales que tengan que respetar mecanismos anteriores para reformar una Constitución, sino invocar al pueblo como un poder originario que dicte una nueva Constitución, que nada tenga que ver con la anterior, aun cuando sus contenidos coincidan en una buena parte. El hecho legítimante es la reunión del pueblo como constituyente originario, para definir cuáles son las normas originales que deben regir el destino de una nación.

LA MIRADA EN LATINOAMÉRICA

Además de ser un experto en materias constitucionales, usted también fue candidato presidencial y ha tenido un fuerte rol en su coalición el ‘Polo Democrático’, que se define como centro, o progresista. En la región se han vivido diversos procesos de gobiernos de izquierda o de centro izquierda que han avanzado. ¿Cuál es su visión respecto a la consolidación de un bloque de centro izquierda, con todas sus grandes diferencias, y la reconstrucción social de una fuerza popular en Latinoamérica?
-Ha sido un fenómeno muy importante, reciente en Latinoamérica, el triunfo de proyectos de izquierda con distintos matices y con algunas diferencias en varios países latinoamericanos. Yo veo esto como un gran avance en la región. Naturalmente que cada una de esas propuestas de izquierda se ha hecho de acuerdo con las circunstancias de cada país. Hay muchas diferencias entre las propuestas de Michelle Bachelet y las de Rafael Correa, en Ecuador y la de Dilma Rousseff. Hay un problema que a mí me inquieta, en algunos países hay propuestas de izquierda en donde se ha combinado el triunfo de la propuesta de izquierda con un caudillismo que a mí me parece que va en contravía de lo que los países latinoamericanos necesitan, el caudillismo invita al culto en la personalidad, a pensar en dirigentes imprescindibles, cuando me parece que las democracias latinoamericanas están más bien en una etapa en donde se debe consolidar a los partidos políticos, son imprescindibles en una democracia moderna, y consolidar las instituciones. No me gustan esas propuestas de reelección indefinida, es posible que las circunstancias de esos países, de acuerdo con la apreciación de sus jefes, lo requiera. Pero el ideal de una alternativa de izquierda, es una democrática e institucional.

-Usted ha sido reconocido por su labor en materia de DD.HH., actualmente se vive una crisis en México, expresada con el caso de los 43 estudiantes desaparecidos de Iguala, ¿es para usted un caso que viene a replicar ciertas lógicas vividas en el continente, en donde diversos poderes fácticos, en este caso el narcotráfico, ejercen una violación constante a los DD.HH.?
-En el caso de México lo que ha ocurrido es algo similar a lo que ha ocurrido en muchos países de Latinoamérica, incluyendo a Colombia. Son países que han estado cruzados por el narcotráfico y volvemos al tema de la droga. Una lucha contra la droga mal enfocada, mal orientada y un auge del narcotráfico extraordinario, que lleva a institucionalizar al país y a mostrar a los estados como una especie de Estado fallido. Lo de México no es solo algo muy doloroso, sino que muy vergonzoso. Que a estas alturas desaparezcan 43 estudiantes normalistas y que eso se pueda atribuir a una acción oficial, significa un retroceso muy grande en la consolidación de la democracia en Latinoamérica.

En el marco de una entrevista previa a su candidatura, usted habló de ser un aliado económico con EE.UU., pero no ser una fuerza supeditada a la política de este país. ¿Existe un polo latinoamericano para hacerle frente a la potencia de EE.UU.?
-Sin duda EE.UU. siempre va a ser un actor importante. Es más, por una razón geopolítica va a estar siempre en la órbita latinoamericana, es una potencia indiscutible. Por lo tanto, una política realista debe llevar a la conclusión de que es necesario trabajar con los EE.UU. pero sin que eso signifique dependencia de Latinoamérica. Me parece que ha habido muestras de independencia que han dado algunos países y creo que esa es la línea a seguir, no tenemos que hacer de los Estados Unidos un enemigo, sino tener buenas relaciones, en la medida de lo posible, pero digamos que erradicando para siempre, de una vez por todas, la mentalidad de dependencia con la potencia.

-Usted fue candidato por el Polo Democrático, el que se reconoce como una fuerza progresista, que prioriza a la organización social. En Chile ha habido una especie de recomposición de la organización social, que se vislumbra en el Movimiento Estudiantil, ¿cuál es la relevancia de la organización social para un país?
-La organización social juega un papel sumamente importante en la democracia, pero creo que las propuestas de las organizaciones sociales tienen que ser recogidas por organizaciones políticas como los partidos, porque, para bien o para mal, en las democracias modernas tienen que existir los partidos, porque son las organizaciones con vocación de poder. Las organizaciones sociales no tienen vocación de poder por definición, pero naturalmente se alimentan con muchas propuestas de qué es lo que la gente está sintiendo.

-¿Qué pasa con la desacreditación de estos partidos políticos, que se han visto vinculados en diversos países con escándalos de corrupción política?
-Hay dos factores que han influido mucho, uno es la corrupción, como usted lo ha dicho, y otro es la desideologización. Un partido político es una organización portadora de una propuesta ideológica, cuando los partidos políticos pierden su orientación ideológica dejan de serlo, pasan a ser lo que se llama mera maquinaria, es decir, aparatos que contribuyen a que personas sin propósitos políticos ni sociales lleguen al poder. Es necesario que los partidos políticos destierren por una parte la corrupción y el clientelismo, entendido como intercambio de favores por los que detentan el poder, y que recuperen lo que les da sentido, que es ser portadores de una propuesta ideológica.


FUENTE: EL MOSTRADOR

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