viernes, 11 de mayo de 2012

El afamado pianista Valentín Trujillo muestra su lado más político: “Chile necesita un estadista, no un comerciante exitoso”

Por Óscar Reyes P.
El pianista que ha formado parte de la banda sonora de generaciones de chilenos se declara un admirador de los estudiantes y del movimiento por una educación gratuita y de calidad: “nunca escuché a dirigentes más capacitados que estos muchachos de ahora”, declara.
Acaba de cumplir 79 años. Más de 70 de ellos ha estado frente a un piano, que aprendió a tocar a los siete. A los nueve ya andaba por las radios, luego en espectáculos, y en la TV casi desde sus inicios. Desde ahí, casi toda su vida ha sido conocido como el tío Valentín, ese que surgió junto a Pin Pon, el muñeco con cuerpo de algodón que tras el golpe de Estado finalmente tuvo que partir al exilio. "Nos echó de TVN un general, el hermano del doctor Orozco, que obviamente era muy distinto a su hermano en las ideas".

Acá quedó el pianista, reconstruyéndose a sí mismo y apoyando a quienes estaban más desfavorecidos que él, a través del sindicato de músicos. Porque había que sobrevivir. Callado, sin aspavientos. Porque Valentín Trujillo, oriundo del barrio Matadero, como él aclara, fue y es un hombre de izquierda. Hasta hoy, en que no tiene ningún empacho en decir que Piñera se merece el 26% de aprobación que tiene y que "la gran huelga que yo quiero presenciar y ojalá participar en ella es la gran huelga contra la carestía de la vida".

-¿Qué es ser de izquierda?

-Bueno, las ideas de izquierda no nacen en Chile, tú vives en una sociedad y la sociedad es bastante más que Santiago, que esta faja de tierra, que este continente y en la historia hay hombres que han logrado cambiar las cosas, o lo han intentado, que han sido como vientos fuertes y tú te unes a ese pensamiento. Uno no nace guagua de izquierda, se va formando. Y cuando vas analizando los problemas que están a tu vista, a pesar de que yo soy miope, hay un espacio enorme, como decía Borges, entre ver muy poco y ser ciego. Hay una infinita diferencia, decía Borges. A mí me pasó eso: entre ver muy poco por mi miopía y no ver nada, vi muchas cosas. Los músicos, por ejemplo, viviendo en una pieza, acarreando miserias y sin posibilidad de salir de ella. De ahí mi interés en participar en los sindicatos. A veces uno no los necesita para uno, pero para los demás si, entonces, ¡vamos!

-¿Qué piensa que se hayan disminuido las horas de música, arte e historia en la educación escolar?

-Sencillamente es otro signo de la decadencia y de la falta de respeto por la música, porque cuando a un niño recién lo integras a la música a los once años, ya es tarde, lo has dejado perder siete u ocho años de música. De más está decir que en Chile los profesores de música son gente preparada, son profesores de educación musical, no profesores de otros ramos que por buena voluntad hacen música, son pedagogos. El niño despierta musicalmente de inmediato. Cuando entra al colegio a los cinco, seis o siete años ya quiere cantar, antes los hacían participar en coros. En Chile han surgido valores gracias a la educación musical temprana. Ahora, que la quieran repartir y que digan que las horas que se quitaron no las quitaron, sino que las volvieron a poner, yo creo que es como citar a Cantinflas. Es un daño terrible y una muestra universal de falta de sensibilidad.

-¿Y qué opina de que haya una beca de estudios musicales Valentín Trujillo, que está patrocinada por el SCD y que otorga becas a estudiantes de escasos recursos?

-Me da una emoción tremenda que la SCD me haya premiado con esta forma de beca, porque hoy estudiar es tan terrible. La gente tiene muy mala memoria. Yo estudié gratis, por ejemplo. Era alumno del Liceo Valentín Letelier, que pagábamos una cuota de matrícula y todo el año le estábamos sacando el bulto a la cuota del centro de padres. Era gratis, no pagaban nada más. Y paralelamente, en el Conservatorio Nacional de Música, también se pagaba una matrícula y nada más. Como niño de clase media, del barrio de "turcoleta", era posible estudiar. También existían el Saint George y esos colegios y mis padres no podían pagar eso, pero había buenos liceos.

-¿Y qué piensa ahora de esta gran defensa que hacen los jóvenes de la educación gratuita?

-Es una maravilla. Yo, en todo mi recorrido, porque también fui profesor, nunca escuché a dirigentes más capacitados que estos muchachos de ahora, extraordinariamente preparados. Camila Vallejo, por supuesto, es la que ha dado la noticia en todo el mundo. Ella es conocida como una mujer culturalmente muy bien preparada, con un tremendo peso intelectual. Una forma de los mediocres es decirle que es un bebé con pañales rojos y todas esas cosas que son tan pobres de espíritu.

-¿Y qué le pasa cuando ve esta gran fuerza que le inyectaron durante el año pasado los jóvenes, no solamente a la educación, sino también a todos los movimientos sociales del país?

-Me alegro mucho y pienso que cuando dicen que los jóvenes no están ni ahí... hay un porcentaje, dicen que son mayoría, pero uno de nuestros jóvenes que salga a defender esto vale por diez mil que no están ni ahí. Son gente tan valiosa. Están trabajando para ellos, pero, en definitiva, son estudiantes universitarios y están luchando para los niños de enseñanza básica y secundaria. Se despojan de ellos mismos para los demás. Es hermoso verlos luchar de esa forma.

-¿Qué le provoca cuando ve no solamente a estudiantes en movilizaciones, sino también artistas, que participan en este tipo de eventos, apoyándolos, opinando públicamente?

-Me alegro mucho, porque algunos artistas, no todos, han logrado afortunadamente cambiar esto de que: yo soy artista y no me meto en esto; como si no fueran ciudadanos. A mí me parece que tienen que tener una opinión. Más que los artistas de música, siempre los que lo hicieron fueron los actores y actrices. Pero el único músico popular, y lo digo con un poquito orgullo, que ha participado por años en esta cosa soy yo. Y bien definido.

-¿Y cómo se ve esa sensibilidad cuando viene de un músico como usted?

-Parto con el concepto de que si uno es músico y la sinceridad que trae no la aplica a nada más que la música, es un hombre incompleto. La sensibilidad pasa por no pisar una flor, por hacerle cariño al chiquitito que está llorando, por los dolores que sufre el niño en Arica, en Concepción, en Pekín, en Berlín, en Londres, en Nueva York. Hablamos del ser humano, que tiene que luchar en forma tan desventajosa. En una carrera de cien metros hay algunos chiquitos con suerte que parten bien, pero el que no tiene posibilidad alguna es el que en estos momentos está yendo un colegio sin luz eléctrica, el que está yendo por ejemplo a 20 km del colegio, donde hay una sola profesora de primero a quinto, una desventaja tremenda. En una carrera de cien metros no va a llegar. Le van a ganar siempre. ¿Y que se necesita para esto? La transformación que están pidiendo todos estos jóvenes. Yo lo digo con mucha emoción, soy un gran admirador de estos movimientos. He estado con ellos. Me asomo por ahí y cuando empiezan los peñascazos, me corro.

-¿Cómo vivió usted, con sus ideas de izquierda, la dictadura? ¿Cómo se expresaba?

-Me volqué al sindicato de músicos, me presenté a las elecciones y salí presidente en tres ocasiones. Era el único gremio que votaba. Inclusive yo citaba a un inspector del trabajo. Hice movimientos durante lo que fue espantoso, los toques de queda: hacíamos bailes a las tres o cuatro de la tarde, hasta las siete de la tarde, para que los músicos pudieran llegar aunque fuera con $50 para su casa, que era bastante mejor que estar por ahí sentado.

-Hasta el 74 o 75 estuvo con Jorge Guerra haciendo Pin Pon. Ahí el menos expresaba un poco su sensibilidad.

-Fue un golpe en el mentón tremendo, un golpe cobarde, donde no teníamos cómo luchar, salvo en el plano de las ideas, en que las ideas eran perseguidas. Inclusive estuve en festivales de Viña en que estaba prohibido el folclor. Y todo lo que sonara u oliera a instrumento folclórico era como cantar con una metralleta. Fue terrible. Yo tuve que recibir coscorrones durante los 17 años de estos superman que llegaron a ministros. A Jorge Guerra y a mí me despidió el general Orozco, director de TVN.

-¿Y por qué los despidió?

-Porque se suponía que estábamos enviando mensajes marxistas a los niños chilenos. Que los estábamos manipulando.

-¿Les dijo eso?

-Sí. Entonces le dije yo: está bien. Le dijimos si usted no quiere echar, échenos, pero no nos acuse de esto, porque nos puede traer consecuencias tremendas.

-¿Alguna vez se encontró de nuevo con ese general?

-No, nunca. Yo creo que él estuvo feliz de no verme más también.

De Allende a Piñera

-Hagamos un ejercicio. Dígame lo que piensa de los siguientes presidentes de Chile: Salvador Allende.

-Maravilla. Olvidado, en cierta forma. En ese tiempo en que muere Salvador Allende, en la forma en que tuvo que hacerlo, los socialistas gobernaban con comunistas. Ahora no pueden hacer pactos, ¿y porque no?, por alguna razón que nadie entiende. Las víctimas de esa dictadura, que siguen reclamando justicia y siguen reclamando una verdad. Cuando uno lee todo lo que pasó, tirita de horror. Y cuando tú escuchas: nunca más, ojalá así sea.

-¿Pinochet?

-Mire, cuando a un presidente civil lo tratan de inepto, imagínese lo que puede ser un dictador tan terrible.

-Patricio Aylwin.

-Aylwin hizo un papel de arrepentido. Fue uno de los colaboradores que negó la sal y el agua en los diálogos con Allende hasta que se produjo el golpe. Después se arrepintió y yo le creo. Un presidente que pudo haber sido otro. Yo creo que dentro de la Democracia Cristiana faltó el presidente Gabriel Valdés.

-Eduardo Frei Ruiz-Tagle.

-Lo conozco bastante. Me parece un personaje que se la jugó. Si bien es cierto que también fue uno de los primeros que fue a saludar a la Junta, después despertó y creó una sensibilidad de la cual hemos sido beneficiados en los gobiernos democráticos.

-Ricardo Lagos.

-Ah, por favor. El Estado necesita un estadista como él, no un comerciante exitoso. Espectacular.

-Michelle Bachelet.

-También, lo mismo. Maravillosa.

-Y el último: Piñera.

-Insisto: un Estado como Chile necesita un estadista y no un comerciante exitoso.

De la radio a Miami

El quinto de cinco hermanos, a Valentín Trujillo le salió natural comenzar a tocar el piano familiar a los cuatro años. "Soy un hombre con mucha suerte. Nací con mi profesión ya lista. Nunca pensé en hacer otra cosa", dice.

"Estoy escribiendo un pequeño librito, tiene ninguna ventaja llegar a viejo. Voy a terminarlo a fin de mes, o antes de agosto, para asegurarme".

-¿Y cómo compatibilizaba eso con su afición por el boxeo, porque también fue árbitro y jurado?

-Es por la admiración a los boxeadores, más que nada, porque en los tiempos míos, cuando yo era un niño de ocho, nueve o diez años, los futbolistas chilenos no eran los famosos, eran los boxeadores, eran Arturo Godoy, Fernandito, Raúl Carabantes, Simón Guerra. Era el deporte más popular y con ese dicho que después endosaron a otras cosas. En Buenos Aires bautizan: si es chileno, es bueno, porque los chilenos que daban la pelea allá eran peleadores de fondo.

A los 9 años comenzó a tocar en radios: "Hice muchos programas, me recorrí todas las radios. La única radio en la que no toqué es en la que no tenía piano".

Por muchos años trabajó de noche. Fue pianista solista del hotel Waldorf, estuvo en la orquesta del hotel Carrera por mucho tiempo. "Hice una vida nocturna bastante larga y agitada. Y tenía la suerte también de que venían artistas extranjeros que pedía que yo los acompañara, así que a veces tenía doblete y tripleta en la noche con Leo Marini, con Mario Clavel, etc.".

-Llega a sábados gigantes a partir del 64.

-Sí, y me quede estacionado hasta el año 2006, que tuve que dejar Miami, porque me vino una enfermedad muy incómoda, del signo del zodíaco. Estuve alrededor de 20 años acá en Chile y otros casi 20 años en Miami con Mario Kreutzberger, con quien no sólo tenemos una relación de animador-pianista, sino que somos muy amigos.

-¿Cómo es tener una relación con el hombre más famoso de Chile?

-No digo que sea una relación privilegiada, porque nos conocemos de muy jóvenes, pero sí una gran relación con un hombre que el concepto de amigo lo tiene clarísimo, el concepto de lealtad, generosidad, admiración mutua. Fuimos creciendo juntos con este hombre que al comienzo estaba lleno de algunos ripios y que era criticado por gente de televisión que no sabía televisión.


FUENTE:CAMBIO21

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